Hola mi gente!
He venido para compartir con ustedes una historia que escribí hace un tiempo. Es un two shots AU donde experimenté una temática totalmente diferente. Ya verán a lo que me refiero. Espero que les guste.
Gracias por leerme, chicos, en verdad. Un besote!
Buen viaje!
Amor Bajo Fuego
Parte uno
Apenas sintió el orgasmo del sexo culminado y la falta de aliento estrujando sus pulmones, Harry se arrepintió de haberlo hecho tumbándose boca arriba en la cama. Su mente estaba lejos, su corazón palpitaba encerrado en su esqueleto pero sabía que sólo era por una persona que no estaba allí a su lado. Aquello lo llevó a suspirar con amargura. Se incorporó percibiendo el frío del piso bajo sus pies y miró por la ventana hacia la noche estrellada del cielo de Londres. Había extrañado su ciudad y su belleza estimulada por la penumbra. Había estado tan cerca de la muerte que sus pensamientos cobraron otra claridad, otra resolución a sus emociones y sentidos. Extrañaba a Hermione, extrañaba a esa mujer de carácter indómito y fuerza incontenible. Sin ella bien pudo morir, y que en ese instante ya agonizaba. Volvió la mirada hacia su prometida en matrimonio, desconociéndola. Ella dormitaba sobre el colchón con su cabello rojo extendido en la almohada, satisfecha de tenerlo cerca al fin, sin embargo era sólo su cuerpo, no su alma que volaba lejos hacia otro universo. Harry era materia ausente. Él sabía que había estado enamorado pero no hallaba en su interior ni una pizca de ese sentimiento que alguna vez creyó interminable. Todo había cambiado. Esa noche habían tenido sexo como bienvenida, como recuperación de la normalidad con ayuda de embistes y besos desordenados; pero después de ver la guerra de frente nada volvía a ser igual en una persona. Harry apretó los puños intentando no evocar esos días de sangre y llanto.
El moreno de ojos marítimamente verdes, llevaba cuatro años como camarógrafo de una importante cadena de televisión. Era uno de los mejores enviados especiales de la estación siendo asignado a lugares en conflicto como África y el Medio Oriente. Era un as con la cámara, capturaba imágenes imposibles para abrirle los ojos al mundo. Poseía un valor incomparable y un arrojo que sólo se desprende de la juventud plena y exitosa. A sus veintiocho años, Harry creía tener la vida correctamente encaminada. Se había enamorado de Ginny Weasley, la hermana de su mejor amigo, Ron. Ella trabajaba como periodista en el mismo canal y poco a poco se abría puertas como corresponsal aunque le faltaba experiencia. Se habían conocido en la universidad pero no fue sino hasta después de egresar que comenzaron a salir juntos para luego comprometerse en matrimonio. Muchos le reprocharon a Harry lo precipitado de su decisión, pero él no hizo caso a esas palabras. Ginny era una muchacha de belleza evidente, risa melodiosa y gran talento. El día que aceptó ser su mujer, el ojiverde no cabía en sí de la alegría. Todos sus amigos festejaron con él la noticia.
- Quiero hacer un brindis… - dijo Nymphadora Tonks, la editora en jefe del equipo. Elevó su copa y la señaló en dirección al muchacho- Por nuestro amigo, Harry Potter, quien dentro de unas semanas cometerá el más grave error de su vida... – su broma se interrumpió con el codazo que le dio una de sus subordinadas en el estómago- Perdón… perdón… por Harry y Ginny, que sean muy felices en su matrimonio.
- Salud- dijeron los presentes al unísono.
- No olvides que se viene la despedida de soltero, compañero.- anotó Ron, el pelirrojo sonidista y futuro cuñado del aludido.
- Por supuesto que no lo olvido…
Harry volvió a la cama disolviendo en su mente el reciente y fugaz recuerdo. Le pareció que había sucedido hacía décadas. Al acomodarse sintió las extremidades doloridas, los párpados pesados y el espíritu marchito… no podría resistir mucho tiempo despierto aun obligándose a estarlo. Tenía miedo. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de bombas, cuerpos desmembrados y sangre espesa lo atormentaban. El miedo esbozado en los ojos marrones de Hermione, sus lágrimas mojando su camisa al abrazarla, sus manos frías entre las suyas… Ginny despertó ligeramente apoyando la cabeza en su pecho. El joven no pudo evitar apretar su mandíbula con impotencia. La presencia de aquella castaña lo atacó con más fuerza y liberó un sollozo inaudible. Se llevó una mano al cabello notando la herida vendada de su brazo. El escozor de la lesión fresca le seguía molestando. Había pasado por el más cruento de los escenarios, había temido por su vida con el pavor de quienes se aferran a ella con uñas y dientes; no obstante, se dio cuenta de que por la mujer que descubrió como su compañera de vida en el lejano oriente, lo volvería a vivir una y otra vez, indudablemente…
Enero, 1991
Un mes antes
Todo el mundo tenía la atención puesta en el Medio Oriente desde agosto del año anterior. La invasión de Kuwait por los iraquíes despertó las alertas en las Naciones Unidas siendo el comienzo de la Guerra del Golfo. El conflicto sólo se traducía en certeras palabras: dinero, poder y deudas externas, no tuvo que pasar mucho tiempo para que intervinieran fuerzas de varias latitudes para detener la codicia, eso se daba por sentado. La noticia estaba en su apogeo, la destrucción y dolor que se revelaban en las grabaciones de los reporteros en terreno estremecían hasta al más fuerte. Las calles corrompidas, el cielo rojo y terrible. Las llamadas telefónicas repicaban incesantemente al interior de la oficina de prensa de la estación televisiva pareciendo un carnaval de acontecimientos. Harry estaba ansioso de volar a Kuwait para cubrir la noticia pero tuvo que retener su impulso para esperar la asignación de una periodista que reemplazara a su novia Ginny Weasley, quien se había accidentado un tobillo por practicar su deporte favorito días antes de viajar.
Para entonces, la coalición internacional había logrado reunir un ejército de aproximadamente seiscientos ochenta mil hombres, un número insuperable de flotas, carros de combate y despliegue aéreo en donde Inglaterra aportaba con un número significativo de militares. En ese mismo mes, la coalición habría de disparar casi un centenar de misiles desde las aguas del Mar Rojo y el Golfo Pérsico alcanzando varios edificios importantes. A través de las pantallas podía evidenciarse el dolor de la gente inocente en el campo de batalla. Niños llorando, huérfanos, madres clamando por sus hijos, hombres sin esperanza y ancianos aterrados. Todas esas imágenes que Harry veía en la pantalla, lo llevó a abrazar su cámara de video fuertemente contra el pecho. La impotencia se hizo presente con la rudeza de un huracán. El mundo tenía que saber más, enterarse del efecto de la codicia en el corazón humano. Eso era sólo la punta de un iceberg inmenso. Mientras que Luna Lovegood, una de las reporteras de la sala de prensa, relataba un extra por las pantallas del canal interrumpiendo la programación, Tonks llamó al ojiverde a su despacho.
- Todo está listo para que viajes mañana mismo- le informó sin más rodeos. Harry asintió.
- ¿Y quién irá conmigo?
- Su nombre es Hermione Granger, era corresponsal…
- De CNN, sí, la conozco. Fuimos amigos en la universidad- intervino el moreno- ¿Cómo hiciste para que aceptara trabajar con nosotros?
- Le ofrecí cubrir la guerra en el Golfo de manera exclusiva- le informó mostrándose orgullosa ante su decisión.- En CNN no querían enviar a una mujer pero yo sé que somos muy capaces. Te reunirás con ella en Baghdad para luego viajar a Kuwait.- Harry sonrió con ironía. Fue lógico para él que Hermione Granger hubiera aceptado tal propuesta. Esa castaña era aguerrida, de fuerte carácter y sedienta por ganarle al sexo opuesto, por demostrar que era más que una cara bonita. El joven no la veía desde hacía cuatro años desde su egreso.
La prensa estaba siendo restringida, incluso convenientemente acallada. Casi no existía la neutralidad. Las imágenes de la invasión iraquí y los bombardeos nocturnos eran exclusividad de Peter Arnett, un famoso enviado de CNN, por lo tanto, la tenaz Nymphadora Tonks movió todos sus contactos para contratar a la curtida reportera Hermione Granger en sus filas acompañada por su mejor camarógrafo Harry Potter. No quería decirlo, pero el hecho de que Ginny Weasley hubiera sufrido un percance, parecía más buena fortuna que un obstáculo. Aquella misión de periodismo era tan secreta y resguardada que ambos jóvenes debían permanecer lo más discretos posible. Fue por eso que la editora en jefe optó por enviarlos por separado, en diferentes vuelos hasta la capital de Irak. De esa manera, no despertarían la curiosidad de la competencia al ver a dos corresponsales de un mismo canal con intenciones de ingresar al conflicto.
Harry se despidió de su novia y sus amigos con largos abrazos y buenos deseos. Sabía que le esperaban días difíciles por lo que empacó sólo lo necesario y más ligero que tuviera en su guardarropa. El Transfer lo pasó a buscar a su casa en Grimmauld Place y lo llevó hasta el aeropuerto en donde su vuelo salía en un par de horas según el itinerario. El joven compró el periódico mientras que a lo lejos escuchaba las noticias sobre la guerra desde un televisor en la sala de embarque. Se acercó a la pantalla tragando una saliva que no halló en su boca. El escenario gris de explosiones, noches que se convertían en días gracias a las bombas, lo pusieron nervioso. Suspiró profundamente tratando de recuperar la compostura. Nada malo ocurriría, él tenía la cámara que jugaba el papel de bandera blanca y neutral, por otro lado lo acompañaría una estupenda profesional. Lo sabía, conocía a Hermione y podía apostar a que era la mejor en el rubro. Lo lamentaba por su novia, pero no había punto de discusión sobre ello. Harry abordó el avión cerca del mediodía y durante el viaje miraba por la ventanilla a su lado preguntándose qué demonios estaba haciendo allí cuando bien podría estar planeando su futuro matrimonio. Esperaba que esa cobertura no tardara demasiado. Tonks había dicho que no serían más de diez días. No quería pasar San Valentín lejos de Ginny, varado en tierras extranjeras y mucho menos en medio de un conflicto bélico; pero recordó que para entonces aún faltaban cuatro semanas. Meneó su cabeza de un lado a otro, confiado en que estaba exagerando.
El vuelo llegó a destino a las seis de la mañana tras una larga escala en Abu Dabi cerca de las cuatro de la tarde del día anterior. Harry arribó malhumorado y con ganas de darse una extensa ducha en el hotel. Entre el alboroto en la puerta de la sala de equipaje, el joven vio su nombre en un letrero elevado por sobre las cabezas. Se trataba de un enorme conductor de taxi. Poseía una contextura tan sorprendente que parecía sacado de un cuento de gigantes. Al acercarse a él, el hombre se presentó como Rubeus Hagrid, un humilde chofer de transporte público asignado para llevarlo junto con la señorita Granger hasta sus habitaciones para luego trasladarlos a Kuwait al día siguiente. Harry le estrechó la mano sintiendo su fuerza desmedida en sus dedos apretujados. Hizo un gesto dolorido y el conductor se disculpó por entre su frondosa barba que cubría su boca. Luego de una hora, un segundo vuelo llegó a la capital iraquí. De acuerdo a lo señalado por la resonante voz en los altoparlantes, debía ser el avión en que viajaría Hermione y así fue efectivamente. La joven corresponsal salió a su encuentro usando unas gafas oscuras y arrastrando una maleta discreta, negra y notoriamente liviana tras ella. Al igual que Harry, pensó en llevar sólo lo que necesitaría en esos próximos diez días. El joven camarógrafo la observó caminando entre la gente con tal desplante que dudó mucho en que su cara no fuera otra más que la de un idiota. Había olvidado lo hermosa que era. En cuatro años no había hecho más que adelgazar definiendo sus curvas y dejado crecer el cabello hasta la mitad de la espalda donde danzaban sus largos rizos a cada paso. No supo cómo saludarla pero fue ella quien resolvió aquello desenfadadamente.
- Hola, Harry. Ha pasado tiempo, ¿cómo has estado?- el moreno alzó sus cejas, sorprendido por el nivel de familiaridad que oyó en su voz, como si se hubieran visto apenas el día anterior. Trató de sonreírle pero saber que ese conductor apellidado Hagrid los observaba con insistencia, lo volvió tímido. Le estrechó la mano como un robot.
- Bien… a punto de casarme… - Hermione frunció el ceño, divertida. Esa información no era algo que se escuchara en el mismo instante de saludarse. Harry no supo por qué lo había dicho e intentó desviar la atención rápidamente- ¿Y tú? Supe que Tonks luchó por tenerte en nuestro equipo.
- En realidad no tuvo que luchar demasiado. Conozco a Tonks, será un placer trabajar con ella… y claro, contigo- Harry asintió a modo de retribución a sus palabras.
- Lo mismo digo.
- Muy bien- intervino el gigante chofer- Si ya estamos listos, los llevaré hasta el hotel para que descansen de su viaje. Mañana temprano los llevaré a Kuwait.
Durante el trayecto automovilístico hasta el Hotel Al-Rashid, Hermione no dejó de hablar de sus reportajes realizados y sus proyectos en su nueva casa televisiva. Harry la escuchaba en su perorata observando su forma de hablar con especial atención. Recuerdos de su vieja amistad llegó a su memoria como una estampida de búfalos. No sabía por qué habían dejado de verse, de tener contacto. Después de asistir a la misma universidad, simplemente se habían alejado por diferentes caminos. Rió de forma interna al darse cuenta de los juegos del destino y la ironía que los volvió a reunir. La joven guardó silencio para observar las calles de un Irak envuelto en temor, rabia y desconsuelo. El cielo estaba gris, como un uniforme maldito que militarizaba todo cuanto la vista alcanzara. Hermione lamentó los tiempos difíciles que se vivían en el Medio Oriente. En una esquina vio a un niño, solo y desamparado, con clara expresión de soledad que empañaba sus ojos negros. Tuvo que escarbar en el fondo de su corazón para encontrar una fuerza que se debilitaba a medida que pasan por las calles de la ciudad. Una realidad muy distinta de ese Londres tranquilo que habían dejado atrás.
Una vez en el hotel, Harry y Hermione le agradecieron al conductor por su servicio y buen recibimiento. Rubeus Hagrid les hizo un ademán gentil con la cabeza y se perdió en la primera curva no sin antes recordarles levantarse temprano para ir al lugar de la acción. Ambos asintieron recogiendo sus maletas e ingresaron al edificio para efectuar el check-in. En el lobby, todo un revuelo se había armado por la presencia de la prensa extranjera. Entre ellos, se hospedaba precisamente Peter Arnett, tal como lo había supuesto Tonks. Harry cogió un teléfono público, averiguó con uno de los empleados del hotel la codificación para las llamadas al extranjero y se comunicó con la editora en jefe para preguntarle la forma de proceder desde momento en adelante.
- Muy bien, ¿ya están ambos en Baghdad?
- Así es. El taxista que contrataste fue muy amable al traernos aquí.- Tonks sonó conforme y comenzó a trazar cada paso que debían llevar a cabo.
- Escucha, Harry. No toda la prensa está autorizada para estar en el lugar del conflicto ¿de acuerdo?- el moreno la escuchaba con atención mientras que Hermione no perdía detalle en las expresiones de su rostro- Ya hice las reservaciones a nombre de ustedes. Sólo deben registrarse y no dar ninguna información. Sólo digan que pasarán la noche allí para luego salir del país. ¿Me has entendido?- el ojiverde confirmó y cortó la comunicación.
- ¿Todo en orden?- preguntó la castaña.
- Sí, sólo tenemos que registrarnos y no hablar con nadie.- informó Harry y se dirigieron al mesón en donde el recepcionista realizó las gestiones sin desear averiguar demasiado tampoco. Nadie quería correr el riesgo de saber más de la cuenta.
Una de las cosas que adoraba Harry era ducharse con agua fría luego de un largo viaje. Recibía el agua desde la regadera justo en la coronilla sintiendo cómo su cuerpo recuperaba las fuerzas a medida que caía por cada una de sus extremidades. Le pareció que habían pasado días desde que salió de Inglaterra y extrañó a su prometida. Sólo quería que los días pasaran rápido para estar de regreso y casarse al fin con esa pelirroja a la que creía su alma gemela, sin tener idea de que ese pensamiento se volcaría en ciento ochenta grados en los próximos días. Al acabar su ducha, se secó por completo y vistió una bata blanca desde las ropas proporcionadas por el hotel. Se dispuso a revisar las cintas que llevaba en el bolso de su cámara de video, cuando el sonido de la puerta le advirtió que tenía visita. Abrió encontrándose cara a cara con Hermione Granger, quien le sonreía del otro lado del umbral.
- ¿Qué te parece si bebemos algo en el bar?- le propuso. El moreno quedó sin palabras. Miró la hora en su reloj de pulsera reparando que eran las siete de la tarde. El tiempo había pasado veloz desde el check-in en el lobby. Ninguno de los dos dio muestra alguna de salir de sus habitaciones en gran parte del día, por eso lo tomó por sorpresa aquella invitación.
- Pensé que estarías durmiendo.
- Cuando las noticias están ardiendo, el sueño y yo somos enemigos.- respondió la muchacha- ¿Y? ¿Qué me dices?- Harry vaciló unos segundos. Estar desnudo bajo la bata lo incomodaba. Hermione agudizó el escrutinio hacia él y lanzó una breve carcajada- ¿Acaso temes que venga tu prometida y cancele la boda por un inocente trago?
- Por supuesto que no. Nos encontramos abajo en diez minutos- contestó el moreno sonando más a un contraataque ante su broma sarcástica. Ella asintió y caminó a lo largo del pasillo hacia los elevadores.
Cuando el joven camarógrafo llegó al bar, vio a Hermione sentada en la barra bebiendo un Martini con una verde aceituna en el interior. Harry no pudo pasar por alto lo bella que se veía allí, en su falda negra y su blusa blanca, lo bastante ajustada como para revelar su cintura diminuta. Un cuerpo bastante atlético que hacía honor a su inquieta vida como reportera en terreno. Suspiró hondo y se acercó a ella tomando asiento a su lado. Pidió al cantinero un vaso de whisky en perfecto dialecto iraquí. Aquello impresionó a la castaña. Se pusieron al día en sus currículos desde el día en que terminaron sus estudios. Rieron de viejas anécdotas y reportajes que dejaban en claro que el mundo era tan emocionante como la mejor de las novelas. En el rincón del bar, un pianista tocaba música clásica que disfrazaba la rudeza de los tiempos en partituras envueltas de romance y tranquilidad. Casi se podía olvidar lo que estaba sucediendo a kilómetros de allí. Hermione esperó unos minutos aceptables para preguntarle por su compromiso en matrimonio. Harry se mostró importunado pero no pudo quejarse por ello. Había sido él quien estúpidamente había puesto el tema en la palestra sin que nadie se lo hubiera pedido. Al decirle el nombre de su novia, la castaña alzó sus cejas y rió.
- Así que te casarás con Ginny Weasley- reafirmó- Claro que la recuerdo. Estaba en una de mis clases y recuerdo muy bien que ella te gustaba. Vaya, la perseverancia tiene un nombre y es Harry Potter, ¿eh?
- Sí, bueno… ¿Qué puedo decir? Después de la universidad comenzamos a salir y luego de medio año pedí su mano en matrimonio.
- ¿Y qué dijo Ron?- Harry había olvidado que ella conocía a todo el grupo de esa generación. Había sido parte del clan hasta que inexplicablemente desapareció del radar.
- Sólo nos dio su bendición- contestó. Hermione asintió y bebió de su Martini. Un silencio se ubicó entre ellos, una pausa que aprovecharon para oír al pianista con suma atención. Harry decidió inclinar la balanza hacia ella.- ¿Y tú? ¿No te has casado?- la joven negó con la cabeza, absorta en la música. Después de que el tema acabara y de que algunos de los clientes aplaudieran decidió explayarse.
- No he cambiado desde la universidad- dijo y Harry comprendió al instante. Ella siempre fue muy apasionada y entregada a su carrera. – He tenido algunos romances, nada importante ni formal. Ya sabes cómo es esto. No tengo tiempo para una relación en lo que hago.- un dejo de nostalgia se vislumbró en su mirada lo que llevó al moreno a no insistir. Hermione desvió la vista de él hacia la entrada del bar viendo que el afamado Peter Arnett ingresaba acompañado de su delegación de la CNN. Los jóvenes lo vieron tomar ubicación entre las mesas y se volvieron hacia la barra dándole la espalda. La castaña retomó la plática. - ¿Tienes miedo?
- ¿A la guerra? Creo que no. Sólo iremos, registramos lo que sucede y regresaremos por donde vinimos. Será pan comido.- la castaña lo quedó mirando como si aún esperara a que respondiera su pregunta. Sacó la aceituna de su copa para comérsela. Volvió a hablar.
- Me refiero a tu boda.- el joven se sonrojó acabándose el whisky de un trago. Nadie le había preguntado eso antes. Le parecía extraña la forma en que, luego de años, la plática entre ambos se desenvolviera con tanta facilidad. Sólo se encogió de hombros.
- No lo sé. Creo que todavía no lo dimensiono.- ella no dijo nada. Meditó unos segundos lo conversado, llamó al barman y pagó los tragos. Harry hizo el ademán de pagar él la cuenta pero Hermione ya había desembolsado su dinero. Lo detuvo en su intención de extraer su billetera desde el bolsillo interno de su chaqueta.
- Esta vez invito yo. La próxima, invitas tú.- le aseguró guiñándole un ojo y se puso de pie estirando su falda- Será mejor que vayamos a dormir. Mañana será un largo día.
Puntualmente a las nueve de la mañana, el enorme taxista Hagrid los esperaba en las afueras del edificio en un automóvil muy diferente. No era el taxi en el cual viajaron desde el aeropuerto hasta el hotel, sino una camioneta todo terreno de color gris. Un tono muy fácil de perder entre la humareda y el polvo del camino. Harry y Hermione se encontraron en el lobby, cada uno vestido de pantalones de cargo y camiseta. La castaña había atado su cabello en una coleta de la cual escapaban ciertos rizos testarudamente. Subieron sus maletas en la parte de atrás, abordaron el vehículo y emprendieron el rumbo hacia a las noticias. Ambos decidieron alejarse lo suficiente de Baghdad antes de comenzar a filmar. No era conveniente que delataran sus intenciones tan tempranamente. Al cabo de unos minutos, ya en la localidad de Najaf, Harry encendió su equipo y Hermione cogió el micrófono inalámbrico para narrar algunos nuevos acontecimientos. Mientras Hagrid conducía, el moreno capturaba imágenes del árido paisaje a cada costado de la ruta.
- Nos separaremos al llegar a Kuwait- informó el chofer- Desde allí los internará uno de mis compañeros que conoce la zona como nadie. – la pareja de jóvenes asintió y Hermione volvió a relatar frente a la cámara datos obtenidos gracias a un cable recibido en Londres poco antes de viajar.
"En estas últimas horas, hemos tenido la lamentable notificación de la desaparición de uno de los ocho aviones Tornado provenientes desde Italia para sobrevolar Kuwait. El paradero del piloto y su navegante fue oficialmente declarado como desconocido. Dentro de pocas horas, este equipo informativo se internará en tierra hostil donde poca prensa ha sido autorizada a reportear lo sucedido. Tenemos antecedentes de que la Fuerza Aérea Británica ha enviado ataques con el objetivo de dejar caer bombas JP-233 para inutilizar las pistas, entorpeciendo así el tráfico aéreo de cualquier tipo. Estaremos al tanto del desenlace de esta misión e informaremos de los resultados obtenidos en vivo…"
Harry cortó el enlace con el estudio central sacando desde su bolso cruzado una cinta nueva para comenzar a registrar los momentos que debían ser editados y publicados luego en un reportaje envasado. Hagrid siguió el rumbo aumentando la velocidad. Por sobre sus cabezas pasaban aviones de guerra sin miramientos. El sonido de sus motores acallaba todo alrededor y aumentaba la tensión. A mitad de camino, el trío decidió detenerse en un puesto de comida en Al Batha, un lugar desconocido para la pareja de ingleses. A pesar de que el ojiverde tenía conocimientos del idioma, fue el gigante chofer quien habló por todos y pidió algunos platillos de la carta. Hermione moría de hambre. Aún sin tener idea de lo que estaba echándose a la boca, comió con el mayor de los apetitos.
- No es la primera vez que trabajan juntos ¿verdad?- quiso saber Hagrid.
- De hecho sí, es la primera vez- señaló Harry bebiendo un poco de jugo desde su vaso.
- Pero se conocían desde antes ¿no?- Hermione asintió y el conductor se mostró resuelto en su duda. Siguió comiendo como si nada.
- ¿Por qué lo preguntas?
- Es que para venir hasta aquí a reportear una guerra de esta magnitud, se debe tener confianza en el equipo completamente. Noté la química entre ustedes apenas se reunieron en el aeropuerto, lo cual es muy bueno- las palabras del hombre quedaron flotando durante el resto del almuerzo. Hermione se mantuvo silenciosa en todo el diálogo. Harry la miró de reojo sin querer acotar nada.
Reiniciaron el camino restando la distancia hasta su destino. Hermione extrajo su libreta de apuntes escribiendo algunas cosas bajo una concentración extrema. Harry revisaba lo grabado desviando su vista hacia el espejo retrovisor enfrente para verla en sus quehaceres. Recordó el tiempo en que compartían por los pasillos de la universidad como dos buenos amigos. Recordó su risa, su dedicación y buena voluntad. Se preguntó por qué estaría soltera. Ella era el tipo de mujer que cualquier hombre estaría encantado de tener a su lado. Hermosa, inteligente, bondadosa, aguda y certera. Cayó en cuenta que después de cuatro años sin contacto alguno, no había olvidado ningún detalle de su personalidad. Hagrid interrumpió la pausa y sus pensamientos conversando del clima y de asuntos políticos que servían como buenos antecedentes para tener en cuenta. Hermione lo escuchaba con ansias, le preguntaba una infinidad de datos históricos y etarios para conocer aún más aquel país remecido hasta los cimientos por culpa de la pólvora. Le parecía impresionante el nivel de codicia en el ser humano al extremo de quitar vidas y destruir un país con tal de conseguir dinero. No hay mejor negocio en el mundo que la guerra. Después de unas horas de trayecto, el límite con Kuwait se veía cada vez más cerca. Hermione guardó sus apuntes, encendió el micrófono y Harry, por su parte, encendió la cámara. Saldrían nuevamente en vivo en Londres, por lo que la joven acomodó su peinado y retocó un poco su suave maquillaje para no mostrarse tan cansada en pantalla. El ojiverde la observó unos segundos pensando que su rostro no tenía necesidad de ser mejorado por pinturas artificiales. Con sus dedos alzados, le indicó a su compañera que estaba a sólo cinco segundos de salir al aire. Cuenta regresiva y tres, dos, uno…
- Buenas noches, Luna- dijo Hermione al recibir la señal- Estamos a sólo metros de la frontera de Kuwait, zona del conflicto bélico del Golfo y hemos estado atentos al movimiento aéreo británico que se nos informó hace unas horas atrás. De momento, no tenemos conocimiento sobre su efectividad. Ahora mismo, nuestro contacto en Irak hará un relevo con uno de los habitantes, quien nos internará en la localidad y así obtener mayor información… - Tonks no cabía en sí del orgullo al escucharla desde el estudio. Viendo las imágenes de proyectadas por su camarógrafo estrella, se convenció aún más que esa joven era un diamante pulido. Haberla contratado había sido una ganancia. Consiguieron llegar hasta la zona en pugna y por fin esos arrogantes de la CNN tendrían competencia a la hora de mostrar al mundo la verdad. Sin embargo, su sonrisa se habría de extinguir de un segundo a otro. Poco antes de llegar a la barricada, un segundo automóvil salió a su encuentro haciendo que Hagrid se detuviera de golpe. Un hombre enjuto, calvo y se tez aceitunada descendió del vehículo acercándose a la cabina del conductor. Hagrid le sonrió.
- Mundungus Fletcher, qué bueno que hayas sido puntual- le dijo. El aludido no hizo ningún gesto que delatara siquiera el hecho de conocerlo.- Ellos son Harry Potter y Hermione Granger, los dos reporteros ingleses que tienes que llevar al centro de Kuwait... - el hombre se mantuvo silencioso hasta que de un solo movimiento sacó un arma apuntando al gigante en la sien. Hagrid se quedó con las palabras a media garganta.
- Lo siento, colega- le dijo en su idioma- Pero me tienen con la soga al cuello. Diles que salgan del auto- el chofer creyó por un segundo que se trataba de una broma. Harry bajó la cámara de su rostro sin acordarse de apagarla. Miró hacia el otro vehículo a pocos metros notando que había un segundo hombre esperando. Fue en ese instante en que todo ocurrió en cuestión de segundos.
Hagrid, como un acto de defensa y protección hacia sus pasajeros y su propia persona, abrió la puerta fuertemente para golpear con ella a Mundungus. El hombre soltó el arma cayendo en el suelo de la camioneta quedando aturdido a un lado del camino. El chofer accionó la palanca de cambio retrocediendo para hacerse algo de espacio y pasar a un lado del otro automóvil que obstaculizaba la entrada. De pronto, dos disparos salidos de ese carro desconocido dieron en el parabrisas de la caminoneta impactando directamente en el pecho Hagrid. Hermione se cubrió la cabeza bajo la orden de Harry, quien dejó la cámara a un lado y tomó el volante para no irse contra la berma debido al descontrol. Pisó el pie del conductor ubicado en el acelerador y se fueron chirriando las llantas hacia la barricada cruzando el otro lado a toda velocidad. El otro automóvil comenzó su persecución y Harry no tenía idea hacia dónde se dirigía. ¡Afírmate bien y cúbrete!, le dijo a la castaña y ella no dudó en obedecer. Condujo a ciegas debido al humo en la ruta hasta doblar en un callejón chocando contra un poste de alumbrado. La parte frontal de la camioneta quedó hecha trizas. El moreno intentó echar marcha atrás pero la máquina no respondió. El motor se había arruinado. Volteó hacia el asiento trasero para ver cómo se encontraba su compañera.
- ¿Estás bien?- Hermione se enderezó revelando una leve herida a un lado de su ceja.
- Sí, estoy bien ¿y tú?- Harry asintió cogiendo el arma tirada a un lado del pedal de embrague. Revisó al conductor reparando que había perdido la vida.
- Hagrid está muerto.- ella no supo qué decir cubriéndose la boca con las manos. Miró hacia la salida del callejón sin advertir la presencia de su perseguidor.
- Tenemos que movernos rápido, Harry. No podemos quedarnos aquí- dijo y ambos salieron el automóvil sin saber hacia dónde correr. El sonido de las bombas les anulaba el razonamiento y el sentido de la orientación. Harry cogió la cámara, la apagó y la guardó en su bolso. - ¿Qué le dijo ese hombre a Hagrid?
- Creo que estaba amenazado y debía emboscarnos.
- ¿Tenemos otro contacto aquí en Kuwait?
- Debíamos reunirnos con Remus Lupin, un enviado especial localizado aquí hace algún tiempo- Hermione dudó unos segundos.
- ¿Es de confianza?- el ojiverde le aseguró que así era sin siquiera dudarlo. De repente, el otro vehículo apareció en la esquina y al visualizarlos entró de lleno para capturarlos. Los jóvenes comenzaron a correr en dirección contraria.
Todo el equipo en la sala de prensa en Londres quedó perplejo ante las imágenes enviadas por Harry durante la emboscada. La interferencia y luego el silencio de la transmisión sólo provocó desesperación. Tonks obligó ir a comerciales y salió del despacho para realizar una infinidad de llamadas a sus conexiones en Irak. No conseguía respuesta alguna. Ron, Luna y el resto del equipo no sabía qué hacer. Las autoridades inglesas comenzaron las pesquisas pertinentes para ubicar a la pareja de corresponsales en medio de una batahola sin nombre. Alastor Moody, el jefe del área de prensa utilizó todos sus nexos para recuperar contacto con Harry y Hermione. Confiaba plenamente en la presencia de Remus Lupin en el lugar y tenía la esperanza que dieran con él antes de que lo hicieran las fuerzas militares enemigas. El hecho de que la aviación británica estuviera dispuesta a desplegar un ataque de bombas en la ciudad, dejaba en claro que el peligro aumentaba para ellos.
- No perdamos la calma- dijo Tonks, al interior de la sala de reuniones. Ginny había llegado a pesar de su lesión e histérica como nadie gracias a la llamada de su hermano- Tengo plena confianza en la capacidad de Harry y Hermione. Ellos darán con nosotros en cuanto pase el peligro.
- ¡Envía un equipo de rescate ahora mismo!- dijo la pelirroja fuera de sí.
- Cálmate, Ginny- le dijo Ron, acariciándole un hombro.
- No correré el riesgo de exponer más vidas en un estado de guerra.- sentenció Tonks con la voz entrecortada, notoriamente afectada- Remus está allí entre las tropas inglesas, Harry lo sabe y no dudará en recurrir a él. Mantengamos la esperanza.- No pasaron ni diez segundos desde su comunicado al equipo cuando por la puerta de la sala, la cabeza de uno de sus empleados le informaba que la madre de Harry Potter estaba al teléfono. La editora resopló su hastío. Aceptó la llamada pidiendo su transferencia a su oficina. Abandonó la sala, se encerró entre las paredes de su despacho, tomó asiento tras su escritorio y cogió el auricular. Tal como lo esperaba, Lily estaba convertida en un atado de nervios.
- ¿Cuál es el plan para sacar a mi hijo de allí?
- Tranquila, Lily. Harry es un hombre muy capacitado y ha estado en otros escenarios de conflicto. Tenemos a un enviado especial en tierras kuwaitíes que puede ayudarlos, ¿está bien? En cuanto sepa algo de ellos te llamaré…
Al interior de una bodega abandonada, la pareja de corresponsales se refugió entre sus paredes por algunas horas. Harry curó la herida de Hermione en su cabeza y descansaron de su carrera frenética sentados en el piso mugroso. Perdieron a su perseguidor gracias a los estrechos pasajes por donde ningún carro sería capaz de pasar. Corrieron y corrieron hasta dar con un inmueble que por su estado derruido, era muy probable que nadie se atreviera a ocupar. La noche cayó y el ruido de las armas no declinó en ningún momento. Hermione se recostó apoyada en su bolso mientras que el moreno vigilaba la puerta como un guardián provisto del arma de Mundungus. ¿Quién era ese sujeto? ¿Por qué los había traicionado así? Trató de pensar coherentemente y sólo la palabra rehenes se le vino a la mente. ¿Cuánto costaría tener rehenes con nacionalidad extranjera para coartar los ataques en la zona? Mucho. Echó un vistazo a su compañera notando que estaba quedándose dormida lo cual no era buena señal debido a su golpe. Se acercó a ella obligándola a despertar. A la joven le costó unos segundos caer en la realidad hasta que se ubicó en el tiempo y espacio. Se relajó al ver a Harry a su lado.
- Qué buen comienzo de reportaje ¿no?- su comentario hizo reír al muchacho, sentándose a su lado.
- Así es. Debemos tener cuidado de caer en manos de los soldados de kuwaitíes. Harán lo que sea por expulsar a los forasteros de sus tierras.
- Lo sé- confirmó ella- sobre todo la prensa que nada tiene que ver. Qué más conveniente y angustiante que sacrificar vidas inocentes ante los voyeristas ojos del mundo, ¿no lo crees?- Harry le sonrió débilmente. La blanquecina luz proporcionada por su linterna, dejaba en evidencia el miedo en la mirada de ambos. Hermione prefirió cerrar sus ojos un momento. No estaba dispuesta a dejarse dominar por el temor. Ella era una profesional, había estado en otros lugares igual de peligrosos y conflictivos como Serbia, Irán y Chechenia. Tenía que recordar que lo más importante era mantener la cabeza fría.
- ¿Te puedo preguntar algo?- dijo Harry. La muchacha asintió acomodando mejor su cabeza contra el bolso.
- ¿Por qué no supe nada de ti después de la universidad?- Hermione cambió la expresión de su rostro a otra más elocuente, como si le hubieran preguntado sobre su secreto más terrible. El cambio de tema la aturdió ligeramente. Pensó unos momentos antes de responder y antes de emitir una palabra, los pasos firmes de varios soldados se oyeron en las afueras de la bodega. Harry apagó la linterna de inmediato, ayudó a la joven a ponerse de pie y se acurrucaron entre varias cajas de madera amontonadas en un rincón. Ambos guardaron completo silencio. El joven camarógrafo, decidido a matar si era necesario, empuñó mejor el arma en su mano y le quitó el seguro suavemente para no alertar a los uniformados que ingresaron para echar un vistazo en el interior. Sólo eran tres, sin embargo, un número suficiente como para inquietarse. Hermione se apegó a su cuerpo y él la rodeó con un brazo para atraerla más hacia sí. No dejaría que nada malo le sucediese. Después de algunos minutos que parecieron eternas horas, los soldados abandonaron la bodega para seguir su inspección por la ciudad. Harry los había escuchado hablar y frunció el ceño. – Eran soldados iraquíes. Comentaban entre ellos la intromisión de Estados Unidos y otros aliados en la batalla. Están preocupados.
- Creo que no es de los soldados kuwaitíes de los que tenemos que protegernos, después de todo- opinó Hermione. Los jóvenes se miraron dándose cuenta de la cercanía entre ellos. Se separaron lentamente para sentarse contra una pared. Poco a poco, el sueño los venció.
A la mañana siguiente, Harry y Hermione caminaron por las calles en busca de algún transporte y una forma de comunicarse con la sala de prensa. El enlace había caído debido al violento incidente del día anterior teniendo que rebuscar la forma de restablecer la conexión. Cuidándose de cada vehículo y tropa que corría por doquier, el moreno reparó en un Jeep polvoriento apostado a un lado de la avenida. Se acercaron a él, Harry cortó algunos cables para hacer contacto y el motor se encendió exitosamente. Hermione bromeó si acaso tenía un pasado delictivo del cual no tenía idea. El ojiverde sólo hizo honor a su curiosidad por temas mecánicos. Condujeron hacia el centro de la ciudad, tratando de no tomar las calles principales, sólo callejones y caminos rurales que levantaban una nube de polvo a su paso. Ante sus sorprendidos ojos, un tanque iraquí atravesó la esquina siguiente. Desde su bazuca lanzó un proyectil contra uno de los edificios más importantes del país provocando una explosión de inmensas proporciones. Harry no dudó en capturar la imagen en su cámara de video y Hermione extrajo una pequeña grabadora de voz donde transmitió lo sucedido con palabras excelentemente contextualizadas. Cuando el tanque se movió hacia su dirección, el ojiverde dio marcha atrás y salió a todo lo que la caja de cambio le permitió. El camino era algo disparejo, por lo que ambos brincaban en sus asientos a medida que aceleraban. Se detuvieron tras un complejo de casas de las cuales sólo quedaban las paredes en pie, y esperaron a que el inmenso carro bélico se alejara de allí.
- Tenemos que encontrar la forma de establecer comunicación con Tonks y el resto del equipo.- dijo Hermione- Si hay soldados ingleses o norteamericanos en las cercanías, debemos hallarlos y recurrir a sus radios.
- De acuerdo- accedió Harry, encendiendo nuevamente el motor del Jeep y dirigiéndose hacia el lado sur sólo por instinto.
Al cabo de algunos kilómetros, donde cada uno veía diversas desgracias a poco de avanzar. Hermione sintió cómo su corazón se apretaba al ver a los niños pidiendo comida en las calles, cómo soldados iraquíes se reían de ellos y molestaban a las mujeres cuando las veían pasar. Lamentó que los hombres buenos no pudieran hacerles frente. La única forma en que la maldad logra su cometido es cuando el benevolente no hace nada por evitarlo. Harry la escuchó en sus conclusiones encontrándole toda la razón del mundo. Reparó que una lágrima se escapaba de sus ojos marrones y amablemente le ofreció un pañuelo desde el bolsillo de sus pantalones. La castaña lo aceptó y estrujó sus lágrimas odiándose por esas debilidades inútiles. Tenía que ser impermeable a todo lo que estaba pasando o de lo contrario jamás sería una periodista imparcial.
Unos minutos después, dos soldados con la bandera estadounidense en su hombro derecho los detuvieron a mitad del camino. Cada uno de ellos avanzó por los costados del Jeep obligándolos a descender de él. Harry les explicó de su origen inglés, de la profesión periodística de ambos y de la necesidad de ayuda para comunicarse con Londres cuanto antes. Los soldados intercambiaron miradas entre sí revisando desconfiadamente sus identificaciones. Uno de ellos miró largo rato a Hermione, como si la desvistiera prenda a prenda sin ninguna vergüenza. La joven le frunció el ceño y se acercó un paso hacia Harry bajo un reflejo inconsciente.
- No teníamos idea de que existiera más prensa en Kuwait que la de CNN.
- Bueno, no hemos sido oficializados en los registros como presencia periodística.- informó el moreno- Estaremos aquí sólo unos días.
- ¿Nos ayudarán? Sí o no- interfirió la castaña sin mucha paciencia. El soldado alzó sus cejas sonriendo ante la firmeza de sus palabras. Harry le dio a su colega un suave codazo en la costilla.
Los uniformados los llevaron hasta una caseta a un lado de la calle. En el interior, donde olía a tabaco y sudor, había otros cuatro soldados que fumaban y reían platicando sobre béisbol. Al ver a los recién llegados cruzar la puerta, se pusieron de pie automáticamente en señal defensiva. El soldado que los acompañaba los calmó poniéndolos al tanto sobre su nacionalidad y la razón de su presencia en el área. Todos fijaron su atención en la joven. Era como si un trozo de carne estuviera rodeado de gatos famélicos. Harry pidió la radio para captar la señal británica e informar en las autoridades de su país que él y su compañera de labores estaban en perfectas condiciones. Imaginaba perfectamente cómo estarían sus padres de consternados al ver las imágenes interrumpidas por una emboscada en la frontera. Trató de ubicar varios canales hasta que dio con el correcto. La voz de un teniente de las fuerzas británicas resonó del otro lado y le escuchó lo ocurrido detalle a detalle asegurándole hacer llegar la información a la sala de prensa correspondiente. Le pidió extremo cuidado y Harry asintió tras agradecerle. La comunicación se perdió entre interferencias.
- ¿Y cómo piensas pagarnos este favor?- le preguntó el soldado al ojiverde consiguiendo de él un rostro extrañado por el cambio en el tono de su voz. Le tomó sólo un suspiro darse cuenta que acechaban a la castaña con lascivia.
- ¿Cómo puedes trabajar con una belleza así sin tirártela?- dijo otro, quien se atrevió a tocar a Hermione en la mejilla. La joven retiró su mano de un solo golpe con la suya. Agraviado, el tipo la cogió por el cuello con una rapidez felina.
- Mira, te propongo algo- dijo el primer soldado al moreno- Déjanos a tu amiga aquí un rato mientras tú das una vuelta por ahí para grabar a los iraquíes ¿qué te parece?- Harry no esperó ni medio segundo para desenfundar su arma desde la parte de atrás de su cinturón y apuntarlo entre las cejas. Suéltenla, gruñó entre dientes. Los uniformados habían cometido el error de no registrarlo antes de prestarle ayuda y lo lamentaron. La calentura los había cegado como unos verdaderos novatos. Ninguno pudo hacerse de su metralleta sin despertar la atención del camarógrafo que destellaba fuego por sus orbes color esmeralda. El soldado liberó a Hermione recibiendo de ella un escupitajo en la cara. La joven se ubicó a espaldas de Harry viendo a los hombres amedrentados por su compañero. Retrocedieron paso a paso hacia la puerta y corrieron hacia el Jeep. No pasaron ni cinco segundos para que los americanos salieran de la caseta disparando como malditos vaqueros. Hermione se cubrió lo más que pudo al tiempo que Harry aceleraba calle abajo, sin importarle atropellar a más de uno al hacerlo…
