Holaaaaaaaaaaaaaa!
Este es un nuevo fic inspirado en una historia que me contó Nickyta-x, y ps la verdad está hecho sobre la marcha, adoro este tema, se que un YohxHao se sale de lo común, pero quise experimentar con algo nuevo, la verdad es que el tema de los gemelos no se como que me pone la piel de gallina xD.
Además que los gemelos son lo mejor (uy si pervertidaaaa) ya! no empieces de nuevo X¬¬.
Bueno, para aclarar...Las letras en negrita son lo que está pasando y las normales en cursiva son como una especie de flash back, bueno puede que al principio sea un tanto extraño, pero ya se aclarará :)
1.Twins
Corrió por el bosque, otra vez; con ansiedad.
Sabía con claridad lo que le esperaba en su destino, y tenía ansias.
Ansias de verlo otra vez.
De sentir que nada había cambiado.
Abrió los negros ojos de a poco.
Sintió los cálidos rayos del sol llegar en cierta zona de su pequeña espalda.
Entornó los ojos para ver mejor el futón que tenía en frente suyo; estaba vacío.
Antes de analizar aquel hecho tan inusual quiso incorporarse.
Pero no pudo lograr nada, pues algo se interpuso frente a su rostro de golpe, al mismo tiempo que sentía un cuerpo cargado sobre el suyo.
Muy en el fondo, aunque casi no quería admitirlo, temía que le hubiese olvidado.
Y no es que se lo negara a sí mismo por tristeza, sino más bien por miedo, miedo a quedarse solo...
De nuevo.
-Ohayooooooooooo! Ötoto-chan – vio a un sonriente crío pegado a su rostro-.
De cabeza se encontraba el chico, dejando que su melena castaña, que le llegaba ya a la espalda, cayera y se desparramara en el suelo, mientras cargaba su cuerpo en el costado del asustado.
-Q—qué haces tío! -dijo saltando hasta pegarse contra la pared, y por ende dejando al muchacho pelilargo recostado de golpe en el futón-.
Sintió como ciertos calores se le subían al rostro, mientras que el otro le miraba con una sonrisa de oreja a oreja, absolutamente infantil.
-Te he asustado jah!-gritó poniéndose de pie y apoyando las manos en la cadera- eres un llorón, ötoto-chan-.
-Ya déjame quieres? Ni me despierto y ya estás molestándome -dijo este cruzándose de brazos mientras inflaba los cachetes-.
El chico que reía aún, de pie al lado del futón, se sintió algo cogido por la cara del otro chico, se le acercó a paso lento, y se inclinó un poco para verle al rostro.
Supo que había llegado porque sus pies ya no pisaban el suave pasto, y veía claramente la casa donde había vivido toda su infancia, ahí frente a él.
Caminó hacia la puerta, habían pasado un millón de cosas en esos últimos años, desde que los habían separado el creyó que jamás lo volvería a ver.
Y rehizo su vida...o más bien la formó..., sin él.
También temía que él lo hubiese olvidado porque él mismo había olvidado prácticamente todo lo que habían vivido juntos.
-Pareces un crío - le dijo con malicia mientras demostraba lo poco y nada que le importaba el espacio personal-.
-Pues qué esperabas, si apenas tengo ocho...-dijo aún con la de mártir dolorosa y mirándolo de reojo, mientras volvía a enrojecerse-.
-Sí, pero desde hoy ya no más...-dijo alejándose de su hermano- feliz doble cumpleaños de nueve...Yoh-y salió de la habitación, con una mirada que no alcanzaba a ser más maliciosa por la inexperiencia de la niñez-.
Lo único que recordaba era un sentimiento fraternal impresionante, y la calidez de sus protectores y posesivos brazos.
O al menos eso quería recordar.
Todo aquello...se volvía un nostálgico pasado que no lograba reconocer.
Bajó las escaleras, sintiendo el ruido de sus padres en la cocina, y a penas pisó el suelo de la plata baja salieron los dos adultos a verle con una radiante sonrisa.
-FELIZ CUMPLEAÑOOOS!-gritaron abrazando al muchacho-.
El crío se revolvió en los posesivos brazos y luego se separo de ellos con una mezcla de molestia y vergüenza.
Pero algo había en él, algo en su interior se comenzó a alborotar y sintió como los calores se le vinieron a la cara cuando tocó la campanilla para que le abrieran la reja.
Sintió una voz absolutamente familiar preguntar a la puerta.
-Mamá! Soy yo! –dijo con un tono ciertamente exasperado en la voz, él mismo se extrañó luego de eso-.
Pero claro, cómo no estar exasperado?
Le parecía prácticamente imposible que se volviese a encontrar con él.
Por otro lado...cuántas cosas habían pasado luego de que se había ido de casa, que su madre decidió hacer que volviera?
Abrieron el portón y se encontró con los negruzcos ojos de su madre, que al instante brillaban como zafiros y se aguaban hasta desbordar.
-Mamá...-.
-Amor...-dijo la mujer abalanzándose sobre el muchacho en un abrazo descontrolado- te he extrañado un mundo, mi vida-decía mientras las lagrimas desbordaban-.
-Yo igual...-dijo respondiendo al gesto y luego separándose de ella unos instantes, para verla a la cara-...puedo...?-.
-Oh! Por supuesto! -dijo abriéndole el paso a la gran casona- no esperaba que llegaras tan rápido -dijo pausadamente mientras caminaba-.
-Pues...sí vine apenas me avisaron...-.
-Te llamó papá no es así?-dijo con cierto tono de reprimenda-.
-Sí...y parecía bastante preocupado-.
-Ah...la verdad el fue uno de los primeros en oponerse a esto-.
-Pero...-la mujer lo miró- es verdad que...volvió?-dijo cuidadoso, inseguro-.
-Sí...es verdad, hijo...-.
-Gracias...-dijo muy bajito casi con miedo-.
-Ay de qué amor...-soltó la mujer- oye y...tu hermano?-preguntó mirando escaleras arriba-.
-Estoy aquí...-escucharon una áspera voz desde la cocina-.
-Ah...y...cómo está?-.
-Grande!-se apresuró a decir- hasta no parece de su edad, porque cuánto tienen...catorce años?-.
-dieciocho...cumplimos los dieciséis en dos meses más-.
-dieciocho! Oh claro, qué despistada...cómo pasa el tiempo no? Si parece que hubiese sido ayer que los veía correr por los jardines, solían jugar a los combates y esas cosas...-dijo recorriendo el jardín con una sonrisa nostálgica-.
-Y él siempre ganaba...-sonrió del mismo modo, pero con cierta amargura, mientras que sentía un extraño dolor en el pecho-.
La mujer lo observó unos instantes con una mirada preocupada que caían en la resignación, sabía lo que había hecho sufrir a su hijo, pero todo se arreglaría...tal vez.
-Vida...-dijo la mujer apreciando al muchacho en el marco de la puerta- hace cuánto que estás ahí-.
-No hace mucho-dijo como si nada- lo suficiente para que se hubiesen dado cuenta, pero de todos modos yo quería pasar desapercibido-dijo curvando los labios en una mueca de superioridad, mientras que sus ojos se nublaban con una tristeza que sólo el pequeño pudo percibir-.
-Tú y tus trucos, Hao- se le acercó el padre y le posó una mano en la cabeza- feliz cumpleaños...-le dijo con una sonrisa mucho menos pronunciada, pero con un brillo de orgullo en los ojos-.
-Gracias, Oto-san...-dijo evitando la mirada de su padre y saliendo de la cocina hacia el patio trasero-.
De inmediato el castaño menor se dirigió por donde había salido su hermano, no sin antes sentir la fulminante mirada de su padre sobre él.
Llegó al patio y lo vio, ahí, todo melancólico, con los pies colgando sobre el borde de la pileta, y la mirada perdida.
Se detuvo a observarlo por mucho rato, y de pronto el mayor lo miró, de forma fría, arisca.
Aquella mirada le heló hasta los huesos, pero no cedió y se mantuvo en los efímeros ojos como pudo.
Hasta que estos se desviaron por un momento, hacia algún punto a espaldas del menor, luego bajaron y sus labios se abrieron...
-Bueno...-dijo al fin- aquí estamos-.
Se detuvieron frente a la puerta de una pequeña estancia, no muy llamativa y con las cortinas cerradas.
-Esta es...-.
-La habitación de tu abuelo, sí-.
-Vete...-fue lo único que pronunció-.
-Pero...-.
-Ya! -le cortó seco-.
-Mm...-recibió como respuesta...y vio al niño alejarse-.
Luego su vista volvió a fijarse, con odio, en el mismo punto a espaldas del menor.
-Está aquí?-.
-Aquí están los dos...-.
Pasó la tarde, la celebración fue odiosa, por lo menos para Hao.
Habían parientes que ni conocían, y le apretaban los cachetes de forma melosa mientras le repetían una y otra vez cuan grandes estaban y lo que se parecían a sus padres...
Lo de siempre.
Se dirigió a su habitación, hastiado, había un montón de chiquillos en el patio, corriendo de aquí para allá jugando felices...como la mayoría de los niños de su edad.
Pero eso no era para él, o al menos eso decía su jodido padre.
-Bien...-se alzó hacia la puerta y tomó el pomo, no sintió necesario golpear y la abrió mientras el corazón se le aceleraba, al punto en que sentía que se le saldría del pecho-.
-Hola...-sintió a sus espaldas, un timbre algo inseguro que conocía a la perfección-.
Volteó y le vio ahí, todo acongojado, con la mirada preocupada.
No le respondió, la verdad no quería hacerlo, no era por él, pero sentía que la voz se le quebraría en cualquier momento.
-Lo siento...-dijo bajando la vista y entrecerrando la puerta-yo...de veras...perdóname, no les hago nada...no sé por qué son así , yo...podría hacer cosas malas para que no me quisieran y así tú podrías...tener más atención-decía mientras sentía la penetrante mirada de su nii-chan sobre él-.
El mayor se le acercó intrigado, con su mirada fría y examinadora.
-No es mi intención que me quieran, de veras...incluso podría irme de casa...-sus palabras fueron interrumpidas por unos repentinos y cálidos brazos-.
-Ni lo sueñes...-sintió la voz de su hermano en su oído, mientras sus brazos lo apretaban con fuerza contra su cuerpo-jamás...vuelvas a decir tal cosa...tú eres lo único que vale la pena en mi vida-.
Aquel comentario hizo que el más pequeño se tensara, abriendo los ojos, mientras su rostro se sonrojaba.
-nii-chan...-dijo relajándose, cerrando los ojos, dejando que su peso cayera en los brazos protectores de su nii-chan y acomodando su cuello en el del mayor le devolvió el abrazo, subiendo las manos tímidamente por la espalda del otro-.
Se separaron unos instantes, y el mayor apreció la carita de su ötoto-chan con dedicación, alzó una mano sobre el rostro del menor, acariciando cada relieve con la yema de sus dedos, de una forma sutil y delicada.
-De verdad...-dijo dejando que su aliento cálido bañara el rostro del menor- me muero si no te tengo-y pegó sus frentes, rozando suavemente sus narices-.
-Nii-chan...-dijo mirándole a los ojos suplicante, mientras que los suyos se aguaban y su carita se sonrojaba-.
Acercó lentamente su rostro al de su hermano mayor, a una velocidad que pasara desapercibida.
Llegó a sentir la respiración del mayor sobre sus propios labios y observó los ojos ajenos.
El mayor suspiró, haciendo que sus labios se rozaran, y sin poder más le robó un beso fugaz y para nada profundo, sólo un roce.
El menor abrió los ojos y le miró ansioso.
Apenas abrió la puerta sus ojos se fijaron es un solo objetivo, haciendo que sus pupilas se dilataran y la respiración se le detuviera junto con el palpitar, o por lo menos...eso sintió.
Sintieron un carraspeo.
-Muchachos...-vieron a su padre en la puerta- es hora de cantar-.
Su mirada brillaba en la oscuridad de la habitación, y se veía que controlaba su cólera de una manera impresionante, puesto que su voz era agitada y pausada, y sobresalían las venas de su frente de forma escandalosa
-öto-san...-murmuró el menor-.
-Bajen a cantar...-susurró de forma más tétrica aún- cumpleaños feliz-.
El mayor le tomó la mano a su hermano y le guió temeroso hacia la puerta, pasaron alerta a los movimientos de su padre, llegaron a la escalera y se confiaron, ahí de seguro que el viejo no se atrevía a hacer nada.
Soltó un poco a su ötoto-chan y lo tomó de la mano, pero una vez que mantuvieron su distancia, el viejo agarró a Hao por el cuello y lo asotó contra a la pared.
El menor se asustó y quedó mudo del miedo.
Aquel cabello castaño y brillante, que caía como cascada por su hombro, tomado en una cola alta.
Sus facciones maduras y mucho más recorridas para su edad.
Y una mirada reposada que le cautivó.
El viejo levantó a Hao y le pegó un golpe en pleno estómago.
Haciendo que este abriera los ojos y escupiera por espasmo.
-Oto...san...-dijo el pequeño en el suelo, una vez que sus rodillas le flaquearon-.
-Eso es por marica y aprovechador- dijo el viejo escupiéndole a su hijo mayor que se encontraba retorciéndose en el suelo, con los largos mechones tapándole por completo el rostro-.
Se detuvo ante el menor y le observó con desprecio...
Con sus afilados ojos color azabache, le miraba de manera penetrante desde el suelo, con una taza de té en las manos, y sentado a la mesita.
Hao Asakura.
-mañana olvídate...no volverás a verle y dicho esto bajó las escaleras como si nada-.
Sintió un empujoncito en la espalda, que le incitaba a entrar a la estancia.
Caminó un par de pasos con la vista clavada en su hermano, no se podía creer lo que veía, parecía que le pasaba como por dos años más, se veía mucho más maduro que él y portaba un garbo impresionante.
Siempre había sido más alto que él, pero esto le sacaba de sus casillas.
-Nii-chan! Estuviste increíble! -.
-Baka! Sal de aquí! cuantas veces te he dicho que no vengas al entrenamiento!-.
-Pero...si papá me deja-.
-Te dejaba! Ya! Andate!! Papá vendrá-.
-Pero nii-chan!-.
El mayor miró a ambos lados del camarín y lo encerró en las duchas, que tenían puerta corrediza.
Vio como su madre se le adelantaba y hacia una reverencia, sólo ahí notó la presencia de su abuelo.
Se apresuró a reverenciar también.
-Toma asiento querida –se dirigió el anciano a su hija- Yoh... –el aludido le miró aturdido- te estábamos esperando-.
-Sí...-pudo articular casi en susurro-.
El menor de los Asakura tomó asiento con paso torpe, aun sintiendo la incesante mirada de su hermano encima suyo.
-No quiero que te haga lo mismo, Yoh...-dijo una vez que se hallaban adentro-.
-Pero si no nos separó!-.
-Pero podría hacerlo!-.
-Hao!-.
-Qué!-.
-Bésame de nuevo...-se sonrojó el menor pos su atrevida petición-.
Quiso alzar la vista para responderle, pero había un brillo extraño en los ojos del mayor que le hizo arrepentirse deliberadamente mientras un tono carmesí asomaba a su rostro.
-Bueno...para empezar...bienvenido nuevamente-comenzó el anciano-.
-Mm...-dijo con las manos encima de sus muslos, apretadas en puño mientras le temblaban y la cabeza gacha-.
Qué demonios le pasaba? Él no era así. De hecho, era una persona absolutamente relajada y andaba siempre sonriente y tranquilo por el mundo.
Pero algo le había pasado desde la noticia, se sentía ansioso, intranquilo.
Y ahora que le confirmaban la sorpresa, sentía que moriría.
-Qué?-.
-Solo...sólo una vez más...-.
-Yoh...-dijo posando su mano en el rostro de su hermano, que rápidamente sintió el calor de la del menor-.
-Papá...-interrumpió la mujer-creo que sería mejor si se lo dices de una vez...luego necesitarán su tiempo a solas...-Yoh sintió un escalofrío recorrerle la espalda-.
-Si...Yoh...quiero pedirte un favor, y al mismo tiempo...es una especie de...-.
-Orden...-pronunció de pronto el mayor de los Asakura con una voz grave y sensual que hizo que el menor saltara la mirada hacia él-.
Acercó su rostro con lentitud mientras que Yoh aguardaba impaciente.
Lo asió a él por la cintura, mientras que avanzaba para dejarlo bien pegado a la pared.
Rozó su nariz y jugó con ella, para luego acercar sus labios a los del pequeño y darle un largo beso.
-Oh...bueno...si...quiero que...-dudó mientras el menor se centraba nuevamente en él-te lleves a Hao un tiempo a tu casa...-dijo con los ojos cerrados-.
El menor sólo emitió un minúsculo sonido gutural, y luego le dirigió una mirada al mayor sin que este dijera palabra alguna
-Bueno...-respondió dudoso-la verdad no sé si haya mucho espacio...Pues...Anna quería llevar a cabo el matrimonio a fin de año y luego de eso de seguro querrá hijos...-no supo por qué, pero mientras decía todas estas cosas sentía un peso encima suyo...algo así como culpa-.
-No te preocupes, no será por mucho tiempo, además Hao buscará empleo y se comenzará a ganar la vida por él mismo, de ahí de seguro que ya no estará en tu casa-.
-La verdad...no lo sé abuelo -dijo mirando de nuevo a su hermano, quien mantenía la vista fija en su té, sin demostrar sentimiento alguno, le llamaba la atención que estuviese tan callado, no era normal en él-.
El menor alzó su brazos por el cuello de su hermano, con la intención de profundizar el beso, pero este le detuvo.
-Espera...-.
-Yoh de veras...él no será molestia alguna-.
-Y por qué no se puede quedar aquí, la casa es enorme-.
-La verdad creímos que te gustaría tenerlo en tu casa un tiempo-interrumpió su madre- no se han visto en tantos años que quizás tendrían muchas cosas de que hablar-.
-Nii-chan...un poco más-.
Y entonces lo sintió, todo pasó en un instante:
Su estómago se contrajo, la mirada de su hermano nuevamente se fijo en él, llena de un desbordante dolor.
-No, Yoh...papá puede llegar en cualquier momento-.
Y la boca delineada de este se abrió para dar paso a las palabras que terminaron de destrozarlo.
-Mentira...tú no me quieres...-.
-Si no quieres llevarme, sólo dilo...no me atrae ser una carga para ti y para tu prometida-.
-Yoh...aún estás muy pequeño para esto-.
No sabía si había sido la voz profunda de Hao o las palabras mismas, pero sentía que no podía dejarlo ahí así como así.
-N...No es que me moleste...-dijo abochornado al verse hablándole directamente a su hermano-es sólo que...no creo que estés a gusto...-.
-Pero si tenemos la misma edad!-.
-Entonces...lo haces por mi...?-dijo en un tono que caía entre la amenaza y la insinuación-.
-Q...No! es decir...sí...probablemente...-se atolondró con bochorno en su palabras-.
-Probablemente...-repitió con una sonrisa triunfal-.
-mm...-.
-Si, pero tú estás mucho más indefenso que yo-.
-No te preocupes hermanito, si es por mi...adonde tú vayas yo voy, para ser sincero...te he echado mucho de menos-dijo con un tono que parecía de entusiasmo mal actuado-.
-Bueno...y entonces...?-se asomó la mujer-.
-...-Yoh suspiró- está bien...pero sólo hasta la boda...-Hao torció los labios en una sonrisa satisfecha-.
-Bueno entonces...supongo que habrás que esperar...-el castaño se puso de pie y se dirigió a la puerta-.
-Eh?-.
-Que te vayas a casa, Yoh...-le oyó pronunciar su nombre a su hermano-yo iré para allá cuando tenga todo listo-.
-Bien...-Se levantó hacia su hermano y tomó el pomo en el preciso momento en el que Hao lo hizo-.
-Ya, no jodas y bésame-.
Quitó rápidamente la mano, mientras que el pelilargo la abría y salía por ella, le siguió hasta afuera y cerró la puerta tras de sí.
-Al parecer...aun tienes muchas cosas de las que te avergüenzas ne?-le dijo en tono burlesco el mayor-.
-Yoh, pero que caliente!-.
-Ah? No sé a que te refieres...-.
-Eso...o no quieres recordarlo...-dijo tranquilo con la vista fija en el frente-.
-Tú me pones así-.
La cara se le puso rojísima y comenzó a sentir un revoltijo en su estómago.
-Eso pasó cuando éramos tan solo unos niños, Hao...no teníamos conciencia de nada-.
Sintieron unos pasos en el camarín y una voz que le llamaba.
-Hao!-.
-De veras...?-le miró de reojo el Asakura- Jm..habla por ti...yo sí sabía perfectamente lo que hacía-.
-Si, papá ya voy! –respondió a gritos- Vete ahora! –le susurró al pequeño-.
Abrió la ducha para dejar el agua correr. Haciendo que el menor quedara todo mojado.
-Ah?-dijo el otro con el corazón a mil por hora, arrepintiéndose pronto de su decisión-.
-Que el hecho de que tú no supieras lo que hacías no significa que yo tampoco, yo siempre te quise...como algo más -dijo como si nada mientras que seguía mirando hacia el frente-.
-Qué haces!-contuvo el menor-.
-Se llama disimulo ahora trépate y vete ya!-.
-Pero qué demonios estás diciendo! Tú y yo somos hermanos! No podemos querernos de esa manera!-.
-La verdad estoy seguro de que esa no te la crees ni tú, pero de todos modos...no opinabas lo mismo cuando me pedías todo cachondo que te besara ne?-.
-Q...Hao!! Ya basta!!-dijo rojo como un tomate- si volviste a sacarme en cara mis faltas de juicio cuando era un crío mejor te vas!-.
-...-Yoh pudo apreciar como su hermano callaba y su mirada se nublaba- falta...de juicio, dijiste?-.
-En que estás?-.
-Me baño, pa!-.
-Llevas mucho rato en la ducha!-.
-Si! Si ya estoy terminando-gritaba mientras procuraba que su ötoto-san no se golpeara en el intento de huir, pero le costaba y no saldría a tiempo-.
Comenzó a desnudarse y a tirar la ropa para afuera.
-No...quiero decir...era un chiquillo, de todos modos aun no tenía capacidad de discernir...-.
-Mm...-emitió con un dejo serio que preocupó al menor-.
-Hao...-le sintió acercarse-.
-Dime...-dijo estirando sus brazos al máximo para que el pequeño alcanzara a salir-.
-Hao...yo...te quiero, pero...sólo eso-.
-Si, entiendo...acaso crees que yo si? No he mencionado nada de mi en el presente, sólo dije que cuando crío te quería como algo más-.
-Y por qué...por qué entonces la seriedad...-.
Vio como su hermano desaparecía y luego se sentía un golpe seco al otro lado; se preocupó.
Sintió la puerta corrediza abrirse.
-Jeh...-rio con amargura...-es sólo que por un instante...-.
-Qué...-.
Vio a su padre de pie frente a él, con desplante serio.
-Me estoy terminando de bañar...serías tan amable?-.
-Ese marica de tu hermano vino a verte...?-.
-No, papá...-dijo luego de dudar-.
-Bien...apresúrate, que irás a almorzar y volverás nuevamente a entrenar, no quiero que pasen ni un segundo juntos-.
-Si...-.
Cerró la puerta corrediza y se alejó del camarín, cerrando la puerta tras él.
-Me recordaste a papá-.
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-Tú crees que esto funcione de veras hija?-.
-Si...la verdad no creo que sea capaz de hacerle daño a su hermano-.
-Es un masoquista-.
-Lo quiere...papá, yo también daría todo por estar junto a la persona que amo...por más que sea...bueno, por muy difícil que sea-.
-No me parece...Yoh ya está comprometido...-.
-Él lo sabe pa...me prometió que no intervendría...-.
-Hablaste con él?-.
-Si...-.
Flash Back
-Por favor mamá...te lo suplico...-dijo más serio que de costumbre buscando la mirada de su madre-.
-No lo sé, hijo...tendríamos que citar a Yoh...Además...está comprometido, serías un problema luego de la boda-.
-Lo sé, mamá...sólo quiero verlo, te juro que no les haré nada, lo necesito como a mi vida, quiero sentirlo cerca por un tiempo...luego de eso te prometo que jamás volveré a molestarlo-.
-Sólo te harás daño con eso, Hao...-.
-Ma...ya estoy grande...todo lo que ha pasado...me ha hecho pensar y...madurar mucho-.
-Incluyendo la muerte de tu padre...?-.
-Si...-.
-...-la mujer suspiró- muy bien...llamaremos a Yoh...pero una vez que venga, será su decisión-.
-Gracias! –le dijo posando sus manos sobre la de su madre, que se encontraban sobre la mesita- de verdad...no te arrepentirás-.
End Flash Back
Salió apresuradísimo de la ducha, sintiendo como las manos le temblaban, ni siquiera se preocupó en tapar su cuerpo desnudo o cortar el agua.
Se dirigió al otro lado y sintió cómo el corazón le daba un vuelco al ver a su hermano ahí.
Todo mojado, con carita de perro bajo la lluvia y subandose la nuca, con la cabeza gacha.-
-Yoh! Yoh estás bien?-.
-Te odio...-articuló con capricho-.
-Ah?-.
-...-vio como unos goterones caían por el rostro de su ötoto-chan y no pudo más que lanzarse y abrazarlo contra su pecho- O.O-.
-Lo siento...pero no quería que papá te golpeara...ya sabes como es...-decía mientras se acomodaba para tenerlo en su regazo-.
-A él también lo odio...y más cuando te dice que para lo único que sirves es para luchar...es como si no fueras un ser humano-dijo el menor apoyándose también en el pecho del mayor, notando que no llevaba nada puesto, y sientiendo un calor insoportable en las mejillas-.
-Que no te importe...yo estaré bien, sólo me preocupa que no te ponga un dedo encima jamás-.
-No lo hará...yo soy fuerte-.
-Jeh...sí, ya lo creo-dijo mientras le acariciaba la cabecita a su hermano, y sonreía de forma enternecedora-.
-Algún día nos iremos cierto?-.
-Qué?-.
-Que nos iremos...nos iremos de aquí y seremos felices para siempre...juntos...tú y yo-.
-...ah...-abrió los ojos mientras sentía que sus ojos se empañaban¿Cómo diantres podìa ser ese chiquillo tan tierno y tozudo?- yo...-.
-Prométemelo si?-dijo alzando su vista hacia su hermano-.
-...-dudó en desmedida, pero con aquellos ojos de zafiro observándole no pudo más que acceder a la utópica petición-...te lo prometo-le sonrió de forma sincera-.
El menor le sonrió y se volvió a acomodar en su pecho.
-Hao...-.
-mm?-.
-No te odio...-.
-Jm..-sonrió- si, lo sé-.
Continuará...
