Esta es una historia original mía,
Suspiró. Y se empañaron sus gafas. Se quedó mirando cielo sobrecogido. Los nubarrones de la pasada ventisca nocturna aún estaban presentes y se arremolinaban en el espacio celeste que se divisaba entre los edificios de la facultad.
Hasta que chocó con alguien; tirándolo al suelo. Todos sus apuntes volaron por los aires, un libro de anatomía se deslizó lejos y todos sus marcadores rodaron por el suelo. Noah cerró los ojos cuando cayó sentado en la fría nieve pisada. Soltando un pequeño gritito cuando sus manos desnudas hicieron contacto con la misma. Se acomodó las gafas bien sobre la nariz y gateó lo más rápido que pudo intentando salvar sus cosas antes de que estas se mojaran. Comenzó a refunfuñar; maldiciendo su suerte, el invierno, la nieve y el mundo en general. Levantó la cabeza pensando decirle cualquier cosa que se le ocurriera al causante de desgracia de tal calibre.
Quedó mudo. Las palabras se estancaron en su garganta.
Azul. En ese momento su mundo se volvió completamente del color del cielo y del mar. Se reflejó en una superficie del color del lapizuli.
Sonaron las campanas que anunciaban el comienzo de las clases. Mierda, llegaba tarde.
