Los personajes de Soul eater no me pertenecen son propiedad de Atsushi Okubo el fic es sin fines de lugro

Prologo

Maka una hermosa chica rubia de ojos verdes y delicada figura. A sus dieciocho años de edad la joven había demostrado ser una gran estudiante. Logro obtener una beca a los quince años y ya estaba a punto de graduarse en literatura. Esa era la pasión de Maka desde los seis años, pero hace cuatro años le fascinaba cierta serie de libros en particular. Lance, escrita por un joven escritor llamado Soul Evans.

Ella se enamoro de las distintas ediciones de Lance. No había ni un solo día en que no se tomaba una hora al menos en leer uno o dos capítulos de los cuatro libros que consistía la serie. Ella se decepciono al ver que ese año el escritor no saco un nuevo libro. Lo cual era raro ella no entendía como a alguien tan talentoso como Evans se le hubiera acabado la inspiración, la joven esperaba que al menos la editorial le diera un aviso como suscriptora de lo que pasaba, pero nada ocurrió. Eso la decepciono aun más, pero debía admitir que así era la vida, obviamente no todo el mundo tenía lo que quería.

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Ese día en particular ella salía de la casa que compartía con su padre en Death City. Al centro comercial. Ella tendría una semana muy difícil la próxima semana tendría un examen que calificaría como un crédito adicional que le vendría muy bien en su nota final podría graduarse con honores. Estaba tan concentrada en sus cosas que no se había dado cuenta de que alguien estaba frente a ella. Cuando se dio cuenta ya estaba en el suelo, se froto el golpe en la cabeza la chica se encontró con la mano del extraño con el que se había topado. Ella la tomo y él, la ayudo a levantarse. El joven era a su parecer muy apuesto. Tenía un hermoso cabello plateado corto en punta, una tersa piel blanca y unos penetrantes ojos rubí. Maka quedo por unos instantes asombrada pero la voz del chico la saco de sus pensamientos.

-¿Estás bien linda?- Pregunto el chico algo preocupado.

-Sí, gracias no sé que me ocurrió me siento como una tonta.-Admitió apenada Maka.

-Pues ten más cuidado tontita pudo ser peor.-Contesto sarcástico el joven.

Maka se enojo al escuchar esas palabras, ¿Quién se creía él para llamarle tonta? Ella era una estudiante modelo, con un coeficiente de ciento noventa, eso no se quedaría así.

-¡¿Quién te crees tú llamándome tonta?- Pregunto molesta la rubia.

El albino se rió al tierno enojo de la chica le parecía encantador.

-¡¿De que te ríes? Idiota.-Dijo molesta la chica de ojos jade.

-Perdona, es solo que tu actitud me divierte mucho. Eres muy ruda para ser una delicada flor.-Respondió burlón el joven de cabello plateado.

Eso la enojo aun más, tanto que no pudo pensar claramente sus acciones. De tal forma que no lo pensó dos veces antes de abofetearlo. Cuando se calmo un poco se dio cuenta de que lo que hizo estuvo mal y no pudo hacer nada más que salir huyendo lo más rápido que pudo.

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El joven toco con su palma la mejilla herida con una media sonrisa en su rostro. Ella era de verdad fascinante nunca en su vida había visto a una mujer con una chispa similar. Su actitud desafiante, combinada con su belleza y tenacidad la convertía en la mujer perfecta para él y en la pieza que buscaba para reactivar su inspiración, esperaba que no fuera la última vez que la vería.

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Maka al terminar las compras, se sentía muy mal. Aunque el joven también había sido grosero llamándola tontita y cuestionando su actitud. Claro que era ruda tan solo por ser mujer ese tipo la subestimo. Esperaba no volver a encontrarse con ese personaje.

Al llegar a casa no encontró a nadie en ella. Solo una nota departe de su padre.

"Querida Maka saldré por esta noche. Te deje la cena hecha, solo tienes que calentarla.

Con amor papá."

La rubia resoplo enojada al terminar de leer la nota, si no sintiera pena por su padre. Se hubiera ido a vivir con su madre, también influía el hecho de que la universidad donde tenía su beca estaba en Death City. Por eso estaba atrapada con su mujeriego padre. Se dirigió a la cocina y calentó su cena, al terminar de comer. Vio en el reloj que ya eran casi las doce de la noche. Eso significaba que era la hora de dormir, pero para alegrarse un poco decidió sentarse en el sofá y leer por tercera vez el primer capítulo de la primer libro de de Lance. Al leerlo pensó de nuevo en el joven y sonrió, el hizo interesante su día y solo al leer el libro pudo notarlo cerro el libro de empastado rojo y lo coloco en la estantería con delicadeza. Se acostó en su cama con una sonrisa en sus labios esperando otro día interesante.

Continuara.