Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi

... Una historia que tenia hace algun tiempo en espera, espero que les guste

Capitulo 1

Recuerdos congelados

Una traviesa gota de lluvia se aventuro un poco mas allá, osando entrar en el pequeño escote de la mujer, la cual estaba demasiado absuelta en sus cosas como para notarlo, apretó un poco las manos, intentando retener ese nuevo impulso asesino que le subía por el cuello, meneo la cabeza y con un suspiro se paso las manos por el rostro

-Bruja- Si, eso es lo que le habían dicho, más bien gritado –Ignorantes- Tomo la punta de su bo y se lo colgó en la espalda, de un gran salto cayo sobre el lomo de su caballo, quien salio disparado a galope tendido, en una loca carrera, que no tenia ni principio ni fin, el sordo sonido de los cascos fue tragado por la lluvia y la oscuridad, un tiempo después la sangre baño el camino


La lluvia bajo lentamente por sus hombros, acariciando su figura, rodeando cada uno de sus músculos, rozando sus dedos, hundiéndose en sus ojos, fusionándose con su alma, camino unos pasos mas, vacilante, borrando la magia del agua que lo cubría, cayo al suelo de rodillas y sin poder contenerlo las lagrimas brotaron de sus ojos, esas lagrimas de la herida en su alma que tan profundamente tenia arraigada, las nubes descargaron su lamento con mas fuerza, todo se confundía en lamentos, quejidos y oscuridad.

Sus manos se deslizaron hasta su abundante cabello delimitado vagamente por una trencita, intentando peinarlo, se limpio las lágrimas que aun corrían traviesas por sus mejillas, y se levanto, quitando capas de lodo de sus rodillas, el grave grito de la tropilla le hizo volver la cabeza, sonrió, ya se acercaban, Talvez un trovador pudiera servir, disimulo la espada que tenia colgada al cinto con su sobretodo y enfundo un poco mas su cabeza en la capucha, el pequeño grupo de caballos se detuvo frente a el, uno se separo de la masa de patas y barba

-¿Quién eres?- La voz del hombre era grave, su cara estaba recorrida por las cicatrices, sus manos toscas, que sujetaban con firmeza las riendas, demostraban el pasado tormentoso de su dueño, gritaban a todos los ojos que la violencia era un medio conocido y usado con frecuencia

-Solo un tranquilo Trovador, estoy de paso por estas tierras- Respondió con una voz increíblemente dulce para un hombre de su época, mas como la de una mujer, dibujo su mejor sonrisa, mientras dejaba sus manos expuestas fuera del sobre todo

-¿Entonces porque ocultas tu rostro ¿Y donde quedo tu caballo?- Espoleo violentamente al animal, quien con un sonoro resoplido de desaprobación se acerco al extraño -¿No serás una linda jovencita?, Si lo eres mejor muéstrate, mis hombres no son gente piadosa, pero yo puedo ayudarte- El general acerco una de sus manos como garras, hacia la capucha, una poderosa mano lo detuvo

-¿Te parece la mano de una jovencita?- El Joven se saco la capucha, dejando expuesto su rostro a la fría lluvia, una mueca de terror se dibujo en el rostro del hombre

-¡¿Tu?!- Su piel fue despojada de color en cuanto diviso los ojos azul grisaceos del hombre y su evidente tatuaje en la mejilla derecha, intento liberar su mano del firme agarre, sin ningún resultado, los caballos detrás de el piafaron nerviosos, mientras sus jinetes sentían un escalofrió por la espalda y consideraban la opción de alejarse de ahí

-Si yo, ahora ¿Serás tan amable de entregarme uno de tus caballos?- La sangre comenzó a correr lentamente, a medida que sus dedos se incrustaban mas en su muñeca –O me obligaras a quitártelo- Su otra mano entro al sobretodo, el hombre pudo sentir un escalofrió cuando, sin siquiera poder verlo, el metal de la espada quedo sobre su garganta provocándole un estremecimiento en todo su cuerpo, desmonto como pudo, dándole las riendas del caballo, el joven sonrió y con un ágil salto subió al animal –Muchas gracias- Dijo mientras sacaba el frió acero de su manzana y volvía a enfundar, golpeo con los talones al animal, al mismo tiempo que soltaba a su presa, que se lanzo a galope tendido, el bandido callo al suelo mientras veía alejarse a caballo y jinete, la lluvia arrecio un poco mas fuerte y el se dio vuelta para darse cuenta que estaba solo.


El licor se derramaba generosamente en la cantina, los hombres se emborrachaban gustosos con el amargo liquido, capaz de borrar por un momento sus penas, ahora aumentadas a medida de que avanzaba la guerra, el cantinero observo la taberna y no pudo evitar sonreír, a un lado algunos lloraban abrazados, mientras gritaban algo sobre su familia, otros bebían en silencio, en el centro estaban los luchadores de gallitos, y a su lado en el mesón, los hombres conversaban sobre los que se les viniera a la cabeza, ese día haría un buen dinero, guardo el vaso que estaba secando y sirvió otra cerveza, pasando cerca de los que conversaban tirados en la barra, captando algunas palabras borrosas

-El mismo infierno lo parió- Alcanzo a escuchar, entrego su pedido y volvió a su sitio, aguzando el oído para poder escuchar claramente lo que decían – Ese hombre no conoce la piedad-

-¿De que hablan?- Pregunto el viejo cantinero, sin poder contener la curiosidad

-Del Dragón negro ¿De que otra cosa no?- Contesto un pequeño hombre, que sostenía un vaso mas grande que el –Esta rondando por estas tierras, dicen que es una bestia disfrazada de hombre, es inconfundible gracias a su tatuaje de Dragón que lleva en la cara, puede derrotar a un ejercito el solo, es el hijo del Diablo- Algunos murmullos de los demás confirmaron lo que decía

-¿Y cual es el nombre de ese hombre?- Inquirió, cada vez mas interesado el cantinero

-Le dicen el Dragón negro, pero su verdadero nombre es Ranma, su llegada es mal augurio, el es como la noche, oscura, tenebrosa, maligna, no quisiera toparme de cara con el bastardo, escuchen bien lo que les digo, cuiden a sus mujeres, que esa bestia se esconde detrás de un rostro atractivo para ellas- Un hombre, no muy sobrio, salto al oír eso y con una mueca comenzó a gritar

-¡El muy maldito parece un ángel¡Piel blanca, pelo negro, ojos azul grisáceos y voz de maricon!- A el se sumaron otros gritos y pronto el tranquilo ambiente se lleno de hombres gritando, sillas quebradas, algún que otro herido y un poco de sangre, el cantinero suspiro y tristemente saco la escoba de debajo del mesón

-La curiosidad mato al gato- Susurro para empezar a repartir palos entre los borrachos que intentaban darse con un golpe


Estiro con cuidado la cuerda, sintiendo como la madera en sus manos se tensaba

-Un poco mas- Murmuro, mientras tiraba la flecha unos milímetros mas atrás, calculo las distancias, y con un sordo zumbido la flecha salio disparada, atravesando limpiamente el corazón del hombre que dormía tirado en el suelo, volvió a poner otra flecha, y repitiendo la operación le dio ahora a la mujer que dormitaba a su lado, sonriendo salio de las sombras que la resguardaban

-Ahora si ¿Quién es la bruja?- La muchacha se acerco a los cuerpos y con cuidado retiro las flechas de ambos, salio de la deteriorara cabaña, hedionda a licor y olvido, guardo su arco junto al bo de madera y se encaramo con agilidad y sutileza sobre su yegua –Vamos Aylwyn, vamonos de aquí- Golpeo ligeramente los costados de la flamante hembra, que comenzó un tranco reposado, sus pisadas eran lo único que sonaba en la oscura noche sin luna

-Licht- Susurro con una sonrisa, sus ojos brillaron, cambiando de su normal color chocolate a un cristalino puro, era bueno seguir ese libro después de todo, gracias a el para ella la noche ya era medio día


Se quito pesadamente el sobretodo, colocándolo junto con su espada, cansado se dejo caer al suelo con intenciones de descansar aunque fuera un momento sus agarrotados músculos, abrió su camiseta, dejando al descubierto una infinidad de cicatrices, las recorrió una a una, dejando a sus dedos divagar por el mapa que antes fue su pecho

-El mapa de Himmelland- Susurro, recorriendo las fronteras de los países por los cuales alguna vez camino, antes de que le marcaran a fuego el mundo al cual nunca mas podría volver, se paso las manos por los ojos y se abrocho la camisa, para no seguir mirando a su pasado, unas pisadas lo sacaron de sus pensamientos, tomo rápidamente su espada, mientras se ponía el sobretodo, a lo lejos diviso una carroza, con el signo de los Águilas blancas, no pudo evitar sonreír mientras subía al árbol, esperando que pasara debajo de el, quizás con suerte se encontraría con algún conocido, el pesado vehiculo paso por debajo de el, con su andar quejumbroso, se dejo caer con maestría sobre el techo, desenfundo su pesada espada y con un preciso mandoble abrió un boquete en la madera, sonrió cuando vio al hombre que estaba ahí

-Hace cuanto tiempo que no nos vemos- El Dragón negro tomo asiento en una de las cómodas butacas, mientras el hombre al frente de el saltaba del miedo, aforrándose de su túnica de seda roja mientras sus pliegues de grasa temblaban, haciéndolo parecer una bolsa de agua

-¿Qué…e..s lo .. que ..quieres?- Tartamudeo, mientras intentaba establecer un poco mas de distancia entre ambos

-A mi también me gusta el volver a verte- El joven saco su espada de la funda y comenzó a rasgar el delicado tapiz de las butacas -¿No crees que tienes algo que decirme?- Comento en voz baja, poniendo algo mas de énfasis en la ultima palabra

-¡Todo quedo resuelto después de esa reunión!- El hombre se paralizo de miedo cuando el Dragón lo miro cruelmente, de forma totalmente inhumana

-¿Reunión le llamas haber golpeado un hombre hasta la saciedad¿Para luego votarlo al camino sin siquiera una prenda que lo proteja del frió, o una moneda para comprar pan? Que yo sepa eso se llama abandono, pero esta no es una junta para discutir sobre conceptos- Se levanto, mientras sus ojos arrojaban chispas –Tenemos mucho que arreglar, pero será en otra ocasión- Acerco el acero a las sueltas carnes del cuello del viejo, disfrutando de cómo su respiración se agitaba y su piel se tornaba blanca –No te olvides de mi- Dijo mientras le hacia un leve corte en el rostro, enfundo la espada y con una ágil maniobra se encontró en un árbol, a unos metros del carruaje, el asustado hombre se dejo caer al suelo mientras se orinaba del miedo


El ligero tranco de la yegua se detuvo de golpe, la joven jinete alerto sus sentidos, escrutando el frió horizonte con el arco en la mano, una sombra cruzo el cielo como una saeta, cargo una flecha y con rapidez divina apunto a su objetivo, el pájaro volvió a levantar vuelo, posando delicadamente sobre una rama

-¿Un gorrión?-Se pregunto extrañada, según lo que ella sabia los pájaros no volaban de día, el ave levanto vuelo y se poso en su hombro, picoteo levemente su oreja, para luego seguir con su negro cabello –Basta, me haces cosquillas- relajo la cuerda del arco y volvió a guardar la flecha en su carjack, el pajarillo salto por su brazo hasta su mano derecha –Lo lamento, pero creo que ese no es un lugar cómodo- Le susurro mientras lo levantaba con cuidado, entre sus manos llenas de heridas y cicatrices, la yegua pifio nerviosa a la vez que rascaba el suelo con sus manos

-Esta bien, ya nos vamos Aylwyn- Espoleo levemente al animal, que comenzó a caminar con paso ligero, pronto paso a un trote suave, la joven le tiro las riendas con una mano, mientras con la otra resguardaba al pájaro, ordenándole que frenara, pronto mientras tiritaba y sudaba el equino se lanzo a una desenfrenada carrera

-¡Detente!- La mujer tiro con las dos manos las bridas, la noche estaba demasiado oscura y el animal no veía donde pisaba, a sus pisadas se unieron otras, la yegua relincho y oponiendo resistencia incremento la velocidad, unos gritos inundaron el valle, a su alrededor aparecieron varios hombres, también montados a caballo, gritando y riendo palabras incomprensibles, el miedo se apodero de sus sentidos y pegando su cuerpo al de la yegua, para evitar algo que paso zumbando cerca de su oreja, intento imprimirle mas velocidad al animal, podía sentir su esfuerzo, el sudor que comenzaba a manar de su piel, la respiraron cada vez mas dificultosa, la fuerza en cada pisada, pero no podía fallar, no ahora

Escucho el sonido del aire al ser cortado por los gruesos lazos de cuero, alcanzo a gritar una ves mas antes de que las pesadas cuerdas cayeran sobre ella y su animal, enlazaron la pata delantera del equino, el cual tropezó y callo de nariz, proyectando con fuerza a su jinete al vació, lo ultimo que alcanzo a hacer la joven antes de chocar contra la tierra, fue soltar el pájaro que tenia firmemente ligado a la mano


-No…no puede ser- Volvió a mirar su pecho, que ardía como si le estuvieran marcando otra vez con hierro hirviendo, se paso las mano por las cicatrices, buscando el lugar preciso, pronto encontró un sitio donde su piel casi burbujeaba debido al calor, se calzo sus pesadas botas de cuero, colgó su espada al cinto, se puso el sobre todo negro, miro la silla que estaba a su lado y con un gesto monto de un salto, no había tiempo que perder, espoleo al animal que obedeció de inmediato, se alejaron del arrollo como una aparición

"Creí que habían desaparecido, es lo que me había confirmado la vieja, pero parece que se equivoco, esta talvez sea la ultima que queda, no puedo perderla, será mía a cualquier precio, derramare la sangre de millones de ser necesario" El cielo se torno débilmente anaranjado, Ranma volvió a talonear a su caballo, forzándolo a apurar el paso, el equino devoraba las leguas, saltando agua, árboles, escalando montañas, siempre instado hasta el máximo por su jinete, un rugido les puso los pelos de punta, el animal se paro en seco, negándose a avanzar un paso mas, el Dragón negro desmonto de un salto y le dio una sonora palmada en la grupa

-¡De que me sirves si no quieres avanzar inútil!- Espero un tiempo mas, a que el equino fuera tragado por la noche antes de seguir avanzando, el calor llego acompañado del humo, golpeando fuertemente sus sentidos, obligándolo a descubrirse la capucha, el sudor comenzó a brotarle de la frente a medida de que avanzaba y el calor aumentaba, al fin llego a la fuente del incendio, cuerpos carbonizados, sangre salpicada por todos lados, varios caballos despedazados y en el centro de esa destrucción, un Dragón rojo caoba, mirándolo fijamente, intentando matarlo con sus ojos ámbar inyectados en sangre, sin poder evitarlo se largo a reír


La chica sintió como la piel de los brazos se le despedazaba al tocar tierra, un sonoro chasquido le dio a conocer que alguna de sus costillas se había roto, rodó unos metros mas, antes de detenerse, quedando a merced de los hombres que la guerra parió

-¡Es una niña!- Uno de los bandidos se acercó, la levanto del cabello, escrutando cada una de sus facciones, entreabrió sus ojos cafés, intentando captar algo de lo que sucedía a su alrededor -¿Qué tal preciosa?- Le susurro al oído, haciendo que se mareara con el olor a alcohol, intento liberarse, el dolor en su flanco izquierdo se lo impidió –O, no te preocupes, no te haré nada que tu no disfrutes- Con su mano libre le recogió uno de sus largos cabellos detrás de la oreja, tocando suavemente su cuello -¡¿O no muchacho?!,¡¿Cierto que solo hacemos lo que es bueno para ellas?!- Unos gritos y risotadas respondieron a su afirmación, junto con reclamos sobre quien iría primero, la levanto de una muñeca y la arrojo violentamente contra un árbol, apretó su cuerpo contra el de ella, impidiendo su escape, la joven sintió como el asco le subía a la garganta, cuando el hombre se acerco con su aliento a podrido y como el miedo le recorrió la espalda, al sentir sus manos avanzando por su ropa, buscando algún lugar para empezar a desgarrarla

-¡SUELTAME!- Aulló, su mente entendió de golpe lo que le harían y en un intento desesperado se revolvió furiosa, intentando liberarse de su prisión de músculos, el hombre le tapo la boca, y con un destello de malicia en los ojos le recorrió la mejilla con la lengua

-Quédate tranquila, esto recién comienza- Le susurro, antes de morder bestialmente su oreja, las lagrimas se agolparon en sus ojos, cuando comprendió que el esfuerzo era inútil, un nudo de miedo se le instalo en la garganta, y las nauseas la asaltaron al sentir la erección del hombre, volvió a luchar con infructuosos resultados, unos hombres estaban rematando a la yegua, después de cerciorarse de que era completamente inútil al tener ambas manos quebradas, los demás bandidos bebían a un lado del camino, mientras sus caballos pastaban en las cercanías, comentando las ganas que tenían de jugar con la "Zorrita" el tipo comenzó a destrozar su ropa, mientras lo que al principio eran torpes caricias se convirtieron en arañazos, que le dejaban heridas en la piel, a través de las lagrimas diviso al pequeño gorrión que había soltado antes de caer al suelo, el pájaro la miro inteligentemente y voló hacia ella, la joven lo vio acercarse, cerro los ojos cuando vio que el pájaro tenia intenciones de impactarse con ella, sin embargo no sintió el impacto, solo el fuego del odio y la cólera que le subía por las venas, apretó los ojos con fuerza, los abrió y decidida empujo al tipo que intentaba arrancarle los pantalones

-¡¿PERO QUE?!- El hombre ante ella palideció y comenzó a caminar hacia atrás torpemente, la joven salto sobre el, levanto una de sus manos, y sin preámbulos la enterró en su cuello, buscando la aorta, la sangre salpico su cara, ropas y cuerpo, cuando corto con las uñas la arteria, los bandidos se levantaron de un salto y con las caras comprimidas por el alcohol y la ira se lanzaron al ataque

-¡MUERE PUTA!- Gritaron mientras le caían encima como carroñeros, ella los vio acercarse, la cólera y la alegría se dispararon de nuevo en su cuerpo, con una sonrisa los espero a todos, corto, rebano, estrangulo, ya no sabia quien estaba muerto y quien vivo, solo existía el éxtasis de la muerte en su mente, sin darse cuenta comenzó a exhalar fuego por la boca, mientras aplastaba a los sujetos con sus patas, todo era sangre, todo era odio, todo era diversión


Ranma se limpio las lagrimas que le corrían por las mejillas, y se acerco al Dragón, como si fuera un simple perro, el reptil gruño por lo bajo, mientras extendía sus rugosas alas, el joven sonrió abiertamente y con un movimiento saco su espada

-Vamos, Es Dragón contra Dragón ¿No me dirás que tienes miedo?- Se puso en guardia mientras el rojizo dragón tomaba aire, dispuesto a convertirlo en carbón, el chico se movió con una velocidad abrumadora, zigzagueo hasta el animal, que botaba las llamaradas en todas direcciones, y con un rápido movimiento y un buen salto, le dio de lleno en la sien con la empuñadura del arma, el dragón callo al instante inconsciente, mientras el joven guardaba su espada

-Eras solo fuego y ruido, tendré que enseñarte- Se acerco y con una mano le arranco un diente –Necesitare esto-Se dijo, luego se sentó a su lado, esperando que la bestia se volviera a transformar, pronto el monstruo alado disminuyo su forma, hasta volver a ser una jovencita, de delicadas facciones, rostro de ángel, una figura delineada y un largo pelo negro, que le caía como cascadas por la espalda, le puso el sobretodo, para protegerla del frió y la vergüenza, y cargándola en la espalda busco un lugar donde curarle las heridas.

Limpio con cuidado cada uno de los pequeños cortes que la muchacha tenia, y volvió a poner en su lugar la costilla, volvió a cubrirla con su capa, y se tendió a su lado, observando las blancas estrellas, un pequeño estremecimiento a su costado le aviso que había despertado

-¿Cómo te sientes?- Pregunto fríamente, la joven abrió los ojos, lo evaluó de pies a cabezas y se abrazo las piernas, negándose a decir palabra -¿Quién eres?- Apretó un poco mas su abrazo, buscando confortarse -¡RESPONDE ¿CUÁL MIERDA ES TU NOMBRE?!- El Dragón se levanto, goleando el suelo, una de las cosas que lo sacaba de casillas era que la gente no le respondiera

-Yo…- Musito la joven, con una voz frágil –Yo… no tengo nombre-