¡Hola a todos! Lo primero de todo muchas gracias por leer mi fic de "Universos entremezclados" ¿quién iba a imaginar que un sueño tuviera tanta audiencia? Me estoy planteando en hacer una libreta de sueños y dejar que los dedos fluyan por las teclas.
Para mi sorpresa vi que muchos estabais bastante satisfechos con el final – otros no, pero eso es lo divertido de este asunto ¿no? La diversidad de reacciones – pero yo soy de las que, cuando lo escribí, quería que continuase, no me gustaba que terminara así. Sin embargo soy de las, cuando escribe sobre otra cosa existente, le gusta respetar las líneas maestras de lo original (por mucho que, en algunos casos, deteste en qué evoluciona) y aquí me tenéis, retomando este fic.
En esta ocasión aviso que no está ni por asomo completo, de hecho tengo muchas lagunas mentales y dos finales posibles en mente, así que es posible que tarde mucho más en publicarlo que su predecesor. Aun así gracias por tomaros la molestia de seguirlo y, por supuesto ¡que lo disfrutéis!
PD: para los que habléis inglés, lo siento, no soy buena traduciendo, deberéis tirar de Google translator si tanto os pica la curiosidad (como hace una servidora con fics en inglés).
Crash Bandicoot, así como el resto de personajes de la saga son propiedad de Activision. El resto de personajes son totalmente ficticios e imaginados por la autora.
INTRODUCCIÓN
UN PLAN MALVADO
Le entusiasmaba mucho la visión que tenía al otro lado de la ventana de su despacho pero esa sensación placentera no era provocada por el espectáculo de la naturaleza como cualquiera de nosotros podría pensar, sino más bien por una línea de pensamiento más egoísta: porque todo aquel terreno era de su propiedad. Había pasado malas rachas, desde luego, aunque no como aquella acontecida hacía casi veinte años. Se había recuperado del duro revés pero su poder apenas brillaba si se lo comparaba con su antiguo esplendor.
Había esperado largos años consumiéndose en unos deseos ardientes de venganza contra el causante de su ruina. Para ello había requerido largos años de trabajo y preparación, descuidando prácticamente su objetivo en la vida que era ser el mayor villano del mundo. Por suerte para él la espera por fin había terminado, por fin había movido la primera ficha y cuando todo acabara podría retomar esa conquista mundial desde un destino paradisíaco a su elección, probablemente con un margarita en la mano, tostándose al sol aunque con sus ojos protegidos por unas enormes y llamativas gafas de sol mientras flotaba tumbado sobre una colchoneta hinchable en medio de su piscina privada y dos rubias despampanantes jugando a salpicarse cerca de él.
A pesar de estar perdido en semejantes fantasías estaba realmente muy atento a sus dos nuevos socios, que estaban sentados al otro lado de su escritorio de madera de baobab y que le ayudarían en la empresa que se había propuesto realizar. Pero por alguna extraña razón aquellas dos cotorras – por llamarles de alguna manera – no estaban nada contentas.
- Hace unas semanas que nos aseguró que Cortex iba a ser historia y no veo ningún progreso al respecto – dijo el mayor de ellos, en torno de reproche.
No le gustó nada su tono, enfatizando su impaciencia con un sonoro manotazo que hizo tintinear la copa de té que tenía delante. Su hermano, algo estrecho de miras en algunas ocasiones, optó por tomar rápidamente su taza tras lanzarle una mirada algo asustada al otro. No quería que se le derramara. Por su parte se obligó a mostrar su mayor sonrisa.
- Como se suele decir la paciencia es una virtud. No olvidéis ni por un momento que perseguimos el mismo objetivo, si no esta alianza no tendría ningún sentido. No me malinterpretéis, vuestro plan me parece soberbio pero le falta presencia, creatividad y estilo. En una palabra, le falta maldad.
- ¡Oh! Pero nosotros podemos ser aún más malos– alegó el hermano menor y dio un sorbito ruidoso a la taza.
- No lo pongo en duda, querido amigo. Pero, si me lo permites, llevo más tiempo en el negocio que vosotros dos y sé cómo hacer que las cosas sean más divertidas para nosotros y más agónicas para la víctima – contestó, subiéndose las gafas sobre el puente de la nariz, una costumbre que arrastraba desde niño. Se podría decir que era casi como un tick nervioso casi imposible de corregir como su hábito de morderse de manera compulsiva las uñas.
- Bueno ¿y qué has pensado? – preguntó el mayor aún en tono hostil.
Él no contestó enseguida si no que hizo una mueca y tomó el abrecartas que tenía en su escritorio.
- Por favor, no hace falta que me hables en ese tono. Recuerda quién dio con vosotros cuando os quedasteis con una mano adelante y otra detrás…
- No lo hemos olvidado, gracias – replicó su interlocutor en tono mordaz, casi en un susurro. No podía culpar su molestia, para él también fue humillante quedarse sin nada en su día.
- Lo que mi hermano quiere decir es que tenemos muy buena memoria. Pero tampoco te debemos nada en especial, sólo nos une un enemigo común al que queremos destruir. Pero no está solo…
El hombrecillo –porque no era en absoluto grande- al otro lado del escritorio asintió ligeramente con la cabeza pero no levantó los ojos de su abrecartas, sino que lo miró desde todos los ángulos posibles.
- Ya, ya me habéis hablado de ese bandicoot…
- Un bandicoot entrometido – masculló el mayor casi escupiendo las palabras. Era imposible que alguien se sintiera más ofendido.
- Un bandicoot peligroso – agregó el menor, ganándose una mirada ponzoñosa de su hermano.
- Bueno, eso es como un dos por uno en las rebajas ¿no?– contestó él tranquilamente, cambiando el abrecartas de mano – ¡Ah! Veamos chicos, ese es vuestro problema. ¿A qué tanta prisa? Pensemos con la lógica del gremio. Si alguien sufre es divertido ¿verdad? – ambos asintieron - Entonces ¿por qué no prolongar ese sufrimiento lo máximo posible? Será de lo más placentero ver a nuestro "amigo" en común confundido, patalear y llorar de la impotencia (creedme, que lo hará tal cual) pero aún más será oír sus inútiles súplicas y sus promesas desesperadas. Y el clímax o momento cumbre llegará cuando leamos en sus ojos su autoconvicción de que no hay salvación posible para él. Es ahí, amigos míos, cuando se da carpetazo al asunto, ya cada cual en su estilo. Algunos prefieren un final limpio y otros el más desagradable y sucio que os podáis imaginar. En mi caso, depende con qué pie me levante ¿entendéis? – aunque esto no era del todo cierto. Si veía sangre, aunque fuera una pizquita, se caía redondo al suelo, pero ese secreto se lo llevaría a la tumba.
- ¿Y cómo piensas conseguir semejante carpetazo? – preguntó el mayor ahora más interesado y el menor asintió con la cabeza, inclinándose ligeramente hacia delante en un asiento que le quedaba enorme.
- Fácil. Sigamos golpeándole aquí y allá, en todas partes. Que no sepa por dónde le van los tiros, que sean tan sublimes e impredecibles que le confundan. Cuando crea que tiene alguna pista se la estallaremos delante de sus narices. Cuando crea que está ganando que se dé cuenta que está perdiendo sin remedio. Cuando piense que le han dado en lo más bajo que descubra que aún se puede caer más bajo. Se escudará en sus aliados, como ese bandicoot entrometido, pero los habrá perdido en un abrir y cerrar de ojos. ¡Se lo quitaremos todo!
- ¿También a esa niña tan abominable, Nina? – preguntó el menor.
Él se encogió de hombros y sonrió con satisfacción.
- Cuando digo todo, me refiero a ¡todo! A todo lo que él ha creado, como su laboratorio y sus experimentos, a todo aquello que él llama suyo como su sobrina e incluso aquello que no lo es, como esa pérfida de irlandesa – agregó el hombrecillo con un ligero escalofrío que no pasó inadvertido para los hermanos.
Se percató de su desliz y continuó hablando en un tono sereno, para desviar la atención.
- Y todo será posible uniendo nuestros recursos y nuestra inteligencia. Le pisotearemos, le machacaremos y arrojaremos su identidad al olvido. ¡Como si nunca hubiera existido! – exclamó arrojando el abrecartas hacia delante.
Los hermanos se apartaron por puro reflejo pero el lanzamiento no iba dirigido a ellos. El objeto convertido en arma arrojadiza pasó entre ambos con un zumbido, salvó el resto del despacho y se hundió con un sonoro golpe en mitad de una fotografía colgada en una diana detrás de una de las puertas dobles del despacho. Ahora el doctor Neo Cortex lucía un cuchillo clavado sobre la N de su frente, otra de las muchas hendiduras que tenía la fotografía producto de otros lanzamientos similares.
Los tres personajes estallaron en una serie de carcajadas, cada cual más malvada, que se escucharon hasta en el exterior, espantando a unas aves posadas en un árbol vecino.
Mientras los hermanos seguían carcajeándose el hombrecillo cesó en su risa, se inclinó sobre su mesa entrelazando los dedos delante de su rostro y con una sonrisa de lo más cruel anunció en un susurro apenas audible mirando fijamente el retrato acuchillado:
- La venganza está servida, doctor Cortex.
