Don't Speak One-Shot

Don't Speak

One-Shot

Sengoku Jidai, dos años después.

El dulce viento de la tarde mecía con distinción mis cabellos al tiempo que limpiaba mis lágrimas quienes caían sin detenerse por mis mejillas. Allí estaba él, con su dulce mirada fija en mi como pactando de leer mis pensamientos que en ese momento estaban bloqueados por la tristeza.

Todo terminó.

-Kagome…

Por favor, no hables.

-Tú y yo… solíamos estar siempre juntos. Todos los días siempre juntos. Pero ahora… de verdad que ciento que estoy perdiendo a mi mejor amigo.-Confesé nostálgica.

Mi mejor amigo. Que irónica palabra para alguien que desea que su amigo de toda la vida, fuese algo más. Pero siempre las cosas nunca salen como de verdad lo deseas, y aunque no te agrade, las cosas siempre pasan por algo. En este caso, ¿El destino no quiere verme junto a él?

-Pareciese como si lo quieres dejar. Y creo que es así. Bueno, no quiero saberlo.-Musité cabizbaja tratando que las lágrimas no saliesen más. Pero era inútil.

-Kagome, créeme que no es mi intensión herirte.-Confesó observándome impaciente.-Te entiendo, pero entiéndeme a mí.-Pidió susurrante.-Yo--

-Das excusas que ni tú entiendes-Cuestioné irritada aún con la mirada baja observando el césped bajo mis pies.-No digas más, ya sé lo que estás diciendo así que por favor deja de darme explicaciones. No me lo digas porque duele.-Rogué alzando la mirada a la vez que cerraba los ojos con fuerza y, dirigiendo mis manos hacia mi pecho, detuve el nudo en mi garganta que desea salir, otra vez quería llorar…

Por favor, no hables.

Nuestras miradas se cruzaron por segunda y el silencio reinaba entre nosotros haciéndose que sólo nuestros corazones se escuchasen en una danza alocada. La fresca tarde se convirtió en un momento a otro, en un oscuro cielo amenazador de lluvia.

No nos implicó.

Él dio un suspiro agotador mientras que embutía sus manos en las mangas de su ahori. Blasfemé por lo bajo implorando de que todo esto acabara ahora ya.

-Nuestros recuerdos…-Comenzó a decir tiempo después.-Bueno, pueden ser tentadores pero algunos son terriblemente aterradores.-Desembrolló tambaleante mientras observaba las oscuras nubes atiborrados de agua. Lo miré atentamente tratando de saber que es lo que ocultaba en sus palabras.

No hables.-Susurré arrugando entre mis dedos mi ropaje.-Sé lo que estás pensando. No necesito que me los aclares.-Expliqué posando mi mirar en sus ojos.-No me lo digas por que duele.

Todo está acabado. Debo dejar de fingir quienes somos… tú y yo, puedo vernos fallecer… ¿Lo estamos? Creo que si pero él, parece no importarle ya nada.

-Kagome… perdóname.-Imploró situando su mirada en mí y, con voz quebrada, situándose frente a mí.-Yo… debo hacerlo.-Dijo posando su dorso en mi mejilla. Emití un pequeño gemido ante ese contacto al que sólo pude corresponder a desviando la mirada.

No quería verlo, no más.

-No, no hables cariño.-Requerí siendo vencida por el amor y, cerrando los ojos, situé mi mano sobre la de él.-No lo hagas, por favor.

No hables, no lo hagas. ¡No me lo digas por que duele!

-Adiós mi querida Kagome.-Se despidió después de un cálido silencio alejándose de mí no sin antes darme un pequeño pero dulce beso en la frente.

Se fue… para siempre.

Mientras morimos, tú y yo. Con mi cabeza en mis manos, me siento y lloro acompañada de la lluvia sobre mí.

Silencio, silencio, no lo digas, porque duele…

FIN