—"Y todos los seres hechizados volvieron a sus respectivas formas humanas, mientras Bella y Bestia se fundían en un nuevo beso de amor verdadero." Fin —dijo Mal y besó la cabeza de su hija.

La niña le quitó el cuento de las manos y lo dejó a su lado en el sillón. Después se subió en el regazo de su madre.

—Mamá—comenzó y miró a Mal a los ojos con tristeza.

— ¿Que sucede? ¿No te ha gustado el cuento? Si es tu favorito. —La niña sacudió la cabeza.

—No es eso—empezó—. Hay cuentos sobre todas las abuelas y abuelos de mis amigos, excepto de los míos y los de JC.

Mal suspiró. Intuía que aquel tema saldría alguna vez, pero confiaba en que no tan pronto.

—Eso es porque tus abuelos y los de JC estaban podridos hasta la médula. Jamás hicieron nada bueno y convirtieron la vida de algunos de los abuelos de tus amigos en un infierno. Y a nosotros nos criaron en la maldad. Sin...

— ¡No!—le cortó su hija tapándose los oídos— ¡Eso es mentira!

Se bajó de su regazo y salió corriendo del salón en dirección a su cuarto. Subió las escaleras y una vez llegó a él cerró tras de sí con un portazo. Mal se tapó la cara con las manos y soltó un gruñido de frustración.

— ¿Qué ha pasado?

Cuando la hija de Maléfica levantó la vista se encontró con una mirada preocupada. Bajo el umbral de la puerta que conectaba el salón con la cocina estaba Evie, que había aprovechado para trabajar en unos nuevos diseños de vestidos mientras ella se encargaba de entretener a la niña.

Mal echó la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo del sillón. Evie se acercó hasta ella y se sentó a su lado.

—Nuestra hija ha preguntado que por qué no están sus abuelos en los cuentos de hadas y los del resto de sus amigos sí. Y ya sabes que no se me da muy bien decir las cosas...

— ¿Con tacto? —Mal asintió—. Recuérdame que a Eve se lo comente yo desde un principio.

Eve era su otra hija, de dos años y medio, que ahora mismo dormía en la planta de arriba plácidamente. Mal se alegraba de que tuviese un sueño profundo, si no con los gritos de su hermana se habría despertado.

—Ahora —continuó Evie—, voy a ver que puedo arreglar con nuestra hija.

Y le dio a Mal un beso en los labios. Luego se levantó y se encaminó hacia las escaleras.

Una vez en la planta superior le dio un vistazo a la habitación en la que dormía su hija pequeña para asegurarse de que no se hubiese despertado. Después se encaminó a la habitación de su hija mayor.

Tocó a la puerta.

— ¡Vete! —gritó la niña desde dentro.

Sin embargo, Evie hizo caso omiso a sus palabras y entró, abriendo la puerta con cuidado.

—Malice...

Su hija estaba sobre su cama, sentada y con una manta tapándola por completo. Ella se acercó y se sentó a orillas de la cama. Cogió la manta y la fue quitando hasta que la cabeza de la niña surgió de ella.

Tenía las mejillas muy rojas de estar tapada y todavía lloraba a lágrima viva. Evie abrió el cajón de la mesilla de noche de su hija y extrajo un paquete de pañuelos del que sacó uno para limpiarle la cara. Después peinó con sus dedos hacia atrás los mechones azul violáceo de la pequeña. Ella la miró con sus ojos verdes aún vidriosos.

—Dime que no es verdad, mamá —suplicó Malice.

Ella se levantó y fue a la estantería donde estaban todos los cuentos de hadas de su hija. Historia pura, se dijo. Y cogió dos. Después volvió a sentarse a orillas de la cama frente a la niña.

—Cariño —dijo Evie con dulzura, tratando de no alterar más a su hija—, ¿cuál es tu apellido?

—Grimhilde —soltó. Aquello le parecía una obviedad.

—Has aprendido a leer, ¿no? —Malice asintió no muy convencida e Evie le dio uno de los libros.

— Mamá, no sé por qué me das Blanca Nieves y los siete enanitos. No es uno de mis cuentos favoritos. Ella es tonta y su madrastra una bruja.

«—No sabes tú bien lo bruja que es. —Se dijo Evie. »

Luego abrió el cuento por una de las primeras páginas y le dijo a su hija que leyera una frase.

—"Espejito, espejito en la pared" —comenzó Malice con cierta dificultad—, "la más hermosa de todas ¿quién es?; dijo la reina Grimhilde"

La niña ahogó un grito y miró a su madre.

—Pensé que la reina no tenía nombre. Siempre que me lo lees la llamas la Reina Malvada.

—Es una reina y es malvada —dijo Evie—. Y era mucho mejor que decir " tu abuela".

Malice bajó la vista hasta su regazo donde aún seguía el cuento.

— ¿Esto quiere decir que yo también soy mala? ¿Me llevarán a la Isla de los Perdidos? —Dijo mirando a su madre con miedo en los ojos— ¿Nos llevarán a las cuatro si se enteran?

—No —La tranquilizó Evie—, no nos llevarán allí, porque ya saben que descendemos de villanos y a pesar de ello, el rey Ben nos dio otra oportunidad, a nosotras, y a los tíos Jay y Carlos. Pero eso es otra historia, una muy larga y te la contaré otro día.

La niña asintió algo más relajada.

—Entonces, si tu madre es la Reina Malvada, la madre de mamá, ¿quién es?

Evie tragó saliva y le mostró el otro cuento.

—La villana de...

— ¡Maléfica! —La cortó Malice y se alejó al otro extremo de la cama— Ella es mala, es muy mala, la odio. Hizo daño a la familia de Ella y ella es mi mejor amiga.

Su hija sacudía la cabeza insistentemente tratando de olvidar lo que ella le acababa de decir.

Evie se movió en la cama y atrapó las mejillas de su hija entre sus manos, haciendo que la mirara.

—Pero tu madre, venció a Maléfica definitivamente.

La puerta se abrió un poco detrás de ellas y Mal entró.

—Realmente la vencimos entre los cuatro—dijo sonriendo su mujer—. Y creo que mamá aún nos odia por ello.

Mal se acercó hasta la cama de su hija y se sentó. Le dio un beso a Malice en la mejilla.

—Lamento haber sido tan brusca antes. A veces me cuesta lidiar con mi propio pasado. No sé qué haría sin tu madre en esos casos. No sé qué haría sin tu madre en todos los casos.

Evie le dio una amplia sonrisa mientras sus mejillas se teñían de rojo, y Mal le besó la frente. Habían llegado a un acuerdo con su hija: nada de besos en los labios en su presencia.

—No es por interrumpir, mamis, pero me podéis decir ¿quiénes son los abuelos de JC?

Mal e Evie sonrieron, y la primera contestó:

—Cruella de Vil y Jafar.