No soy propietaria de Hey Arnold! No, e incluso perdí un capítulo que había descargado. Y el inicio de esta historia después de haberla escrito. Tal vez tenga mala suerte… (ruido de caída de la silla), ok, ¡estoy bien!
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Helga se aferraba a su asiento en el auto.
-"¿No deberías ir más despacio, Miriam?"- se quejó en voz alta, mientras veía cuan rápidamente desaparecían los postes de la carretera a través de la ventana.
-"Pero Helga, la velocidad máxima de es 120 kilómetros en carretera; voy sólo a 100"- Miriam sonrió a su hija. Un auto apareció frente a ellas.
-"¡Mira al frente!"- gritó Helga aterrorizada. Su madre esquivó el auto sin problemas. En realidad, el auto nunca fue un problema porque venía por el otro carril.
-"Helga, tienes que calmarte"- dijo su madre -"No es la primera vez que salimos juntas sin Bob."
Helga lo sabía, pero no podía evitarlo. Cierto, Miriam había perdido su licencia hace un año atrás por conducir en estado de ebriedad, pero la había recuperado hace ya varios meses. Incluso, ya no bebía sus smoothies como antes. No había tomado ninguno antes de salir; Helga se había preocupado de chequear eso, así como el estado del auto. No había nada que pudiera salir mal, pero ella tenía esta horrible impresión de que algo malo realmente podría pasar. Y no era sólo el hecho de estar encerrada varias horas con Miriam arriba de un auto. Era como si pudiese olerlo, estaba en el aire, si eso tenía algún sentido.
Un auto las adelantó y le tocó la bocina.
-"¿Ves? Hasta nos están adelantando"- señaló Miriam -"¡Hola!"- añadió la mujer, bajando la ventanilla y tocando la bocina a su vez.
-"¡Tortuga!"- gritó un segundo auto que las adelantó. Helga vio a Miriam apretar las manos un poco en el volante, pero no dijo nada.
-"No les hagas caso, mamá… ¿No quieres ir más lento?"- preguntó Helga de nuevo, incapaz de relajarse.
-"Helga, estás siendo paranoica. No hay nada que preocuparse. Veamos… ¿qué te parece un poco de música?"-Helga gritó de terror al ver que su madre se distraía mirando la vieja radio del vehículo.
-"¡Nooo! Es decir… ehm, yo la busco, ¿country está bien?"- Helga intentó disimular su ansiedad. Estaba muerta de miedo. Su madre la miró extrañada, pero rápidamente volvió su vista al camino.
-"Helga, cariño, si no te conociera mejor diría qué algo te pasa".
Helga se rascó un brazo, nerviosa. ¿Cómo explicar algo que ni siquiera lograba entender?
-"A lo mejor tiene que ver con ese amiguito tuyo…¿cómo se llama? Al…"
-"¡No tiene nada que ver con Ar… con ninguno de los zopencos de mi clase!"- Helga interrumpió las divagaciones de su madre. Nerviosa o no, fin del mundo o no, no podría hablar ese tema con Miriam, ni con nadie de su familia en realidad.
-"Oh, está bien"- dijo Miriam, en un tono confuso de perplejidad y monotonía. Helga respiró aliviada. Un ligero silencio se hizo en el interior del auto. Un camión se acercaba por el otro carril.
-"Qué raro…"- reflexionó Miriam en voz alta.
-"¿Eh?"- preguntó Helga, aún distraída en sus pensamientos sobre Arnold, cuando el infierno se desató.
Mientras el camión se cruzaba con ellas, se encontraron de frente con otro vehículo que había intentado adelantar al camión. Era imposible frenar. Miriam trató de esquivar el auto, la camioneta trató de esquivarlas a ellas y el camión trató de no verse involucrado en el inevitable choque. Helga no supo si su madre dijo un garabato o no cuando los frenos le fallaron. Todo se fue a negro, mientras el olor a bencina derramada inundaba sus sentidos.
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Pasaron segundos que parecieron horas. Helga volvió en sí a tiempo para escuchar los últimos gemidos de Miriam entre los fierros.
-"Mamá, mamá"- llamó Helga, preocupada por lo que había pasado y atrapada en lo que había sido su asiento. Miriam no respondió.
-"Miriam, responde, mamá"- rogó Helga, sintiendo como la angustia inundaba su corazón y la atravesaba como puñales.
-"Mamá"- repitió de nuevo, acercándose a su madre. Y entonces, se dio cuenta que la angustia no era lo único que la atravesaba. En su angustia, había logrado acercarse a Miriam atravesando fierros, cinturón de seguridad y todo lo que se interponía. Raro. Tal vez era un sueño. Tal vez podía liberar a su madre. Miriam soltó otro gemido, claramente inconsciente.
-"¿Mamá?"- la tenue esperanza brilló en la voz de Helga, y asimismo, brillaron sus manos. Esta vez, Helga ni siquiera cuestionó lo raro del sueño y se dispuso a tratar de sacar a su madre del auto. Pero sus brillantes manos atravesaban los fierros que encerraban a su madre.
La esperanza fue reemplazada por la frustración y la rabia; sus manos se volvieron de un tono grisáceo.
-"¡Maldición!"- exclamó, golpeando lo que había sido parte del panel del auto. El golpe resonó en el plástico y en el metal, rompiéndolo en una clara demostración de una gran fuerza. Helga se sintió confundida, pero entonces se le ocurrió…
-"Maldición, maldición, maldición"- Helga comenzó a repetir como un mantra, aferrándose a la rabia y logrando mover como plumas los fierros del auto.
Helga logró salir junto a su madre desmayada de los escombros del auto. Pero el olor a bencina y la idea de un sueño extraño la indujeron a intentar rescatar a la otra persona involucrada en el choque, usando sus nuevas habilidades de forma intuitiva.
-"Qué curioso, niña"- una voz dijo a sus espaldas, cuando ya arrastraba al conductor de la camioneta lejos de los autos.
Helga se dio vuelta sorprendida. No había nadie. Miró frente suyo: una persona de negro y con máscara blanca tomaba los pies del hombre para ayudarla a llevarlo a una distancia segura.
-"Generalmente, las personas que sobreviven a un choque de este tipo fallecen a los pocos minutos; no se quedan en este trance ayudando a los demás a escapar. Y menos a los culpables".
Helga no supo que responder, mientras cargaban juntas al hombre que hedía a alcohol. Aún se sentía como un sueño extraño. Tal vez estaba en shock. Tal vez era una pesadilla, fruto de su imaginación y las películas que había visto. En ese momento, la camioneta explotó, haciendo estallar el auto de su madre.
-"Al menos, el camión siguió adelante y su conductor está tratando de llamar a emergencias."
-"¿Quién eres?"- finalmente preguntó. Su pregunta fue ignorada.
-"Ahora, él podrá vivir y ella podrá ser enterrada de cuerpo completo".
Helga se estremeció. Su madre lucía demacrada.
-"Es mi madre, ¡tiene que vivir!"- exclamó Helga horrorizada.
-"Si quieres que viva, sólo hay algo que podemos hacer; pero tienes que saber que podría ser injusto para ti"- Helga asintió a las palabras de la máscara-"Por cierto, yo no tengo nombre. Soy una sombra. Y las sombras habitamos la penumbra de la vida y la muerte, sin dejar recuerdos de nuestro paso."
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En realidad, esta historia lleva mucho tiempo en mi cabeza… y este capítulo meses vegetando en mi pc. Pero bueno, dado mi largo silencio, he decidido subir esta historia junto con otra ("Phillipe Bob"). A ver si reconquisto mi musa traviesa.
Por cierto, comentarios, preguntas y sugerencias son siempre bienvenidos. Eso sí, personalmente sugiero esperen al segundo- tercer capítulo que se irán aclarando un poco más las cosas. Como dijo la persona con máscara, las sombras habitan la penumbra y por eso puede ser un poco confuso al inicio. Pero de continuar, habrá un capítulo más adelante (bastante más adelante) que hará que todo esto (al menos para mí) valga la pena. Jajajajaja.
De todos modos, les adelanto y explico: "las sombras" de esta historia NO tienen ninguna relación con "la Sombra" de la segunda y anhelada segunda película ("La película de la Jungla").
