Los personajes pertenecientes a Crepúsculo son propiedad de Stephenie Meyer, yo sólo juego con ellos, personajes originales son míos así como la trama, el fic es sin ánimo de lucro, y el único fin es de entretener al lector.

DOBLE TRAICION

—¿Qué mas quieres que haga? ¡Maldición Bella! Lo he hecho todo por ti

—Nunca te lo he pedido—dijo ella con serenidad, mientras él perdía la cabeza.

—¡Te he demostrado que te amo, he dejado todo por ti! Yo haría cualquier cosa que me pidieras…

—¿Cualquier cosa que yo pida?

—Sí, te lo juro por mi madre que lo haré.—Contestó Edward completamente enamorado y desesperado.

—Bien… entonces…

Cap.1 LA FIESTA

La fiesta estaba en su esplendor. Lo mejor de la sociedad se había reunido ahí. En la Mansión Cullen de Nueva York. Las fiestas que ofrecían los Cullen eran legendarias. Eran ricos. Talentosos… y uno de ellos… mujeriego.

En Estados Unidos, no había quién le hiciera sombra a Los laboratorios farmacéuticos Cullen. Gozaban de fama y prestigio. Su marca era la mejor. Todo era solo éxito.

Incluso esa noche Edward Cullen miraba divertido a las chicas que morían por estar con él, por pasar una noche con él. Y soñar tontamente que podrían enamorarlo y casarse con el heredero Cullen.

—Hey Jake, ¿que te parece la pelirroja de la izquierda?—señaló discretamente Edward a su mejor amigo, Jacob Black, amigo en parrandas y carrera. Quien era su director ejecutivo de ventas.

—Pues no esta mal. Pero mira a la ricura de negro, la que esta junto al bar. Se ve deliciosa.—ambos estaban mirando a las chicas y discutiendo con cual se irían a la cama. De pronto todo mundo volteó a la entrada del enorme salón. Todos murmuraban asombrados.

Edward y Jacob no se dieron cuenta hasta después de unos segundos donde todos, absolutamente todos, volteaban a la puerta del salón.

Edward fue el primero en voltear y dirigir la mirada hacia la puerta. Y ahí la vio.

Era la criatura más hermosa y perfecta que nunca había visto. Un ángel.

Era una mujer de aspecto garboso y elegante, pero parecía frágil. Cómo si necesitara protección. Edward se sintió atraído por esa bella mujer. Y apenas había caminado dos pasos cuando su padre ya estaba junto a la belleza morena.

—¡Que honor tenerla aquí, Señorita Swan!—Carlisle tomó la delicada mano de aquella ninfa de cabellos oscuros y largos hasta la cintura, mientras ella no veía a nadie más, mas que a su padre. En un segundo Esme estaba ahí, las presentaciones no se dejaron esperar, luego fue el turno de Alice, quien la abrazó emocionada. Ella se veía distante y tan hermosa y al parecer algo nerviosa.

Fue cuando Edward fue hacia ella.

—¡Ah, Edward!—dijo Carlisle al ver a su hijo avanzar hacia ellos.— Mira te presento a la Señorita Isabella Swan — Le tomó la mano delicadamente y se la besó sin dejar de mirarla intensamente.

—Es un verdadero placer conocerla Señorita Isabella— había pronunciado su nombre con deleite, sin embargo la joven no le dedicó más que una breve y fría sonrisa. Y eso no le gustó. Era una regla no escrita que toda mujer joven se sintiera atraída por él. Y ella no sería la excepción. No señor.

—Un gusto—fue todo lo que dijo, retirando la mano rápidamente. Luego fue el turno de Jacob. Edward no perdía ni un solo gesto de Isabella.

—Es un verdadero placer, estoy a sus pies Señorita Swan—y también le tomó la mano y se la besó.

—Un gusto—y también retiró la mano prontamente, Edward sintió alivio. No sabia porque pero de pronto deseó que Jacob no estuviera en la fiesta. Luego su padre la escoltó hacia la mesa principal. Estuvieron conversando animadamente Carlisle, Esme y Alice con ella.

A lo lejos, sentados en la barra, Edward y Jacob la miraban con deseo. No podían ocultar su deporte y afición favoritos: el sexo.

—Será mía Jacob, te apuesto lo que quieras a que no tardaré ni dos semanas cuando ella esté en mi cama.—Jake sonrió. Estaban tan acostumbrados a competir por las mujeres y a compartirlas cuando se daba el caso, que no importaba realmente quién la conquistaba primero, sin embargo Jacob deseaba una oportunidad con ella.

—Claro Edward, ya veremos, esa belleza no se me irá viva. Le doy un mes cuando mucho. Y será mía.—Edward frunció el ceño molesto de que Jacob quisiera conquistarla.

—Mmm, pues me parece que a Nessie no le hará mucha gracia si se entera…—sabia que Jacob se había encaprichado con una hermosa modelo brasileña. Y ya habían durado un mes. Todo un record para Black quien no salía con chicas por mas de una semana.

—¿Y quién te dijo que le voy a decir? Ese será un secreto bien guardado hermano—Edward no dijo nada, porque en ese momento, empezó el baile, dejó a Jacob hablando solo y se dirigió hacia Isabella. Era su oportunidad y no la desperdiciaría.

—Disculpa papá, mamá, Alice. ¿Señorita Isabella, me permite este baile?—la miró a los ojos y vio cierta ¿molestia? Pero en seguida ella sonrió esplendorosamente y aceptó.

Cuando se puso en pie, el vestido azul que llevaba, parecía una segunda piel, con una abertura que iba casi desde la cadera hasta el final del vestido, el tobillo. Cuando se movió, la luz de los focos le daba un aspecto etéreo que a Edward le fascinó. La llevó al centro de la pista y comenzó a tocar la melodía, algo rítmico, pero él la pegó a su cuerpo. Y comenzaron a bailar. Después de la segunda pieza que era lenta:

—¿Señor Cullen, no es necesario bailar tan… cerca?—él aspiró su aroma y con eso perdió el hilo de sus pensamientos. Se imaginaba lo que sería hacerle el amor a una criatura tan bella. Y luego sin proponérselo siquiera la apretó más hacia él.

—¡Señor Cullen!—Ya se había detenido Isabella y trataba de zafarse de su asfixiante abrazo. Parecía muy molesta y todos los veían. Fue cuando él reaccionó.

—Lo… siento, discúlpeme por favor—la miró con verdadero pesar en los ojos.

—Quiero volver a la mesa—contestó tajante y luego caminó decidida hacia Carlisle que veía preocupado y enfadado lo sucedido.

Edward la alcanzó de la mano, ella volteó y le miró molesta.

—Por favor, perdóneme, no sé que me sucedió. Le ruego vuelva conmigo… por favor…—ella le miró dubitativa y luego accedió.

—Si vuelve a importunarme, no le volveré a hablar jamás. ¿Entiende Señor Cullen?

—Por favor podría llamarme Edward, esto es una fiesta, no el trabajo. Además espero que no sea la ultima vez que nos veamos.—Ella mantenía una distancia prudente y le miró de forma enigmática.

—Creo que es preferible guardar las distancias Señor Cullen. Después de todo su fama le precede.— Justo en ese momento terminó la melodía y ella se zafó de su agarre y se fue a la mesa. Él se quedó clavado ahí, sin poder moverse por la sorpresa.

Luego que pudo reaccionar, se fue con Jake quien se reía de lo sucedido.

—Hermano, si que la vas a conquistar así. ¿Es que no recuerdas nada de lo que has aprendido? Checa esto…—y se dirigió a la mesa. Isabella platicaba con Alice y Esme mientras otras personas esperaban su turno de ser presentadas. Todas estaban fascinadas con la belleza morena de Isabella.

—¿Me permitiría la siguiente pieza de baile Mademoiselle?—ella le miró por unos segundos y Edward esperaba que ella dijera que no. Para su sorpresa y disgusto. Ella aceptó y luego ambos se acercaron a la pista de baile, y para mala suerte de Edward era una melodía lenta y acaramelada. Jacob la tomó delicadamente mientras se deslizaban suavemente y con gracia por la pista.

A pesar de tener a varias chicas con él, Edward no perdía de vista a Jake ni a Isabella y por unos segundos el horror se dibujó en su rostro. Ella le sonrió a Jacob.

Parecía que platicaban, eso no podía estar pasando. Edward tomó la mano de la primera chica que tuvo al lado y la jaló a la pista. Donde se colocó cerca de ellos.

—Espero este disfrutando la fiesta y el ambiente Señorita Swan—comentó Jacob mientras Edward se imaginaba a Jacob en medio del polo norte.

—Lo siento, no soy de fiestas. Esto es un compromiso ineludible.—Ni Jacob podía creer eso. Una chica bellísima que no disfrutaba con las fiestas. Era el premio gordo. Y le ganaría a Edward. Esta mujer tenia algo especial que lo hacia sentir diferente, ni siquiera con Nessie sintió algo así. Y estaba mas que decidido a hacerla suya.

—¿Y reside usted en Nueva York o es de otro país?—tenia que saber lo más posible de ella.

—Soy de Inglaterra. Pero ahora tengo negocios aquí.—Bella, rica y soltera. ¿Se podía pedir más a la vida? Jacob se encontraba entre nubes.

Y luego para alivio de Edward la melodía terminó. Él intentó ir por ella, pero otras chicas le cerraron el paso, querían que las sacara a bailar y él perdió la oportunidad, vio como se dirigió a la mesa y ahí departió con los demás invitados durante unos quince minutos y luego de manera obvia, se retiró a otro lugar con gente muy importante.

Ella departió con ellos por espacio de una hora. Y después se despidió. Pero todo eso no pasó desapercibido para Edward quién no dejó de vigilar la puerta, esperando el momento.

Edward estaba preparado, dejó el enjambre de chicas por seguirla. Su padre la escoltaba hacia la salida. Y ahora sólo esperaban su coche. Era su oportunidad.

—Si me permite Señorita Swan, seria un honor poder llevarla a su casa yo mismo.—Una petulante sonrisa le enmarcó el rostro, ninguna chica se resistía a él.

—No, no le permito Señor Cullen—lo dijo con frío desdén, mientras Carlisle intentaba ayudar.

—Usted no conoce este país, no me gustaría que tuviera alguna dificultad. Por favor le ruego reconsidere la petición de mi hijo.— Y en eso, un hermoso Aston Martin V12 Vanquish Plateado hizo su aparición, apenas iba a salir el modelo, Edward estaba esperando impaciente por comprarlo. Y se quedó de una pieza.

—Estoy familiarizada con el lugar. Además tengo chofer.— Cuando el carro se detuvo, Edward vio con sorpresa que era una mujer la que conducía, el valet le abrió la puerta a Isabella y antes de entrar, volteó hacia Carlisle.

—Ha sido un placer conocerlo señor Cullen.—Carlisle le miró amablemente y besó de nuevo su mano. Al momento se acercó Edward dispuesto a despedirse. Pero Isabella entró al auto y de inmediato se fue.

—Pero…—se quedó Edward viendo como se alejaba el coche.

—Hablaremos más tarde de esto Edward. Estoy muy molesto contigo.—Y su padre entró a la recepción. Pero Edward estaba furioso. ¿Cómo se atrevió a dejarlo así? Nadie se le niega a Edward Cullen. Y para probarlo, regresó a la fiesta, donde empezó a beber como cosaco, y después salió de ahí, abrazado de una hermosa pelirroja.


Ya tenía esta idea desde hace tiempo y ya no pude aguantar más, sigo con las demás historias, este es un pequeño break entre todo lo demás. Espero les guste. Besos a todas y mil gracias por leer.