Disclaimer.- Harry Potter no me pertenece ni me pertenecerá jamás, lamentablemente. Todo es de J.K. Rowling.
Notas.- ¡Ufff! Hace meses que no entraba al fandom de Harry Potter, y vengo incursionando por primera vez en esta pareja. Espero que les agrade ;D
Dedicatora.- A Aglaia Callia, por su cumpleaños que fue hace unos días. ¡Feliz cumpleaños, amore~!
Rutina
Albus Dumbledore no es un mago cualquiera. Carga el peso de los años y la sabiduría con una sonrisa tranquila, y su magia probablemente sea una de las más poderosas jamás vistas. Pero aún al gran mago le vencen de vez en cuando los recuerdos y las rutinas.
Albus tomará algunas tardes un paseo por la escuela, por su querido Hogwarts. Saludará a la Señora Norris con un movimiento de cabeza y sonreirá a todo estudiante con el que se encuentre. Saldrá hacia los jardines y visitará a Hagrid, para regresar antes del crepúsculo al castillo y subir a su despacho.
Y ahí, en el silencio que sólo Fawkes rompe de vez en cuando, recordará a Gellert. Y, como cada tarde, se preguntará cómo habría sido su vida si no lo hubiera conocido. No podrá evitarlo, aunque sabe que no servirá de nada.
Lo más probable, concluirá, es que Ariana hubiera vivido un poco más, y que su relación con Aberfoth fuera un poquitín mejor. No mucho, sólo un poco. Se habría convertido en un hermano mayor responsable y quizá nunca habría sido el famoso mago que es ahora. Poderoso, sí, pero quizá no famoso.
(Y sin embargo no podrá arrepentirse de haberlo hecho. No querrá arrepentirse. Aún cuando la culpa y la tristeza le envuelvan, aún cuando su hermano no le dirija más de dos palabras. Sabrá que nunca podrá arrepentirse de haberlo conocido, a pesar de todas cosas.)
Después de rectificar sus conclusiones, esas que sacó hace mucho tiempo (demasiado, tal vez), recordará el día en que le vio por primera vez. Recordará esos aires altaneros y el hecho de que no le había agradado del todo en un principio. Recordará cómo había cambiado de opinión en cuanto había mantenido una conversación con él, y la forma en que hablaba con un inglés perfecto a pesar de no ser su lengua materna.
Pero sobre todo recordará su sonrisa. Alegre, franca y maliciosa. Sobre todo maliciosa.
Y también recordará (sin quererlo, casi por equivocación), la forma en que su corazón había saltado la primera vez que había visto esa sonrisa.
(Y ahí tratará de detenerse. Porque sabe el rumbo al que llevan sus recuerdos, y no se cree lo suficientemente fuerte como para afrontarlos de nuevo. Pero éstos le ganarán la batalla, de un golpe y sin necesidad de un segundo esfuerzo.)
No querrá definir lo que sintió durante esos meses en los que convivió con él. Eran jóvenes y brillantes, dirá. La vida se abría frente a ellos y querían comérsela de un bocado, no les importaba lo que los demás dirían, no les importaba nada más. Eran ellos contra el mundo, y estaban seguros de poder vencerlo.
Lo que sentía era un plano secundario. Lo sentía y ya, punto y aparte.
(Y a pesar de eso, en esos momentos de soledad podrá darle nombre, en voz baja y cuidadosamente, como si un movimiento en falso pudiera desmoronar esa afirmación. Soltará despacio esas cuatro letras y sonreirá con tristeza, un poco de esa tristeza que ha acumulado a lo largo de los años, de la que viene con la sabiduría y la experiencia.)
Y después de ese preciso momento, Fawkes moverá las alas, llamando su atención y sacándolo de sus pensamientos para avisarle que el momento de la cena ha llegado.
Sí, Albus Dumbledore es un mago excepcional. Pero es en esos momentos de silencio y reflexión, cuando piensa en Gellert y en nadie más, cuando su corazón está vulnerable y al descubierto… es en esos momentos cuando siente que vuelve a ser el chico anónimo que se había sonrojado ante una sonrisa maliciosa y burlona.
¿Reviews? 83
