Vanidad
Por Inniyah
A veces, cuando Sakura observa el cielo, cierra los ojos y finge que nada ha cambiado. Piensa que aún es indispensable lavarse el cabello con lociones especiales y dejarse llevar por la vanidad: darse un baño de tina, pintarse las uñas de los pies e ir de compras.
Se dice así misma lo sucio que es entrenar en el lodo, sudar en exceso y tomar el Kunai con fuerza excesiva: Sus manos pueden maltratarse y aún no consigue esa crema con olor a fresas que ayuda a protegerlas contra la resequedad y el sol.
Insiste en que mañana será un día nuevo en el cuál comenzará una nueva dieta, hará mala cara a Ino y golpeará a Naruto cuando se sienta lo suficientemente frustrada. Sakura recuerda que intentará ser, como siempre, alguien que se guarde sus comentarios, no externalizará sus preocupaciones o inseguridades y si Sasuke cree que una idea es estúpida, evitará llevarla a cabo aunque le parezca divertida. En caso de que las cosas se salgan de control en una misión, Sakura seguirá las instrucciones de Kakashi-sensei, aceptará que no es tan fuerte como los demás y en caso de ocurrir lo peor… llorará amargamente.
Sin embargo, cuando las cosas llegan a este punto, Sakura siempre abre los ojos y enfrenta la realidad. Acepta que no puede ser dócil como antes. Ahora es un espíritu libre. La Quinta Hokage se ha encargado a de enseñarle a decir lo que piensa, a seguir su propio camino. Sakura observa sus manos… durante la práctica atrapó un Kunai extraviado que rasguñó su palma derecha. Sus manos, aunque aún suaves gracias a los guantes, tienen leves cicatrices. Es increíble que siendo tan pequeñas, tengan la fuerza de romper montañas y sean capaces tanto de sanar, como de matar.
Sakura, entiende que en una pelea no hay tiempo de inseguridades si desea proteger a sus personas queridas y finalizar una misión en forma exitosa. En este momento, la joven interrumpe su reflexión y sin mayor esfuerzo, logra atrapar otro Kunai extraviado, esta vez sin hacerse daño a sí misma.
-¡Sensei¿Está usted bien?…
-No fue nada… sin embargo, el blanco está en el tronco del árbol, no en la copa.- Sakura salta desde la rama hasta el suelo, no diferente a la forma en que los gatos brincan de las bardas. El chico se sonroja, obviamente no estaba lo suficientemente concentrado.
-Lo siento sensei, no volverá a ocurrir…
Para sorpresa del niño, y de los otros dos chicos que observaban la escena esperando que Sakura ordene dar vueltas a su compañero, la mujer rió.
-Aprovecha ahora, que tienes la oportunidad de distraerte… en unos cuantos años no podrás hacerlo.
"Aprovecha el tiempo, en que aún eres inocente y crees que cambiarás al mundo… cuando piensas que si sigues las instrucciones del libro o del sensei, las cosas saldrán bien… cuando sientes que puedes llorar frente a otros, porque al final, lo único que queda es fingir que puedes cerrar los ojos y volver el tiempo atrás". La kunoichi observa el campo de entrenamiento y da una sonrisa a sus discípulos que no alcanza sus ojos.
