Eren observó a Rivaille con curiosidad. Habían estado trabajando todo el día, no solo en la limpieza del viejo lugar, sino que él tuvo que seguirlo de un lado al otro mientras el mayor se ocupaba de un montón de cosas que el ojiverde todavía no entendía del todo. Ahora estaban sentados en el suelo de una de las habitaciones, descansando un poco antes de volver a sacudir el polvo de aquel antiguo castillo.

Eren dejó de ver a su superior, quien estaba con la mirada perdida y el rostro pensativo, cansado. Se decidió a ignorarlo por un rato, dedicando su atención a las hojas de los árboles afuera como si estuvieran en otoño. Detrás de la ventana se veía aburrido y Eren sintió deseos de ir a corretear un rato entre las arboledas.

Pestañeó y no se dio cuenta que sus ojos se había cerrado durante mucho tiempo hasta que los abrióm de nuevo, entonces se dio cuenta de lo cansado que encontraba y se frotó la cara. Continuó mirando el exterior, ahora con más ganas de recostarse en una cama que de corretear.

De repente sintió un peso en el hombro que casi lo hace pegar un respingo. Se sorprendió al hallar a Rivaille dormido sobre su hombro. Tenía la boca entreabierta y parecía relajado, al igual que su expresión. Se veía tranquilo, apacible…

El rostro de Eren se sonrojó levemente. Era la primera vez que tenían contacto físico, sin contar cuando Rivaille lo golpeaba. Incluso si solía maltratarlo, Eren lo adoraba y por múltiples razones. Despues de todo, era su ejemplo a seguir, una persona que le pegaba pero que en el fondo hacía lo imposible para evitar que le ocurriera algo malo. Y no solo eso: compartían un objetivo en común, el de matar a todos los titanes, pero Eren sabía que él no estaba listo para eso. Rivaille sí y cumplía su sueño. Definitivamente era su ejemplo a seguir.

Un movimiento por parte del otro lo sacó de sus pensamientos. Se había removido y casi se cae contra el piso, pero Eren lo tomó en sus brazos rápidamente. Rivaille se acomodó inconscientemente en su pecho, como si fuera una almohada.

Eren se mordió el labio, el color rosado tiñiendo sus mejillas. Quería apartarlo, eso era lo que debía hacer. Sino, Rivaille se enojaría al despertarse. Podía llevarlo a una cama o…

No. La mente de Eren empezó a divagar: estaba muy cansado hasta para levantarse. El calor que provenía del cuerpo contrario era cálido y reconfortante.

Y sin ni siquiera darse cuenta, se quedó dormido.