-Bla, bla, bla- son diálogos.
Bla, bla, bla son pensamientos.
Ahora pro favor, gusten del fic.
Eclipse
Hogwarts, invierno de 1975
-Maldito frío- gruño un chico de tez pálida y cetrina, con su ojos negros cubiertos por oscuras ojeras, con su pelo a media espalda, negro y de aspecto grasoso, que llevaba a cargando varios libros muy pesados.
Pero no le importaba, sólo quería llegar a su sala común y comenzar a leerlos. El tiempo era fatal ese día, habia una ligera ventisca de nieve, que amenazaba con ponerse peor.
-Hola Quejicus- sonrió un chico muy atractivo de pelo largo.
Él no respondió, sólo lo miro con odio, a él y a sus compañeros.
-¿Qué pasa Snape?, ¿Te comió la lengua la serpiente?- dijo uno de sus amigos, que usaba gafas redondas y tenia el pelo encrespado.
-Déjenme en paz- les dijo molesto, pero una voz en su cabeza le decía que esto terminaría como siempre. Miro a sus lados, y vio como todos los estudiantes se acercaban para ver como lo dejarían en ridículo.
Sólo se acercaban a ver y burlarse. Nunca para ayudarlo.
-No lo creo Quejicus, veras, estamos muy aburridos, esta nevada no nos ha dejado salir, así que vinimos a saludarte- sonrió el de pelo largo, conocido como Sirius Black.
-Así es, deberías sentirte muy feliz- sonrió maliciosamente su amigo de gafas, conocido como James Potter.
-Chicos…- dijo uno de sus compañeros preocupado, le llamaban Remus Lupin, era un chico tímido y de cabellos castaños.
-Qui-quizás deberíamos irnos- dijo al lado suyo su compañero, que también temía por el resultado de toda esa escena. Era pequeño y rellenito, le llamaban Peter Pettigrew.
Pero como era de costumbre, Potter y Black terminaron lo que empezaron. Siempre lo hacían.
-Bueno Quejicus, esos libros se ven pesados- sonrió Sirius.
Severus retrocedió. Ya se estaba imaginando lo que querían hacer.
-¿Son de la biblioteca? Vaya, seria un gran problema para ti si los pierdes- sonrió James.
Severus aferro los libros contra sí. Como odiaba a esos dos. Como odiaba a todos.
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Severus se quito la sangre que le salía de la boca y la nariz, le dolía todo el cuerpo, se incorporo con dolor, y se subió los pantalones.
De nuevo le habían humillado.
Le habían azotado contra el muro, le bajaron los pantalones, y en el suelo, no satisfechos, le patearon.
Cómo les odiaba.
Cómo odiaba a todos.
Le dolía el cuerpo, pero mas le dolían las burlas. Las risas que se clavaban en su cerebro y no le dejaban dormir.
Cómo les odiaba.
Se incorporo con algo de torpeza, y miro con tristeza todos los sus libros tirados en el suelo, estaban deshojados casi todos.
Y seguro le culparían por eso.
Siempre lo hacían.
Los tomo con cuidado, y recogió cada hoja mientras se seguía secando la nariz, la sangre no paraba. Y el sabor metálico y fibroso en su boca menos.
Siempre habia sangre en su boca.
Desde que recordaba.
Su padre nunca se fue con miramientos. Ni con él, ni con su madre.
Muchas veces en casa, no era la sangre de él la que le cubría o le salpicaba con frialdad el rostro, muchas veces la sangre de su madre le caía. Era tan roja como la de él, y sabia casi igual.
Sabor metálico.
Cuando supo que se alejaría de su casa, que ahora iría a un lugar diferente, donde sus cualidades fueran reconocidas, se alegro mucho. Mucho en verdad.
Se alejaría de su padre, de ese maldito que al final le quito a su madre.
Le habia matado. Enfrente de el.
Ella simplemente cayó al suelo, salpicada en su propia sangre. Y ya no se levanto.
En verdad pensó que se habia librado de todo. Que ahora podría ser feliz.
Pero ahora sabía que nunca seria feliz. Que esa palabra no existía para él.
Que la vida le odiaba.
Y el también la odiaba.
Odiaba a todos.
Y se los haría pagar.
A todos y cada uno de ellos.
Cómo les odiaba a todos.
Termino de coger todos los libros y hojas sueltas, los sujeto con fuerza, y comenzó a andar hacia su sala común.
Sólo quería leer.
Perderse en las letras, y olvidar todo.
Estaba muy cansado.
Cansado de todo.
Ahora los libros le pesaban demasiado.
Le pesaba respirar.
Se sentía muy cansado.
Muy débil.
Se apoyo en uno de los muros, y dejo los libros sobre una de las grandes ventanas.
Se apoyo un poco, y empezó a jadear con dolor.
Le faltaba el aire, pero respirar le dolía.
Se toco un costado, y sintió una punzada dolorosa. Tanto que se cayo de rodillas por el intenso dolor.
Le habían roto alguna costilla.
Se palpo ahora con cuidado, y vio que era el lado derecho, se toco con cuidado, para saber cuantas le habían roto, sintió una nueva punzada, y esta le hizo vomitar del dolor.
Vació su estomago, donde se revolvía su sangre con su saliva.
Jadeo algo mareado.
Habia sentido 2 costillas rotas.
Y estas le estaban partiendo el alma del punzante dolor.
Gimió en apenas con voz, necesitaba ayuda. Pero al ver con desesperación a su alrededor, no habia nadie.
Que irónico.
Cuando le golpeaban y humillaban, parecía que toda la escuela se las arreglaba para estar ahí, pero cuando necesitaba ayuda, el maldito castillo estaba sólo.
Cómo los odiaba a todos.
¿Por qué nadie le ayudaba?
¿Por que?
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-…der……des……erta…-
-¿M?- Severus sintió como alguien le tocaba suavemente ¿Quién era?
-Des… erta…… bien?-
-¿N?- Severus abrió los ojos con pesar, ya no sentía tanto dolor, sentía… algo calido en su costado derecho. Se sentía bien.
-¿Estas bien?- pregunto la persona frente a él. Severus no alcanzaba a distinguirle, aun se sentía muy mareado, y veía todo borroso.
-Um, te llevare a la enfermería, te vez mal en verdad- dijo la voz preocupada. Ha, es verdad, es la voz de una chica.
¿Quién será? No me suena su voz… pensó Severus, sintiendo como le hacían levitar y lo llevaban a algún sitio, no sabia adonde, sólo quería descansar.
Escucho pronto el chillido de unas puertas al abrirse.
-Ha, la enfermera no esta, seguro a salido, bueno no importa, voy a recostarte- dijo la chica y cerró la puerta tras ellos, sólo para después recostar a Severus con cuidado en la cama.
Él sintió como la chica le ponía las matas con cuidado. Agradecía el detalle, en verdad le dolía el cuerpo.
-¿Ya te sientes mejor? Creo que cure bien tu costado, te vez mas relajado- dijo la chica aliviada.
-¿Me… curaste……?- dijo Severus con cierto dolor en su voz.
-Si, no soy mala sanadora después de todo- dijo en un tono suave y amable, a Severus le pareció que hablaba así para no molestarle.
-M, esta muy oscuro aquí, prenderé la luz-
Severus estuvo atento a eso, su curiosidad incluso en su dolor era en general muy activa, y ahora deseaba saber quien le habia ayudado.
La luz se encendió con una suavidad muy cómoda, lo suficiente como para no dañarle la vista.
-Así esta mejor- sonrió la chica.
Severus le miro algo sorprendido, la chica frente a él era muy bonita, pero ya mayor, quizás unos 25 ó más. Tenía el cabello rizado, por lo que se veía de los mechones que salían de su peinado, pero no se veían mal, le daban un aire de ensueño, algo tierno.
Sus ojos eran de un color almendra, se veían muy calidos, sus facciones a pesar de ser mayores eran muy suaves, y más ahora que ella le miraba y sonreía con calidez.
-¿Quién… eres tú…?- pregunto algo cansado.
-Me llamo Hermione Granger, soy maestra de pociones aquí en Hogwarts- sonrió la joven, mirando al chico con curiosidad.
-Cielos, te pareces mucho a alguien que conozco, sólo que tu eres mas lindo- sonrió Hermione divertida.
Severus no supo por que, pero sintió como de repente se sentía muy nervioso.
-Um, pero tu rostro no me suena, eres muy grande para ser de primero- dijo Hermione mirándolo con curiosidad. Pero sin perder esa linda sonrisa.
Severus no entendía nada en realidad. Él tampoco la habia visto en el castillo. Y hasta donde sabia, era Slug el que daba las clases de pociones.
Todo era muy extraño.
-Granger!-
Severus y Hermione dieron un respingo del susto. Ninguno esperaba que la puerta de la enfermería se abriera de golpe.
-¿¡Se puede saber que te pasa que entras así!?- dijo Hermione furiosa, mirando al hombre que era el responsable de haberla asustado.
Severus también quería reclamarle, vaya susto que le habia dado, pero como "la maestra" se habia puesto de pie frente a él, ya no podía ver a quien habia entrado.
-¿Se puede saber por que le quitaste 70 puntos a mi casa?- dijo el hombre furioso.
Severus le odio de inmediato, su voz era muy parecida a la de su padre.
-Fue por que tus consentidos molestaban a Rupert Weasley- dijo Hermione seria.
-Va! Ese bueno para nada seguro se lo ha de haber buscado, es un inútil- dijo el hombre con tono de burla.
-No te atrevas a ofenderlo delante de mi! Ese chico apenas y sabe defenderse de los gorilas de tus alumnos que le fastidian todo el tiempo! Les pille cuando le estaban dando una paliza, así que no me vengas con que no se que paso cómo la ultima vez!- le dijo Hermione fríamente.
-Y ten por seguro que de ser por mi ya les hubiera expulsado!- dijo Hermione alzando el tono. En verdad estaba furiosa.
Severus se permitió una ligera sonrisa. "La maestra" si que sabia plantarle cara a ese tipo tan odioso. Después de todo ella tenia razón, esos gorilas debían ser expulsados, si fuera él el encargado, lo haría sin pensárselo.
-Para lo que me importa! Más te vale dejar a MI casa en paz!- dijo el hombre molesto.
-Claro, sólo deja TÚ en paz a TODOS- le dijo Hermione.
-No me busques Granger- dijo amenazante el hombre.
-Inténtalo, quiero ver al gran maestro de defensa contra las artes oscuras en acción, con lo viejo que estas sólo no vayas a olvidar tu bastón- dijo Hermione con burla.
-¿Qué?- bramo el hombre furioso sólo, y Severus no pudo evitar reírse del comentario.
-Tu cállate estupido niño!- bramo el hombre furioso, tratando de ver tras Hermione, que le tapaba la vista, al chico.
-NO! Tú te callas de una maldita vez! Esto es una enfermería, y si quieres arreglar esto vamos a la dirección, pero mañana, yo tengo que atender a este chico, no soy como tú de holgazán que tiene tanto tiempo libre y viene a fastidiar a los demás- le dijo con burla.
-Grr, te acordaras de mi Granger!- dijo el hombre furioso, y salio azotando la puerta.
-Idiota- gruño Hermione cruzándose de brazos.
-Ese tipo es un cretino- dijo Severus algo divertido.
-Sin duda- sonrió Hermione girándose de nuevo hacia él.
-¿Cuál es su problema?- pregunto Severus con calma, mirando como Hermione le ajustaba la manta con cariño.
-Bueno, el solía darme clases aquí en Hogwarts cuando yo era niña, cielos, le caía muy mal de chica, así que de grande me soporta menos, y cuando vine a dar clases aquí, tome su antigua asignatura, pero creo que no le gusta que todos digan que enseño mejor que él, creo que es cosa de su ego o algo así- sonrió Hermione.
-Pero… usted ya no es una niña, las personas cambian- dijo Severus bostezando.
-Tal vez, pero no te confundas, en realidad él es una gran persona, sólo que nunca lo demuestra con nadie… paso por muchas cosas en su juventud- sonrió Hermione.
-Mm… si yo… fuera él, yo si lo seria- dijo Severus cerrando los ojos, tenía mucho sueño.
-¿Qué serías?- pregunto Hermione con calma.
-Yo… seria bueno con usted… por que usted es muy linda- dijo Severus cerrando los ojos, sintiendo como el sueño le alcanzaba.
Fin.
Espero que les guste como quedo, si tienen alguna opinión, se las agradecería.
Saludos a todos, y suerte.
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