Finn estaba sentado en una silla, en una habitación pintada de azul. Todo había pasado tan deprisa. Y él no paraba de pensar que era por su culpa. No debería de haber llevado a Rachel a aquel restaurante. Miró a la cama de hospital que tenía al lado y observo a Rachel, que yacía medio inconsciente. Ésta tenía la cara llena de rozaduras, una pierna rota, varias costillas clavadas…

Todas las personas con las que él había hablado le habían asegurado una y otra vez que no se culpase por el accidente. En verdad no era culpa de él, pero Finn sentía como si lo fuera.

En ese instante, Rachel giró la cabeza aún dormida y empezó a murmurar cosas inteligibles. Él se quedó mirándola. La verdad es que aunque él estuviese enfadado con ella por lo que pasó con Puck, pero no podía negar a su corazón que la seguía amando como si fuese el primer día. Se acercó más a la cama donde estaba ella y le agarró la mano con suavidad, para luego depositar un beso en ésta. Le apartó un par de mechones sueltos de la cara y acto seguido se apoyó contra la pared para seguir observándola dormir. Al rato se quedó dormido.

Al cabo de media hora, Rachel recuperó la consciencia. Abrió un poco los ojos para ver una habitación de hospital azul. No recordaba nada de lo que había pasado. Al despertar un poco más, notó como alguien agarraba su mano y se giró para contemplar a escasos centímetros la cara de un chico alto, con pecas en la cara, labios suaves y pelo oscuro. Estaba dormido, con lo cual no podía observar sus ojos. Quitó suavemente su mano de la del chico y se quedó observándolo.

Le sonaba de algo, ciertamente. Pero la verdad es que no se acordaba de dónde lo había visto. Tal vez era algún enfermero, pero no llevaba el vestuario que llevan normalmente, simplemente llevaba unos vaqueros y un jersey a rayas azules y marrones. Mientras Rachel estaba en sus cavilaciones, el misterioso chico despertó. Al ver que ella estaba despierta se restregó los ojos y sonrió. Ella le devolvió la sonrisa, aunque no entendía bien el motivo. Él volvió a coger la mano de ella y susurró.

- ¿Cómo te encuentras, Rach?

- Eh… Pues la verdad es que un poco dolorida, pero ya se va pasando. ¿Sabes que me ha ocurrido? Yo no me acuerdo de nada.

- Pues esto fue lo que pasó. – Finn inspiró y espiró aire profundamente y empezó el relato.- Bueno, pues tú y yo estabamos comiendo en un restaurante, y al salir, te atropelló un coche que seguramente conduciría un borracho sin carnet de conducir... y quedaste inconsciente.

- Y... ¿tú y yo estabamos comiendo? ¿Por qué?

Finn frunció el ceño y sintió una gran confusión en su interior. ¿Qué estaba pasando?

- ¿Por qué? Somos amigos, ¿no?

Rachel sacudió la cabeza lentamente y habló despacio.

- Creo que ha debido de haber un error. Yo no te conozco.