Los Tres Forasteros

El sol comenzaba a ponerse sobre las calles del Londres medieval, iluminado y apenas logrando calentar las frías casas de paja y madera.

A lo lejos, pasando el gran rio se lograba distinguir 3 figuras que apenas salían de entre los árboles, montados a caballo cruzaron el puente y entraron en la gran ciudad que aun dormía, encapuchados y encorvados ligeramente por el cansancio y el hambre dirigían sus caballos que daban pasos temblorosos después de pasar días sin comer y a con poca agua. Solo se escuchaba la dificultosa respiración y pasos de los caballos; hundiendo las pezuñas en el lodo y deshechos.

Vestidos con los ámbitos de los monjes, portando incluso una cruz de madera, sus prendas algo desgastadas e incluso sucias.

Conforme avanzaban las figuras los londinenses salían de a poco, comenzando con sus tareas diarias, de vez en cuando; los tres; se detenían para evitar una cubetada de deshechos o para no golpear a la gente que comenzaba a atiborrar las calles.

No fue hasta medio día que lograron llegar a su destino, el gran castillo que se erguía justo en el corazón de la ciudad. Justo en la majestuosa puerta fueron detenidos por dos soldados que les apuntaban con las espadas amenazadoramente.

-¡Identifíquense!-Exigió uno de los soldados.

La figura que estaba en el centro rio por lo bajo ante la escena.

-Venimos al llamado del consejero real-Dijo uno de los tres.

-¡Identifíquese!-Repitió el soldado.

Los tres se mantuvieron inmóviles durante unos segundos; con los rostros totalmente en tinieblas.

-Pueden pasar-murmuro el soldando bajando la espada, con la mirada perdida; imitado por el otro soldado.

-¡Adelante!-

Los tres entraran en los terrenos del castillo, dirigiéndose a una de las torres.

Desmontaron sus caballos y continuaron a pie hasta llegar a la puerta de las torres más pequeñas.

Uno de los tres se adelantó mientras que los otros dos se quedaron atrás mirando a todos lados, y dejando entrever lo que parecía una varita de entre sus prendas.

Toco la puerta nerviosamente y esperaron unos segundos; nada paso.

-Es una trampa- Susurro uno de ellos mientras retrocedía lentamente.

-Espera- Le respondieron los otros dos al unisoro mientras el primero volvía a tocar la puerta. Esta vez la respuesta fue casi al instante.

Una pequeña rendija se abrió en la puerta sorprendiendo a los tres.

-Contraseña-Resonó una voz casi metálica del otro lado de la puerta.

-P-pastillas acidas-Tartamudeo provocando que la puerta se abriera por completo dejando ver un aula casi en tinieblas; la única fuente de luz provenía de una pequeña ventana al fondo que alumbraba tenuemente un escritorio grande lleno de pergaminos y detrás de esta la figura risueña de Albus Dumbledore.

-Adelante-Dijo Dumbledore señalando con la mano las tres sillas que esperaban enfrente de su escritorio.

Los tres entraron lentamente con las varitas en la mano; aun desconfiaban.

-Ohh. Lo siento, olvide decir mi contraseña- Anuncio Dumbledore ante la actitud de los tres-Buckbeak-Susurro mirándolos a través de unas gafas de media luna.

Al escuchar ese simple nombre los tres se relajaron guardando sus varitas y quitándose las capuchas que aun los cubrían.

-Que alivio…-Dijo Harry mientras se sentaba en una de las sillas junto con Ron y Hermione.

-No perdamos más el tiempo-Sentencio Dumbledore quitándose su puntiagudo sombrero de la cabeza. Los tres lo miraron dramáticamente, aguardando sus palabras.

-Estamos a punto de entrar en guerra con Francia-Dijo pesadamente Dumbledore dejando un largo silencio de por medio esperando a que alguno de los tres respondiera algo.

-Y eso…a nosotros…

-¿Acaso no lo ven?-Pregunto Dumbledore con un tono casi sarcástico que hizo que Hermione se moviera algo incomoda en la silla.

-Voldemort…-Susurro Harry con la mirada algo perdida.

-¡Así es!- Festejo Dumbledore- Cada vez toma mayor control de reya, cada vez hay más personas infiltradas en su corte, incluso en su propia cama. Enrique no quiere ver que no podemos mantener una guerra, ya casi no me escucha, no se cuánto tiempo me quede en esta posición-Dumbledore tomo aire-Por eso es que los mande llamar…

-Pero nosotros…los Horrocruxes..-Tartamudeo Hermione.

-Se que es una carga pesada para ustedes, pero, en cuanto pierda por completo a nuestro querido rey y pase a ser el títere de Voldemort tendrán a toda Gran Bretaña en su contra…y el país podría derrumbarse…

-Pero...nosotros…¿qué podemos hacer?-Pregunto Harry

Ustedes eligen acudir a mi llamado o retirarse-Dumbledore hizo un ligero movimiento con la mano provocando que se abriera la puerta dejando escapar un agudo rechinido de esta.

Los tres se miraron entre si, no hacía falta tal pregunta, Hermione le sonrió a Harry.

-estamos dispuestos-sentencio Harry ante la media sonrisa de Dumbledore.

-Bien…este es el plan…