Disclaimer: Naruto no me pertenece, es creación de Masashi Kishimoto.


Nota: Universo Alterno.


"No quieres ser como yo"


I Parte.


Capítulo 1: La rehén.


.

Bristol es uno de esos suburbios ingleses en el cual ningún ser humano desearía nacer.

Sus calles son estrechas, el alumbrado pésimo, abundan los callejones que aún guardan algo de sangre impregnada en sus oscuras paredes. El cielo siempre está gris, nublado, y acostumbra llover por las noches; en este barrio no hay áreas verdes, apenas existe un parque con árboles sin hojas, de tanto aspirar el humo del cigarro de los jóvenes que se reunían allí para beber y fumar.

No existía día en el que no se escuchara alguna balacera y se cobrara la vida de algún inocente por bala perdida, de más está mencionar los crímenes por sicariato y los robos a mano armada. En Bristol eran comunes los bares, los casinos y 'las mujeres de la vida alegre', ver personas arrastrándose por las madrugadas con un fuerte olor a alcohol no era un espectáculo exclusivo de fines de semana, era de todos los días. La policía no patrullaba por esa zona, en realidad no valía la pena, en Bristol se acostumbra encubrir a los delincuentes o negar ser testigo de algún crimen, porque si alguien abría la boca, su familia desaparecía.

La otra cara de la moneda: la gente honesta, de trabajo decente, alejados de la delincuencia; contados, pero existían, escondidos en sus hogares por las noches.

Uno de aquellos hogares honestos era el de la familia Haruno, integrada por dos ex comerciantes y su única hija; ex comerciantes porque fueron asesinados unas semana atrás. La única sobreviviente, su hija Sakura Haruno, se encontraba en este momento caminando con suma cautela a lo que fue su antiguo hogar.

Los tres primeros días después de la muerte de sus padres estuvo llorando, emitiendo quejidos detrás de algún basurero de un callejón; dejó de hacerlo cuando al tercer día un ebrio caminó hacia ella, curioso por el ruido que la muchacha había estado haciendo, diciéndole cosas morbosas, que a pesar de haberlas pronunciado mal por su estado, Sakura las oyó bien. Había corrido con todas sus fuerzas hasta que lo vio caerse y no levantarse más, tal vez por su ebriedad, no lo sabía bien, pero desde ese día aprendió a llorar en silencio.

Los cuatro días restantes durmió detrás de los basureros de algunos restaurantes, esperando que algunos empleados lanzaran las sobras de comida en las bolsas. Amaba la comida china y odiaba tener que pelearse con algún gato hambriento, les convidaba siempre en cuando no se mostraran agresivos. En esos cuatro días se debatía sobre si regresar o no a su casa, comparaba los pros y contras de volver: como pros, tendría techo donde dormir, debía de sobrar algo de comida y tendría ropa con qué cambiarse; como contras, no dudaría mucho allí, tendría que pagar las cuentas y la comida se agotaría, pero sobre todo, lo más perturbante, probablemente los cadáveres de sus padres seguirían allí. ¿Y qué tal si los criminales se habían apoderado de su casa como solían hacer con las otras familias? ¿Qué tal si iban por ella? Negó con la cabeza, realmente no sabía por qué habían matado a sus padres, pero no creía que quisieran a una niña como ella. Al final, los contras pudieron más y se le fueron las ganas de volver.

Pensó en acudir a la policía, pero probablemente se metería en más problemas; la buscarían y matarían por soltar la boca, o la ingresarían a un orfanato por ser menor de edad. Desechó por completo la idea de regresar a casa, entonces, lo único que le quedaba era conseguir un empleo y sobrevivir como pudiese. En todos los trabajos que ella consideró decentes le negaron la posibilidad, no querían menores de edad trabajando ya sea como repartidora de comida, mesera o cajera. No tuvo opción y buscó trabajo en lugares más oscuros, pero su figura de niña no ayudaba para ser anfitriona o mesera de algún bar o casino.

Solo una señora algo mayor le ofreció trabajo en un bar, un bar según lo que decía el letrero en la entrada del local.

No te podemos dar trabajo como mesera, pero tal vez te interese otra oferta laboral.

Sus ojos verdes se iluminaron, sonrió abiertamente y agitó su cabeza de arriba a abajo. La señora le agarró el mentón y con su uña larga y roja del dedo índice le empezó a acariciar el rostro.

Tienes una cara bonita, apuesto que limpia te verías mejor —con su dedo pulgar intentó quitarle una macha del mentón—. Sé sincera niña, ¿cuántos años tienes?

Sakura sacó de su pequeño bolso rosa sus documentos —su madre se los había dado media hora antes del asesinato, ellos sabían que morirían aquel día—, y la mujer los tomó, mayor fue su sorpresa al encontrar una sonrisa de lado en el arrugado y exageradamente maquillado rostro de la señora a la cual llamaban Madame.

Dime cara bonita, ¿no has tenido relaciones sexuales, verdad?

Se removió incómoda en su sitio, miró hacia el costado y negó con la cabeza.

Mira pequeña, hoy en día la virginidad ha tomado un valor muy alto y es un plus que seas menor de edad; no sabes cómo los hombres fantasean con eso, los hombres no se resisten a un cuerpo virgen. Mira aquel tipo —giró su cabeza hacia el lugar donde Madame señalaba con su dedo— ¿Sabes cuánto está dispuesto a pagar por una virgen?

La mujer se agachó hasta la oreja de Sakura y le susurró la cifra, Sakura se estremeció; con ese dinero probablemente no tendría que trabajar en años, ¿cuántos platos de Chifa podría comprar con ese monto? Miró de nuevo hacia el tipo y tragó saliva, tendría unos setenta años y su reloj dorado en la muñeca demostraba lo poderoso que era. Retrocedió por instinto, chocando contra una mujer en escasa ropa. Tembló, pensó que la forzarían a quedarse y el miedo se reflejó en sus ojos. La señora lanzó una carcajada.

No te preocupes Sakura, no te vamos a forzar a nada, ¿pero sabes qué? Pienso que vas a volver, cuando no te quede nada más en la vida a qué aferrarte y la desesperación se apodere de ti, regresarás. Solo procura seguir manteniendo las piernas cerradas.

Y sin más, Sakura salió corriendo del lugar, escuchando las estruendosas carcajadas de Madame.

Ahora estaba caminando hacia su antigua casa, el sétimo día había resuelto entregarse al orfanato; no podía ser tan malo como lo pintaban, esas aterradoras historias acerca del orfanato debieron haber sido creadas para espantar a los niños que no querían comer su sopa. Al menos tendría techo donde dormir y comida; la única razón por la que volvía a su casa era para recuperar un objeto preciado por ella, si lo volvía a tener en sus manos, entonces la vida en el orfanato no sería tan dura, concluyó.

Se escondió detrás de un muro y observó el condominio en donde vivía, su casa estaba en el segundo piso Bloque B, exactamente la última de ese piso. Se acercó con cautela y se agachó para pasar por una reja rota. Pasó el departamento Bloque A sin mirar atrás, cuando llegó al Bloque B vio dos hombres tomando en la puerta de una casa del segundo piso; decidió pasarse de la escalera principal e intentar subir por una escalera semirota de primeros auxilios que colgaba del segundo piso, y que justamente, daba con la puerta de su casa. Subió por allí, recordando que fue por esa misma escalera por la cual bajó al huir de su casa, una lágrima amenazó con salir pero cerró fuertemente los ojos para poder retenerla. Ya en el segundo piso pegó su oreja a la puerta de su casa, no escuchó nada; se acercó a la ventana para intentar ver el interior.

—¿Esa no es la hija de los Haruno? —escuchó a un hombre pronunciar su apellido.

Sakura corrió hasta las escaleras cuando los vio a ambos levantarse con actitud peligrosa, y colocó el pie derecho sobre el primer escalón, sudaba frío.

—Yo me encargo —oyó decir a uno de los hombres.

Bajaba tan rápido como podía, en mitad de la escalera se decidió a saltar, sintió un fuerte dolor en el tobillo izquierdo. Vio que solo la perseguía un hombre de contextura gruesa, el mismo que había visto antes tomando con otro tipo, al parecer el otro se había quedado. Corrió hacia la reja con una mano en su bolso rosa por si se le caía, le sorprendió no escuchar aún ningún balazo.

A pesar de su leve estado etílico y el sobrepeso que tenía, el tipo pudo saltar la reja sin mayor esfuerzo. Sakura siguió corriendo sin mirar atrás, podía escuchar los pasos del pesado hombre cada vez más cerca, su respiración se volvió errática y con dificultad dobló una esquina, sintiendo una punzada en el tobillo lastimado.

Su cara se estampó contra algo duro y un poco de sangre se le escapó al impactar su pequeña nariz contra algo metálico, cayó de espalda y se limpió el líquido rojo que resbalaba por sus fosas nasales.

Escuchó unos pasos detenerse detrás suyo, giró con rapidez la cabeza, su corazón volvió a agitarse, la habían encontrado. Apenas se levantó, sintió un brazo rodear su cuello y arrastrarla dentro del callejón, la colocó frente al tipo robusto; sus piernas empezaron a temblar cuando la misma persona que la sujetaba le apuntó con un arma en la sien. Por un momento pensó que el otro tipo que se había quedado cerca de su casa la había encontrado antes que el otro.

—Entrégame a la niña, es mi presa —se dirigió el hombre robusto a quien sujetaba a Sakura.

Sakura intentó girar su rostro pero el agarre se afianzó, con las justas pudo ver que su captor llevaba puesta una casaca de cuero. Ella negó con la cabeza aun temblando, sus dientes castañeaban, por alguna extraña razón prefería morir de un balazo a morir asesinada por el tipo robusto.

—Dame información sobre Itachi Uchiha y te entrego a la niña —oyó por primera vez su voz.

Con las manos temblorosas se agarró a la manga de cuero que rodeaba su cuello, no lo soltaría aun si él se decidía a matarla.

—Por favor… —susurró Sakura, aferrándose a la manga y rogando por que la escuchara.

El hombre robusto se agarró la cabeza, pensativo, la persona que agarraba a Sakura liberó el seguro de su arma. Sakura cerró los ojos y algunas lágrimas resbalaron por sus mejillas, una de ellas logró mojar la casaca negra del hombre.

— Así que buscas a 'La Comadreja', no sé nada de él, me debía algo de dinero y desapareció el muy bastardo…

Y eso fue todo. Sakura sintió su corazón detenerse, el balazo la había dejado sorda, lela. Abrió los ojos con miedo y vio al hombre robusto tirado, algo de sangre le rodeaba el pecho, nada nuevo para ella acostumbrada a esa vida en Bristol.

El hombre que estaba detrás de ella aflojó su agarre hasta que la soltó por completo. Lo vio acercarse al tipo robusto, se agachó y buscó algo en sus bolsillos, a pesar de encontrar dinero lo dejó todo allí. Se levantó y caminó en dirección hacia la muchacha. Fue la primera vez que Sakura lo vio, su figura y el hecho de que cargara con una pistola la intimidaban, pero no le dejaba de llamar la atención de una forma perturbadora, casi mágica.

—¿Por… por qué? —le preguntó, intentando aclarar su garganta.

La miró, él era demasiado alto, ella demasiado pequeña.

—No sabía nada y —respondió—, solo yo puedo insultar a ese bastardo.

Sakura lo vio pasar por su lado, sin mirarla; eso era, un rayo le atravesó el sentido común, él era la respuesta a sus problemas. Corrió hacia el hombre tirado en el suelo.

—Lo siento —le dijo, tomando el dinero que el joven había dejado en sus bolsillos.

Corrió hacia el hombre alto, alcanzándolo con las justas, se acomodó el gorro que se le caía hacia un lado y volvió a tallar con los puños de las manos sus ojos cansados.

—Señor, disculpe —intentó llamar su atención—. Hola —nada—. Señor —lo tomó de la casaca; él la miró de soslayo, tirando de su brazo para que lo soltara—. Quería agradecerle por haberme salvado, mi nombre es…

—Aléjate, no me interesas —le respondió duramente.

Acostumbrada a ese tipo de tratos, Sakura no se amilanó, siguió al joven un paso detrás suyo mientras ideaba un plan para que aceptara a ayudarla.

—Pensé que era tu rehén —le respondió sonriendo.

El hombre la miró con el ceño fruncido, hastiado; de lejos se podía ver que el tipo no era un hombre muy paciente, y que la muchacha no sabía reconocer a un hombre peligroso.

—Estás libre. Largo.

Pero ella lo sabía, él era la única persona que podía protegerla de aquel mundo. En el orfanato la encontrarían y la matarían como represalia; en las calles también la encontrarían, era el lugar menos seguro; solo le quedaba buscar protección, y aquel hombre alto y de cabello rebelde era la salida más cercana. Algo dentro de ella le decía que debía seguirlo, lo único que podría perder era su vida, pero si no lo intentaba igual la perdería. Decidió sacar su carta bajo la manga.

—Yo conozco a ese tipo, a Itachi Uchiha —le dijo seria, deteniéndose, y con ella, él también.

Por primera vez la miró con atención, el valor que Sakura había tomado se desvaneció al encontrarse con sus ojos negros.

—¿Qué sabes de él? —le preguntó sin despegar los ojos de ella.

—Bueno yo… le dicen "La Comadreja" —le respondió, repitiendo lo que el hombre robusto había dicho, mas no supo cómo continuar—. Pues él… —el tipo volvió a apuntarla, esta vez en la frente—, él le debe dinero a algunas personas —. El joven soltó el seguro, cayó su mentira, se desesperó—. Yo… —empezó a parpadear demasiado —¡Perdóneme por favor, no sé nada de él, se lo juro! Solo quería llamar su atención para que me llevara con usted.

El hombre volvió a guardar su arma, mientras la observaba molesto. Esa niña lo estaba sacando de quicio, no podía tomar tan a la ligera aquel asunto.

—Te he apuntado con mi pistola dos veces, y dices que quieres venir conmigo —le repitió para que la muchacha se diera cuenta de lo irracional de su propuesta.

Sakura lo miró segura, determinada a morir allí si ese era el caso, después de todo, lo más cercano al futuro era su muerte.

—Me van a matar, por favor, solo te pido un rincón de tu casa, nada más. Sé cocinar, lavar, limpiar las habitaciones, hasta sé limpiar armas —mintió, por supuesto.

El hombre giró, restándole importancia a la muchacha; la mentira ni la oferta de ser su empleada habían funcionado con él, empezó a formular otro plan. Corrió hasta colocarse delante suyo, para su sorpresa él no la hizo de lado, mas bien todo lo contrario, se detuvo.

—¿Qué me puede ofrecer una mocosa como tú? Algo que no sepa hacer, habla.

Sakura maquinó rápidamente algo, era obvio que él podía cocinar o hacer otros quehaceres, entonces, ¿qué era lo que ella podía ofrecerle? ¿Información del tal Itachi? Era lo único que parecía importarle, pero ella no tenía ni la más remota idea de quién era ese sujeto. Una voz desde lo más profundo de su ser le dio una retorcida respuesta, más que una voz, un recuerdo reciente hizo eco en su mente.

"Los hombres no se resisten a un cuerpo virgen".

Oh, no.

Apretó sus piernas y fijó su mirada al suelo, sintió su rostro acalorado y soltó su último e improvisado plan.

—Si me llevas contigo… puedes tocarme si quieres.

Incapaz de formular la palabra 'sexo', dio a conocer su última oferta. El hombre no parecía muy mayor, no le ponía más de 30 años. No era mal parecido, a los ojos aniñados y aún inocentes de Sakura. Ella prefería pasar por 'eso' con aquel desconocido que con el viejo del bar, todo por un día más de vida que le permitiera trazar otro plan de supervivencia. Al no escuchar respuesta, lo vio tímidamente sin levantar el rostro. Su rostro seguía imperturbable, creyó verlo dudar, una esperanza y un miedo la invadieron a la vez, tal vez aceptaría.

—Estás enferma. Deja de jugar y regresa con tus padres.

Sakura vio pasar su última esperanza de vida por el lado izquierdo. Pensó seriamente en volver a su casa para que le dieran una muerte segura, al menos ya no tendría que estar huyendo como un ratón, sintiendo la adrenalina de que su vida se podría apagar en cualquier minuto.

¿Por qué simplemente no te dejas morir, Sakura?

"Nos volveremos a ver Sakura, procura ser feliz, hija. Eres una hermosa flor que brotó en un pantano, busca la luz Sakura, y florece".

Se le cayeron las lágrimas y se las limpió furiosamente con la manga de su polera sucia. Volteó y por la distancia que le llevaba, el hombre no pareció haberse detenido en ningún momento; frunció el ceño y corrió de nuevo para alcanzarlo, no lo tomó de la manga, tan solo soltó lo que su corazón quería gritar desde hace una semana.

—¡Mis padres murieron, los asesinaron! No puedo regresar a casa —el joven siguió caminando, Sakura siguió con el mismo timbre de voz—. Si regreso me matarán, y si me quedo, igual moriré. Solo te pido un rincón donde dormir tranquila, no molestaré, lo juro. Al menos solo un día para pensar qué haré luego; no quiero ir al orfanato, por favor…— terminó su petición con la voz resquebrajada.

El tipo paró, al parecer Sakura había calado en su alma, eso o ya le había llegado la hora de su muerte. Juró que lo había escuchado soltar un "Sígueme", y si no fue así, igual lo haría. Lo molestaría tanto que no le quedaría otra que dispararle o dejarla entrar a su casa. Comenzó a caminar detrás de él, prefirió no hablar por temor de echarlo a perder. Vio cómo con cada paso se alejaban del suburbio, el cielo se volvía más despejado, debían ser la seis de la tarde.

Lo vio meterse por un callejón y salir con una motocicleta, muy cara, al parecer. Él le tiró el casco y Sakura lo miró sorprendida. Se lo puso con una sonrisa en el rostro, aplastando su gorro. El casco le tapaba ligeramente los ojos hinchados.

—Sube —le ordenó. Sakura tuvo que levantarse el casco para verlo subido en la moto. Se veía imponente… y malo. Sonrió.

Se acercó a él dando pequeños saltos, subió con dificultad.

—¿Nos vamos de Bristol? —le preguntó temerosa.

—Vamos a mi apartamento, ¿no querías salir de aquí?

Sakura se sonrojó ante la palabra 'apartamento', simplemente no pudo evitarlo; el hombre pareció notarlo.

—Solo vas a dormir, ¿entiendes? No te vas a acercar a mi habitación —la amenazó.

Ella se terminó por poner completamente roja, ¿ahora ella era la pervertida? Infló las mejillas y frunció el ceño, en un gesto mucho más infantil comparado a su verdadera edad.

—Lo que le dije antes, no iba en serio —le dijo algo molesta y avergonzada.

El joven no le hizo caso, cierto o no, no aceptaría tal propuesta en miles de años.

—Solo una noche, ¿entendiste?

—Podríamos ser una familia, ¿sabes? —lo vio girar su rostro y verla furioso, ya se encargaría de hacerlo cambiar de opinión—. Era broma, solo un día.

El joven prendió el motor de su moto y Sakura se aferró a su casaca de cuero, dudando si tocarlo o no del abdomen, al final no lo hizo.

—¿Cómo se llama, señor? —le preguntó más animada.

—Uchiha Sasuke —le respondió, aumentando la velocidad.

'Uchiha' se repitió mentalmente, 'igual que el tal Itachi'. Lo anotó en su mente, luego preguntaría, cuando lograra establecerse en su casa. Rio ante la idea, Sasuke lo dejó pasar, a estas alturas de su vida la niña debía estar perdiendo cualquier atisbo de lucidez. No era de todos los días encontrar niños dispuestos a irse con cualquier extraño, y más si este extraño tiene toda la pinta de no ser una buena persona.

—Muchas gracias, señor Uchiha, mi nombre es…

—Te vas a quedar un día, no necesito saberlo; te di mi nombre por si algún día me meto en problemas y tengas que devolverme el favor.

Sakura sonrió divertida, fuera de encontrarlo peligroso, lo encontraba interesante.

—Lo haría con gusto, señor Uchiha, pero solo si el destino se equivoca, prefiero decirle mi nombre. Mi nombre es Sakura, Haruno Sakura.

Volteó el rostro y se acomodó el casco; vio cómo Bristol se hacía cada vez más pequeño, más pequeño y sobre todo, más lejano.

:_:

.

.

.


.

.

N/A: Hola… si es que leyeron esto antes, no se asusten, fui yo quien lo escribió y decidí eliminarlo porque no estaba segura si podría terminarlo. La historia pretende ser larga. Mi primer verdadero Long-fic.

Esta es la primera parte del fic, más adelante sabrán por qué; es un fic que lo tenía pensado de hace tiempo y solo recién pude concretarlo.

Es un fic de rated M, por ende advierto que habrán escenas de acción, lenguaje fuerte, violencia e insinuaciones sensuales; por la edad de Sakura el fic es medio Loli por el momento xd no puedo evitarlo ajdansk el Loli siempre me gana ;-;

Espero les haya gustado la idea : )

Besos, cuídense,

:B