Hidden love

Summary: Al seguir mirando esas fotos no pudo en esta ocasión evitar que los ojos se le llenaran de lagrimas, de esas lagrimas que había acumulado en años, víctima del dolor, de amar y no tener: ¿Athena, donde estas?


El inicio


Era una fría mañana de lunes allí, en un lugar alejado de la civilización, en medio de las montañas, donde se respiraba un ambiente de armonía con la naturaleza. Y si bien el antiguo dueño del dojo había fallecido hacia unos años, el estilo se había procurado mantener tal como él lo había querido tener en vida, al menos en el aspecto exterior:

Ya que en uno de los cuartos de esa torre, se encontraba un tipo de cabello castaño y ojos del mismo color despertándose con un intenso dolor de cabeza, a la vez que un olor penetrante inunda sus sentidos, olor al que ha estado acostumbrado desde hace años, cuando inicio su miseria.

Va avanzando por su cuarto, va rumbo a la nevera a tomar un poco más del que se ha vuelto su liquido favorito -alcohol-, lo agarra, y está a punto de tomárselo de no ser porque en su improvisada mesita de noche logra divisar algo que le llama la atención: un álbum de fotos. Lo abre, lo empieza a ver, y encuentra una en particular con la cual los ojos se le llenan de nostalgia al recordar esos felices momentos. Tal como si fuera ayer...


Serie de flashbacks

Aun recuerda el día que la conoció: eran el -en ese entonces un puberto- y el maestro ya entrado en años, contra una autentica mole humana. No parecía haber forma de vencerlo.

No hasta que apareció ella: de su misma edad, cabello purpura y un poder psíquico tal que venció al gigantón con un solo movimiento.

Y en ese preciso instante el cayó enamorado de ella, sin saber en ese momento que eran las reencarnaciones de dos seres poderosos:

Una diosa de la justicia y su escudero, el guerrero del Dragón.

Convivieron juntos durante años bajo la tutela del maestro Chin.

Posteriormente se les unieron Bao y Momoko.

Eran una familia particular, no cabe la duda.

Así como tampoco se podía dudar su amor por la chica de cabello purpura, cosa más que obvia para todo mundo... menos para ella.

No por nada en algunos radicales clubs de fans de Athena el era considerado el enemigo #1.

Pero no importaba: si su crimen era amarla, era más que culpable.


Pasaron años antes de poder decidirse por completo a declararle su amor sin rodeos. Y lo hubiera hecho de no ser por:

"Hermano, el maestro. Esta grave"

El conciso mensaje de Bao hizo reaccionar a los dos discípulos más veteranos, quienes se trasladaron de inmediato a ver a su instructor.

El anciano estaba recostado en la cama, tosiendo cada vez más fuerte. Sus alumnos lo veían con tristeza: sabían que no le quedaba mucho tiempo de vida.

-Niños, no me vean así. Todos sabíamos que esto iba a pasar. Y sinceramente, me sorprendió llegar a esta edad...- dice con una risa cansada.

-A todos les he dejado lo mejor de mis conocimientos y habilidades, es lo que les puedo heredar... solo algo más: necesito hablar a solas contigo Kensou- añade el maestro dando a entender a los otros que se retiraran por un momento, a lo que obedecen y salen del cuarto, dejándolos a ellos dos... en apariencia:

-Se que están tras la puerta, no necesito verlos para saberlo-, vuelve a hablar Chin, haciendo que ahora sí, se alejen del cuarto.

-Kensou, hijo mío...

-Maestro...- responde el aludido.

-Se que te di una crianza muy peculiar, pero puedo decir con orgullo que has superado mis expectativas. Puedo estar tranquilo de dejar el dojo en tus manos.

-No, no es necesario que lo haga, va... va a sobrevivir, ¿verdad?

Mas el mayor siguió hablando:

-Vigila a los menores... sé que tienen una buena interacción y pueden terminar juntos, pero hay que ir paso a paso.

-Por favor, no me pida eso-, suplicaba el castaño ya entre lagrimas.

-Y una cosa más hijo mío... es sobre Athena.

Kensou mira extrañado al maestro:

-Ve por ella. Enamórala. Conquístala. No tendrán un camino fácil con el asunto de sus poderes, lo tengo claro, pero recuerda siempre mis palabras: la tormenta es dura para pasar por ella, pero la calma hace que valga la pena.

-Maestro...

-Así es hijo. No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida. Y sé que ustedes... estarán... bien...

-¡NO! ¡MAESTRO, DESPIERTE, POR FAVOR! ¡MAESTRO!


Fueron días muy difíciles después del fallecimiento del maestro, sobre todo para Kensou, quien tomaba su lugar como líder del lugar y estaba haciendo la transición.

Sin embargo, no estaba solo: Athena, Momoko y Bao lo ayudaban en esta nueva etapa por iniciar.

Algo de remodelación -aunque sin perder la esencia original, un poco de promoción al dojo -aunque esta no produjera resultados inmediatos- y estaba casi todo listo.

Tanto así que se podían dar un tiempo de diversión los cuatro afuera del dojo frente a una fogata:

-Muy bien hermano, ¿verdad o reto?

-Verdad-, responde Kensou.

-¿Cuantos panecillos te has llegado a comer de golpe?- pregunta Bao.

- Hmm, veamos... 27.

-¿27?- exclama Momoko.

-Si, 27, de eso hace ya un tiempo: tenía una edad como la de ustedes, ¿verdad Athena?

-Si, aun recuerdo la cara de los organizadores de ese torneo. La verdad que no sabía si sentir risa o vergüenza.

-¡Hey!

-Bien, bien- interrumpe la castaña, -Athena, ¿verdad o reto?

-Reto.

-Bueno, te reto...- se le asoma una sonrisa diabólica- a que beses en los labios a Kensou.

-¡¿QUE?!- Exclamaron ambos aludidos al mismo tiempo.

El rostro de ambos había tomado un color rojizo intenso, producto de la sorpresa de este reto.

Y si bien esta era una oportunidad dorada para el chico, no quería presionarla, por lo que no se animaba a hacerlo...

Y por andar pensando mucho, fue sorprendido por la pelipurpura, quien sin avisar lo besó frente a los chicos, quienes de algún lado sacaron los celulares y capturaron ese momento épico.


Después de otro rato de jugar "Verdad o reto" decidieron irse a dormir, quedándose Kensou al último para apagar la fogata, ya que ahora como responsable del dojo debía vigilar su seguridad.

Y ya habiendo apagado el fuego, se disponía a ir a su nuevo cuarto -el que era del maestro- de no ser por un jalón que recibió:

-Que... que paso... Athe...

Y sin avisar nuevamente, ella lo besó.

Para él, fue como volver al paraíso, dos veces en la misma noche.

Una vez terminado el contacto, ella decidió hablar:

-Perdón por arrastrarte así, era necesario. Hace rato, al sentir el contacto de tus labios con los míos, sentí algo... una especie de corriente eléctrica, algo incluso fuera de lo normal entre parejas. El maestro me dijo en vida que cuando sintiera esa sensación era porque esa persona era especial. Y hoy me di cuenta que esa persona... eres tú. Dime... ¿lo sentiste?

Kensou no podía creer lo que le estaba pasando ¡Athena se le estaba declarando! Debía recordar agradecer a Momoko por ese reto.

-Athena... No puedo decir que lo sentí... solo en ese momento... no, porque yo lo he sentido siempre. Te amo. Si, te amo. Desde el día que te conocí. Por eso siempre he andado a tu lado, haciendo todo lo que pidas, sin duda alguna. Si sentí esa corriente, pero no me hacía falta sentirla para saber que tú eres la mujer de mi vida.

-Kensou...

Y ante eso, ahora el aprovecha para besarla, expresándole con esta acción toda la clase de sentimientos que había resguardado por años, y que ahora iba a desatar.

Mas no obstante, su relación debía ser secreta, debido primeramente, a la prensa de espectáculos -él debió recordar el status de su ahora novia para aceptar la decisión-, y además, por la incapacidad de ambos de expresar a los otros dos menores que ahora eran pareja.

No hay duda, esos fueron los mejores días en la vida de Kensou: esos paseos a escondidas -de Bao, de Momoko, de los paparazzi...-, esas citas a solas en el dojo, esas apacibles y tranquilas noches de sueño, para después ir conociendo más profundamente cada extremo de la suave piel de Athena, parte por parte, a la vez que ella también palpaba su anatomía y avanzaban en esa particular danza de dos.

Sin embargo, esos días terminarían.

Lo recuerda perfectamente: ya estaba oscureciendo, él se encontraba arreglando los últimos detalles del dojo, ansioso de ver a su amada Athena y expresar con acciones lo que a veces con palabras -debido a su torpeza- no podía decir.

Ya un tanto avanzada la noche, ella llega con una expresión ansiosa, donde le quiere decir algo, pero Kensou tiene otros planes: la va desvistiendo poco a poco, mientras las palabras que Athena iba a decir queda en nada.

Se entregan, con amor, con pasión, con locura, una vez más. Sentía esa necesidad de expresar su amor de todas las formas inimaginables que ignoró por completo a su conciencia en ese momento sobre un extraño presentimiento que terminó por olvidar.

Sin embargo, y para tristeza de ambos, esa vez que se sintió amo y sirviente de Athena sería la última hasta la fecha.

Desde entonces, ella no había sido vista otra vez.


Fin de Flashbacks

Al seguir mirando esas fotos -sobre todo la que Bao les saco en el juego de verdad o reto, que de alguna forma consiguió- no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas, de esas lágrimas que había acumulado durante esos años, víctima, del dolor, de amar, y de no tener:

-¿Athena, donde estas?


Continuara...