¡Bienvenidos!
Hola, esta es mi primera historia y espero sea de su agrado.
Los personajes no son míos, pertenecen Stephenie Meyer; la historia es de mi autoría
Capítulo I
BESOS SABOR A MIEL
Bella's POV
Hoy, es un día de esos en los que no sabes qué hacer con tu miserable vida; siendo totalmente sincera, nunca he sabido a ciencia cierta qué hacer con ella, pero ya qué más da.
Camino todos los días por los pasillos del instituto de Forks, mi nuevo hogar, con la cabeza siempre gacha de una clase a otra, simplemente tratando de que los días pasen y pasen. Aunque no digo lo mismo de mis noches, siempre quiero que lleguen, solo de esa manera puedo ver a mi príncipe azul, el que llega por mí en su unicornio blanco. Pero no duran tanto como yo quisiera. Siempre he pensado que de eso tan bueno no lo hay en la realidad, por eso mi comportamiento de siempre en el instituto.
No soy muy dada a socializar, tengo pocos "amigos" si así se les podría llamar, no me dan las suficiente confianza como para contarles todo lo que me pasa, así que prefiero guardarme esas cosas para mí, y la verdad es muy duro cargar con tantos sentimientos tu sola pero no hay de otra.
Por la mañana me desperté con la sensación de que algo me falta, un vacío en el alma que no se como definirlo. Eso basta para que quiera perderme en mi mundo y querer que mi príncipe llegue, me saque una sonrisa con una de sus ocurrencias o que con un solo beso alegre mi mundo
—Bella recuerda que eso no hay en este mundo, nada de príncipes —y mucho menos yo, soy o parezco una princesa; soy una torpe de lo peor, me da miedo caminar porque sé que voy a tropezar con algo invisible, y no es que el clima de este nuevo lugar ayude.
Después del almuerzo camine pesadamente hacia mi clase de biología, ya faltaba poco para terminar, pero aún quedaba lo más terrible del día: las clases de Educación Física, mi infierno personal. Empezaríamos a ver beisbol y de solo imaginarme frente a un bate o frente a una pelota pequeña que viajara a velocidad vertiginosa se me revolvía el estómago. Aleje esas ideas espantosas de mi cabeza, ya me enfrentaré con eso más tarde, por lo pronto, ahí voy organismos unicelulares.
Llegando que llegando, como siempre, me tropecé con el escritorio de Lauren, una compañera que para nada me cae bien, es una arrogante de lo peor que se creé la más linda. Después de este incidente me dispuse a sentarme en mi escritorio que era de dos asientos, los cuales ocupaba yo sola; eso me agradaba, no me gustaba hacer las cosas con alguien más. Estaba perdida en mi mundo cuando el señor Banner llamo la atención de la clase
—Bueno jóvenes, el día de hoy les quiero presentar a un nuevo compañero. Se llama Edward Cullen. —En el momento en que pronuncio ese nombre, un chico hermoso, alto, el cabello de un color extraño, lo que lograba que fuera aun más hermoso; ojos verdes, piel tan blanca como el mismo hielo; entró por la puerta haciendo temblar hasta la más chiquita de mis terminaciones nerviosas. El príncipe azul de mis sueños; que no parecía real y si no fuera por el frio tan insoportable del ambiente, me hubiera creído que era un sueño, en ellos no había frio o al menos no lo sentía —Quiero que lo ayuden a ponerse al corriente con las clases. Edward, siéntate en ese puesto de ahí —Señaló. Y hasta ese momento no me di cuenta de que el único puesto que había vacío era junto a mí.
No le podía dar crédito a eso, ese escultural hombre se sentaría a mi lado y yo, una perfecta tonta, primero no sabría que decir y segundo, era tan poco agraciada que me daba pena, y miedo ver su reacción cundo viera con quien lo habían mandado a compartir escritorio. Alzó su vista y fijo sus ojos en los míos durante un segundo —el más memorable de toda mi existencia— no sé lo que realmente sentí, parecía que estaba flotando entre nubes, parecía que me iba a desmayar; su mirada tan turbadora no me permitía pensar en nada, solo en el color de sus ojos. Aparto inmediatamente su mirada, con la cabeza gacha y con expresión aburrida se dirigió hacia donde le había indicado el profesor. Tonta Bella, tonta, tonta y mil veces tonta, siempre anticipándome a años luz a los acontecimientos; ya sabía yo que un chico así nunca se fijaría en mí, en mis sueños tal vez, pero esto era la realidad y ya hasta me había imaginado con besos sabor a miel, con hijitos y todo jaaa. No me canso de repetírmelo. Solo bastó mirar su expresión de fastidio cuando me miro y se dirigió hacia mi ubicación.
Se sentó a mi lado, por supuesto, y yo hice lo que me indico mi sentido de supervivencia, agache mi cabeza mirando hacia mi cuaderno y poniendo como barrera mi cabello para que no me mirara, o que me descubriera mirándolo porque en ese momento sentí la necesidad, la urgencia de observar todas sus facciones y así lo hice durante toda la clase. Él como era obvio me ignoro por completo, creo que ni siquiera me miraba, solo se sentó ahí, lo más lejos de mí de lo que le permitía su mesa, pero aun así se miraba tan adorable. Sus ojos, los cuales me había quedado mirando como boba; su piel, que parecía tan sube como el terciopelo; sus labios, ¡Ay Dios! tan provocativos. Pero ¿En que estaba pensando? Ash, pensar en besos sabor a miel solo me traería a una nube gigante de dolor, al saber que nunca los tendría, ¿a quien le gusta una chica como yo? tan poco atractiva y más encima torpe, y mucho menos le gustaría a él.
En un momento en el que no supe cual, no me importo todo el dolor que me causaría después el pensar en cosas que vivir con él; solo me bastaba con mirarlo, con eso tendría. Pero después, eso se cobraría con creces.
La hora se hizo demasiado corta. La campana sonó y me sobresalté, lo cual no paso desapercibido para Edward, se rio con disimulo. No podía ser, esto era pasarse de la raya; una sonrisa tan hermosa, en un cuerpo, en una cara tan hermosa no podía ser real—; pero lo era, y me quede como boba mirándole por un instante que me pareció una eternidad. Inmediatamente después, salió disparado por la puerta y lo vi desaparecer, así, tan de repente como apareció en mi vida.
El resto del día se pasó como un borrón, hasta me sorprendió que la clase de deportes no la haya sentido; solo me di cuenta cuando estaba en mi cuarto, metida en mis ensoñaciones con Edward Cullen y por supuesto llorando como una magdalena. Esta era la cuenta de cobro que me merecía por imaginarme tantas cosas que nunca llegarían a ser reales.
Bueno, espero les haya gustado. Esta es mi primer fic; la verdad no sé cómo va a estar esto de escribir, agradecería que me dejen sus opiniones :D
EDIT: Como lo prometí, aquí esta el primer capitulo editado. Bahh no es que haya cambiado mucho :P pero créanme, se ve la poca diferencia ^_^ aún así no soy experta y muchas cosas se me pasarán.
GRACIAS POR LEER
Beijos
Merce
