iCarly y sus personajes no me pertenecen.
Nunca será
Nueva cita, tercera en la semana, y tenías todo planeado. Ayudaste a Sam a arreglarse como chica, por una vez, y lograste que no derramase salsa en el vestido o se limpiase los restos de tocino en él. Perfecto, simplemente perfecto.
Sonreías como nunca, observándolos desde tu posición; la falsa alegría creaba grietas en tu expresión animosa y creaba dudas en las miradas ajenas, pues mentir nunca fue tu fuerte, siendo una Shay. Oprime la verdad entonces, Carly. Lo que sea esto, es lo mejor para todos.
—Gracias, Carly. —se acerca él, apretando tu mano en gratitud. Tiemblas—. No sé si hubiera podido hacer esto sin ti.
Una risa amarga flota en la sala de estar; tardas un poco en reconocerla como propia. —Claro que sí, Freddie. No digas tonterías. —escapas de su toque, esperando que no note el tremor en tus ojos y la ansiedad por escapar para una larga ducha—. Sólo necesitabas un pequeño empujón.
El silencio trepa por un segundo; hallas intensidad inusual en el semblante de tu mejor amiga, pero prefieres no interpretarla, mientras puedas respirar todavía. No quieres saber qué piensa, no deseas ser cruel y arruinar la única oportunidad de tu mejor amiga de ser feliz con el chico que ama.
Y, por sobretodo, evitas reflexionar en cuán de acuerdo puede o no estar dicho chico con esto.
—Supongo. —contesta Freddie, espabilando de la incómoda tensión. Se aclara la garganta, balbuceando entre risas nerviosas que ya deberían marcharse—. Nos vemos.
—Seguro. —carraspeas—. ¡No exageres con las porciones esta vez, Sam! —adviertes a la rubia, quien esconde de inmediato cualquier tipo de sentimiento reciente de los ojos azules, otra cosa que prefieres ignorar.
—¡No lo prometo, mamá! —se mofa Sam, cerrando la puerta principal.
Se marchan. Aunque sea el único escudo disponible contra la acidez en la garganta y lágrimas picando en los ojos, la plástica sonrisa hiere tus mejillas. Los lunáticos fans tenían razón, y se te antoja increíble cómo es que creíste las negativas de Sam tan rápido. Era obvio, lo que Puckett sentía por Freddie.
Dios, sólo sería más evidente si es que se lo hubiera gritado en la cara, la noche del encierro. Con ese conocimiento, ahora, sólo podía dar un paso atrás y contemplar la felicidad ajena, de aquel a quien quería con su mejor amiga del mundo entero.
—Ducha, silla —murmura, intranquila, corriendo al piso superior. ¿Es este el final de un amor que no pudo ser? ¿Sam estuvo en lo correcto todo el tiempo?
Tú y el tonto nunca serán más que amigos, Carls.
Abre el grifo. Las infinitas gotas de agua fría borran rastros de otras salinas y calientes; el chasquido de agua contra el piso ahoga el eco se sollozos ahogados, las posibles risas y el inicio de un romance en el camino a los Licuados locos.
No debería estar llorando, y no lo está.
N/A. El foco no es Seddie, aunque está entrado en la primera cita de ellos, por petición de Carly a Freddie. Es muy probable que no sea esta la manera en que Dan Schneider planee desarrollar este triángulo, pero siempre me molestó que iSaved your life quedara en el aire, así que me propuse desarrollar un poco los sentimientos de Carly, y aquí están. Comentarios ofensivos a personas, personajes y parejas serán borrados. Mantengan la paz.
