Espero disfruten, y me ayuden a mejorar como escritora amateur. Este es mi primer FanFic. (Modificación hecha en Noviembre de 2016)
Sinopsis: Tras la derrota de los homúnculos y el derrocamiento del Führer, Amestris da la bienvenida a un nuevo gobierno el cual promete ser justo con todos, incluso con los Ishbalanos.
Mi historia cuenta los sucesos acontecidos luego de que Roy Mustang asume el liderazgo de la nación, habiendo realizado el que fuese su sueño desde hace años, se da cuenta de que éste sólo estará completo al lado de la mujer que ha amado en secreto por largo tiempo, su Reina, Riza Hawkeye.
Nota de la autora: Todos los personajes pertenecen al Manga/Anime Full Metal Alchemist, y a su creadora Hiromu Arakawa, dueña legítima y quien tiene todos los derechos sobre ellos.
Esta historia ficticia o Fan Fiction no tiene fines comerciales.
Capítulo I. Tu felicidad y la mía.
"La alquimia es la ciencia del entendimiento, la descomposición y la reconstrucción de la materia, sin embargo no es un arte omnipotente, es imposible crear a partir de la nada, para obtener algo debe ofrecerse a cambio algo de igual valor, esta equivalencia de intercambio es el fundamento de la alquimia. pero existe un tabú, la transmutación humana y ningún alquimista debe incurrir en ella".
Oficina del Führer
Cuartel General de Ciudad Central
Mañana
Un tiempo después de haber asumido el liderazgo de Amestris, el alquimista estatal del fuego, Roy Mustang, estaba sentado en su despacho revisando las leyes en espera de aprobación.
-Maldición… Si hubiera sabido que el Führer tenía tanto papeleo, estaría extrayendo carbón en las minas- Pensaba Mustang.
Había aprobado dos leyes en favor de Ishbal. De pronto, al colocarlas en la pila de aprobadas se topó con un sobre sellado con una cinta roja aparentemente del Comando Este.
-Hmmmm…-
Llevaba el sello de urgencias grabado con tinta. Se trataba sin duda de una ley muy importante.
Miró a su alrededor, no había nadie, así que deslizó el contenido del sobre hacia afuera y empezó a leerlo.
PLOP. PLOP. *Hojas cayendo*.
El título decía:
"Ley de Fraternización entre oficiales del estado de Amestris"
Se apresuró a recoger las hojas del suelo, y tras leer el título dos veces más, lo guardó de nuevo en el sobre y lo ocultó en su maletín para leerlo en la soledad de su casa.
La Ley de Fraternización se promulgó con el fin de evitar que los soldados se distrajeran con ataduras sentimentales en el campo de batalla durante la guerra de Ishbal. Esto impedía que dos soldados mantuvieran una relación amorosa o se casaran, salvo que uno de los dos se diera de baja en el ejército.
El incumplimiento de dicha ley podría conllevar una baja deshonrosa, prisión preventiva o permanente -dependiendo de si la pareja acataba o no lo establecido por el estado-, deportación, y durante el mandato de Bradley, la muerte.
En esta ocasión, un grupo de soldados del comando que perteneció al Brigadier General Hughes buscaba modificar la ley para permitir que las uniones se llevaran a cabo.
-Es lo que más quisiera en estos momentos- Suspiro largo.
RING. RING.
RING. RING.
Justo en ese momento sonó el teléfono.
-¿Scieszka?- dijo Mustang, sobresaltado.
-Führer Mustang. La Teniente Coronel Hawkeye le busca. La hice pasar- dijo mientras hojeaba un libro.
Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Roy.
-Gracias Scieszka- dijo Mustang.
Colgó el teléfono y se acomodó el sombrero.
-Daría lo que no tengo por aprobar esa ley. Así nada me impediría estar al lado de mi reina- Pensó él.
CHIRRIDO.
La puerta se abrió y tras ella poco a poco se fue dibujando la silueta de Riza. Venía del campo de tiro, por lo que llevaba la chaqueta en una mano y su rifle en la otra. Se detuvo a hacer el saludo correspondiente:
-Führer Mustang- Leve sonrisa.
-Teniente Coronel Hawkeye. Qué agradable sorpresa-.
SILENCIO.
Ambos sostuvieron la mirada durante unos minutos.
Riza y Jean Havoc eran ahora los altos mandos del Comando Central, algo alejado del cuartel de Mustang, sin embargo, ella no había abandonado del todo su labor como guardaespaldas de Roy.
Ella fue la primera en desviar la mirada. Se dio la vuelta para colocarse la chaqueta. Otra vez llevaba el pelo largo, lucía tan hermosa como siempre, o eso pensaba Mustang.
-Hawk…- tartamudeó Mustang.
-¿Señor?- dijo Hawkeye.
No hubo respuesta.
-¿Sí, Señor?- insistió ella.
CARRASPEA.-Voy a almorzar fuera del comando…- midió bien sus palabras -¿Podría escoltarme como en los viejos tiempos?-
Cafetería de Gracia
Ciudad Central
Mediodía
TRINO DE LAS AVES.
Mustang estacionó su automóvil y se dirigió a la entrada de una cafetería seguido de cerca por Hawkeye.
-Gracia ha convertido éste lugar en una cafetería de primera- dijo Mustang.
Había mucha gente almorzando allí. Todos se pusieron de pie en cuanto llegó el Führer, pero Mustang hizo ademán de que se sentaran y agradeció el gesto.
Se sentaron en una mesa del área común y en ese momento sonaron las campanas de la puerta. Era Elicia. Iba corriendo en dirección hacia ellos con su libreta y bandeja en mano.
-Bienvenidos- dijo sonriente.
Se colocó sus lentes y se dio cuenta de que conocía a los recién llegados.
-¡Tío Mustang!- Dio un saltito.
-Has crecido mucho Elicia- sonrió-.
Por un momento pensó en Hughes y en lo orgulloso que estaría si viera a su hija. Ahora tenía cierto parecido con su padre, no en el físico, salvo por los anteojos. Sino en su carácter cariñoso, despreocupado y elocuente.
-Srta. Riza. Tenía mucho sin verle- dijo Elicia.
-Es verdad- Sonrió -Lo que sucede es que ya no estoy directamente bajo las órdenes del Führer-
Al terminar la frase, fue arqueando la sonrisa ligeramente hasta que se borró de su rostro. Mustang lo notó. Estuvo a punto de hacer un comentario al respecto y Hawkeye lo intuyó, por lo que le miró con su expresión usual. No hicieron falta las palabras, pero en caso de ser necesario, fueron interrumpidos por Gracia que venía a saludarles.
-Führer Mustang, Teniente Coronel Hawkeye- Sonrisa. -Que bueno que nos visiten. ¿Ya ordenaron algo?-
-No, recién llegamos y Elicia vino a atendernos- Sonrió Mustang- Ha crecido mucho. Me recuerda un poco a él- Nostalgia.
Gracia también se sintió un poco nostálgica. Acarició los cabellos de su hija, y luego agregó:
-A Maes le hubiese gustado verte convertido en el Führer, Roy. Y ver lo mucho que Elicia se parece a él- Suspiró y prosiguió- Pero sé que donde quiera que esté nos observa y está contento-
Fue un momento algo nostálgico, pero no triste. Elicia sonrió como lo hubiese hecho su padre y dijo:
-Y bueno tío Mustang. ¿Van a ordenar o no?- dijo inquieta.
-Jajajajaja- rió Mustang.-Es algo que Maes hubiese hecho-. Miró a Elisia.- Un Quiché de queso crema y espinacas, y un té helado-
-Bien-dijo Elicia.-¿Y usted Srta. Riza? ¿Qué va a ordenar?-
-Oh no, Elicia- Sonrió.- Vine solo para proteger al Führer. Además dejé mi bolso en el cuartel-
Elisia estaba algo extrañada. Mustang sacó su cartera y le pasó un billete de 1000 cens a Elicia.
-Esto debe alcanzar para los dos. Por favor Teniente Coronel Hawkeye, ordene lo que necesite para comer- serio.
Tras meditarlo durante unos segundos, Riza tomó el Menú y ordenó unas papas con chorizo, y otro té helado. De inmediato, Gracia y Elicia se fueron a la cocina para preparar las órdenes.
Pasó un rato. Ambos estaban comiendo en silencio. Mustang terminó de comer primero y llamó a Elicia.
-Voy a ordenar el postre-sonrió.- ¿Qué tienen el día de hoy?-
-Tarta de limón, manzana, moras azules o ciruelas; Helado de vainilla o chocolate y Tiramisú- dijo Elicia.
-Quiero un trozo de tarta de manzana- le pasó el Menú a Riza.
-Señor. No es necesario- dijo aún dudosa-
-Pero Srta. Riza- interrumpió Elicia algo risueña- Mi mamá dice que cuando dos personas están en una cita no tienen por qué sentir vergüenza de comer juntos-
-No es una cita- dijo seria.-Estoy trabajando-
Elicia los miró y abrió los ojos como platos. Mustang lo pidió para llevar, pagó las cuentas y se despidió de las Hughes. Después todo el trayecto transcurrió en un silencio profundo hasta que puso el auto en marcha.
-Señor. No me malinterprete. Agradezco la comida, pero no vine con usted para almorzar, sino para cuidarle. Mientras como puedo estar distraída en vez de protegerlo, debe tener más cuidado- dijo seria.
.-Riza. El que no desea ser malinterpretado soy yo- respiró profundo.-Realmente no te pedí que me acompañaras para ser mi guardaespaldas… Sino porque de verdad quería tu compañía-. Se dio la vuelta y la miró.
Para fortuna de Roy, tuvo que detenerse porque estaba pasando una caravana de granjeros.
Riza se sonrojó ligeramente. Pensó un poco sus próximas palabras. Se sentía feliz, por un lado, porque el sentimiento era compartido. Sin embargo, no les era permitido albergar esa clase de sentimientos el uno por el otro, y ahora con más razón. ¿El Führer con uno de sus subalternos? Imposible.
Ya en otras ocasiones Mustang había revelado lo que sentía con actos muy sutiles, o en situaciones concretas. Ahora lo estaba haciendo abiertamente por primera vez. Hawkeye se sintió completamente desarmada.
-¿Acaso he dejado sin palabras a la Teniente Coronel Riza Hawkeye?- dijo un tanto arrogante.
-Señor…- dijo ella.
De inmediato Mustang volvió a intervenir.
-No me llames Señor. En estos momentos no quiero que me veas como el Führer, ni como tu superior. Sino como Roy, un hombre común y corriente, que…-
CAMPANAS DEL TRÁNSITO.
La caravana terminó de pasar justo en ese momento, y de la nada, aparecieron algunos ciudadanos para saludar al Führer.
Riza suspiró: "salvada por la campana" literalmente. Pero las cosas no se quedarían así. Cuando Roy Mustang se proponía algo, lo lograba, y ella lo sabía, más no podía permitir que arruinara su carrera por algo sin futuro.
Ella no sólo admiraba a Mustang el Führer, y su brillante carrera como militar y alquimista estatal. NO, Riza amaba al hombre valiente, tenaz, inteligente, leal… a Roy Mustang. Pero la Ley de Fraternización le hacía imposible estar con él.
Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por mantenerlo en el poder "lo que sea", aún anteponer su bienestar por encima del de ella… Aunque para ello tuviera que romperle el corazón. No cedería ante sus avances, o al menos, ese fue su plan...
