Ni glee ni sus personajes me pertenecen.
Rachel Corcoran, a punto de cumplir 15 años, estaba en su primer año en McKinley. No en Carmel, como hubiera querido. Su madre, Shelby Corcoran era maestra de inglés en esa escuela y entrenadora del 7 veces campeón nacional "Vocal Adrenaline"
Si hubiera sido decisión de Rachel, hubiera escogido mil veces asistir a Carmel antes que a WMHS. ¿La razón? El bullying.
Como buena diva y futura estrella de Broadway, como su madre, Rachel presumía de su talento.
Estaba en el glee club de su escuela pero "New Directions" no se le acercaba ni a los talones al coro de su madre.
¿Y por qué no se transfería a Carmel? Simple. Los demás creerían que Shelby tenía favoritismo por Rachel.
Aunque no fuera necesariamente cierto. Shelby era una mujer justa, pero hay que admitir que su hija sería merecedora de el centro del escenario. Su talento era impresionante.
Las dos tenían un acuerdo; En casa estaba prohibido hablar sobre su respectivo coro. Así evitarían que los demás creyeran que congeniaban con el enemigo.
Rachel caminaba por los pasillos de McKinley dispuesta a entrar a su clase de biología cuando sintió el frío metal contra su cara.
Otra vez la habían empujado contra los casilleros.
Otra vez habían sido las porristas que mas detestaba.
-Cuidado por donde caminas, hobbit – Se reía la animadora latina
Rachel levantó la vista y cruzo mirada con unos ojos avellana llenos de ¿preocupación? que al ver que la pequeña morena se encontraba bien se transformaron en mirada despectiva casi inmediatamente.
-Gracias Santana, lo tomaré en cuenta- bufó Rachel
-Haces tan fácil hacerte la vida imposible – sonreía con gracia la otra morena – Vamos Q. Llegamos tarde a clase – Apuraba a su amiga y compañera del crimen
-Nos vemos Man Hands – Río la rubia y siguió a Santana
Rachel soltó un suspiro que no sabía estaba guardando.
Santana López y Quinn Fabray, junto con su tercera al mando, Brittany, se dedicaban a hacer de su estancia en la preparatoria un verdadero infierno.
Dicen que los latinos tienen sangre caliente y eso los hace más agresivos, pero eso no era del nada cierto.
Su padre. David Corcoran, era un orgulloso puertorriqueño. Las únicas veces que Rachel lo había visto alterado era cuando platicaba con su madre acerca de… ese día.
Ignorando sus impulsos de querer ir a darle un pequeño trozo de su mente a la joven animadora, se decidió por caminar a su clase.
Biología era de las clases que más odiaba. Rachel, como una pequeña genio, compartía materias con alumnos más grandes que ella. Y ésta era una de esas.
Todos en la clase eran o animadoras o jugadores de football.
No es misterio el por qué la fastidiaban todo el tiempo.
Ya sea en el glee club, en clase, en los pasillos o incluso en el almuerzo, siempre tenían que arrojarle algún insulto acerca de su edad.
Era su primer año, si, pero Rachel tomaba clases de segundo e incluso de tercero.
No se llevaba mal con todos los chicos populares.
Noah Puckerman. Quarterback del equipo de football. No era su amigo, pero eran socialmente estables. De hecho habían hecho ya 3 duetos en glee club y el se ofreció para ser su compañero de laboratorio.
Lo que la morena ignoraba era que Puck, como le gustaba ser llamado, veía algo en Rachel. Sentía la necesidad de protegerla.
Si ponerla bajo su ala era la única opción, que así sea.
Al fin el día escolar había terminado.
Esa monstruosa institución a la que la gente llama escuela, llegaba a su final por el resto de la tarde.
La pequeña morena se encontraba en la entrada de McKinley esperando a su madre.
15 minutos habían pasado. Normalmente Shelby nunca tardaba tanto.
Sus preocupaciones se las llevó el aire cuando vio la Range Rover negra de su mamá detenerse frente a ella.
Sin perder más tiempo y comenzando a extrañar el calor del verano, subió a la camioneta negra.
-Hola mamá – la saludó Rachel cuando Shelby se inclino a besarle la frente
-Hola cariño. ¿Cómo estuvo tu día? – le pregunto la morena mayor
Shelby no sabía del bullying que sufría su hija en la escuela, ya que Rachel hacía lo posible por mantenerlo en secreto y que su madre no tuviera preocupaciones.
-Bien. Ya sabes. Lo de siempre – contestó la versión mini
Shelby sólo asintió con la cabeza y se concentró en el camino.
Rachel notando la seriedad y la tensión en su madre, le preguntó:
-Mamá, ¿te encuentras bien? –
Shelby dirigió su mirada a su hija y sólo pudo ver el concierno plasmado en su cara.
-Hablamos en casa, ¿si? –
5 horas antes
Shelby Corcoran, maestra y entrenadora en una de las más prestigiosas preparatorias de Ohio.
Amaba su trabajo pero trabajar con adolescentes mimados era su problema.
Creían que siempre tenían la razón.
Por eso a veces se arrepentía de no tener a su hija cerca. Con la educación y los modales que se le habían inculcado, era imposible no hacer comparación con los miembros de Vocal Adrenaline. Sería el modelo a seguir.
Estaba a punto de decirles a sus artistas que el descanso había acabado cuando el timbre de su celular se lo impidió.
Sacó su móvil del bolso y contestó
-¿Hola? –
-¿Shelby Corcoran?- dijo la voz de hombre del otro la del teléfono
-Ella habla – respondió la morena intrigada
-Soy el oficial Gregor, de la oficina de investigaciones –
Esto último tomó toda la atención de Shelby
-¿Qué pasó? – dijo con un hilo de voz –
-Los encontramos –
Espero y les haya gustado el prólogo. Si veo que tiene un buen recibimiento, para hoy en la tarde subo nuevo capítulo.
R&R?
