- Es la última vez que te lo digo; ¡Deja ya de una vez a Ouma!

- ¿Por qué debería hacer lo que me dices?

- ¡Lo asustas, Komaeda!

Ayudé a Ouma a levantarse del suelo. Un pequeño hilo de sangre corría por su barbilla luego del golpe que recibió por parte de... Ese tipo.

- Saihara-chan... - me miró a los ojos. - Te suplico que... No te metas en esto...

- Ya lo escuchaste, "Saihara-chan." - escucharlo decir mi nombre imitando el tono de voz del pelimorado me dio tanto asco. - No te metas en esto. Él no te necesita.

- ¡Claro que me necesita! ¡Él no puede seguir saliendo con alguien como tú! ¡Simplemente le haces daño, y tienes una idea errónea de lo que es el amor! ¡Estás completamente mal!

Esas palabras me las había guardado tanto tiempo desde que me enteré de la tóxica relación "amorosa" en la que se encontraba el menor de estatura.

Tiendo a ser una persona tranquila en todo momento. Nunca dejo que nada me saque de mis casillas. Pero esto... Simplemente no puedo aceptarlo.

- Saihara-chan...

- Ouma-kun, escúchame. - le tomé de los hombros firmemente. - Esto no es nada sano para tí. Komaeda no es más que un abusivo contigo. Él realmente no te ama.

- ¡Claro que me ama!

- ¡No, no es así! Hay maneras de demostrarle a una persona que la quieres, y esa manera no es de la manera en la que te trata él. - se quedó callado ante mis palabras. - Solamente te lastima. No sé exactamente por qué sigues con él. Pero--

- Porque me ama. - interrumpió el albino. - Porque sabe que lo amo, y todo lo que hago, lo hago por su bien.

- No... Él tiene razón.

Me sobresalté al escuchar la voz del menor. Hasta Komaeda lo había hecho. Ninguno se lo esperaba.

- Nagito Komaeda... - Ouma se soltó de mi agarre, solamente para encarar al albino. - Nuestra relación acaba aquí y ahora.

~*~

- ¡Papá!

- ¡Sai-chan!

El sonido de dos caserolas siendo golpeadas justo en mis oídos me obligó a despertar. Cubrí mis oídos por instinto, aunque ya estaba acostumbrado a esto.

A mi derecha estaba mi esposo; Kokichi Ouma. Sí, luego de que terminó esa relación tan mala en la que estaba atrapado, él y yo comenzamos a salir. Creí que no duraría... Pero aquí estamos. Nos casamos, uno de los mejores acontecimientos de mi vida.

A mi izquierda, mi hija; Yuna Saihara. Desde que la vimos, Ouma ha sentido cierto apego por ella. Y ella siempre reaccionó muy bien en sus brazos, como si fuera nuestra propia sangre. Me convenció de adoptarla, y no me arrepiento de nada. Esta niña es un amor, aunque igual de escalosa que Ouma. Pero no lo veo realmente malo. A ambos los amo por como son.

Me senté en la cama, e inmediatamente Yuna se trepó sobre mí como siempre suele hacerlo.

- ¡Papá, tienes que ayudarme! ¡Papá Kokichi me está ocultando algo!

- Yuna, ya hablamos de esto. Lo sabrás cuando seas mayor.

- ¡Pero soy mayor!

- Tienes nueve años. Aún eres muy pequeña.

- Yuna... - hablé yo esta vez. - Ni siquiera te pusiste el uniforme. Ya sabes que no me gusta que llegues tarde a clases por este tipo de cosas.

Ella hizo un puchero muy tierno, y rápidamente se fue de la habitación, no sin antes murmurar un "está bien" con un suspiro de resignación.

- ¿Qué le ocultas? - pregunté a Ouma esta vez, arqueando una ceja. Él suspiró, y sacó algo de su bolsillo.

. . . Una foto vieja.

Una foto vieja de él.

- Encontró esto. No ha parado de preguntar por él.

- Pero... No te preocupes. Él murió hace años. - traté de tranquilizarle. Sin embargo, su semblante se volvió más serio, cosa que me empezó a preocupar.

- Ayer, cuando estabas trabajando, recibí una llamada.

- ¿Llamada de quién?

- ¿Ouma-kun?

- "La esperanza jamás muere."

Esas palabras me dejaron desconcertado. Claro que las había escuchado antes, las había escuchado de ese maldito sociópata que tanto daño le hizo a mi ahora esposo.

- ¿Estás seguro de lo que escuchaste? Pudo haber sido una broma de mal gusto. - traté de tranqulizar el ambiente que se tornó pesado. Pero ni yo me creía mis palabras, era completamente obvio que algo malo pasaba.

- Era él, Shuichi. Esa voz jamás la confundiría.

- ¡Pero murió hace años!

- ¿Y qué tal si sólo fingió su muerte?

¿Fingir su muerte?

. . . No, no puede ser. Yo mismo ví el cadáver de Komaeda.

- Eso es imposible.

- Sai-chan... No debes dejar que nada le pase a Yuna. Tengo un mal presentimiento.

Quise tranqulizarlo acariciando su cabello, pero... Mi mano traspasó su cabeza por completo. Como si se tratara de un holograma.

¡¿Y esto cómo es posible?!

- ¿Te encuentras bien, Sai-chan?

Parpadeé un par de veces. Grave error mío. Por un instante me ví en una cárcel, hasta que volví a parpadear y me encontraba en mi habitación. Ouma, sentado frente a mí, me miraba preocupado.

- S-sí, no es nada...

@#@

Well, otro fanfic al que posiblemente le de más atención en Wattpad. Precisamente de mi OTP, SaiOuma... ya que aquí no hay nada. (?)Bueno, bais.