Título: Segunda oportunidad.
Autora: Ilywen.
Parejas: Thilbo. Algo de Durincest.
Advertencia: Slash. Relaciones homosexuales varias. Quizás sexuales también.
Disclaimer: El Hobbit no me pertenece a mí, si no al fantástico J.R.R. Tolkien.
N/A: Quizás debería estar escribiendo otros fanfics, pero... personalmente, tengo una obsesión con El Hobbit actualmente y creo que no se saciará hasta que escriba algo. Hacía tiempo que no estaba tan inspirada y aquí traigo la historia reescrita a mi gusto... está totalmente basada en la película, ¡espero que no resulte cansino! Disfruten de la lectura.
Capítulo 1. La piedad de los valar.
Bilbo sentía la brisa marina chocando contra su rostro. El gran nuevo horizonte que nunca había visitado hasta ese momento se extendía ante de él y no podía si no, con las pocas fuerzas que le restaban, sonreír suavemente. El mar le recordaba a los ojos del difunto Thorin. Hacía ya más de sesenta años de ello, pero aun recordaba cuando el enano había caído ante sus ojos y él había mantenido su mano hasta que sus ojos azules se emborronaron y dejaron de percibirle. En aquel momento había sentido como su corazón había estallado en su corazón, y se extrañó como la sangre no fluía alrededor suyo... el dolor era abrumador. Sesenta años después, el dolor había remitido, pero no demasiado, los recuerdos eran dolorosos y él sólo había aprendido a no pensar en ellos, por más que lo intentaba, no podía aceptar aun la muerte de los enanos con los que había compartido su mayor aventura... Kili, Fili y Thorin, el rey de los enanos, su rey. Tiempos después había escuchado la muerte de Balin , y no pudo si no sonreír al escuchar que su sobrino, Frodo, había compartido tiempo con el hijo de Gloin.
Y entonces lo notó. Notó cómo las fuerzas poco a poco le iban abandonando. Sus latidos y su respiración se fueron acompasando como si fuera a dormir, y sus pupilas seguían clavadas en el gran azul, tan semejante a los ojos del rey enano... poco a poco todo se hizo más borroso, y una última lágrima se derramó por su mejilla pálida y arrugada.
-Por fin vuelvo a verte, Thorin... -suspiró, antes de que todo se volviera negro.
Después de la súbita oscuridad que le rodeó, que no le atemorizó si no que hizo que sintiera una gran alegría, sabiendo que volvería a ver a Thorin otra vez, y esta vez para siempre. Poco a poco fue sintiendo miedo, él había supuesto que después de la muerte podría volver a estar con él, pero todo seguía oscuro y las dudas comenzaban a fluir por su cabecita.
-Thorin... ¿Thorin? ¿Estás ahí? ¿Kili? ¿Fili? ¿Balin? -La voz resonaba en un vacío inmenso, cuando de repente una luz comenzó a alumbrar la estancia, enceguiéndole. Se tapó los ojos con el antebrazo, hasta que logró acostumbrarse a la luz que le rodeaba. Delante de él se encontraban cinco figuras, no las reconoció visualmente, pero en su corazón algo el decía que eran los valar Aulë, Yavanna, Nienna, Vaië y Estë, quienes le miraban fijamente.
Sus rodillas se doblaron automáticamente al obtener este conocimiento y cayó al suelo, sin poder sostenerles la mirada durante más de un segundo. Estë se acercó a él y puso una mano en su espalda, automáticamente el dolor y la pesadumbre se disiparon suavemente. El pequeño hobbit se estremeció al sentir el poder que emanaban los espíritus que le miraban fijamente.
-Por Ilúvatar... nunca pensé que... -se mordió el labio, no sentía que tenía el derecho de hablar ante esos grandiosos y poderosos seres y molestarles con su fina y pequeña voz.
-Bilbo Baggins, hobbit de la Comarca, salvador de Erebor, gran contador de historias y gran sufridor del corazón... -la voz perteneciente a Vairë, la tejedora, resonó en sus oídos- Yo creé tu historia, hilé uno de los grandes hechos de la historia con la Batalla de los Cinco Ejércitos, y nunca había sentido algo tan parecido al dolor de un mortal al percatarme del gran sufrimiento causado...
Yavanna y Aulë se miraron y luego al pequeño hobbit, mientras Nienna esbozaba una triste sonrisa. Todos los valar se miraron entre sí para luego asentir suavemente y la voz de Vairë volvió a sonar en la estancia.
-Nosotros hemos decidido desarmar uno de mis tejidos entre todos, con nuestro poder, para que tú, pequeño hobbit que ha estado sufriendo durante tanto tiempo sin caer en la locura, puedas volver a reconstruirlo con tus manos y evitar las muertes que te han seguido hasta el día de tu muerte. Para que vuelvas a reencontrarte con Thorin Oakenshield, hijo de Thrain, Rey Bajo la Montaña... y puedas evitar el extinguimiento de la línea de sangre de Durin.
-Pero... -Bilbo tragó saliva- Yo... sólo soy un hobbit, no puedo... no soy capaz de la misión que me piden...
-Sí que lo eres. Has soportado el dominio del Anillo Único durante más de sesenta años, y todo ésto a un gran sentimiento que es el que nos permite deshacer el destino para dejarlo en tus manos. Tú eres el único capaz de realizar esta hazaña. Con tus conocimientos actuales serás capaz de no dejar escapar al enano esta vez... todos lo sabemos.
Volvió a tragar saliva, azorado y nervioso de que depositaran aquel deber en sus hombros. Aunque la idea de volver ver y tocar a Thorin le volvía loco, volver a aspirar su olor, a hundirse en la profundida de sus ojos, a sentir sus labios rozándole y sus fuertes brazos envolviéndole... creía que su corazón iba a explotar, y sabía que la sonrisa de los valar era porque estaban sintiendo su gran estallido de emociones.
-Yo... acepto. Lo haré... volveré a pasar por esta aventura... una vez más. -dijo, con voz trémula y nerviosa, pero con valentía.
Y así, los valar cerraron sus ojos.
-Que así sea. -la gran voz de Ilúvatar resonó por toda la sala y el alma de Bilbo, haciendo que éste cerrara los ojos y perdiera la consciencia.
