NOTA: Antes que todo, todo el crédito queda para mi buen amigo StEbAnRoPeRo, a quien le agradezco por permitirme escribir esta secuela epistolar y satisfactoria de su fanfic "Mi redención La historia de Blueblood". Para los que lean este fic y no hayan leído el que StEbAnRoPeRo escribió, les sugiero que primero lean el suyo, para entender bien la trama de éste y todo lo que no podrían entender si leen éste sin leer antes el suyo.
11 de Abril, 1222 DGB
Hola, tía. Tengo mucho que decirte. Primeramente, si estuviera delante de ti, todo lo que te escribo en esta carta y lo que escribiré en las demás, te lo diría cara a cara tal como lo digo en esta carta que con mi magia haré más extensa para que le quepa todo, lo mismo haré con las otras si también llegase a ser mucho lo que escribiré. Ya pude recordar que el nombre de esta ciudad es "Trottingham". Son las 18:15 de la tarde, y escribo desde mi habitación en la posada. Te escribo por muchas razones y todo lo que escribo, lo hago sintiendo una inmensa, justificada y merecida sensación de culpa.
La primera es para decirte que me arrepiento y retracto de todas las cosas que dije sobre esa verdadera dama y de todas las malas formas en que la llamé en las cartas que te mandé a finales del mes pasado, y me arrepiento de todas las cosas que te dije en las cartas que te mandé antes de la última de ayer, porque ahora sé que todo lo que te dije fue mentira.
También me arrepiento de la mala vida que siempre llevé. Con toda la debida sinceridad, me declaro a mí mismo como el peor corcel de Equestria, como el peor príncipe y como tu peor sobrino, el peor de mi tía Luna y el peor primo de Cadence, el que al ser como era, ninguna de ustedes debió tener. Ahora entiendo lo que desearía haber entendido desde siempre, que todo lo mala que te dije que era esa dama, en realidad siempre lo fui yo.
No estoy ofendido por aquel gesto de esa verdadera dama, al contrario de eso, estoy agradecido por esa cachetada. Sé que verdaderamente me la merecía, y si ella lo hubiera querido, hablando simbólicamente, también me merecía que me reventara mi mejilla y que me lastimara mucho más que sólo con darme una cachetada.
Yo no merezco que nadie me quiera, ni siquiera mi prima, tu hermana y tú. Con lo mal corcel que era, de ninguna forma merezco ser ni llamarme "príncipe", ni llamarme "tu sobrino", ni "sobrino de mi tía Luna", ni "Primo de Cadence", ni llevar un nombre por el que se les llamaría a otros ponies de realeza como ustedes.
Ya no dudo y nunca seguiré dudando de tu juicio ni de tu verdadero encargo. Desearía no haber dudado nunca. Apruebo que hicieras todo ese juicio de la manera en que lo hiciste, apruebo que me amenazaras y te lo agradezco.
Junto con eso, te agradezco que estuvieras contra mí, porque habría estado totalmente mal que estuvieras en mi favor, pues yo no merezco que nadie esté en mi favor sobre nada. Ahora, con la verdadera intención debidamente buena, con verdadero arrepentimiento, de forma totalmente directa con palabras sencillamente entendibles, de forma debida y totalmente voluntaria, te pido perdón por lo de que la azúcar te afectaba el cerebro.
Te pido perdón por lo del azúcar en tu sangre y si te revisaste la insulina. Y perdón por haber dicho lo de que convaleciste. Si te sentiste ofendida, lo siento mucho. Y si por esa ofensa quieres castigarme desterrándome a uno u otro astro o a otro lugar fuera de Canterlot, o encerrarme en algún calabozo, o quitarme el título de príncipe por algún tiempo o por el resto de mi vida, lo aceptaré sin oposición. Aceptaré que me hagas lo que sea.
Me retracto de lo de que no quiero que me envíes a un astro. Si quieres hacerme eso, hazlo entonces, enviándome al que quieras y por el tiempo que quieras. Lamento mucho haberte contradicho. Por fin estoy consciente de todo lo mal corcel que fui con ella en la gala y lo mal corcel que he sido toda mi vida, me arrepiento completamente de eso.
En cuanto vuelva a verla, si es que verdaderamente vive en Ponyville, le pediré perdón públicamente por lo que le hice, y no sólo eso, también le agradeceré por esa cachetada, le explicaré por qué le agradezco y le pido perdón. Aunque ella nunca me perdone, al menos tendré en mi mente el recuerdo de haberme disculpado con ella y ella tendrá el recuerdo de que le pedí perdón, como debí hacerlo la misma noche que me dio mi merecida cachetada.
Espero que ella me crea cuando le pida perdón. No espero que consideres mi situación y te agradezco que no lo hicieras, y también te agradezco que no detuvieras esta sensata idea. Siento mucho haberle llamado "ineficiente" y "mequetrefe" al mecánico del tren. Desearía haberle sido comprensivo en lugar de haberlo llamado así. Si él no puede hacer más de lo que hacía, es porque ya está haciendo lo mejor que puede, aunque sea insuficiente.
Siento mucho haber llamado a Ponyville de esas maneras. Yo soy el único que merece ser denigrado así. Lamento mucho haberle llamado "detestable" a estos lugares. Aunque no me parezcan lindos como Canterlot, ya no seguiré llamándoles de ninguna mala forma, y desearía no haberlo hecho nunca.
Estoy consciente de que si le dijera a alguien de aquí lo que dije de la ciudad, dudo que me encuentren la razón, a pesar de las apariencias de esta ciudad y las formas de construir, pero sé que se enojarían. Sé que así de enojado estaría yo si alguien dijera algo así de Canterlot.
Desearía haberlo pensado antes de denigrar a la ciudad. Y aunque por algunas de esas ofensas y otras cosas no seas tú a quien deba pedirle perdón, por el momento no puedo hacer nada más, así que por ahora sólo te pido perdón a ti y el perdón para el mecánico te lo pido a ti para pedírselo a él de forma simbólica.
En cuanto a Trottingham, entiendo que estuve mal al juzgar a la ciudad de esa degradante forma y me arrepiento de ello. Si tienes algo que decirme y quieres decírmelo cuando vuelva al castillo, te escucharé y te lo aceptaré sin importar lo que sea. Y si me lo quieres decir con alguien como público, también aceptaré que eso quieras, y aceptaré que sea cualquier corcel o yegua que tú decidas.
Debido a todo lo malo que hice en toda mi vida, debido a la mala vida que llevé, y debido a todo lo malo que dije de esos lugares y esas personas, incluyendo a la dama, perdí por completo la sonrisa, aunque no la esperanza de volver a sonreír alguna vez, sea o no sea pronto. Ahora te diré las cosas que sucedieron hoy.
Lo primero que hice hoy antes de bañarme, fue entrar al baño y mirarme en el espejo la marca que ella me dejó. Aunque han pasado sólo diez días desde la última vez que me miré la marca, ya está media desaparecida, pero todavía se puede distinguir a simple vista. Ya no me importa que la gente no me quiera por tener la mejilla así, si alguien me juzgara de mala forma por eso, lo aceptaría con toda sinceridad y sin protestar.
Quizá esto pueda sonar ridículo o extraño, pero tengo muchas ganas de agradecerle a esa señorita por eso. Ahora comienzo con todo lo que pasó hoy. A las 11:30 de la mañana de hoy, lo primero que hice al salir de la posada, fue ir directamente al registro civil de la ciudad a buscar cualquier cosa o registro que me ayudara a encontrar a la madre del pequeño que no ayudé, de lo cual aún me siento tan culpable, apenado y arrepentido como ayer.
Encontré toda su información, la que decía que es la esposa del dueño de una empresa bastante buena y exitosa que fundó hace ocho años en esta ciudad, y sólo tiene un hijo, y en esa información también decía su dirección, así que me encaminé a su casa esperando encontrarla, pero también sabiendo que ella y su esposo estarían enojados y que no querrían recibirme, pues estaba seguro de que su hijo les contó sobre mí. Su casa estaba a veinte minutos del registro civil, así que eso me demoraría en llegar.
Mientras caminaba, me imaginaba lo enojados que estarían sus padres, y estaba consciente de que así de enojado estaría yo si él fuese mi hijo y otro corcel lo hubiera ignorado como yo lo hice. Honestamente, desearía que me hubiera sido posible haberlo pensado antes, porque estoy seguro de que me hubiera hecho ser más misericordioso con ese pequeño, y me hubiera sentido mucho mejor conmigo mismo.
Incluso te digo que con todo mi ser, agradezco que esos ponies me reprendieran y lo ayudaran y que su madre pudiera encontrarlo. Sólo caminé cuatro calles, cuando me detuve al ocurrírseme que quería que esos ponies vieran lo que iba a hacer. Estaba dispuesto a aceptar que no me quisieran perdonar si es que no lo hacían, y también tenía la disposición de aceptar que me insultaran si así lo querían, pero al menos les haría ver que ya no era el inmisericorde que fui ese día y que estaba arrepentido.
Con mi magia hice una pantalla holográfica delante de mí para localizar a mis bien llamados "reprendedores". Los encontré fácilmente, eran seis, y vi que tres de ellos estaban con sus parejas e hijos y que les dijeron lo ocurrido, los cuales también se veían enojados conmigo por eso.
En ese momento pensé lo más seguro y obvio, que no me sería fácil lograr que me perdonaran, o que sería imposible, o así pensé yo, pero también en ese momento, la suerte parecía estar de mi lado, pues mis reprendedores y los que estaban con sus familias, estaban nuevamente en la calle y no estaban haciendo nada importante que los tuviera ocupados, así que me teletransporté para llegar más rápido con ellos.
Cada vez que llegaba con uno y otro, todos me preguntaron por qué me les aparecía y me llamaban "Insensible", "Idiota", "Inmisericorde", "Infeliz", "Corcel despreciable" o "Ignora niños". No creo que suceda, pero por si acaso, si te enoja que me insultaran y quieres castigarlos de alguna u otra forma por eso, te pido que no lo hagas, ellos hacen lo correcto al insultarme, porque es lo que merezco y porque sus insultos son lo que verdaderamente fui, así que es totalmente justificado que me insulten.
Cuando les dije lo que haría, me preguntaron que entonces por qué quería que fueran y les dije "Para que puedan ver que ya no soy el que vieron que fui con ese niño". Me preguntaron cómo podían estar seguros de que podían creer lo que digo, y simple y amablemente les dije "Ustedes mismos se darán cuenta de que es verdad cuando escuchen todo lo que le diré a esa señora y su familia".
Ellos accedieron a ir, así que llegamos a la casa y todos se formaron uno al lado de otro detrás de mí, golpee tres veces y a los pocos segundos, ella abrió con su hijo a un lado y su esposo al otro lado. Apenas me vieron, las miradas de los tres se volvieron de enojo, y ella me gritó "¡¿Y ahora qué quiere, mal corcel?!", y su esposo me gritó "¡¿Qué estás haciendo en mi casa, desgraciado estúpido?!".
Supe que el niño les había dicho lo de ese día. Sólo su hijo se quedó callado, pero tan sólo con verlo mirarme así, supe que también me guardaba resentimiento, así que les respondí "Vengo a pedirles perdón a los tres, principalmente a su hijo". Sus miradas cambiaron a unas de asombro, pero la de ella fue sólo por un segundo, pues volvió a mirarme con enojo, y sin gritar me dijo "Se ahorraría sus disculpas si hubiera ayudado a mi hijo".
Suavicé aún más mi voz y le dije "Entiendo y acepto que me tengan resentimiento. Sé que así me sentiría yo si fuese mi hijo y otro corcel hubiera hecho lo que hice. Sinceramente desearía haberlo pensado antes de ignorarlo. Estoy apenado y arrepentido, y a la vez, me siento culpable de no haberlo ayudado como debí hacerlo. Humildemente, le pido perdón por eso. Me sentiría emocionalmente bien si lo hubiese ayudado, pero por no hacerlo, sólo me siento emocionalmente mal. En serio desearía haberlo ayudado.".
"Durante toda mi vida hasta ayer, yo era alguien que sólo pensaba en sí mismo y era desatento con los demás en todo momento, pero mucho más que sólo ser desatento, le digo sinceramente que era egoísta, mandón, mimado, egocéntrico y especialmente, descortés. Nunca en mi vida fui el buen corcel que cualquier yegua esperaría que todo corcel sea. Soy uno de los dos sobrinos de las gobernantes de Equestria, pero si usted y su familia igualmente no quieren tratarme con el respeto que las tratarían a ellas y tampoco me perdonan, lo entenderé y lo aceptaré porque es lo que merezco. A nadie le correspondería quererme, ni tratarme bien ni respetarme de ninguna forma si yo nunca traté así a nadie, sólo hice y dije cosas que a cualquiera motivarían justificadamente a odiarme, resentirse conmigo y tratarme de cualquier mala forma existente.".
Cuando dije "apenado", la mirada de la señora se normalizó y su ceño no se volvió a fruncir. Cuando terminé de hablar, los tres estuvieron callados por un momento, hasta que ella le preguntó a su esposo "¿Tú lo perdonarías?", él dijo "Sí, ¿y tú?", y ella dijo que sí. Eso me sorprendió. Ella le preguntó a su hijo "¿Tú perdonarías al señor, mi amor?", y él también dijo que sí.
Ellos dijeron eso con la sinceridad, calma y compasión más grandes que nunca he visto en nadie más que en ti, tía. Era una compasión que desearía haber tenido con el niño cuando me pidió ayuda. Hasta este momento sigo atónito porque aceptaron perdonarme aunque poco o nada me merecía su perdón. Pude notar que ya no estaban resentidos.
Les dije "Muchas gracias a todos", pero yo quería algo más, que anticipadamente sabía que podía hacer enojar a la señora. Les hablé sobre la carta que te mandé, ésa en la que a ella le llamé "pueblerina descuidada". Antes de que me protestara, como pensé que lo haría, le pedí perdón por eso, explicándole que la llamé así por lo mal corcel que era. Para mi asombro, ella siguió sonriendo y me dijo "Sí, acepto su perdón". Su esposo me dijo "Igual yo", y su hijo dijo lo mismo.
Les agradecí, luego me di vuelta hacia los otros ponies y la esposa de uno de ellos me sonrió y me dijo muy calmadamente "Aunque no soy quien debe perdonarlo, igualmente lo perdono". El resto también me sonrió y dijeron que también decían lo mismo. Al oír eso, les agradecí, me voltee hacia la madre del niño y le pregunté "¿Hay algo que usted, su esposo o su hijo deseen que yo haga para compensarlos?". En un segundo, ella fue la primera en contestar y dijo "No siento que sea necesario, pero si usted lo desea, adelante".
Su esposo y su hijo me asintieron, así que le pregunté a él "Señor, si usted es el dueño de su trabajo y lo tiene desde hace ocho años, ¿entonces son millonarios?". Me respondió que sí, así que le pregunté "Si la compensación que yo quiera, es algo que usted deberá hacer, ¿lo haría?", me volvió a responder que sí, y le pregunté "¿Exactamente qué cosa le puedo pedir?", y él respondió "Lo que usted quiera", así que me voltee hacia mis reprendedores y les pregunté "¿Hay algo que alguno de ustedes deba hacer y necesita algún dinero que no tiene?".
Uno de ellos dijo "Yo necesito 4.000 para pagar una deuda que debo desde hace medio año". La esposa de uno de los corceles dijo "En nuestra casa, la habitación de mi hijo necesita una remodelación cuyo precio es de 100.000, y nos faltan 62.000". Un hijo de otro de mis reprendedores me dijo "Yo necesito pagar mi universidad y todavía me faltan 5.000 para tener la cantidad de dinero que necesito". El resto estuvo callado, así que les pregunté "¿Alguien más necesita dinero para algo?", pero todos dijeron que no.
Me voltee hacia el padre del niñito y le pregunté "¿Puede usted tener la gentileza de darle a ellos el dinero que les hace falta?", él me contestó "Sí. Hágase a un lado, por favor". Me moví a la izquierda, él se acercó y les dijo a ellos "Les daré todo el dinero que necesiten para lo que quieran o lo que deban hacer, y siempre les continuaré dando cuando quieran o necesiten, así que si otro día necesitan más dinero, sólo deben venir a pedirme, y si vienen en un día de semana y no me encuentran, pueden preguntarle a mi esposa dónde estoy, y si les dice que estoy en mi trabajo, ella los llevará inmediatamente".
Todos le agradecieron al mismo tiempo y uno por uno le juraron que nunca abusarían de su generosidad. Me voltee hacia él y le dije "Gracias por acceder, señor". Me contestó "De nada". En ese momento, intuí que alguno de ellos querría pedirme perdón por haber sido resentidos y por las formas en que me llamaron, así que les pedí a la señora y su hijo que se me acercaran.
Lo hicieron, ella me preguntó "¿Qué quiere?", y le dije "Para decirles algo a usted, su familia y todos los presentes de forma directa, les pido que ambos se paren al lado de su esposo", lo hicieron, les dirigí la mirada y dije "Les haré una pregunta a todos y les pido que sólo me respondan con un "Sí" o con un "No". Ahora que he cambiado, ¿alguien querría pedirme perdón por su resentimiento y por las maneras en que me llamaron?".
Todos dijeron que sí, así que por ser ésa la respuesta, les dije "Está bien, pero no necesitan hacerlo. Acepto que lo hicieran, pues era lo que me merecía y lo que verdaderamente fui". Miré al padre del niño y le pregunté "¿Usted debe ir al banco para entregarles el dinero a todos?", él me respondió que sí, así que le dije "Está bien. Usted, su hermosa familia y mis reprendedores ya escucharon todo lo que quise decir y a los tres ya les pedí perdón, así que pueden retirarse, pero antes, les digo sinceramente a los tres que verdaderamente me parece que son una familia hermosa, y en mi opinión, son la familia más hermosa que he podido conocer en toda mi vida.", los tres me agradecieron por eso.
El padre me chocó el casco, su hijo me abrazó y la madre me besó la mejilla donde esa verdadera dama me cacheteó. Cuando me dio el beso, vio la marca y se asombró, y me preguntó "Señor, ¿qué le sucedió en la mejilla?", así que le contesté "Es la marca de una merecida cachetada que me dejó una yegua a la que le hice pasar un muy mal rato en una gala que se celebró hace poco tiempo en el castillo de Canterlot".
Ella dijo "Oh, bueno". Su esposo me vio la marca y dijo "No lo había notado. ¿Cuánto tiempo lleva con esa marca?", y le dije "Tres semanas". Su hijo también vio la marca y aunque no dijo nada, su mirada de asombro me hizo ver que también le sorprendió que tuviera la mejilla así. Uno de mis reprendedores escuchó eso y dijo "Siento mucho lo de su mejilla", pero le dije "Su lástima no es necesaria, señor, pero gracias".
El padre me dijo "Antes de irnos, señor, ¿nos puede decir su nombre?", y les dije "Me llamo "Blueblood"", luego me preguntó "¿Cómo supo usted que aquí es donde los tres vivimos y cómo supo que soy el administrador de mi trabajo?", y le dije todo lo que hice esa mañana. Ahora, él me dijo "Antes de irnos, le diré una última verdad. La verdad es que siento que usted y nuestra reconciliación con usted nos ha unido mucho más como familia. Quizás un agradecimiento no sea necesario, pero igualmente le agradezco".
Su esposa me dijo "Lo mismo siento y digo yo, señor Blueblood", y su hijo me dijo "Y también yo". Les dije "Por nada", y el padre se dio media vuelta y dijo "Vamos todos al banco ahora", todos se despidieron amablemente de mí, la señora cerró la puerta de la casa y se fueron. Y fue todo en este día.
Antes de despedirme, tía, te quiero pedir una cosa importante para mí, y quisiera pedirte que aceptes. Te pido que por favor, me dejes venir a esta ciudad de nuevo el próximo año para ver a esta familia otra vez y quedarme a convivir con ellos por un tiempo corto. Si puedo yo decidir el tiempo, te pido que sea desde el 23 de Marzo hasta el 10 de Abril. Eso es lo que ahora te pido. Esperaré tu respuesta, tía. No protestaré ni nada si no aceptas, pero espero que aceptes. Hasta la próxima carta.
Con un respeto y cariño totalmente mayores y totalmente más verdaderos que antes
Blueblood
12 de Abril, 1222 DGB
Hola, tía, esta carta también será más extensa de lo normal, pero menos que la anterior. Primeramente, te agradezco por aceptar. Hoy fui a la casa de esa familia a decirles. Con algo de seguridad creía que ellos aceptarían, pues por el buen corcel que ahora soy, imaginaba que era posible que aceptaran. Ahora te quiero decir de cosas que hice hoy.
Son las siete de la tarde, pero ya no escribo desde la posada, porque la dejé para aceptar el hospedaje en cualquier casa donde me invitaran, para así hacer más evidente para ti lo mucho que cambié. Me retracto de haberte dicho que prefería quedarme en la posada. No me importa cuánto se pueda demorar la reparación del tren y cuánto tiempo me signifique quedarme en esta ciudad, prefiero vivir como estas buenas personas, como un corcel humilde y sincero, y no seguir denigrando a la ciudad y su gente.
Ahora te escribo desde la casa de una hermosa familia de la que me hice amigo. No es la familia del otro día, sino otra, que con invitarme a su casa, me hicieron ver algo que desearía no haber pasado por alto nunca. Con invitarme a pasar el tiempo en su casa, involuntariamente me hicieron ver que las razones por las que me invitaron, las razones por las que las personas me ofrecían fruta y agua y las amas de casa le ofrecen hospedaje a ponies que no conocen, es por generosidad, solidaridad y hospitalidad, algo que ya he visto en las otras ciudades donde he estado, pero aquí es más frecuente y notorio, y algo que yo nunca fui y desearía haber sido siempre.
Aún sigo sin sonreír, pero mi esperanza sigue presente. Por casualidades de la vida, hoy en la mañana, cuando dejé la posada y llevaba poco rato caminando para ir a la casa de esa familia, me encontré de nuevo con ellos. Cuando nos saludamos, la señora me preguntó por qué no sonreía y tampoco lo hice cuando fui a su casa, así que le dije el por qué y ella me dio su consuelo, algo que me tomó completamente por sorpresa, por ser la primera vez en mi vida que alguien quiere hacer algo como eso por mí. Le agradecí y les dije lo que te pedí, junto con que tú aceptaste.
Aunque posiblemente no se negaran, igualmente les pregunté si estaban de acuerdo, y los tres dijeron que sí, así que les agradecí, y antes de despedirme de ellos, les dije que ahora los considero como mis más grandes y más amados mejores amigos. Me agradecieron por eso, diciéndome uno por uno que por esa consideración y por el cariño que ahora me tienen, también me consideran como su más grande y más amado mejor amigo. Les agradecí también, nos despedimos y me fui.
Si hubiera aceptado un hospedaje antes, hubiera notado lo espaciosas que son las casas. Tienen hasta dos habitaciones de huéspedes llenas de un máximo de cinco camas de dos plazas. Si traen a un pony y todas las camas están ocupadas, pero alguna está ocupada sólo por uno, cualquiera de los que están en esa casa, voluntaria y gentilmente dejan a los otros dormir con ellos. Y eso me pasó a mí.
Estoy compartiendo una cama con otro corcel unicornio que también está de visita en la ciudad. Durante algunos minutos hablé algunas cosas con él. Nos presentamos y cuando le dije que soy príncipe, me preguntó por qué no estoy en Canterlot y le conté lo que le conté a la señora. Él me felicitó por haber cambiado y le agradecí, aunque también le dije que felicitarme no era necesario. Le pregunté por qué venía a esta ciudad y dijo que venía por visitar a la familia propietaria de esta casa, porque era amigo de ellos desde hace muchos años. Le pregunté si tiene algún trabajo y me contestó que lleva doce años trabajando como mecánico de trenes en Baltimare.
Oírlo decir "mecánico de trenes" me recordó al mecánico del tren que se averió y le pregunté "¿Cuánto tiempo estará usted en esta ciudad?", y me dijo "Por tres semanas más, ¿por qué?", y le conté de la avería del tren. Luego le pregunté si pudiera tener la gentileza de ir a ayudar con la reparación y aceptó, pero luego dije "Oh, perdone, no le he preguntado si tiene algo de lo que necesite para eso", pero él dijo "No se preocupe, siempre voy con mis herramientas adonde quiera que vaya para estar preparado por si se presenta un inconveniente como ése", así que le dije "Ah, que bien, gracias por ser organizado", dijo "De nada", me dijo que lo llevara, así que acepté, él le dijo a la dueña dónde iría y lo llevé a la estación, donde el tren seguía parado y el mecánico intentaba repararlo.
Llamé su atención y al verme, su ceño se frunció levemente y me preguntó "¿Qué hace aquí de nuevo, principito?". Con la humildad y cortesía que desearía haber tenido antes, le dije "Hoy conocí a otro mecánico que ahora traje para que le ayude con la reparación, querido señor, si usted acepta la ayuda". Desfrunció su ceño cuando terminé de hablar, miró al otro mecánico y le preguntó "¿Eso es cierto?", y le respondió "Sí, el señor me habló de este problema con el tren, me preguntó si podía venir a ayudarlo con la reparación y acepté, así que vine con todas mis herramientas necesarias para acelerar la reparación".
En casi cuatro segundos, el mecánico del tren sonrió y dijo "Entonces gracias por venir, y le agradezco a usted, señor, por haberlo traído", le dijimos "De nada", y preguntó "¿Cuánto tiempo lleva trabajando usted en esto?", a lo que el otro contestó "Doce años". Cuando le respondió, el del tren dijo "Eso es maravilloso. ¿Podrá comenzar ahora?", le dijo "Claro", y cuando iban a comenzar, les pregunté si tenían alguna idea de cuánto tiempo les tomaría reparar el tren, pero ambos me dijeron "No sé, pero estoy seguro de que terminaremos rápidamente", así que por último y sin perder más tiempo, le dije al del tren "Señor, hay algo que tengo que decirle a usted", él me preguntó "¿Y qué es?", y le hablé sobre las cartas y sobre cómo era yo antes del día que cambié.
Le hablé sobre ese niñito y del perdón que le pedí a él y a sus padres, luego le dije por qué ya no sonreía y luego le dije las dos maneras en que le llamé en esa carta por ser el incomprensivo que era. Le pedí un inmediato perdón por eso y él me perdonó, así que le agradecí y los dejé comenzar yéndome de ahí. Pasaron las horas hasta que volvió a la casa el mecánico con el que me amigué. Le pregunté si terminaron o les faltaba y me dijo que les faltaba, pero que con lo bien que avanzaron, calculaban que mañana terminarían, aunque sin una hora definida. Mañana escribiré más. Hasta entonces, tía. Te quiero.
Con sumo respeto y con cariño
Blueblood
13 de Abril, 1222 DGB
Hola, tía amada, ahora te escribo desde el tren. Los mecánicos tuvieron un completo éxito en repararlo. El que conocí en la casa, fue allá a las 12:30 y me dijo "Blueblood, el tren está listo, así que partirá a las 13:30". Le agradecí, fui con la dueña de la casa, le agradecí por el hospedaje y le pregunté si debía pagarle por alojarme, pero dijo que no, así que me quedé por otros minutos más en la casa, y cuando faltaba media hora para que el tren se fuera, me despedí de él y de la dueña diciéndoles por qué me iba, y en seguida me fui, pero no a la estación, sino a una tienda a comprar una alforja y luego a pasear por algunas calles mientras faltaba para que el tren partiera.
No me importa que las alforjas me hagan parecer alguien de clase social inferior, prefiero parecerlo a que me falte algo que necesite para llevar cosas. La mayor razón por la que quise comprar esta alforja, es por si necesitaba llevar algo, en caso de que alguien más me ofreciera algo de comida. Y así pasó. Me iba encontrando con ponies que nunca vi mientras estuve en esta ciudad. Algunos me ofrecían agua y se la acepté, agradeciéndoles por supuesto. Otros me ofrecían frutas, que por supuesto también acepté y agradecí. Para cuando faltaban diez minutos para que el tren partiera, volví a la estación y ahí me quedé.
Apenas me paré a esperar que el conductor avisara cuando empezaría el viaje, oí al mecánico llamando mi atención. Se me acercó y me dijo "Gracias por haber traído a ese señor, su ayuda fue bastante útil. Supongo que él le dijo que el tren está reparado", le contesté "Sí, me lo dijo", y él preguntó "¿Le dijo a qué hora partirá?", dije que sí y desde ese momento, él y yo esperamos a que llegara la hora de partida. Llegó el momento de partir, el conductor dio el aviso de subir, subimos junto a más ponies y el tren partió. Hasta aquí llega mi carta, tía. Te escribiré de nuevo cuando esté en Baltimare.
Con todo respeto y cariño
Blueblood
