Disclaimer: el potterverso pertenece a Rowling
Este fic participa en el reto especial "Primero de septiembre" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
El hecho de que mi padre no me haya acompañado a la estación no es una gran sorpresa, no esperaba que lo hiciera, pero al menos podía haberse dignado a mencionar el detalle de que hay que atravesar una maldita pared de ladrillo bien sólida para llegar al tren. ¡Y menudo tren! Me quedo paralizado, boquiabierto, contemplando la reluciente locomotora escarlata que tengo ante mí. Es lo más impresionante que he visto nunca. Salgo de mi ensimismamiento cuando alguien me empuja. El pequeño baúl con mis escasas pertenencias cae al suelo. Me agacho para cogerlo, pero no se me escapa la mirada de desprecio del hombre que me empujado, ni el comentario que dirige a su hijo.
—No te juntes nunca con ese chico.
No me ofende, la verdad. No es la primera vez que lo oigo. Y eso que hoy he intentado arreglarme un poco. Me he lavado el pelo, y me he puesto mis únicos vaqueros sin agujeros, pero llevo una camiseta gastada demasiado grande para mí. Y si a eso se añade la herida de la mejilla que me hice al caerme de bici, se puede decir que no tengo muy buen aspecto. Lo único en buen estado son las zapatillas. Se las robé a un niño en la piscina. Mi familia nunca podría permitirse algo así.
A pesar de que no me molestan las palabras del hombre, le hago un gesto obsceno con la mano. Ahora más gente me mira mal. Tampoco me preocupa, mi hermano hace ese mismo gesto a mucha gente.
Arrastro mi baúl hasta una de las puertas del tren. El encontronazo de hace unos segundos se me olvida inmediatamente. Voy a subir a un tren por primera vez en mi vida. Estoy emocionado, aunque intento que no se note porque no quiero quedar como un estúpido el primer día.
Sin embargo, al llegar al colegio ya me da igual lo que piensen los demás. Todos tenemos la misma cara de sorpresa y emoción. Y entonces es cuando me preguntó qué hizo que mi padre renunciase a algo tan maravilloso como la magia.
