CAPITULO 1: La rebelión.
Todas las mañanas de aquel verano , un adolescente se levantaba temprano, se lavaba y bajaba a preparar el desayuno de su familia. Pero este verano era muy diferente a los anteriores. Todo aquel que mirase a este adolescente podría percibir la tristeza que este emanaba.
-¡Harry!¿Estás preparando ya el desayuno o te lo tengo que volver a decir? Tu primo se levantará en una hora y tiene que tener el desayuno preparado y tu tío se tendrá que ir al trabajo aún mas pronto! ¡Niño desagradecido!- Su tía Petunia, no descansaba de gritarle desde que se levantaba.
A Harry ya no le importaban los gritos de su tía, sus insultos, ni la cantidad de trabajo que se le encargaba, bastante desproporcionado para la edad que tenía. Desde bien pequeño, había tenido que realizar las tareas mas duras de la casa, con la escusa de ser un invitado en la casa de sus tíos, y de que ellos lo mantenían. Pero este verano tras la muerte de su padrino Sirius Black, poco le importaba. Sirius había sacrificado su vida para salvarle. Por culpa de su estupidez e ignorancia había conseguido que matasen a una de las pocas personas que de verdad le quería, sin importar que fuese el niño que vivió, sin importar el dinero que tuviese, sin importar las influencias que pudiese tener.
Había pasado un mes desde la muerte de su padrino y todavía no lo había superado. Todas las noches se acostaba llorando, anhelando una vida que no había podido tener y una vida que ya no tendría junto a él. Y le estaba pasando factura. Casi no dormía y las pocas veces que lograba conciliar el sueño, estos estaban plagados de terroríficas pesadillas que le despertaban gritando . Harry siempre había sido un niño delgado, pues la alimentación que sus tíos le daban, nunca había sido suficiente para un niño en pleno crecimiento, pero ahora se había quedado en los huesos. Había perdido el apetito y las ganas de vivir.
Una vez terminado el desayuno, se fue al jardín a terminar de cortar el césped.
-Buenos días Petunia – dijo Vernon, el tío de Harry cuando entró a la cocina. Petunia estaba vigilando a Harry a través de la ventana de la cocina, mientras terminaba de fregar su taza de desayuno.
Vernon, ¿No crees que Harry cada día está mas delgado?- Le preguntó a su marido con algo de preocupación.
Pues no me he fijado en el fenómeno, y tú tampoco deberías. Nuestro hijo es que necesita nuestra atención, no este huérfano bueno para nada. Un inútil como su padre. ¡Eso es lo que es! –dijo mientras se comía una doble ración de huevos revueltos.
Pero Vernon, es el hijo…
¡Basta!- Dijo mientras daba un sonoro golpe sobre la mesa.- ¡Suficiente!
Petunia un poco sobresaltada por el arranque de ira de su marido volvió a sus quehaceres sin volver a prestar mas atención al asunto y empezó a servir un buen plato de bacon a su hijo que entraba por la puerta en ese momento. Dudley Dursley hijo de Petunia y Vernon Dursley, se había convertido en una pequeña ballena confirme crecía y a pesar de las dietas que le imponía la enfermera de su colegio, parecía no tener efecto en él, pues cada verano, se notaba un incremento de su masa corporal. Su familia además, parecía empeñada en que aumentase al menos una talla por mes.
Harry tras terminar de arreglar el jardín, lavar el coche de su tío y limpiar el salón, se dirigió a su habitación. A pesar de que normalmente estaba atento de no encontrarse con su primo, debido a la falta de alimentos y descanso, se lo encontró en las escaleras.
¡Fenómeno! ¿Dónde coño crees que vas? Te tienes que poner a hacer la cena, que sabes que no me gusta esperar- Le dijo lleno de ira. Harry sin ganas de enfrentarse con él intentó esquivarle sin éxito. – ¡Te estoy hablando imbécil!
Por favor, Dudley, déjame pasar. –Y volvió a intentar a esquivarle.
Dudley enfadado pues no había podido intimidarle, le dio un pequeño empujón. Harry débil como estaba, no pudo mantener el equilibrio y calló rodando por las escaleras. Dudley en un principio se asustó de la caída, pues Harry no se movía, pero un minuto después, vio que este se empezaba a levantar, y tras un suspiro se dio la vuelta y se fue a jugar a su habitación.
Harry se levantó dolorido. Había caído sobre su brazo derecho y casi no podía moverlo, y le dolía la cadera de rodar por los escalones. Como pudo llegó a su habitación y se tumbó en la cama. Pasado una hora intentó levantarse para ir a hacer la cena, pero no pudo. Le doía todo el cuerpo y se le empezaba a poner morado tanto el brazo como el costado de la caída.
Bueno, hasta aquí he llegado. Estoy cansado. Tan cansado… Me lo merezco- se lamentaba- Sirius… te echo de menos, Sirius… - estaba tan exhausto que se quedó dormido.
Un ruido intermitente le despertó. Miró hacia la ventana y se encontró con un grupo de lechuzas que estaban esperando que les dejase entrar. Harry se levantó como pudo y abrió la ventana. Había varias lechuzas conocidas, como la de Ron, pig. Cogió las cartas y las despidió. Ya eran pasadas las 12, y era su cumpleaños. No se había acordado, aunque tampoco es que tuviese ganas de celebrarlo. No había contestado ninguna de las cartas que había recibido de sus amigos. Las había ido guardando en el cajón de su escritorio y se habían quedado olvidadas, pues no tenía ánimos de leer como les iba el verano, que era lo que estaban haciendo… Hacía un par de semanas les había enviado una carta a cada uno comentándoles que estaba bien, que estaba mejor y que estaba pasando el verano como todos los demás. No quería que se preocupasen por él.
Una nueva lechuza entró por la ventana abierta y le llamó la atención . No la reconocía. Era bastante grande y tenía un porte y una majestuosidad que las otras no tenían. Cogió el sobre de su pata y tras una reverencia, la lechuza se marchó. El sobre era bastante grueso, con el sello del banco de Gringotts. Harry no sabía por qué se tenían que comunicar con él y a pesar de lo dolorido que estaba, le picó la curiosidad y abrió la carta.
El sobre contenía varios documentos, entre ellos una carta dirigida a él de parte del director de Gringotts.
Estimado señor Potter,
Nos ponemos en contacto con usted para darle el pésame por la muerte de su padrino Sirius Black y para informarle de las acciones llevadas a cabo con respecto a su herencia. Nos complace informarle de que usted, Señor Potter, es el único heredero.
Se le adjunta una lista de las principales propiedades que pasarán a estar a su nombre, así como la última voluntad de Sirius Black. Agradeceríamos que se pusiese en contacto con nosotros tan pronto como sea posible, para determinar las acciones que se llevarán a cabo con dichas propiedades.
Por otro lado nos complace informarle de que el señor Sirius Black, como parte de la preparación de su testamento, estipuló que tras su muerte, usted fuese emancipado y se le considerase mayor de edad tanto en el mundo mágico como en el muggle. Por este motivo, ponemos a su disposición el resto de la herencia de los Potter (le adjuntamos la lista de propiedades).
Un saludo.
Cuando terminó de leer la carta se le saltaron las lágrimas. Incluso Sirius estando muerto seguía cuidando de él, preocupándose por él. Junto con la carta del director del banco, venía una carta del puño y letra de Sirius. Harry tomó aire y aunque no estaba totalmente preparado, comenzó la lectura.
Querido Harry,
Si estás leyendo esto, supongo que estaré muerto. Espero haber muerto en batalla, luchando por lo que creía y protegiendo a la gente que quiero. Siento haberte dejado tan pronto de haberte encontrado. Mi mas triste pesar ha sido no haber estado a tu lado mientras crecías, no haberte cuidado y no haber estado cuando me has necesitado.
Harry eres más de lo que podía haber esperado. Tu corazón es igual de grande que el de tus padres. Ahora estaré con ellos y te cuidaremos desde donde estemos.
Por otro lado Harry, te quiero advertir sobre Dumbledore. Cuando murieron tus padres, y me acusaron, Dumbledore, pudo haber intercedido por mí, haber exigido un juicio justo, pero no lo hizo. Creo que no quería que te quedases conmigo. Prefirió que estuvieses con los Dursley a pesar de saber como eran y que aborrecían la magia pues estando con ellos se aseguraba de que podía controlarte Cuidado con Dumbledore, maneja los hilos detrás de una tierna sonrisa, pero todo lo que hace, beneficia a sus propios intereses. En esta vida Harry, hay que saber rodearse de la gente que de verdad te quiere, y se preocupa por ti. Elige bien.
Te quiero con todo mi corazón, Harry, nunca lo olvides.
Sirius.
Harry era un mar de lágrimas. Eran las últimas palabras de su padrino. Las atesoraría. Sirius le estaba advirtiendo sobre Dumbledore. Desde que conoció la existencia del mundo mágico pensó en Dumbledore como un abuelo, que lo sacó de la casa de los Dursley y que le enseñó lo que de verdad era. Había confiando en él con su vida. No podía creer que había sido utilizado.
-Dumbledore...- susurro- ahora entiendo. Pudo haberme ayudado a vivir con Sirius, siendo querido. Podría haberme contado la profecía mucho antes. Podría haber salvado a Sirius... Pero una marioneta es mejor cuanto menos sabe ¿no?-dijo cada vez mas enfadado.
Inspeccionó el resto de documentos que contenía el sobre del banco y encontró como le habían dicho en la carta, las dos listas de propiedades tanto de la familia Black como de la familia Potter y un documento que le permitía la emancipación.
Con ese documento era libre, libre de los Dursley, y libre de Dumbledore. Gracias a él, podría hacer magia fuera de la escuela, pues ya se le consideraba mayor de edad. Las cosas iban a cambiar. Ya no sería un niño desvalido e ignorante. Aprendería y sería él quién manejase su vida.
