For the a Rose and the Lion: Second Season
Battlefield
12 de noviembre del 2015
Londres
19:00hrs
Greg miró a Joe cuando la reportera preguntó por quinta ocasión si de verdad seguirían jugando con un equipo condenado y esta vez, fue Irene Adler la que respondió. Se enfrascó en un diálogo sobre la venta del equipo y la última temporada y la importancia de los patrocinadores y del apoyo de la ciudad de Brigthon, llegó un momento en el je no se sabía si estaba diciendo que finalmente lo venderían o no. Tal vez el asunto no estaba tan concertado como pensaron al principio, lo cual era bueno, jugar para el Brighton se estaba convirtiendo en una de las mejores experiencias de su carrera, primero que nada porque no les respondían mas que a ellos mismos, los dueños parecían haberse dado por vencidos y solo querían no perder la inversión; y segundo, porque los jugados sin experiencias que habían reunido, eran mucho mejores que los grande que gozaban de salarios exorbitantes.
Y eso lo iba a demostrar, llevándolos a donde todos mundo los viera, donde no pudieran ignorarlos, donde la gente comenzara a preguntarse la razón por la cual tan grandiosos jugadores no estuvieran en equipos mayores. Si el equipo del Brighton se perdía, Greg quería asegurarse de que los muchachos llegaran a hacer algo muchos mas grande que lo que un equipo de Segunda Liga podía ofrecerles.
-Greg, sabemos de buena fuente que el Real Madrid quiere que firmes contrato para la siguiente temporada de la Liga Española -esta vez el que habló fue uno de los comentarios de deportes más respetados de la cadena, aunque esto no evitó que Greg tuviera que contener un bufido de exasperación.
-Su fuente es buena de verdad -dijo ligeramente molesto aunque trató de que su voz tomara cierto tono de broma para quitarle un poco de seriedad al asunto, no le interesaba lo que tuvieran que decir sobre el tema, porque aquello no iba a suceder nunca jamás. Años atrás, en el inicio de su carrera, decidió que jugaría en para la Liga Inglesa única y exclusivamente, aunque la oferta fuera muy tentadora. Y lo era, excesivamente tentadora si es que solo pensara en el dinero.
-¿Podrías decirnos entonces si aceptaras la oferta? -insistió de nuevo el comentarista, sonreía mucho, como si estuviera saboreando una dulce exclusiva de la que poder presumir.
-Deberías saber la respuesta -Greg sonrió de esa manera tan especial, torciendo la boca un poco a la izquierda, dejando que su expresión fuera la de una niño que se portaría mal en un futuro cercano.
-No la sé Greg -el comentarista se rió con fuerza, se escuchó forzado, como si tratara de cubrir su incomodidad con la carcajada. Y era que cualquiera que supiera de la carrera de Greg sabría que jamás iría a España a jugar, aunque no todos eran fans de él, era algo que había repetido una y otra vez en múltiples ocasiones porque no era la primera vez que se le daba la oportunidad de jugar fuera del país.- No la sé y es casi como si me preguntaras si a alguien se le habría ocurrido que acabarás jugando para la Segunda Liga, si hubieras querido estarías en algún equipo que valiera la pena.
-¿Mi equipo no vale la pena?
Se estaba enojando y era algo que no podía permitirse, debía saber llevar aquello con la mejor de las actitudes, no era nuevo para él, nada de esto. Había tenido entrevistas para la televisión de mas países de los que podía enumerar, de muchos de ellos ni siquiera sabia las capitales y aún así, se interesaban en él y en lo que tenía que decir, por lo que había aprendido a responder y sonreír, sin mostrarse ofendido por ninguno de los comentarios o insinuaciones que pudieran hacer.
-Seguramente nadie se fija en la cantidad de estadios llenos que hemos conseguido o que hasta el momento no hayamos perdido un solo partido -intervino Joe quien había estado de lo más callado durante los minutos que llevaban de entrevista. No era algo que le sorprendiera, que primero que nada creyeran que estaban en el Brighton de paso con la única intención de saltar a algún guapean equipo que estuviera a su altura. Y segundo, que pensaran que Greg era el único que valía pena entrevistar y que los demás eran poco menos que relleno.
-O las estadísticas perfectas de nuestro portero -añadió Greg sabiendo que pese a que John hacia todo perfecto, la gente espera que fuera Joe el portero titular.
-El cual se llama John Watson, la verdad no sé que hago yo aquí en vez de él -volvió a hablar Joe, cortando cualquier intento de los comentaristas y de la reportera para intervenir. Joe estaba puliendo la técnica de John, pero el talento estaba más que presente y nada de lo que pudiera hacer Joe lo habría logrado si John no fuera excelente por si solo.
-O que dos jugadores del mismo equipo están empatados como líderes de goleo -volvió a robar la palabra Greg quien no podía dejar de alabar el trabajo que estaba haciendo junto a Sherlock, quien cada vez parecía destinado a revolucionar las canchas del mundo. Greg sabia que él tenía la fama, pero que el talento era todo de Sherlock y si tenía que sacudir al mundo para que se fijara en él, pues eso haría.
-Lo cual hace más extraño que no hayan invitado a la joven promesa del fútbol que es Sherlock Holmes -ahora más parecía in diálogo entre ambos jugadores que una entrevista, lo cual mucho mejor que estar respondiendo sus preguntas obtusas y nada originales.
-Además si hablamos de la defensa, la que tenemos es impecable, Ethan podría llevar perfectamente el puesto de capitán por la manera que arregla a sus jugadores, aunque tampoco puedo dejar de lado el trabajo que hace el medio campo, ¿de verdad han visto a Terry jugar? no tengo idea de cómo había hecho para tener jugadas con intenciones a gol sin él en el pasado.
Se rieron no porque no fuera cierto, porque era cierto, si Terry hubiera sido parte de sus equipos anteriores, seguro hubiera metidos muchos más goles de lo que había hecho por su cuenta. La risa se debía a que todo aquello lo habían dicho una y otra vez, sabiendo del potencial que tenían cada uno de esos chicos y de lo lejos que querían que llegaran, todos y cada uno.
Por todo lo que habían dejado en el camino por lograr que el sueño fuera mas que eso, mas que la fantasía de jugar por un año y luego, volver a la realidad. Esta era ahora su realidad y estaba seguro que quien se diera cuenta del potencial que tenían como equipo, saldría ganando.
-Este par quieren conseguir inversionistas como si fuera una buena idea el mantener vivo al equipo -dijo Irene tocando su rostro y mirando coquetamente al comentarista principal, Greg sabia que estaba en su papel, evaluando la situación y valorando la conveniencia de dejar que ambos siguieran hablando de las bondades de sus jugadores.- Lo que puedo negar es que con la mitad de la temporada han sacado muchas más ganancias que los últimos cinco años del Brighton.
-¿Más que en cinco años? - dijo la reportera sorprendida. Era difícil de creer, que un equipo de fútbol atrajera a tan poca gente y vendiera tan pocas entradas para sus partidos. Sin embargo las cosas eran diferentes ahora, se habían vendido todos los abonos para la temporada entera después de los partidos de preparación y la gente de otras localidades los iban a apoyar a sus partidos de visitantes. Había varios clubs de fans y el oficial, aquel que Molly había fundado, contaba con miles de integrantes, acercándose peligrosamente al millón de los mismos.
-Y dime Greg, ¿hay planes de boda? -preguntó finalmente la reportera sonriendo todo lo que podía. Sabía que habías estado muriendo por preguntar eso desde el principio pero había aguantado lo más que pudo hasta que la pregunta pareció haberle quemado la boca y ahora esperaba un respuesta.
Mycroft apagó la televisión porque sabía lo que Greg diría, porque lo había dicho una y otra vez, y ya estaba cansado de escucharlo decirlo. No era que estuviera enojado por el hecho de que dijera la verdad, finalmente no se estaban casando, ni siquiera habían platicado esa posibilidad, pero parecía tan seguro de negarlo que comenzaba a doler el hecho de pudiera hacerlo sin dudarlo ni por un segundo.
No estaba decepcionado, no lo estaba, de que estuvieran teniendo esa entrevista en Londres y aun así no lo fuera a ver hasta el otro día porque acudirían a una fiesta patrocinada por una gran marca de bebidas energizantes que podría extenderles a un contrato a Joe y Greg para que salieran en un comercial de televisión.
Lo cual era bueno.
Lo cual era excelente.
Lo cual lo hacía enfurecer porque no hubo una invitación, un ¿podrías acompañarme amor?, o algo similar. No, solo había habido un mensaje de texto donde le informaba de la situación y era todo. Y no sólo a estaba furioso, estaba total y completamente desesperado porque ahora no podría dormir porque estaría toda la noche dando vueltas sobre el mismo asunto; y aun sin haberse acostado aun, sentía el vacío en su cama y no entendía que era lo que pasaba.
O lo entendía muy bien, no podía decidirse. Sabía que las cosa era así, que la lejanía de Greg era normal y que estaba sufriendo lo mismo que el resto de familiares de los jugadores, una súbita ausencia de la persona que quería en su vida. Estaba viendo desde lejos la vida de su novio y eso se estaba volviendo terrible.
¿Estás listo? GL
El mensaje brilló un buen rato en la pantalla de su celular hasta que se dio el valor para mirarlo, pensando que tal vez Greg le decía lo maravilloso que era la fiesta a la que acudiría o la cantidad de gente famosa que estaba viendo, lo último que esperaba ver eran esas palabras.
¿Listo para qué? MH
Para la fiesta! GL
La respuesta llego casi de inmediato y por un momento deseó no haberla visto, poder ignorar aquello y pensar que se quedaría la noche solo y literalmente, abandonado. Pero no, claro, ¿cómo había pensado algo tan terrible de Gregory? Habían hablado, de la fiesta, de que irían y él, claro, pensando que sería como los otros eventos a los que había ido, las entrevistas en la televisión y las presentaciones personales, creyó que lo dejaría de lado. Mycroft se estaba dando de golpes con la puerta del clóset, pensando que tenía para ponerse que fuera medianamente decente y pudiera aparecer como presentable y evitara que fuera una vergüenza para la imagen de su novio.
Nada.
No tenía absolutamente que pudiera vestir en un evento nocturno donde además de todo, se tomarían fotografías y cada una de esas imágenes acabarían en internet, en alguno de esos blogs extraños donde evaluarían hasta el último detalle de su ropa y él moriría antes que hacer que Gregory se viera afectado negativamente por que él era un cabeza dura.
¿Te diste cuenta de que tu casera dejó en tu armario el traje que envíe para el día de hoy? GL
Mycroft ni siquiera lo había abierto, por lo que tras ver el mensaje lo hizo, buscando algo que se suponía no estaba ahí pero al encontrarlo, no pudo negar que era maravilloso, por lo que se de inmediato se probó un traje que le sentaba muy bien, de algún tipo de tela sintética gris, muy liviano y ligero. Contrastaba con su piel blanca y cabello rojo, seguro atraparía las miradas de todos los que miraran, lo cual lo asustó un poco. Pero Gregory creía que era adecuado, que podía hacerlo, o de otro modo no habría preparado todo con antelación para sorprenderlo.
Sal Mycroft o llegaremos tarde. GL
Molly había rebloggeado todo lo que llegaba a su dash del Tumblr durante toda la noche pero cuarto las primeras fotos de Greg y Mycroft aparecieron fue casi un shock, era el primer evento oficial en el que se presentaban juntos, porque todo lo demás habían sido cosas relacionadas directamente con las actividades el equipo y hasta el momento, habían sido estrictamente de los jugadores. Esto era diferente, esto era una fiesta con una especie de alfombra negra por donde desfilaban las estrellas deportivas que eran patrocinadas por la marca, se tomaban fotos y daban alguna que otra declaración antes de perderse en el gran salón de un enorme hotel londinense donde se serviría mucho alcohol y se cerrarían algunos tratos comerciales.
Y ahí estaban sus queridos amigos, retratados una y otra vez, luciendo increíblemente bien en trajes que debían ser de diseñador, excesivamente caros. Molly esperaba que fueran patrocinados por alguien porque definitivamente con el dinero que ahora percibía Greg, no se podía permitir pagar miles de libras en ropa. Greg sonreía como en los mejores tiempos, cuando se podía parar frente a reporteros de todo el mundo sabiendo que era el mejor futbolista de todo el mundo, su cabello negro, sus muy características canas y sus brillantes ojos color chocolate desarmaban a cualquiera, quienes no podía hacer otra cosa que observar con estupefacción.
Y Mycroft definitivamente no parecía el profesor de matemáticas que era, seguro causaría el infarto de todo su alumnado cuando las fotografías se volvieran vírales, ese cabello rojo junto con la barba del mismo color le debían valer algún tipo de contrato de modelaje. Molly no dudo rebloguear todas las fotos una y otra vez para que fueran vistas por la mayor cantidad de posible de personas; de por si la chica tenía ya cinco mil seguidores en Tumblr y cada día mas gente la buscaba, su función de presidente del club de fans había dejado de lado su otra vida como enfermera y mas desde que secretamente Irene Adler la había contactado para que centrara sus esfuerzos para la promoción del equipo. Le estaba pagando y era bastante más que lo que ganaba en la clínica, por lo que dejó ese trabajo, el cual no tenía nada de interesante si lo comparaba con la vida y obra de los chicos.
Aunque a nadie le dijo que Irene le estaba pagando, porque no tenían preparador físico ni medico del equipo y no le pagaban más a Ethan o Terry por los esfuerzos que hacían para evitar lesiones, por lo que mejor se quedo muy callada sobre el trato con la mujer y simplemente siguió creando contenidos para todas las redes sociales que manejaba. Debía confesar que la obsesión mas grande de sus seguidores (seguidoras en su mayoría) era Greg, pero le seguían por muy poco Dane y Mika y Sherlock y John.
(a)angelanahi (a)mollyhooper Son novios verdad? Quiero verlos entrar al campo tomados de la mano!
Como aquel mensaje Molly recibía más mensajes que los que podía contar y sonreía, aquellas chicas veían todo el asunto con ojos como corazones y suspiraban por el romance que se respiraba en el equipo. Pero no iba a suceder, no iban a actuar como novios en medio de un partido o darse un beso en medio del campo, se podían ir olvidando de eso porque lo que aquella vez hizo Greg, tanto el pelotazo o el beso con Mycroft era lo más que iba a suceder. La gente debía empezar a comprender que todos y cada uno de dos chicos son profesionales, habían debutado en la Segunda Liga, sin nada de glamour pero con un montón de estadios llenos y dinero entrando a las finanzas del club.
(a) janineblue (a) mollyhooper Sherlock necesita una novia, no a John.
(a) happymary (a) janineblue (a) mollyhooper Y John me necesita a mí!
Molly suspiró y cerró su Twitter, recibía más mensajes de esas dos de los que le gustaba y estaba harta de ellas, era intolerables, parecía que vivían siguiendo a John y Sherlock, lo cual no estaba mal, pero ninguna parecía comprender lo que era obvio para los ojos de los demás, que los chicos eran una pareja, una que intercambiaba las más significativas miradas de las que se tenía conocimiento a lo largo de la historia. Y eran adorables hasta decir basta.
La chica cerró su cuenta oficial, la que tenía su nombre y apellido, para abrir la alternativa, aquella que decía . com y donde solía poner las fotos de los chicos, aquellas que tomaba en los entrenamientos que ahora no se perdía o cuando simplemente, hacían sus cosas normales. Ella no tomaba todas, por supuesto, no era una acosadora profesional, había gente por toda la ciudad que se encargaba de mandárselas y ella, las publicaba una y otra vez. Subió las fotos de Greg tomando la mano de Mycroft, sonriendo cuando el bajaba la vista deslumbrado por no estar acostumbrado a la cantidad de flashes que se disparan para unas cuantas fotos.
Mycroft se veía como nunca, no era solo por la ropa o el arreglo de su cabello o barba, era algo mucho más profundo que se originaba en el hecho de que la persona que mas ama en el mundo estaba parado a su lado y sostenía su mano y caminaba orgulloso de sostenerla. Y Greg parecía ser capaz de comerse al mundo, con eso contaba Molly, en que fuera capaz de comerse al mundo y sacar a todo un equipo adelante.
anon: Podrías subir más fotos de Mika?
Molly buscó en sus carpetas, la semana pasada tanto Dane como Mika habían ido al cine y alguien les había tomado fotos comiendo palomitas, se veían adorables, pero cuando Dane fue al baño, esa misma persona sacó una cantidad enorme de imágenes de Mika viéndose perdido, casi como una cachorrito junto a la carretera. La chica no dudo en subirlas todas, porque los ojos azules de Mika y su cabello negro y despeinado atraían a muchas de las fans, por lo que Irene le pidió que no lo dejara de lado. Molly pensaba que Irene era quien tenía un fotógrafo pagado siendo a los chicos porque había unas fotos claramente sacadas con el celular pero otras parecían profesionales.
Por esta noche cerro todas sus sesiones y se fue a dormir, esperaba encontrar más fotografías por la mañana, seguro Irene le mandaría varias del interior de la fiesta, seguro habría puesto a alguien a seguir a Greg y esperaría a capturar aunque fuera un beso acalorado, uno sincero, uno dado con todo el amor del mundo. La mujer sabia como sacar provecho de todo y a simple vista podría parecer una tragedia de relaciones públicas el hecho de un deportista profesional se declarará abiertamente homosexual, sobretodo alguien tan grande como Greg; pero Irene Adler sabía que eso le estaba generando un éxito sin precedentes, uno que podría salvar al equipo.
Y por eso Molly se tragaba la culpa, porque estaba convencida que estaba ayudando a salvar al equipo.
Sebastian Moran tenía un dolor de rodilla inmenso, cada paso era demasiado difícil, aun así había tomado un montón de pastillas para mantenerse en pie y evitar cojear a tal grado que ofrecieran llevarlo en una silla de ruedas. Salió en un montón de fotografías del brazo de su prima, Irene y respondió a todas las preguntas que le hicieron sobre el Brighton y su primera experiencia como director técnico de un equipo. le preguntaron sobre su tema favorito en el mundo, Greg Lestrade.
Recodaba cada segundo de su carrera desde que se cruzó con él en el Tottenham. En ese momento debió haber dejado de buscar que James Moriarty le hiciera caso y concentrarse en Greg, quien iniciaba su carrera igual que ellos pero era mil veces más prometedor. Él era ligeramente mayor que James y que Greg, además no era delantero, lo cual lo alejaba un poco de los reflectores, sin embargo, hablaban e ellos tres por igual, como las más grandes promesas del fútbol inglés. Y a pesar de eso, de que de los tres se esperaban grandes cosas, el que siempre brilló con luz propia fue Greg. Tal vez fue por eso que cuando llegó al equipo James se aferró a Sebastian como sin en eso le fuera la vida y se deshizo de él en cuanto tuvo la oportunidad.
Así que por esa razón, por la plena seguridad de que tiró su carrera por la borda cuando siguió como un cachorrito agradecido a James Moriarty, que se quedó sin palabras cuando lo tuvo enfrente, a menos de tres metros, enfundado en un traje negro que lo hacía ver magnifico y con esa sonrisa que para él era un poco maniaca, una que reflejaba su verdadero ser y que la gente solía confundir con una amable y educada.
Moran conocía a Moriarty, lo conocía muy bien y no iba a saber engañado por su perfecta presencia, su presencia atrayente y hermosa.
Quiso darse en la cabeza con lo más duro posible, por ejemplo una de esas estatuas de piedra que había por todo el lugar, seguro eso le acomodaba las ideas de manera adecuada.
-Sebastian - dijo casi como un ronroneo cerca de él y quiso tirarse sobre de él para recordar los buenos días donde escapaban después de los entrenamientos o los partidos y se dedicaban a conocerse como siempre quiso hacerlo desde la primera vez que lo vio.
-James –respondió poniendo un esfuerzo extra en que su voz careciera de sentimiento alguno, no quería que él se enterara de que pese a todo el tiempo no había podido olvidarlo y que seguía pensando en todos aquellos días que compartieron. James sonrió, de esa manera que lo hacía parecer un niño pequeño que se estaba portando mal y que no tenía arrepentimiento alguno. Se acercó a él, la oscuridad del lugar ayudaba a acercarse a las otras personas sin que fuera observado por todos los demás que los rodeaban, la música exigía que se tuviera que hablar muy cerca de los demás para poder hacerse oír.
-Sebastian –repitió prácticamente encima de él, tuvo que abrir los brazos para recibirlo porque de otra manera se habría dado contra su cuerpo, así que se vio en un segundo con un James Moriarty obviamente alcoholizado que lo miraba como si fuera algo delicioso. Esa mirada lo hacía sentirse débil, sentir que necesitaba algo del otro, por ejemplo, su calor, su cercanía, su compañía y, si fuera por completo sincero, su cuerpo. Lo recordaba como si fuera ayer, como si no hubieran pasado años entre la última vez que estuvieron juntos.
España.
La última vez que tuvo a James entre sus brazos y la última vez que caminó sin necesidad de apoyarse en un bastón por su rodilla inservible. Debía recordar eso, lo que le hizo, la manera en que chocó el automóvil después de asegurarse de que no tuviera el cinturón de seguridad puesto, queriendo que fuera algo más lo que le sucediera, no sólo una lesión en la rodilla. Estaba seguro, siempre lo pensó de esa manera, que James lo había querido matar en esa ocasión.
Así que por más que lo hechizara, debía concentrase en algo más, por ejemplo Greg, para sacarse a Moriarty de la mente, porque no era algo bueno, no era algo que le conveniera, destruyó su carrera y su vida y le había costado demasiado tiempo lograr recomponerse y ser capaz de regresar a su mundo, el fútbol.
Sin embargo era débil, demasiado débil y nada coherente, porque en cuanto tuvo la oportunidad hizo algo completamente estúpido. Claro que iba a culpar a que era muy noche, había pasado bebiendo desde cuatro o cinco horas antes, aunque claro, eso no lo afectaba casi nada, tenía una tolerancia al alcohol importante desde que sufrió el accidente y no le quedó otra cosa que hacer más que beber. Podía de igual manera culpar a otros factores, como el hecho de que le hubieran preguntado más veces de las que podía tolerar sobre su rodilla y que eso mismo lo había hecho ocultarse y alejarse de los demás hasta el grado de quedarse viendo como las grandes estrellas platicaban con otras estrellas del deporte.
Iba a culpar al hecho de que Greg había llegado un poco tarde, acaparando la atención de todos los reporteros al aparecer de la mano con el profesorcito de matemáticas con el que estaba obsesionado. Había causado un revuelo y prácticamente cada una de las personas que estaban en el lugar querían saludarlo, tomarse una fotografía con él y preguntarle una serie de nimiedades que rayaban en lo estúpido. Por eso Irene era feliz con aquella relación y por más que él pareciera miserable cada que mencionaba lo conveniente que era la existencia de Mycroft, sonreía cada que encontraba una referencia a su romance.
Por último, culparía a James Moriarty, todo era siempre su culpa, por ser alguien tan atrayente, su presencia era casi una droga para él y tenerlo tan cerca, con su rostro a escasos centímetros, sus labios se veían rojos y su aliento olía muy dulce. Era una tentación encarnada a la que no podía decir que no, así que se dejó ir, lo rodeó con sus brazos y aprovechando su altura superior lo empujó hasta hacerlo caer sobre uno de tantos sillones acolchados, atrapándolo con su cuerpo y comenzando a besarlo como no había besado a nadie en mucho tiempo.
Lamió sus labios, los mordió y lo escuchó gemir sin ningún tipo de pudor, sabiendo que aquel sonido sería engullido por la boca de Sebastian y después, por el ruido del lugar. No podía hacer grandes movimientos, la rodilla le molestaba demasiado como para permitirse aquello, ya había llegado a su límite al estar tantas horas de pie; así que lo que quedaba era aprovechar que su estado de consciencia era mucho mejor y su físico era mucho más grande que el de Moriarty y poderlo atrapar con su cuerpo para evitar que tomara la iniciativa.
Así siguió besándolo, tomando el control del beso con cada músculo de su boca, con su lengua, disfrutando de lo mucho que había deseado hacer aquello, la capacidad de reducir a James a un estado de incoherencia e inestabilidad digna de ser observada. Y al final, levantarse y dejarlo ahí, sin que se pudiera mover, sin que pudiera hablar siquiera y darse la media vuelta para alejarse definitivamente de esa fiesta donde no tenía nada que hacer. Por más que él le gritaran, que le dijera "Sebby regresa", por más que insistiera, no tenía nada que hacer ahí.
-Ángel –dijo insistente con su voz rasposa por la falta de sueño, pero parecía que su acompañante era imposible de convencer para que volteara a verlo, lo estaba ignorando por completo mientras prestaba atención a la tercera película que verían aquella noche. En el cine al aire libre del fin de semana, el puerto de Brighton se iluminaba y llenaba de gente deseosa de ver algún clásico del cine. Esta vez era el ciclo dedicado a Alien y era casi medianoche e iniciaba la tercera película, sentados en el pasto, recargados uno sobre de el otro, llevaban horas comiendo palomitas y refrescos.
-Ángel –insistió de nuevo, ahora se atrevió a depositar un beso en el cuello de él y notó como pesa a estar entre tanta gente, se relajaba en sus brazos con algo tan simple como eso.
-¿Sí sabes que ese no es mi nombre? –le dijo él y no pudo evitar reírse, por supuesto que sabía que ese no era su nombre pero había soñado decirle de esa manera desde que lo conoció, porque eso era, el ángel que había llegado a su vida para salvarla y para darle un motivo del cual enorgullecerse. Por él había hecho algo más que desperdiciar sus días en fumar y holgazanear, por estar a su lado había logrado graduarse y acceder a la universidad con un promedio decente y media beca.
-Mikael … Ángel … Mika … mi amor … -dijo susurrando cada palabra en su oreja y acompañándola con un pequeño beso en su cuello. Mika pareció relajarse aún más y olvidar hasta lo que estaba mirando, a pesar de que fuera una de sus películas favoritas y disfrutara tremendamente con cada aparición del ser espacial.
-Se supone que deben ver la película –un hombre de piernas largas se dejó caer a su lado, como siempre, armado con su chamarra de cuero y su cigarro sin encender casi como un accesorio en los labios. Detrás de él, Erick los saludó con un movimiento de cabeza y de inmediato se aisló del mundo poniéndose sus audífonos y concentrándose en la imagen de la gran pantalla que colgaba de uno de los principales edificios del puerto.
-Lo hacemos Mitch, lo hacemos –respondió Dane con toda tranquilidad, sosteniendo con fuerza a Mika quien casi había saltado al escuchar que el otro les dirigía la palabra.
-Greg nos matará si se entera de que estamos aquí en vez de durmiendo –la nueva voz que se unió a las demás pertenecía esta vez a Ethan, quien para asombro de todas sostenía de la mano a Gail, la chica se veía muy sonrojada y Mika no tuvo ninguna duda a que aquello no se debía a otra cosa que a un estado de vergüenza extrema al ser observada por los demás mientras estaba en lo que parecía una cita.
-No lo creo Ethan, el señor responsabilidad está en una fiesta en Londres, así que creo que su condición puede ser mil veces peor gracias a la interminable provisión del alcohol que seguramente está disfrutando.
Tras las palabras de Erick, las primeras que decía tal vez en toda la semana, no pudieron hacer otra cosa más que reírse. No le tenían malos sentimientos hacía Greg o Joe por haber sido invitados a un evento a donde ellos no fueron requeridos, la mayoría de la gente "conocedora" del deporte consideraban que el equipo se llamaba Greg Lestrade y la verdad, tenían sus razones para creer eso.
-¿Todos quedamos de acuerdo en aparecer por aquí? –todas las cabezas voltearon a ver a Roman, sin su larga cabellera llegaba a parecer un chico muy serio pero enteramente ordinario, lo que contrastaba con la impresión era la presencia de su hermana gemela, una chica que iba a todos los partidos y que gritaba más fuerte y con más intensidad que toda la porra entera. Ella era una chica que muchos podrían calificar como salvaje, no le importaba decir que lo pensaba ni tomar lo que quería y en la mayoría de los casos, no se veía para nada femenina, algo que en un momento Gail se atrevió a criticar, lo que le ganó una buena zarandeada por parte de la chica para que entrara e razón.
Astrid era su nombre, se sentó al lado de Mitch, ignorando por completo a tu hermano y tras mirarlo por un segundo, comenzó a besarlo. El chico tardó un momento en responder pero no iba a dejarse besar sin colaborar, cuando intentó tomar control del acto se vio imposibilitado para moverse hasta que terminó acostado, siendo aplastado literalmente por ella y rodeado de risas de los demás quienes miraban sorprendidos. Roman tan sólo les dedicó su atención por un segundo, sabiendo que su hermana era suficientemente capaz para manejar a un hombre a su gusto, sonrió sin poderlo evitar, si ella terminaba con Mitch se daba por bien servido, el hombre no era un chico malo, sólo le gustaba aparentarlo.
El último en aparecer fue Terry, quien no saludó y se veía en un estado lamentable, el cual lo había tenido desde días antes, pero no había querido entrar en detalles con nadie. Aunque nadie necesitaba que entrara en detalles, sabían lo que le pasaba como si les hubiera contado la historia entera. Tres días antes se publicaron unas fotografías donde la asistente de la madre de Greg estaba muy acarameladita con un españolito que juega para el Arsenal.
-Es un niñito –dijo finalmente Terry y todos entendieron, el español en cuestión, Héctor Bellerín, tenía veinte años y si bien no era el mejor defensa, gozaba de popularidad debido a su físico y a su cara de niño bueno.
-Y ella es una perra que no te conviene en absoluto, así que ¿para qué sufres? –ahora las cabezas voltearon a ver de nuevo a Erick, quien para no decir nunca nada ahora parecía estar compensando sus silencios.
-Sí, ya sé que es una maldita pero … -Terry no pudo terminar su frase y le dio un trago a su cerveza para dejar su pensamiento en el aire, porque no podía explicar que pese a saber lo terrible persona que era Caroline, de todos modos quisiera estar a su lado. Aquellas fotografías lo habían lastimado y ahora andaba evidenciando su tristeza por donde fuera posible y sólo esperaba su siguiente partido para poder descargar todas las emociones negativas con las que andaba a cuestas.
¿Por qué no podía ser él quien la tuviera al lado?
-¿Dónde estará George? –preguntó tratando de disipar un poco el ambiente Gail. Terry le dio un nuevo trago a su cerveza y fingió estar viendo la película.
-Sección infantil –respondió Mitch una vez que la hermana de Roman lo dejó respirar.- Su madre sólo toleró ver la primera película y se fueron en cuanto terminó.
Sin dudarlo, todos rieron. George era quien estaba teniendo más problemas con lo que respectaba a su vida ahora que era parte del equipo y lo único que hacía era contar los días para cumplir diecisiete años. No era algo fácil de observar, la manera en que abría el calendario de su celular y contaba los días hasta su cumpleaños. Faltaban veintidós días, tres partidos más y sería legalmente capaz de irse de su casa aunque sus padres no quisieran.
Era extraño, pero todos estaban de acuerdo en que era lo mejor, al principio habían tratado de hacerlo cambiar de opinión, entonces su madre comenzó a aparecer en los entrenamientos. Greg los había acomodado de acuerdo a los horarios de la escuela, para que ninguno tuviera problemas. En general funcionaba, entrenaban d de la mañana y regresaban por la tarde de 6 a 9. Esto complicaba sus tareas y trabajos en equipo, pero se encontraron que por extraño que pareciera, sus compañeros no veían tan mal reunirse a las 10 de la noche en miércoles para preparar la exposición del día siguiente.
Mitch, Mika, Dane, Sherlock y John habían tenido problemas con los partidos que caían en martes o viernes, pero como el calendario estaba programado con muchísimo tiempo de anticipación, en general no habían tenido más que avisar con anticipación. De hecho sus maestros habían sonreído cuando les dijeron que tendrían que faltan en fechas específicas y les habían entregado por adelantado un calendario de entregas de trabajos y de exámenes para que se esforzaran lo doble y entregaran antes de tiempo o presentaran el examen un día o dos antes que sus compañeros. Eso sonaba genial, hasta que se dieron cuenta de que los exámenes que ellos hacían eran más complicados que los regulares, sus maestros dijeron que no les iban a hacer la vida tan fácil.
George era otra historia. Sólo estaba yendo a los entrenamientos vespertinos y a los partidos de sábado y domingo, su madre lo acompañaba en todos y cada uno de los eventos en los que se presentaba. Greg y Sebastian habían tenido que recurrir a un mediocampista de reserva, un tipo de treinta años llamado Tom, el cual era bastante mediocre, desesperaba a todos y estaba catalogado de bulto y en mucha ocasiones Mika tomaba su lugar en la estrategia y era como si jugaran con diez integrantes en vez de once.
Y la madre de George probaba la paciencia de todos. Lo quería, de eso no había la menor duda, quería apoyarlo, de cierta manera, pero no acepta su decisión. George había tomado de la mejor manera el perder entrenamientos y partidos, aunque sus maestros le habían dicho en varias ocasiones que le hubieran perdonado la falta si era por ir a otra ciudad a poner el nombre de Brighton en alto. Su madre no entendía eso y su padre había optado por no decir absolutamente nada.
Aunque las cosas que decía no eran las mejores, aunque tampoco las peores, sólo que era constantes, todo el tiempo estaba diciendo algo y si no fuera porque Greg lo consideraba parte del entrenamiento (resistencia al público hostil), ya le habría pedido que se retirara.
"George ya corriste mucho, siéntate un rato"
"George respeta a los demás, no puedes quitarle así el balón"
"George necesitas hidratarte"
"George quítate del sol, hace mucho calor"
"George es hora de irse casa, tienes tarea"
Recientemente inició con otro tipo de frases, las cuales sorprendieron a todos, hasta al mismo George, e hicieron que se sintiera por completo avergonzado. Greg lo miraba y trataba de transmitirle seguridad, que él no tenía nada que preocuparse, aunque no lo conseguía y gracias a eso se había perdido en varias ocasiones entrenamientos a los que pudo haber acudido.
"George no te pares muy cerca de ellos"
"George no creo que sea una buena idea bañarte aquí"
"George no los abraces"
"George no les des la mano"
"George qué van a pensar los demás si te ven tan cariñoso con ellos"
Eso estaba siendo cada vez más desesperante. George sabía la razón, pero no la había comentado con nadie, quería disculpar a su madre, decirles a todos que ella era en esencia una buena persona, incapaz de hacer o decir nada malo. Pero todos los días alguien le decía lo inadecuado que era que alguien como George estuviera metido un mundo tan lleno de vicios como lo era el fútbol. Su abuela era la más insistente, vivía al lado de ellos por lo que todos los días cenaba con la familia y aprovechaba para criticar todo lo que le parecía mal. Desde la cena hasta la manera en que George se peinaba o hablaba.
-Parece que estás enamorado del tal Greg –dijo su abuela con una mueca en la cara que evidenciaba lo desagradable que le era hablar de algo así.- ¿No serás uno de esos homosexuales?
Su madre dio una especie de grito ahogado y se tapó la boca con la mano, su padre la miró y luego miró a George y sólo movió la cabeza, era normal que su padre no dijera nada, no expresara nada. George no pudo hacer otra cosa que seguir comiendo, pero los comentarios fueron escalando, su abuela no estaba conforme y su madre parecía al borde de las lágrimas. No era la primera vez que alguien le insinuaba algo parecido, sus vecinas, esas mujeres con las que se reunía cada semana para "platicar" le habían dicho lo mismo, que George miraba a Greg como si lo amara. Luego estaban sus mejores "amigas" del colegio, le habían dicho exactamente lo mismo, que era demasiado cariñoso con Greg en los partidos.
Y ahora su propia abuela estaba diciendo lo mismo y su madre parecía estarlo creyendo. Lo cual le importaba muy poco, todas y cada una de las personas que creyeran eso, le importaban muy poco. Porque todas esas personas no lo conocían en absoluto. Lo que le estaba destrozando el corazón a George era que su madre lo creyera, que su madre no lo conociera.
Le rompía su corazón porque no era así y si lo hubiera sido no tendría nada de malo. Lo único malo sería que si se enamorara de Greg estaría por completo condenado a nunca ser correspondido, porque Greg era de esas personas que se enamoraba una vez en la vida. Por eso, por su talento, por su manera de jugar fútbol, porque era una persona buena y considerada; por todo eso y por un deseo interno de querer ser como él, era que lo admiraba más que a nadie y no podía evitar siempre mirarlo, siempre desear estar a su lado y poder aprender de él.
Sentía que tenía tanto que aprender de Greg. Para George era complicado, exageradamente difícil sentarse y hablar de ciertas cosas con sus padres, porque su padre jamás tenía una opinión por lo menos no una que gustara compartir con los demás y su madre, para ella todo era preocupación, cualquier cosa que él le dijera tendría el mismo resultado, su madre se estresaría, pensaría mal y correría a buscar la ayuda de alguien. Quien fuera.
Estaba a punto de cumplir los diecisiete años y le había costado mucho trabajo entender eso de él mismo, aunque ahora había toneladas de información en internet y aunque no pudiera preguntarle a nadie sobre eso, estaba muy seguro de haber entendido qué era lo que pasaba con él. Y había una persona con la que hubiera querido hablar de ello, estaba seguro de que si lo hacía con Greg no lo iba a rechazar, pero no terminaba de juntar el valor necesario para hacerlo, aun no lo lograba. Era peor ahora que su madre iba a todos los entrenamientos y no lo dejaba estar ni un solo momento a solas con nadie. Tenía que salir de su casa, sólo faltaban veintidós días y los chicos ya había investigado lo que necesitaba y oficialmente no era ningún trámite legal, sólo juntar sus cosas e irse, ellos no podrían hacer nada en absoluto para detenerlo.
George había llegado a su casa diez minutos antes y estaba encerrado en su habitación, su abuela había tocado a la puerta en cuanto los vio entrar y no tenía nada de deseos de escucharla hablar, por lo que había prendido su computadora y estaba revisando su Tumblr mientras las canciones de Ed Sheeran inundaban sus oídos.
Esta vez su abuela no había ido sola, una de sus primas estaba con ella, era sólo dos años más grande que George pero siempre le había parecido una persona desagradable, lo miraba como si encontrara algo malo en él y lo hacía sentir inadecuado. Pero podía esconderse de ellas, seguro dentro de media hora se despedirían y podría olvidarse de su presencia. Seguía bajando las publicaciones, mirando cosas sin sentido, imágenes graciosas, fotos de sus series favoritas y montones de cosas de fútbol.
Hasta que las encontró. Las fotografías en si no tenían nada de malo, eran de los entrenamientos, los cuales seguían siendo abiertos al público por lo menos dos veces al mes. Pero lo que implicaban las personas que habían subido aquello no estaba bien. De nuevo era lo mismo, no era sólo su familia susurrando, no eran sólo las vecinas o las amigas de su madre, era gente extraña, gente anónima, gente estúpida que decía que él estaba enamorado de Greg y no era cierto.
Y el post tenía 4 mil notas y mucha gente había escrito en él, diciendo que se notaba que lo amaba, que ojalá Greg pudiera fijarse en él, que debía dejar a Mycroft, que un romance en el campo sería genial, que ambos se veían tan bien juntos.
Era todo una tontería.
Su madre entró a su habitación y él cerró la ventana de golpe, pero fue inútil. Sostenía su ipad y estaba mirando lo mismo, detrás de ella su prima entró como no queriendo, con una expresión de triunfo que para George significaba que se sentía muy bien con lo que sucedía. Su madre gritaba, que no podía entender que le pasaba, que porqué se había enamorado de un hombre, que eso no era lo que ella le había enseñado, que eso no estaba bien, que no le dejaría nada bueno, que sufriría mucho.
George repitió mil veces que él no estaba enamorado de Greg, que no eran así las cosas que no debía creer en algo que miraba en Tumblr en vez de en su palabra. Pero su prima se rio, dijo que era obvio, que no tratara de negarlo. George supo que fue ella quien le enseño ese post a su madre y tuvo ganas de golpearla por entrometerse, por complicar aún más lo que de por si era difícil de manejar.
-¡Y si lo amara qué! –gritó cuando estuvo lo suficientemente harto de escuchar a su madre decir tonterías. Ella lo miró como le hubiera pegado y entonces lo entendió, ella parecía amarlo pero en cuanto algo no cuadraba en lo que ella quería, le gritaría y lo insultaría. Eso no era amor, eso era todo lo contrario. Sintió que su mundo se caía a pedazos sin embargo, logró guardar su laptop y los libros de la escuela en una mochila antes de salir corriendo con los gritos de su prima y su madre a la espalda.
Eso era todo, nunca les diría la verdad, nunca les diría lo que él era. No quería nunca enterarse de lo que pensaban si para ellas era tan horrible enamorarse de un hombre. Que pensaran lo que quisieran, que hicieran lo que quisieran, él se alejaría y era todo, era mucho mejor así.
Mitch le mandó un mensaje a George mientras el Alien perseguía a Ripley por la cárcel, estaba distraído y pensó que el adolescente podría no haberse dormido. La respuesta le llegó casi de inmediato y fue sorprendente. "Estoy en la estación de tren, afuera, está cerrada. Tengo frío." Se puso de pie de un salto lo cual hizo que Astrid, la hermana de Roman, se cayera hacia atrás porque se había dormido recargada en él; los demás chicos lo miraron extrañados por tan súbito movimiento.
-¡Vamos!
Todos se movieron sin cuestionar nada, si Mitch decía vamos era algo importante e irían, sortearon el mar de gente que seguían mirando la película hasta llegar al final del muelle y corrieron en fila hasta que vieron a lo lejos el estadio a oscuras y la estación de tren, que ya había cerrado. George estaba ahí, sentado sobre la acera, abrazado a su mochila, los miró con los ojos rojos y las mejillas húmedas. Gail se arrodilló a su lado y él simplemente la abrazó, no lograron convencerlo de moverse hasta que estaba amaneciendo y todos habían pasado la peor noche de su vida.
-Aún no tiene edad para irse de su casa, su madre podría llamar a la policía –le dijo Roman a Gail cuando cerca de las siete de la mañana habían dejado a George dormido en otro de sus cuartos de huéspedes, ella estaba considerando seriamente la posibilidad de administrar su casa como un Bed&Breakfast en vez de seguir vaciando la cuenta de banco de su hermano para alimentar a todos.
-Que lo intente –respondió ella.
14 de noviembre 2015
14:00 hrs
Cambridge
-¡Sherlock te amo!
-¡John, cásate conmigo!
Los gritos venían de la sección donde la porra del equipo estaba sentada, para ser más específico, detrás de Molly estaban dos chicas que comenzaban a gritar y después, las demás las seguían. Ellas lo hacían enojar, no iban por el fútbol, no les interesaba en lo más mínimo y lo único que querían ver era algo que no tenía nada que ver con el deporte. Y no era que estuviera adivinando, esas mujeres lo estaban gritando incansablemente y después de lo de George, se habían interesado un poco más en las redes sociales, donde parecía diversión entras las personas, imaginarlos en romances imaginarios.
Porque lo que Dane y Mika tenían era real, lo mismo sucedía con John y Sherlock, pero que estuvieran insinuando que había algo entre él y George o entre Mitch y Erick, era demasiado. Aquello había ocasionado que George estuviera ahora viviendo en su casa, situación que bajo su punto de vista no era la mejor, pero Gail se había aferrado y había dejado muy claro que no permitiría que el chico fuera a vivir a cualquier lado.
El Cambridge United no era demasiado bueno y la mayoría de sus jugadores no habían jugado más que en Segunda Liga, unos cuantos algunos partidos en la Primera Liga, no era por menospreciarlos, pero lo mejor del viaje había sido la posibilidad que habían tenido de pasear por la ciudad durante una hora para relajarse de las dos horas y media que duró el viaje por carretera desde Brighton. Greg había insistido, adoraba Cambridge y su ambiente universitario y tranquilo, con sus edificios armónicos y sus canales. Si hubiera ido a la universidad le habría gustado entrar a un lugar similar, aunque a decir verdad, la universidad a la que querría entrar sería idealmente aquella donde pudiera conocer a Mycroft, aunque si lo pensaba demasiado era como querer una versión alterna de su vida donde Mycroft fuera su maestro y…
Greg se había distraído y no había logrado culminar la jugada, Sherlock estuvo a punto de darle un golpe porque aunque iban ganando por dos goles, odiaba desperdiciar oportunidades por alguna tontería. El árbitro silbó el final del juego y los chicos del Cambridge se acercaron para despedirse con un saludo de mano de Greg y de los demás, les dedicaron palabras de apoyo y les preguntaban cuál era el secreto para que un equipo que llevaba tan poco tiempo junto pudieran jugar tan bien.
Todos sin dudarlo miraron a Greg, no era un secreto para ellos, era obra de él; aunque si le preguntaban a Greg diría que sin el apoyo del equipo no podrí hacer absolutamente nada. Además sería demasiado cansado y no era tan joven como para intentarlo. Estaban terminando de arreglarse en el vestidor cuando Irene Adler entró, mirando para todos lados y criticando el lugar, como había venido haciéndolo desde que llegó al estadio. La verdad es que ella consideraba que lo que tenían en Brighton valía lo de una Liga Premier, si lo comparabas con la sencillez de otros estadios.
-Greg y los demás –dijo nada más entrar, ganándose una especie de suspiro contenido por parte de Sebastian, había pasado bastante tiempo con ellos, la mitad que pasaba Greg, sin embargo, sabía que no eran los demás pero era complicado hacer cambiar de parecer a Irene.- Tenemos patrocinador.
Dicho esto extendió el jersey del equipo que ahora ostentaba una sola palabra en el frente y su presencia causó que todos se quedaran con la boca abierta, no era cualquier cosa y no tenían mucha idea de cómo es que una marca tan gigantesca se había comprometido con un equipo pequeño.
-¿Heineken? –logró preguntar Terry, quien últimamente parecía estar gastando demasiado en aquella cerveza.
-Más les vale no perder –Irene sonrió ante lo dicho, dio media vuelta y desapareció del lugar tan rápido como había llegado dejando detrás de ella un equipo bastante confundido. Irene envió una foto del nuevo jersey a Molly para que la publicara en todas sus cuentas de redes sociales para dejar caer la bomba. Si alguien no se había fijado en el Brighton hasta ahora, lo tendría que hacer gracias a la inyección de dinero que sufrirían a partir de ahora, esperaba que durara lo suficiente, confiaba en Greg y los demás para prolongar el sueño lo más posible.
El celular de Greg sonó, esta vez Mycroft se había quedado en Londres, había tenido una reunión a la misma hora que el partido y ahora se estaba comunicando para informarle la razón de haber sido convocado con carácter casi de urgente. Se detuvo al leer el mensaje, no tenía idea de por qué parecía algo tan trascendental aquello, se quedó parado hasta que alguien apagó la luz del pasillo, tal vez pensando que ya nadie estaba en el lugar.
Al parecer he sido invitado para ocupar una cátedra temporal en la Universidad de Kyushu, Japón. Será un semestre, es una especie de intercambio entre profesores, algo muy novedoso realmente. ¿Estás de acuerdo que lleve a Gavin?
MH
¿Estás de acuerdo que lleve a Gavin?
Esa era la pregunta, ¿si no había problema porque su hermano fuera a Japón?
Greg no tenía idea de porque aquello parecía tan transcendental, pero simplemente no se podía mover, no podía dar ni un solo paso más.
Segunda temporada aquí vamos!
Gracias a todos por la paciencia y de verdad, gracias por seguir leyendo y por sus hermosas reviews que me hacen saltar de alegría cada que aparecen y de verdad, las leo una y otra vez.
Ahora, una nueva corrección. Había hecho de George un chico de diecisiete años cuando lo describí por primera vez, pero después de investigar, la edad legal para que un joven deje el hogar de sus padres sin el consentimiento de los mismos es de diecisiete años, así que oficialmente lo hago un poco más chico, para que tenga coherencia la narración.
Sentadas las bases, me retiro a esperar sus opiniones.
Mil gracias de nuevo.
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