Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.

Advertencia: Este es un side-fic de mi otra historia, "Rumbo al Hanabi", sin embargo, no es necesario leerlo primero.


Rumbo a la luna


Capítulo 1: La misión de Hinata


Tres años habían pasado desde el final de la Cuarta Guerra Ninja. Hinata había tomado la decisión de declarársele a Naruto. Durante varios días había estado tejiendo una bufanda roja, como el hilo del destino, del mismo color que la que tenía Naruto el día en que la salvó por primera vez de un grupo de niños que se burlaban de sus ojos.

Nunca llegó a entregársela.

La noche en que planeaba salir en su búsqueda algo la detuvo. Recibió un mensaje del Concejo solicitando su presencia de manera inmediata. Eso le causó un mal presentimiento. Pocas veces el Consejo la llamada de manera urgente y por lo general cuando lo hacían era sinónimo de malas noticias.

Estaba en lo correcto.

Los ancianos la recibieron con sus miradas severas. Tuvo que reunir todo su valor para no desmoronarse frente a ellos. Se dijo que ella no era la Hinata que se rendía a la primera y que lloraba mientras se acercaba y que no tenía motivos para sentirse nerviosa. Aunque no había sido ascendida a Jounin sus misiones habían sido terminadas de manera exitosa y el equipo Kurenai era considerado como uno de los mejores en el área de rastreo.

Notó que su padre no se encontraba y eso hizo que su mal presentimiento aumentara. Como líder del clan Hyuuga su presencia era de gran importancia, el realizar una reunión sin él era algo que se consideraba impensable. Quiso preguntar por él, pero se detuvo al notar las miradas sobre ella, se notaban molestos y prefirió esperar a que ellos le informaran del motivo por el que fue convocada.

—El clan Hyuuga no es solo uno de los más poderosos de Konoha, también es uno de los más antiguos —habló Hiro, uno de los miembros más antiguos del Consejo —. Nosotros somos descendientes de la misma Kaguya Ootsutsuki, la diosa conejo. Esta mañana recibimos la visita del último de los Ootsutsukis quien vino para cumplir con un antiguo acuerdo, tan antiguo como el chakra.

Aunque Hinata había estado bajo el Mugen tsukuyomi había escuchado sobre como Naruto y Sasuke habían sellado a la diosa conejo. También había escuchado que los Hyuugas eran descendientes directos de esa diosa, solían decírselo cada vez que le hablaban de la importancia de proteger el byakugan y su responsabilidad como heredera, algo que ocurría más veces de lo que le gustaría.

—Se llama Toneri Ootsutsuki —continuó hablando Hiro —, hemos puesto uno de nuestros byakugan más puros en sus manos y hemos accedido a entregarle una pupila, ella fue llamada princesa Byakugan.

Hinata sabía lo que era una pupila, en teoría se trataban de jóvenes que eran enviados a otros clanes para que fueran educados, esto era a modo de ofrenda de paz y visto como un voto de confianza, en la práctica era una forma de encubrir el intercambio de rehenes. Hinata consideró rechazar la misión, consideraba que se trataba de algo cruel y que ninguna persona merecía ser tratada como un producto de intercambio.

—Hinata Hyuuga, tú eres la princesa byakugan. Como pupila tendrás que aprender todas las lecciones de Toneri Ootsutsuki pero tu principal tarea será asegurarte de que deje su propósito de destruir la Tierra y salvar al clan Hyuuga.

—¿Cuánto tiempo durara la misión? —preguntó después de una larga pausa, no tartamudeó, pero su voz solo fue un poco más alta que un susurro.

—El tiempo que sea necesario. Partirás en dos días, asegúrate de llevar todo lo que puedas necesitar. Puedes comenzar a empacar y recuerda, es mejor mantener todo lo relacionado con la misión en secreto.

Miles de pensamientos pasaron por la cabeza de Hinata, pero no llegó a decirlas en voz alta. Como shinobi sabía que debía aceptar pues se trataba de una misión de gran importancia, pero como persona no era tan sencillo. El tiempo que fuera necesario podría ser un día o también años y había tantas cosas que deseaba hacer.

Hizo una reverencia antes de abandonar la habitación. Preparó su maleta con relativa velocidad. No era la primera vez que realizaba una misión de larga duración por lo que sabía que en esos casos menos era más. En cuanto terminó se dedicó a tejer la bufanda roja para Naruto. Sabiendo que faltaba poco tiempo para su misión no quería dejar nada pendiente.

Salió sin avisarle a nadie. Su byakugan le sirvió para no ser descubierta por nadie y para poder localizar a Naruto. Se encontraba en Ichiraku comiendo ramen junto a Sakura y Sai. Respiró profundo y se aferró a la bolsa con la bufanda tratando de reunir el valor necesario para hablarle de sus sentimientos.

—¡Hey, Hinata! —escuchó a Naruto llamarla —. ¿Vienes a comer ramen con nosotros?

Dio un paso hacia adelante dispuesta a aceptar la invitación de Naruto, pero algo la hizo detenerse. Fueron tres chicas que se acercaron a Naruto y lo abrazaron con efusividad. Aquel tipo de escena no era nada nuevo para ella, sabía lo popular que era el rubio. La gente en Konoha había dejado de verlo como un demonio, en su lugar veían a un héroe, a un shinobi de gran poder. Era natural que muchas mujeres, e incluso hombres, se sintieran interesados por él, pero eso no lo hacía menos molesto. No era que le molestara el que Naruto fuera apreciado sino todo lo contrario, era el hecho de que lo amaba y le dolía no ser correspondida.

—No tengo hambre —intentó negar la invitación de Naruto, pero el gruñido de su estómago la delató —, pero creo que se me antojó un tazón de ramen con puerco.

Hinata se dijo que debía quedarse y aprovechar esa oportunidad. Quería verlo por última vez, irse sabiendo que él era feliz. Incluso si Naruto se enamoraba de otra mujer no le importaba, se conformaba con que pudiera darle la felicidad que ella no podía.

—Guardaré esta bufanda, no me perdonaría que algo malo le pasara —escuchó a Naruto decir.

Una mirada bastó para que entendiera de lo que Naruto hablaba. Era una bufanda muy bonita, nunca se la había visto. Por la forma en que Naruto hablaba debía ser muy especial para él. Fue en ese momento que decidió no entregarle su bufanda, consideró que no era necesario y pensó que era lo mejor para ambos. Otra parte se negaba a no hablar de sus sentimientos, sentía que era algo que debía hacer, independientemente de si era correspondida o no.

Terminó su ramen y regresó a su casa. No empacó sus pertenencias, corrió a su cuarto y se permitió derramar las lágrimas que había estado conteniendo hasta ese momento. Dolía tanto el renunciar al amor de quien por tantos años fue el centro de su universo, pero lo consideraba necesario.

El día siguiente lo invirtió en prepararse para el viaje. Se aseguró de llevar todo lo necesario para un largo viaje, como si no planeara regresar en varios años. Esperaba que no fuera así. A pesar de todo el sufrimiento que había vivido, Konoha era su hogar. Por la forma en que los miembros del Consejo le hablaron sentía que se trataba de algo importante.

No estaba equivocada.

—¿Cuándo le darás esa bufanda a Naruto? —le preguntó Hanabi, parecía divertida con su nerviosismo.

—No planeó hacerlo —fue su respuesta, no quería sonar triste, pero le era inevitable ocultar su tristeza y cansancio —, he tomado una decisión y renuncio al amor de Naruto.

"Aunque me rompa el corazón en el proceso", quiso agregar, pero no pudo. La timidez no fue lo único que le impidió hablar. Estaba por irse a una larga misión, lo último que deseaba era preocupar a su hermana con sus problemas. Hanabi era una de las cosas que más extrañaría cuando se marchara.

Hinata notó algo extraño en la mirada de su hermana. No supo identificarlo y temió que ella sospechara sobre su más reciente misión. El Concejo pudo haberle informado sin que ella se enterara. Recordó lo de ofrecerle un Byakugan a Toneri Ootsutsuki pero no le dijeron el nombre. Hanabi tenía sus ojos, eso la hacía sentir mucho más tranquila.

—¿Por qué tomaste una decisión así? —preguntó Hanabi, realmente lucía interesada.

—Ningún motivo en especial —se apresuró en responder, temerosa de que sus nervios la delataran —, es solo que no quiero aferrarme a algo que no puede ser y que nunca será. Naruto es parte de un capítulo de mi vida que terminó.

—¿Estás segura? —le preguntó Hanabi.

Hinata se regañó mentalmente por no lo poco convincente de su voz. Intentó agregar algo, pero no pudo. Por primera vez se alegró de su timidez, siendo algo normal en ella, Hanabi no tendría que sospechar que le ocultaba algo. Un miembro del Consejo preguntó por ella, aunque no lo dijo sabía que quería hablarle de la misión a la que debía partir el día siguiente. Suspiró con resignación, hubiera querido pasar más tiempo con su hermana antes de marcharse.