Disclaimer: Nada me pertenece, nombres y trama original de Masashi Kishimoto.
Advertencias: Contiene violencia, quizá un poco de lenguaje obsceno, etc.
Anagrama
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El orden de los factores a veces sí altera el producto. Dos herederos mal apreciados, un talento incomprendido, un idealista equivocado, padres devotos, amigos inesperados, villanos nobles y héroes crueles… una noche, un complot dentro del complot, y entonces, casi todo cambió.
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Anagrama. 1. m. Transposición de las letras de una palabra o sentencia, de la que resulta otra palabra o sentencia distinta. 2. m. Palabra o sentencia que resulta de esta transposición de letras; p. ej., de amor, Roma, o viceversa. (Diccionario de la RAE)
+I+
«Así que estás saliendo con mi hija.»
Todo había comenzado como lo imaginó alguna vez. Su padre los sorprendió en su camino a casa al venir de una "cita" —si acaso así pudo llamar alguna vez a sus encuentros—, los invitó casa a tomar té e intercambió unas palabras de padre preocupado con el muchacho que se veía con su hija.
En aquel momento había rogado porque no fuera actuación y, sobre todo, que no respondiera a la intención de hacerle daño. Porque ella sí lo quería, aunque sabía que la razón por la que no lo mataban era la importancia que tenía para sus planes. Había querido creer que realmente podría tener algo serio con Itachi Uchiha.
Pero ahora, cuando su padre y los dos hombres que pretendían ayudarle a someterlo yacían muertos en el suelo e Itachi se acercaba hacia ella de forma amenazadora, comprendió que todo fue un sueño estúpido. Desde su infantil ilusión de una vida compartida con él hasta la ingenua idea de que su padre y esos dos hombres serían rivales para el prodigio del clan.
Conforme Itachi acortaba la distancia entre ambos, tuvo que admitir que quizá desde el principio ella sabía que todo iba a acabar así. Quizá desde su primera cita, supo que así conocería su fin.
—¿Quiénes son los demás?
Tratando de no mirar los cadáveres, se preguntó si también la mataría, si mataría a la gente cuyos nombres diera, si le perdonaría por no contarle de lo que planeaban.
—Era mi padre... —exhaló, tratando de controlar el temblor en su voz— tú también planeabas algo —Acusó.
Él inclinó la mirada un momento, negó con la cabeza y repitió su pregunta.
—¡Lo sabía, sabía que tenías otros motivos! —Ella exclamó tratando de distanciarse.
—Pero no dijiste nada, sabías que en ANBU aprendemos a identificar venenos —Itachi murmuró y le tomó por el brazo.
—¿Qué vas a hacer?
—Matarlos —dijo soltándola—, matarlos a todos.
En su desesperación por alejarse, la chica cayó de espaldas.
—¿A todos?
—Era cuestión de tiempo —Itachi susurró tras inclinarse hacia ella—. Pero no será tan malo al final. Gracias —Hizo una pausa y ella sintió algo incrustándose en su garganta—, y lo siento.
…
Izumi no se separaba de la puerta a la espera de su esposo. Miró a Takeo, su segundo hijo, que sostenía a la pequeña Yue, al pensar en ellos y Hiroshi, el mayor, las mismas preguntas se formaron en su cabeza. ¿De verdad les esperaba un futuro mejor?, ¿Valdría la pena traicionar a su Líder?
Estaba indecisa entre si la respuesta era un sí o un no, y conforme pasaba el tiempo, sus dudas y su miedo crecían. Hiroshi no había regresado tras ir a buscar a su padre, de eso había pasado casi una hora. Ya que ni su hijo, ni su esposo habían regresado, temió que algo malo hubiese pasado.
No supo cuán malo era hasta que su primogénito abrió la puerta y entró bañado en sangre y lágrimas. Ella se paró de inmediato dispuesta a ir con él, pero se quedó paralizada y muda de la impresión al ver a Itachi pararse detrás de Hiroshi.
—Mamá… —su hijo gimió cuando la vio—, papá y todos los demás… ¿mamá?
Izumi se atragantó con las palabras, el grito de horror no salió de su boca cuando vio a Itachi atravesar el pecho de su hijo con una espada. El ANBU hizo a un lado el cuerpo, y entró en la casa. Ella le escuchó recitar nombres, familias completas que eran parte del grupo que pretendía rebelarse. La miró directo a los ojos y luego dirigió la mirada a la parte trasera de la casa, donde se encontraban sus hijos más pequeños. Entendió el mensaje.
—¿Quiénes faltan? —preguntó secamente.
Jadeó, su entrenamiento ninja le dijo que debía guardarse la respuesta.
—Soy una ninja de Konoha —lo dijo con firmeza, pero jamás había sido muy capaz. Su ascenso a chunnin había sido un golpe de suerte y no tenía misiones desde hacía ocho años.
—¿Mamá? —el pequeño Takeo chilló cuando el otro le puso la punta de la espada en el pecho—¿Mamá?
¿Cómo habían terminado de aquel modo?, ¿Estaban equivocados al cambiar de idea sobre atacar Konoha?
Inhaló con urgencia y sintió un estremecimiento mayor atenazar su garganta. Dio algunos de los nombres faltantes, unos pocos, cubriría a los demás y juntos vengarían a los muertos.
—Pero no son todos —Itachi clavó la punta en el pecho de su pequeño.
Quiso gritar pero el llanto le ahogaba.
—Dijiste, dijiste…
—No, hice una pregunta —Él replicó tras soltar el cuerpo, ahora poniendo delante a su hija que lloraba desconsoladamente.
Ya nada la detuvo, dio los nombres de todos, sabía que la maldecirían pero ya había perdido a dos hijos y a su esposo, no podía perder a la última parte de su familia. Cuando murmuró el último de los nombres, su pequeña corrió a ella una vez que Itachi la soltó, la abrazó y lo miró con odio.
—Maldito, estás maldito a partir de ahora. Nadie debe levantar las armas contra su propia familia.
Itachi se inclinó delante de ellas.
—Pero eso era lo que iban a hacer, ¿Acaso no eran estos sus planes?, ésto no es personal.
Izumi sujetó a Yue con fuerza contra su pecho, así ahogó el grito de dolor de la niña cuando la katana las atravesó. Lo último que vio, fue cómo sus tres hijos se desangraban junto con ella.
…
Mikoto bebía y mientras pensaba acerca de lo que se avecinaba. Se preguntaba qué giro tomarían las cosas una vez atacasen. Que ella supiese, ninguna Aldea Oculta había sufrido un golpe de estado, pero estos asuntos se escondían con celo de no tener éxito. Ellos harían historia al triunfar.
Bajó su taza, su esposo le dirigió una mirada interrogante y ella sonrió divertida.
—No es nada, sólo pensaba, ¿quieres más té? —preguntó acercando su mano a la tetera.
—Un poco más, gracias. Quiero que vayamos a la montaña de los Hokages el fin de semana, no creo que Itachi venga con nosotros, pero quiero que vayamos con Sasuke antes de... —Fugaku no terminó, Mikoto no lo necesitaba. "Antes de que ataquemos Konoha".
—¿Por qué no? Sasuke estará feliz. —Asintió empezando a imaginar su cara de sorpresa cuando se lo dijera.
Escuchó la puerta abrirse, asumió que era Itachi porque Sasuke no llegaría sino hasta dentro de una hora aproximadamente, los jueves llegaba poco después de que oscureciera. Pero se sorprendió al ver a Atsushi entrar con un evidente grado de agitación. Fugaku se puso de pie de inmediato y ella se colocó a su lado.
—¿Cómo te atreves a irrumpir de esta manera en mi casa? —Fugaku preguntó severamente.
—Lo siento Fugaku-sama, Mikoto-sama, pero no hay tiempo que perder —Atsushi hizo una reverencia y se llevó una mano al agitado pecho—, Itachi... Itachi ha enloquecido, fui a la casa de Sato, e Itachi, él... él había matado a todos. Traté de avisar a Hitoshi y Akari pero están muertos.
Los ojos de Mikoto se agrandaron y consiguió contenerse para no sujetar el brazo de su esposo, no podía comportarse como una esposa asustada en ese momento, pero... ¿Itachi?, ¿por eso actuaba más extraño que de costumbre desde la muerte de Shisui?
—¿Qué pruebas tienes para acusar a mi hijo? —preguntó Fugaku, quien a pesar de las diferencias entre él y su primogénito, no iba a poner la palabra de otro por encima de la de su hijo.
—Yo mismo he sido testigo. Lo vi...
—¿Por qué sólo buscaste a Hitoshi, Akari y Tani?, ¿por qué no a Kaoru, Koki o Ayumu? Ellos también eran vecinos de Sato —Se escuchó la voz de Itachi.
Vio a Atsushi tartamudear tratando de responder.
—Por favor Fugaku-sama, sabíamos que era una amenaza.
—Ustedes son la amenaza —Dijo su hijo. Acto seguido clavó la punta de su espada en el brazo de Atsushi—. ¿Qué era lo que iban a hacer? ¿No iban a llevar las cabezas de los principales organizadores del golpe al Hokage y los Consejeros a cambio de un perdón? ¿No iban a detener el ataque para negociar una solución en la que Sato fuera nombrado nuevo Líder?
Ella se tensó y sintió cómo su esposo hacía lo mismo ante aquellas palabras. Ambos miraron al joven hombre que sujetaba su brazo sangrante, por el modo en que su gesto cambió supo que era verdad.
—No hace falta más —Itachi clavó la katana en el ojo de Atsushi, con tal fuerza que poco faltó para que le atravesara todo el cráneo.
—Itachi, ¿qué explicación tienes para todo esto?
Su hijo mayor retiró su arma del cadáver y se giró a su esposo, en ningún momento dio señales de atacarlo pero ella no pudo permanecer tranquila.
—Sato reveló un plan para echar abajo el ataque a Konoha, matarían a los orquestadores y entregarían sus cabezas al Hokage a cambio de un pacto. Iban a matarlos y a mantener a Sasuke con vida para obligarme a trabajar con ellos. No estaban realmente bien organizados, pero debía actuar en cuanto supe de todo o sería demasiado tarde.
Esta vez sí tomó a su esposo por el hombro.
—¿Y los mataste a todos? —preguntó Mikoto sin contener su sorpresa. No podía concebir que su hijo hubiera levantado su espada contra su propia gente, siempre había pensado que Itachi sí tenía limites. En ese momento lo dudó.
—¿Eso fue lo que te ordenó el Hokage? —preguntó Fugaku.
Itachi bajó la mirada. Notó en ese momento que los brazos de su hijo temblaban y su gesto era uno que casi nunca le había visto, pero no se atrevió a contemplarlo por mucho tiempo sintiendo punzadas de culpa. A pesar de la terrible acción, no pudo detestarlo.
—¿Itachi? —preguntó y trató de acercarse a él, pero Fugaku la detuvo e Itachi retrocedió.
—Iba a matarlos a todos menos a Sasuke, con el tiempo él me mataría buscando venganza.
Sus ojos debieron haberse abierto bastante, y su esposo debió tener una reacción muy parecida, porque Itachi inclinó la cabeza nuevamente. Supo que estaba avergonzado de sus palabras.
—¿Cómo...? —ella no consiguió formular su pregunta.
—Pero eso ha cambiado —Itachi la interrumpió—, entregaré las cabezas de todos estos conspiradores y algo deberá cambiar —el tono de su hijo ahora era muy diferente, era el de un adulto que no albergaba dudas.
—No podía evitar que iniciara una batalla campal dentro del Clan, seguramente todo iba a terminar con los demás clanes aplastando a los Uchiha y Sasuke presenciaría todo…
Hubo un largo silencio y, ella, que no podía creer las palabras de su primogénito, entonces no sólo se sintió culpable sino furiosa por igual. Dio un paso para acercarse a él pero Fugaku la tomó por el brazo deteniéndola. Lo miró con un gesto confundido y él le ofreció una sonrisa que no pudo interpretar.
—Has elegido entonces, has decidido que tu aldea es más importante que tu familia y estás dispuesto a vivir con las consecuencias —sonrió levemente—. No era lo que quería, pero no puedo negarlo, estoy orgulloso pues has demostrado que ya eres un adulto.
Algo en aquellas palabras no le gustó, y ahora fue ella quien quiso detenerlo de acercarse a su hijo, pero Fugaku no avanzó mucho. Padre e hijo quedaron frente a frente en silencio.
—Así que por eso murió Shisui —, Fugaku murmuró retrocediendo y regresando a su lado–-. Tienes que hablar con los demás, convéncelos de apoyar la historia de Itachi, es la mejor oportunidad para cambiar nuestra situación. Sin todos los que han muerto, no tenemos ninguna oportunidad de ganar.
Ella asintió.
—Sí, iré de inmediato y…
—No —su esposo la detuvo y puso algo en su mano, ella se estremeció al sentir la afilada forma de un kunai, ¿iban a atacar a su hijo?—. No —dijo él como tratando de tranquilizarla. Se giró hacia Itachi—. Necesitas una cosa más para que crean que todo es como lo dirás, para convencer a toda Konoha de que no éramos todos los Uchiha, te harás cargo que así sea, lo sé, de mantener el honor del clan. No ibas a decir la verdad a Sasuke, ¿o me equivoco?
—No, lo destrozaría conocer la verdad.
—Bien, toda rebelión debe tener un líder, y todo clan alguien que pueda protegerlos.
Mikoto sintió cómo su esposo entrelazaba su propia mano en la de ella que sujetaba el kunai. Después se sintió carente de toda fuerza cuando Fugaku dirigió sus manos hacia su propia garganta. Ella opuso resistencia, pero fue tan poca y tan tarde que cuando menos se dio cuenta, la sangre de su esposo bajaba por su cuello. Itachi había tratado de acercarse pero se detuvo en seco al presenciar la escena.
Mikoto sujetó a Fugaku mientras la sangre se le escapaba por su garganta.
—¿Qué has hecho? —gritó desesperada. Su comportamiento era impropio en la esposa del líder del clan Uchiha, pero no le importó, como tampoco lo hicieron las lágrimas que caían de sus ojos.
Los labios de Fugaku esbozaron algo parecido a una sonrisa y susurró con un perturbador siseo hueco.
—Cuida de nuestro hijo y del resto del Clan.
Por un momento dejó que el llanto y los gemidos de dolor se apoderaran de ella y, después jadeó y cerró los ojos, las lágrimas cesaron y apretó el kunai con más fuerza. Tras tomar con delicadeza el cabello de su esposo y dejar al descubierto la herida aún sangrante, besó su frente y, apretando los dientes, deslizó el arma sobre el cuello desprotegido, con tanta fuerza y habilidad que la cabeza pronto se desprendió del resto del cuerpo.
Tomando la cabeza por el cabello, Mikoto se negó a mirarla y la lanzó a los pies de Itachi.
—Ahí tienes, la justificación de tu matanza, ahí está el líder de tu rebelión —También le lanzó el kunai—. Puedes llevarla al Hokage y pedir que dejen en paz a los demás. Felicidades -–Dijo con desprecio.
Era su hijo, su primer hijo, el que estaba de pie delante de ella, el que había decidido hacer un acto abominable para detener uno mayor, para salvar a su hermano de la guerra y todos sus fantasmas, pero en ese momento no podía pensar en otra cosa que también era el hombre… no, no hombre, el muchacho, que había derramado su propia sangre y la había hecho matar a su esposo.
Sintió una punzada en la cabeza que le hizo inclinarla, cerró los ojos y tensó la quijada. Dolía, dolía casi tanto como pensar en lo que iba a pasar a partir de ese momento, aunque era una clase diferente de dolor.
—Madre… —escuchó el llamado lejano de Itachi— No te muevas, pasará pronto.
Así fue, el dolor físico cesó dejándole sólo una sensación de aturdimiento, al abrir los ojos casi soltó una exclamación al percibir todo diferente; sin saber cómo, había atraído su sharingan, pero no era como siempre. Levantó la mirada a su hijo que le devolvía un gesto desolado con ese sharingan extraño, entonces entendió.
—He matado a una persona muy cercana a mi —al recordar el pergamino del templo eso tuvo sentido —, tú has matado a Shisui.
Itachi no contestó pero su rostro le dijo todo.
—Tienes lo que necesitabas, Itachi, vete que pronto llegará mi hijo y no quiero que vea nada de esto — Le dolió cada palabra, era la sentencia final de su esposo que había desconocido a su primogénito, y ella no iba a traicionar eso. Le pidió que cuidara a su hijo, y ése, ahora, era Sasuke únicamente —. Ya no hay nada aquí para tí.
Se le estrujo el corazón cuando Itachi abrió la boca pero no dijo nada. Asintió débilmente y entrecerró los ojos. Inclinándose, tomó la cabeza de su padre y el kunai; ella se estremeció cuando vio el modo en que lo hizo, se preguntó si de verdad ése era el muchacho que había engendrado.
Itachi se dirigió a la puerta.
—Me voy ent... —No terminó su frase porque la puerta se abrió antes de que él llegara.
Miró a Sasuke entrar en la habitación con una pequeña sonrisa que se evaporó de inmediato cuando quedó frente a Itachi,
—Hermano... ¿ése es papá?
Ella se apresuró a apartarlo del camino del mayor
—Lárgate.
Itachi no dijo nada, sólo asintió y salió, cerrando la puerta detrás de él y dejándola sola con Sasuke, que balbuceaba preguntas incoherentes sobre lo que acababa de pasar.
