Es el fruto prohibido el que te tienta y buscas una auto-excusa donde te aludes que solo será una vez, que solo será para saber que se siente, casi algo científico, experimental. También esta aquello de que ¿a quién no le gusta romper un poco sus reglas "morales"? El poder desviarse de ese molde en el que todos los demás te tienen. Es un conjunto de cosas llamativas imposibles de ignorar continuamente.

Y, aunque nadie lo admita, todos tienen uno propio y saben que es excitante. Te llama y regularmente imaginas que te llama incluso por tu nombre. Logras mirar a tu alrededor y te regocijas, pobres idiotas, nadie te conoce realmente. Ya que ese es tu mayor secreto, tu talón de Aquiles.

Guardas con recelo ese gran misterio y no quieres que deje de serlo. Más de una vez piensas cómo reaccionarían los demás al descubrirlo, pero pobre de aquel que lo haga, dudas que vuelva a ver otro amanecer.

A cada paso ves como se vuelve más aterradora la experiencia, pero existe una atadura invisible entre eso y tú. Al principio, creíste que era muy fácil de romper, que no volverías a caer en algo tan bajo como lo son aquellos que consideras deseos. Sin embargo, lo haces y desesperadamente buscas aquello que te hizo ser diferente, valiente, enigmático.

Y recaes muchas veces en ese que se transformo, poco a poco, en tu punto débil. Siempre mintiendo a ti mismo, diciéndote que será la última vez para al próximo día volver a sentir esa desesperación que te carcome por volver a probarlo y faltas a la palabra que le hiciste a tu conciencia.

Llega un momento en que las excusas van desapareciendo, se esfuman hasta dejar la única verdad a la luz: Lo haces porque ya perdiste la fuerza de voluntad para dejarlo. Lo haces porque quieres, porque tu cuerpo te lo pide. Pasas a convertirlo en una necesidad primordial para seguir subsistiendo y así, el fruto prohibido deja de serlo para ti, pero no para las expectativas que los demás creen de ti y eso es suficiente para que no pierda su encanto.

Y entonces, entre tantos pasillos que hay en Hogwarts, luego de suponer que te volverías loco por no hallarlo, lo logras encontrar. Corres con anhelo hacia él.

Lo tomas mientras sonríes por como disfrutas aquello y le hablas, por primera vez, lo confiesas teniendo la certeza de que seguirá siendo tu mejor secreto.

-Hermione, eres mi adicción- Si, porque tu fruto prohibido es una persona, es ella.

Sin resistir más tiempo vuelves a poseerlo y notas como ese monstruo interior va cediendo, pero nunca desapareciendo, te muestra que estás perdido entre esas miradas, caricias y besos.