Hola! Traigo nueva histo, aún no se cuantos capis tendrá pero espero que os guste! :) ya sabéis cualquier sugerencia o comentario en los reviews! y muchas gracias de antemano a quienquiera que este leyendo esto xD.
Tu corazón late con normalidad, bueno, más o menos.
Aun está algo acelerado, pero esta vez es por un motivo diferente. Ya no es porque temes que Castle hubiese podido morir dentro de ese banco. Ya no es porque has escuchado como el sonido de la explosión hace que tus oídos zumben y que todo a tu alrededor se estremezca, paralizando tu corazón por una milésima de segundo, y luego haciéndolo latir desbocado, como cuando has corrido durante una hora seguida y ese musculo que mantiene la sangre bombeando por todo tu cuerpo simplemente late con tanta fuerza que temes que se salga de tu pecho.
Puedes escucharlo latir aun, boom boom boom, puedes ver la devastación que la explosión ha causado. Escuchas los gritos de todos, sin pensarlo, sacas tu arma y la empuñas en tus manos, temiendo lo peor, preparándote para lo inevitable, preparándote para encontrarte con dos escenarios, uno malo y el otro aun peor. Pero no te importa, lo único que te importa es verlo, lo único que te importa es abrazarlo.
-¡Castle! – Gritas cuando entras, solo vez humo y devastación, te arden los ojos, no sabes si es por la tierra y las cenizas que entran en tus ojos o por el miedo que está comenzando a hacer mella en ti y está empezando a hacer que las lagrimas te traicionen.
Aguantas. Respiras.
-¡Castle!.-Caminas unos pasos más. El tiene que estar bien, tiene que estarlo. -¡Castle!. –Gritas aferrándote a su nombre.
-¿Beckett?. –El corazón te late más rápido, no creías que eso fuese posible pero lo hace. Pero esta vez la opresión que sentías en el pecho comienza a disiparse, tus músculos no se relajan, pero ya no están dolorosamente tensos y tú te guías gracias a su voz.
No eres muy religiosa, pero mentalmente agradeces a quien sea que este allí arriba o donde sea, por haber permitido que viviera, por haberos dado otra oportunidad.
Lo ves y el alivio se incrementa. El te sonríe y tu simplemente no puedes esperar para acercarte y tocarlo, tocarlo y asegurarte de que está bien.
-¡Están aquí!.-Gritas para que el resto del equipo lo sepa.
Te acercas, te arrodillas frente a él y sonríes, sonríes porque te das cuenta de que está bien, de que esta allí, de que te está mirando y se ríe porque está vivo, el está vivo.
Cortas lo que esta atrapando sus manos, lo miras y le preguntas si está bien, tienes que asegurarte. Y ambos sonríen otra vez.
-El no es el único aquí ¿sabes?.
La voz de Martha os interrumpe, y de pronto sientes que la vergüenza hace que tus mejillas se pongan rojas, lo miras y lo ves algo decepcionado. Te hubiese gustado abrazarlo, pero no lo haces. Te disculpas con Martha y ayudas a los demás a liberarse.
Y ahora tu corazón late pero porque lo ves allí, riéndose mientras todos tomáis vino luego de la gran cena que Martha ha preparado, incluso Alexis que según te cotilleó su padre acababa de romper con su novio, se había unido porque ella también estaba feliz de tener a su familia de vuelta.
Le miras y no puedes evitar sentir todo lo que habías intentando guardar y no experimentar durante los últimos cuatro años. Pero en ese momento, en ese lugar, con estas personas, no puedes evitarlo. Aun quieres abrazarlo, aun quieres perderte en el olor de su cuello, aun quieres tocarle para asegurarte de que esta allí, de que esta allí contigo. Empiezas a cuestionarte, empiezas a cuestionarte si vale la pena todo esto, si esta obsesión que te ha llevado a esconderte en "relaciones con hombres que realmente no amas" en palabras de Castle, es realmente lo que quieres.
No, lo que quieres es a alguien que te entienda, que este a tu lado, alguien en el que puedas confiar siempre.
Lo quieres a él.
El súbito pensamiento te marea. Apartas la vista y dejas la copa de vino sobre la mesa. Escuchas su risa. Sientes cosquillas y mariposas revolotear en el estomago y te asustas, pero por alguna razón no puedes moverte de allí, del sofá de cuero negro. Martha dice que el día ha sido muy agotador y que necesita una terapia de sueño si no quiere que le salgan mas arrugas. Tú sonríes a medias, no estás escuchándola demasiado, sigues perdida en lo que estas experimentando en ese momento. Alexis también se disculpa, puedes notar la tristeza en sus ojos a pesar de que hace un rato hubiese estado riéndose.
Todos se van menos él, él está allí, se gira y te mira y tu lo miras, y las mariposas vuelven a hacerte sentir como una adolescente, lo ves acercarse y sentarse a tu lado en el sofá.
Silencio.
Deja la copa también sobre la mesa y te mira. Te sientes como cuando ambos estuvieron en aquel hotel en L.A. Sin embargo, estas son otras circunstancias, esta vez tú no tienes novio.
Pero sigues teniendo las mismas inseguridades. Te recuerdas a ti misma.
-Ha sido realmente un día largo.-Comento el sonriendo.
Tú también sonríes.
-Si.-Estiras un brazo colocándolo en el respaldo, en un intento de acercarte un poco más a él, que está en el otro extremo del sofá.-Pero aun no has acabado de enumerar las veces que me has salvado.
El ríe entre dientes, su risa te hace sonreír.
-¿Qué más da?.-Dice aun divertido. -Tú has salvado mi vida hoy.
Niegas con la cabeza.
-Has sido tú mismo. Te las arreglaste para salir vivo de allí.
-Espero que eso no te moleste.-Dice en tono de broma.
-De hecho estoy muy feliz de que estés vivo, Castle.-Ladeas la cabeza y ves como sus ojos brillan.-Sino ¿Quién va a joderme cada día de mi existencia?.
El ríe, pero baja la vista.
-Oye…
Los dos hablan al mismo tiempo y notas que él está más cerca de ti que antes. No sabes cómo, pero su rodilla esta casi rozando la tuya.
-Lo siento, dime.-Se disculpa él.
Niegas con la cabeza, no te atreves, no puedes. Tu corazón empieza a latir rápido otra vez. Maldita sea. ¿Cuándo te has vuelto tan cobarde?, te enfrentaste a un caso de toma de rehenes sin ningún tipo de entrenamiento y ninguno de los rehenes salió herido. Pero enfrentarte a este hombre, decirle lo que sientes te asusta, temes entregarle demasiado.
-Quizás debería irme, me siento un poco mareada por el vino.
El asiente, parece ¿desilusionado?, oh dios mío. Quieres lanzarte a sus brazos, quieres que su cuerpo se apriete contra el tuyo, pero no lo haces. Solo te pones de pie y él hace lo mismo. Os mareáis, las ganas de abrazarlo no te abandonan, pero te das la vuelta cogiendo tu cazadora y caminas hacia la puerta, sientes sus pasos detrás, sientes su mirada en ti. Colocas la mano en la perilla de la puerta y cierra los ojos.
Si, lo vas a hacer.
Te giras repentinamente y le abrazas, te aferras a su cuello y sientes como él se paraliza por completo, pero unos segundos más tarde sientes sus grandes y fuertes brazos rodeándote, dándote el calor que necesitas. Sientes que tu corazón entonces vuelve a querer salirse de tu pecho. El olor de Castle inunda tus fosas nasales y tu cuerpo tiembla.
Tú tiemblas y te estremeces en sus brazos, sientes sus manos dudosas, confundidas, deslizarse por tu espalda. Sabes que este movimiento lo ha cogido desprevenido. Inhalas una vez más el olor de su cuello y sientes que el deseo de abrazarle incrementa, y que ahora no quieres solo abrazarle, quieres besarle, quieres que tus labios recorran su cuello, su masculino mentón y finalmente su boca.
Pero te quedas allí, os quedáis allí. En los brazos del otro, respirando, inmóviles, no incómodos, pero si confundidos.
Entonces el te aprieta mas contra su cuerpo, haciendo otro movimiento, dándote a entender que ahora es tu turno, indagando hasta que punto lo vas a llevar. Oh Castle no…no hagas esto o hare algo que…
Pero ya es tarde, estas acariciando su mejillas con la tuya, tu cuerpo esta frotándose con el de él, lo escuchas aguantar la respiración y te da miedo que te aparte ahora, pero no lo hace. Tus manos bajan desde su cuello hasta sus hombros, acariciando luego sus brazos, y comienzas a respirar de manera entrecortada porque estas sintiéndolo bajo tus manos, estas tocándole y sintiendo su duro cuerpo. Te apartas y ambos os miráis a los ojos. Intentas descifrar lo que está pensando, ves sus ojos azules mirarte de manera penetrante, de una forma confusa y lujuriosa al mismo tiempo.
No sabes que hacer, aun tienes miedo, das un paso atrás pero él no te deja ir, aun te sujeta del brazo, vuestras miradas no se apartan, sientes de pronto un calor recorrer tu cuerpo y descargas eléctricas en tu espina dorsal. Quieres huir, pero su mirada te atrapa.
Estiras la mano hacia atrás para encontrar la perilla de la puerta pero notas como su cuerpo avanza hacia delante encerrándote, sin dejarte escapatoria.
Sientes la puerta en tu espalda y escuchas un jadeo salir de tu boca, porque su olor y su calor están muy cerca de ti. Notas como se acerca hasta que sientes todo su cuerpo, junto al tuyo toda su excitación excitándote a ti, y su cabeza se inclina un poco, acercando su cara a la tuya. Puedes oler el vino en su boca entre abierta. Te mira a los ojos de nuevo intentando descifrarte, intentando ver si vas a huir. Oh pero tú no puedes, no puedes porque deseas que él lo haga. Sabes que va a besarte y tu cuerpo vibra, se estremece y grita que lo haga. Necesitas sentir su sabor, su lengua dentro de tu boca, necesitas saborear al hombre del que has estado enamorada todo este tiempo.
-Kate…-El susurra y gimes, su voz suena ronca y sexy, como nunca la has escuchado. Ya no hay diversión, ya no hay un tono amistoso en ella, solo sensualidad y deseo. –Voy a besarte. – Te dice y tus pezones se endurecen por la anticipación.
