Él no supo desde que momento fue qué pasó. Ella no podía mirarlo más allá de la amistad.
Su corazón, aún sin ser suyo, la amó, y cuándo volvió a su dueño, siguió amándola fervientemente cómo solo él podía hacerlo.
Calcifer, ¡tienes chispa!
Esa frase rebotaba en su cabeza.
Ni siquiera se despidió. Solo podía pensar en su tan ansiada libertad. En las miles de cosss que haría. ¿A dónde iría primero? Miles de horizontes se abrían ante él. A donde el viento lo llevara. A donde la luna lo guiará. A donde... ¿su corazón estuviera?
¡Ja! ¿Corazón? Yo no tengo corazón- canturreo al viento. Sin embargo, un pequeño dolor lo detuvo. Un hermoso cabello plata y una sonrisa de ensueño.
Sophie...- susurró confundido. Algo que se supone no tiene comenzó a dolerle. A palpitar- Yo no tengo corazón- se repitió.
Decidió ignorar todo aquello que le recordará sus momentos a lado de esa mujer, de su mejor amigo, del niño y de la bruja anciana. Pero no podía. Incluso recordar a cabeza de navo le traía melancolía.
Shopie ama a Howl. Ella jamás podría amar a una demonio fuego como yo- suspiró derrotado y después su fuego se encendió por pena.
¿El gran Calcifer lamentándose porque una simple mujer humana no lo ama? ¡Por Kami! ¿Qué rayos le estaba pasando?
Y entonces, le importo un comino eso. ¡Él iría a donde quisiera cuando quisiera! Él no debía dejarse llevar por sentimientos y volvió. Volvió con Sophie. Volvió con Howl. Volvió con todos. Regreso a darle vida al castillo vagabundo. A hacerlo volar por los aires. A llenar a sus usuarios de felicidad. Regreso a contemplarla un poco más.
Te extrañeAhora esa frase le daba chispa.
Los suaves labios de su doncella lo derritieron por completo. Regreso por ella y se quedaría por ella. No le importaba verla amándose con Howl. Solo deseaba verla feliz. Verlos felices, porque el bien sabía del dolor que atormentaba a Howl y también sabía que ella era la única capaz de sacarlo de ahí. Él sabía que ambos se necesitaban y que, su misión con ellos era mantenerlos aún más unidos. Él lo sabía y nada le hacía más feliz que verlos felices.
Él no supo desde que momento, un gran y poderoso demonio como él, se enamoró de la humana. De esa jovencita con apariencia y corazón de anciana.
Tal vez fue su coraje y valentía. Tal vez su perseverancia o incluso lo radiante que lucía sonriendo. No lo supo. Nunca lo sabría pero no se arrepentía.
El demonio que se enamoró de la anciana jamás se arrepentiría y nunca diría su sentir. Solo la amaría en secreto y con pasión, como el sabe hacerlo y como a ella le gusta que lo haga, pues las miradas secretas lo han delatado.
¡Wow! Jamás pensé que escribiría algo sobre estos dos. Fue tan repentino y eso me agrado bastante.
No estoy segura de si debería dejar esto hasta aquí o darle una historia más larga, por ahora, me siento feliz de que salga a la luz.
