¡Aquí está la segunda parte de "Una apuesta es una apuesta"! He tardado un poco porque he estado totalmente desconectada de la red y no he escrito nada... ni traducciones ni las mías, pero como esta ya la tenía a medio traducir, decidí acabarla antes de ponerme con lo mío :S

La obra original la podéis encontrar aquí mismo. Se titula "Stubborn Confessions" y la autora es AzaryaTsuki :) Os dejo el enlace por si queréis leerla en inglés:

www(punto)fanfiction(punto)net/s/8941276/1/Stubborn-Confessions

También decir que algunas frases y expresiones inglesas las he tenido que editar para que tuvieran sentido en español, pero hay varias traducciones posibles de dichas frases, en fin, son casi imperceptibles.

Para vuestra información, esta historia se compone de 4 capítulos y no estoy muy segura de si está finalizada o no, mandaré un correo a la autora porque creo que le falta sólo un capítulo. Intentaré traducir lo más rápido posible :)

Y eso es todo, ahí os dejo con la historia *-*

Aviso: Pensamientos en cursiva y diálogo entre comillas.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki.

Re-disclaimer: La historia no me pertenece, es original de la autora inglesa AzaryaTsuki que me dio su sagrado permiso para realizar la traducción :D


Los gemidos rasgaban las gargantas de ambos chicos mientras los frenéticos choques de su piel iban desacelerando hasta convertirse en casi suaves empujes, aguantando cada réplica de sus orgasmos. Aún sensible y altamente eufórico, Aomine empujó lentamente su gastado miembro contra el todavía palpitante calor de Kagami y moldeó el pecho en la espalda de su tigre, presionando con suaves besos sobre la piel en frente de él. El pelirrojo dejó escapar un pequeño quejido cuando la longitud rozó su abusada próstata, enviando perezosos escalofríos bajo su espina dorsal. Ambos se apoyaron contra la puerta, jadeando debido a la intensa actividad, mientras sus ritmos cardíacos se calmaban gradualmente.

Los dos jugadores de baloncesto habían caído en una especie de rutina desde que hicieron aquella apuesta hace un mes. Solían jugar un uno contra uno de baloncesto hasta que el sol se ponía y luego se dirigían a casa de Aomine para ducharse y realizar unas cuantas rondas de otra versión completamente diferente del uno contra uno. Esta vez, ninguno de ellos podía aguantar mucho y se acababan atacando el uno al otro en cuanto el peliazul abría la puerta principal. Apenas lograban arrastrarse hasta el baño para tener algo de intimidad ya que no tenían forma de saber, o de preocuparse, si había alguien más en la casa en ese momento. Antes de que la puerta estuviera cerrada por completo, se arrancaban los pantalones y el rubor en sus mejillas se propagaba.

"Está bien," dijo Kagami, con la voz un poco áspera, tratando de reprimir cualquier sonido que Aomine pudiera exprimir de él. "Ahora realmente necesito una ducha."

"Ve a por ella," ronroneó el jugador de Tõõ, envolviendo sus largos brazos alrededor de la magullada cintura del pelirrojo. Oops… Aomine definitivamente iba a tener un rapapolvo por eso más tarde. No era su culpa que el estúpido súper saltador gruñera deliciosamente cada vez que se apretaba más contra él. "Las duchas siempre son divertidas," dijo riendo entre dientes, mordisqueando la delicada piel de debajo del lóbulo de la oreja de Kagami.

"Lo digo en serio, Ahomine. Sólo quiero ducharme. La entrenadora ha intentado matarnos en la práctica de hoy y un uno contra uno contigo no ha ayudado mucho," replicó Kagami, quitando con firmeza los brazos de su… ¿qué era Aomine para él?

Se rehusaba a llamarlo amigo, ya que estaban totalmente demasiado involucrados físicamente como para usar esa palabra. Sin duda todavía eran rivales en la cancha, pero esto definitivamente no era una cancha de baloncesto. 'Folla-amigos' sonaba demasiado brusco. Por otra parte, todo lo relacionado con Aomine era brusco, pero el pelirrojo aún rehuía ese término. 'Novio' parecía inapropiado porque no había ninguna conexión emocional, al menos no que Kagami pudiera percibir del joven peliazul. Y estaba completamente seguro de que no iba a referirse al otro chico como su… ¿amante…?

Un hormigueo bajó por su espina dorsal al pensar en esa embarazosa palabra. Sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso mientras encendía el agua de la ducha, alejándose de Aomine. Kagami se negó en redondo a admitir cualquier tipo de sentimientos por esa arrogante polla que estaba por encima de la media física. Eso era también todo lo que él significaba para el as de Tõõ de todas formas, entonces, ¿por qué debería perder su tiempo y energía suspirando por algo que nunca iba a suceder?

Una profunda risa vibró a través de la espalda del súper saltador mientras Aomine le tomaba entre sus magníficamente musculosos brazos de nuevo, con sus pulgares masajeando los ya sobreexcitados pezones. "Has dicho eso, pero tu cuerpo me está diciendo lo contrario," murmuró, causando que la cansada hombría de Kagami empezara a volver nerviosamente a la vida.

El cómo siempre lograba esa barítona voz encender un fuego dentro del ala-pívot de Seirin, el mundo nunca lo sabría. En respuesta a esas palabras susurradas, el pelirrojo sólo pudo gemir y desplazarse instintivamente hacia atrás, contra la acogedora calidez situada detrás de él, antes de ser salvado –o maldecido– por el agua que finalmente estaba lista.

Los dos chicos entraron en la ducha casi ignorando el chorro caliente. Aomine una vez más mordisqueaba y chupaba su camino con avidez, bajo la garganta de Kagami, haciendo a éste último suspirar con las dulces sensaciones. Una gota de agua se deslizó entre los omóplatos del tigre y el pívot de Tõõ estuvo más que dispuesto a lamerla con un suave y burlón chasquido de su lengua. Temblando ante tales ministraciones, Kagami maldijo mentalmente la excesiva capacidad de respuesta de su cuerpo.

Maldita sea, ¡se supone que sólo íbamos a ducharnos!. En un acto de rebeldía, –si estaba desafiando a Aomine o a sus propias reacciones traidoras, Kagami no lo sabía– el pelirrojo agarró bruscamente el grifo del agua caliente y lo apagó, rociando a ambos adolescentes con agua helada en un intento de matar las inminentes erecciones.

"¡Gah!," exclamó Aomine. "¿¡Qué cojones?!." Logró alcanzar el grifo rodeando al otro chico para encender el agua caliente de nuevo y refunfuñó, "Está bien, está bien. Ya lo pillo." Mirando con satisfacción el hecho de que captara su punto, Kagami agarró el champú y escondió su sonrisa cuando le pareció oír en un murmullo un, "Bakagami."

La sensación de algo deslizándose por su espalda hizo que el ala-pívot de Seirin saltara ligeramente sorprendido. "¿Qué demonios estás haciendo ahí atrás?," ladró Kagami.

"Sólo te estoy lavando la espalda. Por Dios, tranquilízate, Taiga." Kagami juró que pudo oír la sonrisa en la voz de Aomine cuando dijo su nombre de pila. Le había estado llamando por su nombre propio desde aquella primera noche. Kagami desistió de gritarle por ello, sabiendo que iba a seguir haciéndolo de todos modos para molestarlo.

Afortunadamente, el diota de pelo azul tenía el suficiente tacto como para no usarlo frente a cualquiera de los demás jugadores de Seirin. Aún así, ninguno de ellos quería hablar del tema si es que alguna vez se habían enterado, especialmente Kuroko. El jugador fantasma probablemente les miraría a los dos desde abajo con esos ojos inexpresivos hasta que le contaran todo. Así era precisamente como su amigo en común realmente actuaría y ni Kagami ni Aomine podrían evitarlo para siempre, pero tratarían de hacerlo por todos los medios.

Kagami apartó esos pensamientos, forzándose a sí mismo a relajarse bajo el chorro de agua tibia. El suave cepillado de la toallita en su espalda se convirtió en un amasado más insistente de los hombros y músculos de la espalda del pelirrojo, engatusándolos para que descansaran. De hecho, estaba empezando a sentirse… bien. Normalmente, cuando Aomine ponía sus manos sobre el otro adolescente todo tornaba en sexo, pero ahora mismo se sentía como si él estuviera realmente tratando de relajar a Kagami.

Uno a uno, los músculos del súper saltador se relajaron bajo los cuidados de Aomine. El agua tibia y los celestiales dedos en su espalda creaban una niebla de satisfacción en la mente de Kagami. No pudo evitar resistirse cuando esas maravillosas manos le dieron la vuelta por la cintura, comenzando a lavarle por delante. Hacía tiempo que Kagami había cerrado los ojos para disfrutar del masaje en la espalda, y aún permanecían cerrados cuando el paño se deslizó sobre la amplia extensión de su pecho. Si estaba esperando que el peliazul idiota jugara con sus pezones, Kagami quedó decepcionado. Las manos que expertamente podían maniobrar una pelota de baloncesto se movieron más allá de las animadas protuberancias hasta los abdominales que ahora eran su tabla de lavar.

Fue entonces cuando el pelirrojo empezó a tensarse de nuevo. Aomine sabía lo sensible que era a través del estómago y las costillas, y Kagami podría jurar que la presión se redujo a poco más que tientos. Un orbe rojo se agrietó, abriéndose en señal de advertencia para recordar al jugador moreno que se suponía que sólo se estaban duchando, sólo para fallar estrepitosamente al ver la mirada con la que Aomine le estaba evaluando a él. Los ojos zafiro lucían muy serios, pero el ceño fruncido había desaparecido de su frente, haciendo que pareciera el doble de atractivo. Había algo más detrás de esa mirada que no pudo ser identificado por ninguno de ellos, pero se desvaneció en un momento.

La toallita danzaba a través de las caderas de Kagami mientras ambos chicos continuaban mirando los ojos del contrario. Cuando alcanzó a rodear la parte trasera del pelirrojo, éste gruñó en advertencia, no tanto por el hecho de que estaban 'sólo duchándose', sino porque el muy bastardo conocía jodidamente bien cuán sensible era su piel y cómo burlarse de él, tal y como estaba haciendo en ese momento. Era mala suerte que Kagami tuviera poco o ningún control de sí mismo, y el trapo burlón que ya estaba ahuecando su culo lo estaba presionando mucho.

Y el maldito Aomine lo sabía.

Hubo un destello de satisfacción el los ojos del moreno cuando presionó la toallita entre las nalgas de Kagami. "¿Qué?," replicó Aomine inocentemente al estrechamiento de los ojos del contrario. "Tú y Satsuki siempre me increpáis por no limpiar mis líos," continuó, presionando suavemente y masajeando la oculta entrada.

Maldita sea, si sigue así, voy a perder…

La rendición de Kagami llegó cuando la erección que estaba tratando de suprimir finalmente tocó la de Aomine y destrozó por completo cualquier atisbo de autocontrol que le quedaba. Un gruñido feroz salió de la garganta del tigre mientras agarraba la parte posterior de la cabeza del peliazul y chocaba sus bocas ávidamente. El trapo cayó en el olvido en una esquina de la ducha, liberando las manos de Aomine para vagar por esa capa de piel de la que nunca se cansaba. El agua enjuagaba cada pedacito de jabón y lubricaba los dos cuerpos que ya se enredaban juntos.

Uno podría pensar que tener sexo no hace ni diez minutos podría satisfacer la libido de un adolescente promedio, pero Aomine Daiki estaba fuera de lo común y el cuerpo de Kagami Taiga parecía entenderlo y reciprocarlo por completo. Un frío azulejo tocó su espalda, haciendo que el pelirrojo siseará ante el cambio de temperatura, pero fue rápidamente distraído por un par de talentosos labios adhiriéndose a su clavícula.

Aomine chupó, mordisqueó y besó cada porción de piel que podía alcanzar, y cualquier cosa que él no pudiera conseguir con su boca era explorada con sus manos, trazando el territorio ya familiar como si quisiera memorizarlo de nuevo por completo.

Presionó toscamente sus ingles, ganando un gemido de parte de Kagami, mientras giraba sus caderas rítmicamente. Él conducía al adolescente pelirrojo salvajemente, y así era exactamente como le gustaba. Su anterior sesión de sexo había mantenido a Kagami dilatado, así que Aomine se saltó los preliminares y la digitación que hacía normalmente. Ambos estaban desesperados por lo mismo llegados a este punto, pero Aomine aún estaba ligeramente sorprendido por su excitación cuando Kagami enganchó su pierna sobre una bronceada cadera y los presionó aún más juntos. Normalmente, Kagami era el primero en alejarse y darse la vuelta cuando follaban. Estar ambos chicos frente a frente era una nueva experiencia para los dos, y no una a la que estuvieran dispuestos a renunciar en ese momento.

Sin tener nada a lo que sujetarse para mantenerse en posición vertical, Aomine los presionó a ambos con más fuerza contra la pared de la ducha y levantó a su pareja fácilmente mientras los brazos de Kagami se enrollaban alrededor de su cuello. La otra pierna del pelirrojo se curvó automáticamente alrededor y se cerró con la otra, dando a Aomine el acceso que necesitaba.

Podía oír la entrecortada respiración de Aomine en su oído y cómo sus dedos separaban firmemente sus nalgas cuando una gruesa erección presionó una vez más dentro de su impaciente calor. Ambos gruñeron desde la parte baja de sus gargantas ante la sensación y no necesitaron más tiempo para ajustarse. A un ritmo acelerado se encontraron de repente entre los brutales empujones de Aomine y la ferviente molienda de Kagami. El pelirrojo apenas cambió el ángulo de sus caderas y de repente ya estaba viendo estrellas de nuevo cuando Aomine finalmente golpeo su próstata.

"Oh, Dios… justo ahí…," dijo entre dientes.

Unos dientes encontraron su camino hasta el lóbulo de Kagami, haciendo que clavara sus uñas involuntariamente en los amplios y morenos hombros mientras se acercaba más y más al borde del abismo. Más, más, todavía necesitaba más…

Aomine pareció sentir exactamente lo que necesitaba. Presionó sus estómagos más juntos, atrapando el miembro en fuga de Kagami entre sus cuerpos, dándole la fricción que necesitaba mientras se sacudía dentro y fuera de él. El franco gemido que el pelirrojo intentó desesperadamente retener en su garganta finalmente fue arrancado cuando el pívot de Tõõ de alguna manera lo presionó un tiempo extra para después comenzar a golpear a Kagami de forma completamente desbocada. Podía sentir la parte baja de su espalda chocando contra los azulejos de la ducha, pero no pudo importarle menos ya que se sentía jodidamente bien.

Al abrir los ojos sólo por un momento, le mostraron a Kagami la cosa más erótica que había visto jamás. Si ya pensaba que la forma en la que Aomine le miraba durante un partido era sexy, esa mirada de pura lujuria y necesidad animal era suficiente para mandarlo directo al orgasmo. A pesar de que acababan de hacerlo, Kagami se vino de la forma más salvaje de la que nunca antes lo había hecho. Su visión tornó completamente blanca y, sólo por un momento, el tiempo se detuvo y lo único que pudo sentir era una dulce felicidad disparando a través de todo su cuerpo. Antes de que pudiera decir cualquier cosa embarazosa, Kagami mordió el hombro de Aomine con un grito de completo éxtasis, justo donde él sabía que al as peliazul más le gustaba.

La contracción de los músculos causada por el orgasmo de Kagami hicieron que Aomine se viniera deshecho. El orgasmo le golpeó como un tren de carga, robándole el control de sí mismo mientras le devolvía el favor y mordía el lugar favorito del pelirrojo en el hueco de su cuello. Ambos habían aprendido la lección de no dejarse marcas donde pudieran ser vistas, pero algo dentro del peliazul le exigió que jugara su demanda una vez más.

A pesar de ser conocido por su reputación como jugador dentro y fuera de la cancha, éste había sido el tiempo más largo en el que se había acostado con la misma persona. Incluso las chicas que se habían arrojado a sus brazos, después de aquella primera noche con el pelirrojo, no parecían satisfacerlo de la misma manera que Kagami lo hacía, así que simplemente dejó de aceptar sus ofrecimientos.

Ambos se retiraron al mismo tiempo, sus respiraciones se entremezclaban mientras sus rostros estaban apenas unos centímetros alejados. Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, Aomine cerró esa distancia y besó a su tigre pelirrojo. Si todos sus otros besos estaban llenos de hambre y pasión, una lucha por la dominación, este beso en realidad fue un poco... suave. En vez de pedir indiscreta y brutalmente la pertenencia de los labios de Kagami, aparte de exigir la entrada, esperó tentativamente el permiso de su pareja antes de deslizar su lengua contra cada agradable lugar en la boca de Kagami, lentamente, pero no con menos pasión de la que ponía normalmente.

Decir que Kagami estaba confuso sería poco. En un momento tiene a Aomine golpeando su culo sin ninguna consideración, como de costumbre, y ahora estaba realmente besándolo en lugar de dominarlo. Esto preocupó al súper saltador, haciendo que lo echara hacia atrás y lo mirara interrogante.

Fuera cual fuere el hechizo bajo el que Aomine había estado, se rompió con el beso. Parecía que el peliazul aún estaba registrando lo que acababa de hacer. La arrogancia volvió una vez más a su expresión mientras se separaba de Kagami lentamente y lo volvía a dejar sobre el suelo. Como si nada hubiera pasado, Aomine cambió sus posiciones y se lavó rápidamente. Cuando terminó, el as peliazul simplemente salió de la ducha y cogió una toalla que enrolló en su cintura antes de salir del baño sin echar un segundo vistazo atrás.

Kagami no pudo hacer otra cosa que mirar en atónita confusión. ¿De qué demonios había ido eso?. Por si ese comportamiento no hubiera sido lo suficientemente confuso, la expresión en el rostro de Aomine cuando se dio cuenta de cómo había estado besando a Kagami todavía daba vueltas en su cabeza. Sólo había sido por un momento, pero antes de que el idiota se volviera a poner su máscara de superioridad, Aomine parecía tan sorprendido y consternado como Kagami lo estaba. Como si no pudiera creer lo que acababa de hacer.

Decidiendo ignorarlo por el momento, Kagami se lavó de nuevo bajo el chorro que se enfriaba rápidamente y se vistió con la ropa extra que había recordado meter en su mochila. Metió su ropa sucia en la bolsa sin contemplaciones, tratando de convencerse a sí mismo de que esa frustración repentina hacia la mochila no era debida al extraño comportamiento de Aomine. Tan pronto como salió del baño, la puerta principal se abrió y Momoi entró en la casa con unas bolsas del Maji Burguer colgando de sus dedos.

"¡Kagamin!," exclamó con su frescura habitual. "Tenía el presentimiento de que estarías aquí, ¡así que pedí un montón de comida extra para ti! Tetsu-kun me dijo lo mucho que hace falta para llenarte," añadió la pelirrosa con esa supuestamente linda sonrisa que podía hacer que casi cualquier hombre suspirara por ella.

Sin embargo, Kagami ahora tenía un verdadero problema. Su orgullo le pedía largarse y dejar que Aomine averiguara todo lo que necesitaba, pero su apetito le gritaba por estar siquiera pensando en dejar pasar comida gratis. Ahora que pensaba en ello, había tenido que saltarse su habitual visita al Maji Burguer cuando Aomine apareció con su reto de jugar un uno contra uno. De repente, el aroma que la comida desprendía se coló a través de su nariz, haciendo que su estómago gruñera en voz alta, y se encontró a sí mismo refunfuñando, "Supongo que podría quedarme unos minutos más…"

Se sentaron a la mesa de la cocina y se concentraron en su comida en silencio. Aparentemente, Momoi no había exagerado cuando dijo 'un montón de comida extra'. Ella dejó caer dos de las bolsas frente a él y puso las otras dos a un lado para Aomine y ella, cogiendo la más pequeña para sí misma.

Kagami cargó rápidamente contra su comida, tratando de no comer demasiado rápido y parecer grosero. Todo lo que quería en realidad era comer y salir de allí antes de que cierto jugador moreno bajara las escaleras. Estaba abriendo la segunda bolsa justo antes de que Aomine le pegara un susto de muerte apareciéndose de la nada. El más alto giró la silla y se sentó a horcajadas hacia atrás antes de clasificar la comida restante y gemir con disgusto. "¡Acabamos de comer esta basura hace un par de días! Honestamente, Satsuki, ¿siempre tienes que comprar la comida más barata que encuentras por ahí?"

"¡Hey!," exclamó indignada. "Esto no ha sido barato en absoluto debido a Kagamin, ¡he tenido que comprar casi el triple de lo usual!"

A Kagami poco le faltó para atragantarse con la hamburguesa que acababa de morder. ¡¿El triple!? Aomine casi se cayó hacia atrás de la silla de la risa mientras Kagami recuperaba la capacidad de respirar. "Yo puedo…" alcanzó a murmurar entre jadeos. "Voy a pagar por mi parte, Momoi." Es demasiado para ser comida gratis, pensó.

"¡Oh no, no, no! ¡No quise decir eso!," declaró Momoi, agitando frenéticamente las manos hacia adelante y atrás. "¡Compro comida para este perezoso todo el tiempo, así que comprar comida para su novio no es ningún problema en absoluto!"

"Él no es mi novio," respondieron ambos chicos simultáneamente. Se miraron el uno al otro por un momento, sorprendidos por su arrebato sincronizado. Kagami fue el primero en mirar hacia otro lado con un ligero rubor en sus mejillas. A partir de ahí, el pelirrojo mantuvo la cabeza baja y comió un poco más rápido, planeando cómo iba a ser capaz de meter el dinero de su comida en el monedero de Momoi.

Aomine estuvo inusualmente tranquilo durante el resto de la comida y evitaba deliberadamente mirar a Kagami. Siendo la especialista en recolectar información que era, Momoi simplemente mordisqueó su comida mientras observaba el comportamiento de los chicos. Prestó especial atención a la manera en que ambos evitaban mirarse, incluso cuando Kagami se despidió. Y fingió no darse cuenta del dinero que fue escondido en su bolso cuando Kagami creía que no estaba mirando. Momoi sólo se sentó allí con recato y se limpió la boca cuando terminó su comida.

Esto era sin duda un desarrollo que a su querido Tetsu-kun le gustaría saber…