CAP. 1 CONFESIÓN

Light se encuentra en su habitación, como siempre a oscuras, con su lámpara como único foco de luz. Así sus padres pensarán que está durmiendo, cuando realmente está frente al death note, intentando recordar los rostros de los criminales que han salido en la tele para matarlos. Últimamente pensaba en cambiar la forma en la que morían, para despistar, pero igualmente sabrían que era Kira quienes los mataban, así que no importaba.

-Oye Light –dice Ryuk –ya podrías traerme alguna manzana, aunque los shinigami no muramos de hambre pero siempre tenemos nuestros caprichitos.

-Ahora no, Ryuk –responde Light firme, sin apartar la mirada de la hoja en blanco.

De repente, el móvil vibra. Siempre lo ponía en vibración por si algún imprevisto o llamada de Misa. Coge el móvil de encima de la cama y lo abre. En la pantalla ahora encendida pone "Ryusaki", o como él lo llamaba cuando estaban investigando, L. ¿Qué hacía llamándole a altas hora de la noche?, a lo mejor quiere comprobar si realmente está dormido, teniendo en cuenta que sospecha que él sea Kira. Light espera un poco y contesta con voz como si se hubiera despertado a causa del móvil.

-¿Si?, ¿quién es? –pregunta

-Light, soy Ryusaki –contesta L. Lo que le sorprende a Light es lo precavido que es incluso con las conversaciones telefónicas al decir que es Riusaki y no L, aunque igualmente los dos nombres eran falsos. –Siento despertarte, pero tengo que enseñarte algo sobre el caso que podría interesarte.

-¿Tiene que ser ahora? –pregunta de nuevo Light con tono dormido.

-Sí –responde rotundamente L. –Te espero en mi habitación. –cuelga el teléfono.

A Light no se le pasa otra cosa por la cabeza que maldito L. Teniendo en cuenta que le ha hecho creer que lo acaba de despertar, es normal que tarde en llegar, por lo que se apresura en escribir un par de nombres en el death note antes de salir de casa.

-Ryuk, voy a dar una vuelta –propone Light con una sonrisa de medio lado. Se cambia de ropa y sale de la habitación. La casa está ahora dormida, y a la hora que era nadie se percataría de su ausencia, ni si quiera su padre. Sin duda L pensaba en todo.

-Yo voy a quedarme comiendo manzanas. –Anuncia Ryuk. –Ya me contarás cómo te ha ido con ese tal L.

Light se encuentra frente a la puerta de la habitación de L. Ya no hay motivos por los que fingir que está recién despierto, entonces sin vacilar pega en la puerta.

-Está abierta –se escucha la voz de L desde el interior de la habitación. –Puedes pasar.

Light empuja la puerta despacio y descubre que no hay ninguna luz encendida, tan solo la del televisor que se encuentra frente a L.

Light se pregunta qué era aquello tan importante que quería decirle, tan importante como para llamarlo en plena noche y hacerle ir hasta su habitación, sin molestarse si quiera en llamar a algún miembro del equipo. ¿Querría decirle que sabía que era Kira? No, de ser así querría que todos fueran testigos, por lo que podía deducir lo que tenía que decirle era algo que solamente podía contarle a él, y que no quiere que nadie más sepa.

-Siéntate, Light –este obedece, nunca antes le había pedido que se sentara, sin duda aquello era demasiado importante como para compartirlo con el resto. O por el contrario, no lo era en absoluto. -Seguramente, te estarás preguntando por qué te he hecho venir. Ya que pensamos igual, he podido deducirlo al instante. –L toma un sobro de su café, que para variar tiene un alto nivel de azúcar, como todo lo que come. –No te he hecho venir para decir que sospecho que seas Kira, eso ya lo sabes. Y tampoco vamos a discutir sobre todas las pistas que te apuntan. Si por mi fuera te encerraba ahora mismo, pero no cometes ni un solo error.

-Entonces, ¿qué? –Abre Light los brazos – ¿me has hecho venir porque no puedes dormir?

-Claro que no, de ser así no estaría tomando café, ¿no crees? –Se produce un largo e incómodo silencio para Light, tanto que puede sentir los pensamientos de L en el ambiente –es extraño –dice por fin.

-¿Qué es extraño?

-Hablar contigo de algo que no sea sobre el caso Kira, tanto que incluso me resulta difícil.

-Vamos, L –resopla –no tengo toda la noche.

-¿Qué prisas tienes? –Pregunta L con tono picarón –Ya está el segundo Kira que trabaja por ti.

Ese comentario enfurece tanto a Light, quien no puede evitar levantarse del sillón para pegarle un puñetazo en la cara a L. La taza de café pasa de la mano de este a caer encima de la alfombra, tornándola de un color marrón oscuro, tan oscuro que incluso parece negro.

-¡Estoy harto! –grita Light, quien se encuentra encima de L, y por fin se rompe el incómodo silencio. -¿Cuántas veces tengo que decirte que yo no soy Kira? –Light agarra a L por la camisa, dispuesto a pegarle otro puñetazo, pero entonces L se impulsa y le pega una patada a Light en la cara, con una fuerza tan brutal que Light termina sentado en el sillón donde se encontraba, gimiendo de dolor.

Esta vez es L quien se pone encima de Light, en una postura parecida a la que suele estar siempre.

-¡Estas tan obsesionado que no eres capaz de hablar de otra cosa! –grita de nuevo Light.

-¿Qué quieres que te diga?, ¿que no puedo parar de pensar en ti? ¡¿Qué deseo que no seas Kira?!

L coge aire, impresionado ante las palabras que acababa de decir. Nunca antes se había dejado llevar por sus sentimientos de aquella manera. De hecho nunca mezclaba el trabajo con su vida personal, aunque no tuviera mucho de esta última. Ahora Light, es decir, Kira sabía que L no quería encerrarlo. El rostro de Light se tornó en un blanco pálido, y sus pupilas se dilataron tanto que no podía apreciarse el iris de sus ojos, tal y como pasaba con los ojos de L.

-Yo… -empieza Light, buscando las palabras, pero su frase queda interrumpida.

L se lanza hacia los labios de Light como un tigre sobre su presa. Sus labios se juntan y bailan como baila el mar con las rocas. L saborea cada grieta de los labios de Light y viceversa. Le besa con fuerza y ansia, como si todos los momentos cayados quisieran expresarlo de aquella manera, como si aquello que estaba sucediendo no pudiera volver a repetirse jamás. Light no puede dejar de acariciar el torso de L, su figura esbelta y delgada a pesar de solo comer comida alta en azúcar. Le agarraba del pelo, alborotándoselo aún más, sentía que L quería dominarle, quería manejar la situación, pero Light se resistía, por lo que besaba con más fuerza y se aferraba a su camiseta, rompiendo cada centímetro que les separaba. L olía a café y fresas, algo que reconfortaba a Light y que al mismo tiempo odiaba, en una parte de su cerebro gritaba "es el enemigo", pero en su corazón deseaba saborear la boca de L, sentir su cuerpo pegado al suyo, seguir luchando contra el incluso en los besos que se estaban dando. De nuevo, L intentaba dominar la situación, pero Light se resistía y le besaba aún más fuerte, con mucha más pasión que él. Agarraba su pelo alborotado, mientras pasaba la otra mano bajo su camisa y sentía su pecho desnudo.

Pero entonces, algo en su interior cambió. Estaba besando a L, el mejor detective del mundo, su oponente, la persona que pretendía matar para poder ser el dios del nuevo mundo. Y le molestaba pensar que ya no estaba tan seguro de querer matarlo. Light, es decir, Kira. Separa a L de otro puñetazo en la cara, quien cae al suelo de espaldas frente a él y este hace un gemido de dolor, apretando los ojos tanto que juraría no reconocerlo de aquél modo.

-Estás loco. –dice Light mientras se levanta del sillón.

-Sí, Light –gime L de dolor, con una mano en el lugar donde le ha pegado. –puede que me haya vuelto loco. –se produce de nuevo un incómodo silencio. –Creo que es mejor que te vayas –susurra, como si aquellas palabras le costaran pronunciarlas.

Light observó a L, quien seguía con la cabeza agachada, evitando mirarle a los ojos. Se abrochó la camisa, que sorprendentemente la tenía abierta de par en par. Se levanta y se dirige hacia la puerta con paso lento, como si quisiera revivir el silencio que el mismísimo L había roto, como si le hubiese leído la mente. Pero antes de que este coja el pomo.

-¿Puedo pedirte algo, Light? –pregunta L en voz baja.

-Ahora me pedirás que hagamos como si no hubiera pasado nada. –dice Light con tono tranquilo, pero con decepción en la voz.

-A veces –empieza a decir L –nos parecemos tanto, que incluso me asusto. Eso significa que incluso yo podría ser Kira. -Light se enfurece, ¿se estaba riendo en su cara? Pero L está ahora más pálido que nunca, como si aquella acción le hubiera consumido en lo más profundo. –vete ya, Light. –pide L, aún tumbado sobre el suelo y sin mirarle directamente.

Light obedece, odiaba aquella sensación, la sensación de poder que tenía L sobre él, y su incapacidad para reprocharle. Pero por suerte, eso solo le pasaba a Light, y no a Kira. Este vuelve a su casa e ignora las preguntas de Ryuk, quien se encuentra en su cama atiborrándose de manzanas, a las que, por primera vez les vio utilidad.

Mientras, en la habitación de aquél hotel, L luchaba por ponerse en pie, pero el dolor de la espalda le molestaba, ahora el silencio que odiaba Light estaba lleno de quejas de L.

-Watari –susurra, alarga el brazo hasta la mesa que hay en frente del televisor y aprieta un botón que se encuentra debajo de esta. De repente, miles de alarmas suenan, y un quejido de L queda silenciado cuando consigue ponerse boca abajo, dejando visible los cristales de la taza de café, hincados en su espalda.