Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK, Rowling.
¡Holaaa! Pues llevaba muchisimo tiempo sin publicar nada porque he estado de vacaciones. Y bueno, acabo de llegar y mi inspiración ha decidido escribir algo sobre Harry Potter y bueno, me ha venido un desvarío a la cabeza. Espero que os guste y no seáis muy duros conmigo... :D ¡gracias por leerme! (El fic será de 3 o 4 capítulos cortitos)
De tíos buenos y locas.
Hola, me llamo Draco Malfoy.
Obviamente todos me conocéis, y claro está que me adoráis. Sinceramente, os comprendo.
Porque me encanta la sensación de pasear por los pasillos de Hogwarts y que todos, absolutamente todos, me miréis. Hay gente que me mira con envidia, otros con asco (aunque es envidia de la mala), y otras... Me miran con deseo.
Soy rubio, alto, de ojos claros, tengo un cuerpo perfecto digno de un dios griego. ¿Qué más puedo pedir? ¡Ah! Y soy muy inteligente también.
Soy un combo completo, un ser perfecto.
¿Amigos? No me sirven para nada, porque puedo estar con la gente que quiero y cuando quiero. Porque soy tan popular que puedo tener a cualquier persona besando el suelo por donde piso.
¿Mi familia? Grande, majestuosa, oscura. La mejor familia que podría esperar un alumno digno de la casa Slytherin.
Porque soy malo, muy malo. Muchos me consideran una escoria, un ser despreciable. Pero a decir verdad me encanta que me teman, porque el respeto es algo muy importante para mí.
Pero a pesar de todo lo que os estoy contando, hay algo que me frustra. Y eso que a Draco Malfoy pocas cosas le producen dolores de cabeza. Todo comenzó un día cualquiera después de un entrenamiento de Quidditch...
—Entonces tenemos que ir por la derecha y tú te encargas de Potter —Le conté a Zabini de forma despreocupada, ignorando su mirada de atención.
Él simplemente asintió y yo me me fui por otro camino, llegaba tarde a CCM.
"Esa estúpida clase llena de bichos, y encima tengo que aguantar una hora al gigante apestado y a la dientes de conejo Granger". Pensé con una mueca de exasperación.
Doblé una esquina y algún sujeto se chocó contra mí, insensato de las narices.
—¿Es que no sabes mirar por dónde vas? —Recriminé asqueado, y entonces caí en la cuenta, era Lunática la chiflada.
—Oh, disculpa... Estaba persiguiendo a un duendecillo —Se excusó con una sonrisa que me resulto tremendamente infantil y estúpida.
"Loca, maldita loca". La repasé con la mirada y no vi nada que me llamara la atención. Esa tarada no se merecía el perdón de Draco Malfoy, eso estaba más que claro.
—¿Y no te piensas disculpar, niña? —Pregunté, indignado.
—¿Perdona? —Dijo con tono entusiasta, y yo hice un facepalm como una casa.
"¿La loca no hablaría mi idioma?". Resoplé cansado de la charleta banal y entonces decidí que me tenía que pedir perdón pero ya, porque sino el gigantón me pondría falta y seguro que Snape me desnucaba de un collejón.
—Vamos a ver loca, ¿es qué no me entiendes? ¡Que te disculpes! —Dije algo exaltado, aunque sin llegar a vocear. ¿Un Malfoy voceando? No señor, jamás.
Ella giró la cabeza levemente y se encogió de hombros, como si la importase tres pepinos.
—Es mi duendecillo —Sus ojos azules se iluminaron de repente al ver a un bicho feo volador. —Adiós Draco Malfoy, suerte con tu clase de CCM.
Y sin más se largó dando saltitos por el pasillo, como si nada.
"O sea... Que se choca conmigo, se ríe de mí, ni me pide perdón... ¡Y encima se larga la muy tarada mental! ¡Y además es muy fea la tía!"
Y me fui indignado de allí hacia la clase del barbas, con el nombre de Lunática Lovegood en la cabeza.
¿Alguna opinión para mi loca cabecita? ¡Saluditos!
