La vida sin Wes ya no es vida.
El cadáver inerte, pálido y frío. El ambiente denso, viciado, demasiado triste. Las lágrimas ya secas desperdigadas por los rostros de los habitantes de las cuevas, de todo aquellos que quieren dedicarle un último adiós.
Lily los mira sin ver en realidad. Los ojos rojos e hinchados. Hace ya varias horas que está sin dormir y eso no le importa ni en lo más mínimo. Él, Wes, aquel muchacho tan alegre y sencillo, que, poco a poco, sin aviso previo, se había hecho un lugar en su corazón y la había enamorado de manera irrevocable, se ha ido.
Ya nadie la sacará de esa rutina, ese mutismo absoluto ni aquellas aburridas horas de trabajo. No habrá tampoco besos robados ni noches mirando las brillantes estrellas reluciendo sobre el firmamento.
Se lamenta, una y otra vez. Quejidos un tanto repetitivos y roncos salen de su seca garganta. Llora, y no llora sólo por la muerte de Wes, llora por no haber sido tan inteligente como para haberlo notado antes, gime porque la frustración se apodera de ella al ver el tiempo perdido, solloza por aquello que pudo ser y no fue.
Se aferra al cuerpo por última vez. Le da un apretón a la fría y lánguida mano y se levanta. Necesita tomarse su tiempo. Pues, ahora que ve todo lo que tenía perdido, la vida sin Wes ya no se puede considerar vida.
Y bueno aqui me tienen tratando de llenar un poco este desierto fandom con mis escuetos drabbles.
Besos, Mai
