Hola, hola. Tengo rondando esta locura en mi cabeza desde hace un buen tiempo; este es mi primer fanfic sobre Barry y Caitlin, así que estoy emocionada.

En fin, antes de empezar a leer, deberían saber un par de cosas. Por ejemplo, la historia está ubicada después del final de la segunda temporada. Iris entró en la casa de Joe, Barry permaneció afuera con la determinación de viajar en el tiempo... y Caitlin quiso salir a hablar con él. Pudo hacerlo, antes de que él creara Flashpoint. Lo demás... Eh, espero que les guste la historia lo suficiente para averiguarlo. Y, uh, una pequeña parte de la historia estará escrita de manera epistolar —creo que solo será un capítulo, así que no se preocupen por ello.

Creo que no tengo nada más que agregar, así que solo me queda decir que espero que disfruten la lectura.

—¿Barry?

Aquella voz lo mantuvo en su lugar con solo pronunciar su nombre; no consiguió mover sus pies ni un centímetro más. No notó antes su presencia, y lo único bueno de la situación era que ella no lo había visto huir. Bueno, huir no era la palabra correcta, solo estaba a punto de correr hacia algo que no debía. Incluso aunque Caitlin lo hubiera visto, ella no habría podido hacer nada para evitarlo. La historia estaba a punto de cambiar y ellos jamás habrían estado en ese lugar. Cuando volviera, su padre estaría con vida y su madre también... si tenía éxito.

Después de que Iris entrara a la casa de Joe, no pensó que alguien más saldría a hablar con él. Tenía sentido que esa persona fuera Caitlin, incluso si no quería admitirlo.

Pudo observarla con claridad, pese a la escasa visibilidad que le ofrecían las farolas de la calle. Había sido capaz de ver a Iris también, apenas unos minutos atrás, pero le pareció más reconfortante tener la presencia de Caitlin a su alrededor. Ni siquiera la oscuridad hizo que la preocupación en sus ojos fuera menos obvia, o menos cálida.

—¿Qué haces aquí? —él inquirió en un susurro que pareció tocar cada parte de su alma como una brisa. Parecía que iba a comenzar a temblar.

Ella soltó un suspiro, como si aquella fuera la pregunta equivocada. Sonaba cansada —lucía cansada—, y había una expresión llena de preocupación en su rostro. La respuesta fue obvia cuando sus ojos dejaron de escanearla, cuando se concentró en lo que había más allá.

Estaba ahí por él.

—Venía a decirte algo, incluso si alguien ya lo hizo —dijo con suavidad, refiriéndose a Iris—. No quisiera repetirlo y cansarte de oír de las mismas palabras, pero...

Caitlin volvió a soltar un suspiro, pero Barry la entendió sin necesidad de preguntar. Quería hablar con él, y no importaba si ya había escuchado las palabras, necesitaba que él supiera cuánto lo sentía, que ella estaba ahí para él. La comprendió sin la necesidad de que algún sonido saliera de su boca, como siempre, y se sintió aliviado de compartir esa clase de conexión con alguien... incluso si solo llegaba a ser su mejor amiga. Después de todo lo que habían tenido que pasar, fue un alivio saber que todo aquello seguía ahí a pesar de todo lo que había cambiado.

—Puedes decirme —respondió él, rogando que no soltara lo mismo que Iris antes de que se le ocurriera besarla como despedida. Solo habían sido palabras carentes de significado que no le hicieron sentir nada, que no le quitaron el frío que dejó la ausencia de su padre... que le habían hecho saber que la decisión que había tomado al viajar en el tiempo era la mejor. Dejó claro que nada podría hacerlo sentirse completo otra vez. En aquella línea temporal, al menos.

—Sabes que cuentas conmigo para todo, ¿no?

Él asintió. Se dio cuenta de que aquello le llenó de tranquilidad cuando sus hombros liberaron algo de la tensión que no sabía que cargaba, y los músculos de su rostro se relajaron como si hubiese tenido la misma expresión durante horas... cosa que tal vez había sido así.

—Yo... —Caitlin continuó—. Tú estuviste ahí siempre, cada vez que lo necesité, incluso si no lo sabía. Me ayudaste a sonreír otra vez cuando creí que estaba bien aislarme en el dolor... Quiero estar ahí para ti también, para cualquier cosa. Solo quería que supieras eso.

—Yo... —Barry se llevó una mano al cuello, frotándolo con incomodidad—. No lo hice esperando nada a cambio.

—¡Lo sé! —exclamó Caitlin un poco más fuerte de lo que deseaba, de forma apresurada por la conclusión a la que Barry había llegado. No quería que pensara que lo hacía por obligación, ni siquiera un segundo. Miró detrás de ella, encima de su hombro a casa de Joe. No parecía que alguien la hubiera escuchado, así que se volvió para ver a Barry una vez más—. No estoy haciendo esto porque te deba algo. Eres mi amigo, yo... quiero apoyarte. Quiero estar ahí para ti.

Barry quiso ofrecerle una sonrisa en respuesta, pero una desastrosa mueca fue lo único que le pudo brindar. Era como si sus mejillas de repente hubiesen olvidado cómo sonreír.

—Gracias —dijo y desvió la mirada hacia la calle. Lo único que quería era correr. Irse ya. Ver de nuevo a su padre y a su madre. Vivos. Juntos.

—¿Barry? —su amiga preguntó una vez más, esta vez con el ceño fruncido—. ¿Estás bien? —Se dio cuenta de inmediato del error cometido y, antes de que él pudiera responder, se corrigió—: Perdón, sé que no estás bien. La pregunta más bien es en qué estás pensando. La mirada de concentración en tu rostro es... parece que estás a punto hacer algo muy importante, y yo...

—No es nada —la interrumpió, mirando fijamente sus zapatos. Le preocupaba que lo hubiera notado. Si lo había descifrado con tanta facilidad, no podía permitir que lo viera a los ojos y descubriera lo que estaba por hacer. No quería que estuviera decepcionada. No podría soportar esa mirada jamás.

Ella dudó. Sabía que mentía, pero no quería presionarlo a hablar. Metió las manos en las bolsas que su abrigo tenía a los costados y sus pies dieron un paso hacia atrás; sin embargo, en aquella acción no hubo nada de la determinación que la llevó hasta ahí. No quería marcharse. Caitlin siempre necesitó tiempo para aceptar una pérdida, pero Barry no lucía como alguien que necesitaba tiempo. Necesitaba otra cosa, y ella esperaba que fuera algo que pudiera darle.

Se adelantó un par de pasos hasta que se halló frente a su mejor amigo. Él le devolvió la mirada después de unos minutos bajo su escrutinio, deseando decirle que iba a estar bien, pero no muy seguro de querer mentirle.

Todo daba vueltas en su cabeza, se repetía una y otra vez. Su padre muriendo, el miedo de perder a Joe taladrando su cabeza, su plan contra Zoom funcionando, su mundo casi cayendo —primero literal, luego emocionalmente— y todas las piezas restantes cayendo en el lugar incorrecto.

Caitlin se aclaró la garganta y desvió la mirada en dirección a la calle, la misma que Barry había estado observando con tanta intensidad. Pudo leerlo con facilidad, siempre lo hacía. Su cuerpo se inclinaba hacia la calle, y sus pies estaban a punto de despegarse del suelo como si fuera a volar. Quería huir, eso era más que obvio, pero Caitlin no sabía adónde. No quería que cometiera alguna locura y, si bien era un hecho que Zoom ya no estaba por ahí, no podía predecir su siguiente movimiento. No quería que él se colocara en frente del peligro debido a su dolor. No estaba dispuesta a perderlo.

Pensó en lo que él hizo por ella tantas veces. Cuando despertó del coma y le hizo el dolor llevadero hasta que un día desapareció del todo; cuando Ronnie murió y él la sostuvo contra su pecho y le permitió llorar, sin soltarla ni preguntar nada; cuando Jay —en su cabeza apenas comenzaba a pensar en él como Hunter— también murió y luego descubrieron que todo lo que les dijo alguna vez era una mentira. Y, finalmente, cuando ella llegó a los Laboratorios STAR, temblando de miedo después de que Zoom la dejara marchar después de haberla secuestrado...

Flash tal vez la había salvado varias veces, ¿pero Barry Allen? Ese hombre la había salvado del dolor que la estuvo consumiendo después de la explosión del Acelerador de Partículas. La salvó de sí misma, y eso era lo más importante que alguien había hecho por ella.

La mirada en los ojos de Barry le gritaba que lo último que necesitaba era estar solo, así que no entendió por qué Iris entró en la casa y les dijo que iba a estar bien, que solo necesitaba tiempo. No iba a estar bien, Caitlin podía ver eso con facilidad. ¿Por qué Iris —que se suponía que debía conocerlo como a la palma de su mano—, había decidido dejarlo solo en aquel estado? Caitlin se sintió molesta con ella por un momento, pero no lo hizo notar. Empujó el sentimiento a un lado, la preocupación por Barry ganando una silenciosa batalla en su cabeza.

—¿Puedo...? —preguntó Caitlin, pidiéndole algo con la mirada. La manera en la que posicionó los brazos después de sacar las manos de los bolsillos de su abrigo le dijo a Barry todo lo que necesitaba saber. Él asintió con la expresión más vulnerable que ella había visto en su rostro, haciendo que sus piernas se debilitaran solo con ver lo que había quedado de él.

Los brazos de Caitlin rodearon su cuello, y los de él rodearon la cintura de ella. La diferencia entre sus alturas no fue problema para ninguno. Sus manos la sujetaron fuerte, como si ella fuera la única persona capaz de mantenerlo con los pies en la tierra y no quisiera perderse. Enterró la nariz en su cuello como si hubiera algo ahí que le recordara dónde su mente debía estar. Tal vez era así.

No recordaba haberla abrazado durante tanto tiempo, y se preocupó durante un segundo —solo uno— al darse cuenta de que la manera en la que estaba sujetándola quizá no era adecuada. Incluso con la familiaridad que había entre ellos, parecía algo demasiado íntimo.

Pero en ningún momento la sintió tensarse, solo dispuesta a darle todo el apoyo que pudiera necesitar. Y necesitaba aquel toque suyo, aquel abrazo cálido que compartieron.

El beso que le dio a Iris no había significado algo importante, no como él pensaba, pero aquel abrazo sí.

Un recuerdo llegó a su mente, sobre el día que ella le habló acerca de Ronnie ytodo por lo que tuvo que pasar cuando el Acelerador de Partículas explotó, cuando decidió abrazarla y compartir su dolor. Quiso protegerla de todo el sufrimiento del mundo exterior. Se preguntó si era lo mismo que ella buscaba en aquel momento, porque estaba funcionando.

En aquel entonces creyó que ese abrazo había marcado un antes y un después. Sabía que había sido el inicio de su amistad.

Tuvo la misma sensación con aquel abrazo, en medio de la noche y el vacío, marcaba algo también, pero no supo qué. Tenía miedo de saber.

Cuando recordó el motivo por el que ella lo abrazaba en primer lugar, comenzó a llorar. Ella lo notó de inmediato: su respiración se hizo irregular, y sus hombros se sacudieron de manera incontrolable como si en cualquier momento fuera a empezar a vibrar a la velocidad que tenía cada vez que salvaba la ciudad.

Pese a todo el dolor que parecía llevar consigo, no hizo ningún sonido, y eso solo hizo que Caitlin lo entendiera más: incluso si él era una persona que estaba acostumbrada a mostrar sus sentimientos, no lo gustaba que nadie viera debilidad. Barry sufría más de lo que dejaba ver, y lo que mantenía para sí mismo era más que suficiente para hacerlo romperse en pedazos.

Ella tragó saliva con dificultad. Estaba matándola verlo de aquella manera. Odió no tener algo que hiciera que su dolor se desvaneciera, que lo dejara en paz por unos minutos para que él pudiera respirar. ¿De qué servía la curación a súper-velocidad? Estaba agradecida por esa habilidad en el repertorio de dones de Barry Allen —le había salvado la vida en múltiples ocasiones— pero al final del día, las heridas del alma no podían ser curadas con esa facilidad.

Barry no dijo nada por un tiempo, tratando de enfocar toda su atención en los brazos de Caitlin a su alrededor. Ella no pronunció palabra alguna, sabiendo que nada sería adecuado en aquella situación. Sabiendo que él necesitaba el silencio, mantuvo los labios apretados para no unirse a su llanto.

Quiso frotar su espalda a modo de consuelo, pero la posición en la que se encontraban no se lo permitió y, en cambio, se aferró a él como si le fuera la vida en ello.

No quería soltarlo, pero se separaron eventualmente cuando Barry se calmó. Ella se quedó cerca, dejando las manos en los hombros de él, como si necesitara pasarle su calor, sabiendo que necesitaba un poco de contacto humano.

Ese abrazo no lo reparó, y no sintió ninguna especie de magia haciéndolo sentirse menos roto, pero ya no estaba vacío. No, ya no más.

Caitlin quiso separarse de él. De verdad que lo deseó hacerlo, pero no fue capaz. ¿Qué iba a pasar si él volvía a caerse a pedazos? Ella querría reunir esas piezas y ponerlas juntas otra vez. Él lo había hecho por ella.

Tuvo miedo de hablar. ¿Qué tal si el hechizo en el que se encontraban se rompía? No era una burbuja romántica, sino un espacio pequeño lleno de familiaridad, confianza y entendimiento sin necesidad de palabras. Incluso si los papeles se habían invertido, aún eran Barry y Caitlin. Eso era una constante en sus vidas con la que ambos se sentían cómodos y que no iban a cambiar.

Aún si parecía que hablar no era una buena opción, no quería que alguien saliera y preguntara de qué hablaban, qué sucedía. No quería más dolor en los ojos de Barry, y eso vendría con las preguntas y miradas llenas de lástima que su familia le iba a ofrecer. Ella lo sabía muy bien, podía ponerse en su lugar con facilidad.

Un viento helado se encontró con ellos, e hizo que Caitlin temblara un poco. Los ojos de él la observaron con detenimiento, pero como si estuviera haciéndolo desde la distancia.

—Hace frío —murmuró él. Su voz distante, su mano ausente cuando tocó la de Caitlin—. Pero no quiero entrar. Tú deberías, no quiero que enfermes por mi culpa.

Lo entendió. «No quiero estar rodeado de tantas personas» fue lo que quiso decir, y aquella era la razón por la que había salido en primer lugar. Sin embargo, dejar a Barry solo no parecía una buena idea tampoco.

—Y yo no quiero dejarte aquí solo —ella susurró con suavidad.

Vio una chispa de sorpresa en sus ojos verdes. Aquello fue lo más humano que vio en él en el transcurso de la noche.

—¿Estás segura?

Ella solo asintió. No quería usar más palabras de las necesarias.

—Entonces... —Él se detuvo. ¿Era correcto pedírselo? Porque parecía que sí. Si ponía en marcha lo que tenía en mente, lo más probable era no volver a ver a la misma Caitlin Snow que tenía en frente. De repente tuvo la necesidad de despedirse—. ¿Quisieras ir conmigo... a algún lugar?

La mirada en los ojos de Cait se suavizó más, y tomó la mano que él ofreció.

—Claro.

Pensó que caminarían. Incluso, por un breve momento, le pasó por la cabeza sugerir usar su auto. Sin embargo, Barry aprovechó su proximidad y se agachó para colocar uno de sus brazos debajo de las piernas de ella y la cargó con delicadeza. Sus rostros quedaron demasiado cerca y Caitlin contuvo el aliento por lo que pareció una eternidad.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, tratando de ignorar el hecho de que sus mejillas ahora tenían un tono rojizo.

—Ir rápido. —Él la miró a los ojos, notando por primera vez lo cerca que estaban—. Uh..., ¿confías en mí?

—Sí. —Ella no mentía, pudo verlo en sus ojos, y en la manera en que aferró su agarre en él. No con miedo, con seguridad—. Vamos.

El frío de la noche la hizo esconderse en el hueco del cuello de Barry, y apretarse contra su cuerpo. Fue entonces cuando él comenzó a correr.