—¿Quiénes son? —preguntó con voz firme y clara.

El que parecía llevar la voz cantante lanzó un escupitajo a sus pies.

—¿No te acuerdas de nosotros, Natsu? ¿O es que te madre te da también drogas a ti? Das vergüenza, tío.

-Tienes 17 y aun no terminas la secundaria- se rió el otro a carcajadas- si no pasas todos los exámenes este año iras a colegio de mayores.

—No pienso preguntarlo dos veces.

El tipo se río :

—¡Que te jodan, cabr...!

Natsu no le dejó acabar: le estampó su pie en la mandíbula. Las gafas de sol del chico con el mismo uniforme que el salieron volando, hechas añicos, y la cabeza del chico se volteó bruscamente. El chico se desplomó hacia atrás y chocó contra el coche.

Chico le propinó otra patada y el tipo quedó tendido en el suelo como un guiñapo.

Los otros dos chicos reaccionaron igual por un instante. Unos segundos después, sin embargo, salieron de su estupor. Uno de ellos sacó una navaja mientras el otro atacaba a Natsu.

Natsu se las arreglaba perfectamente, el Recibió algún que otro golpe, claro. Unos cuantos, en realidad. Pero nada parecía hacerle mella, ni refrenarlo.

Tras encajar como si nada un golpe en la barbilla, propinó un fuerte rodillazo en la entrepierna a su oponente, que se dobló por la cintura. Después lo remató con un puñetazo y sus gafas también acabaron en el suelo. Ahora, a su alrededor, había dos navajas y dos gafas de sol rotas.

El tercer chico se abalanzó sobre su espalda, intentando agarrarlo del cuello por detrás, pero Natsu lo arrojó al suelo y su cabeza chocó violentamente contra el asfalto. Natsu no había acabado aún, el clavó una rodilla en el suelo, agarró al chico por la pechera y, tras arrancarle las gafas, molió su cara a puñetazos. Cuando acabó, el chico estaba cubierto de sangre, magullado y fuera de combate.

Pero a pesar de que se haya desahogado con sus aparentemente compañeros de instituto, la realidad seguía ahí. Su padre les habían abandonado por otra mujer cuando el solo tenia cuatro años de edad, y su madre le culpaba porque el no quería tener responsabilidades, y Natsu era una. De pequeño intentó valerse por si mismo, pedía comida a los vecinos, y usaba la ropa que le regalaban. Cuando su madre volvía a casa de madrugada, el se escondía debajo de la cama para no tener que soportar tal brutal violencia, ya había experimentado como era una mujer borracha, violenta hasta con su propio hijo, si es que ella le aceptaba como uno. Antes no sabia porque habían tantas jeringas por el suelo, pero la misma vida le enseñó que contenían la muerte. Creciendo solo y desconfiado, nunca tubo una buena infancia. Su madre lo explotaba física y mentalmente. Desahogando su "amor" por el hombre que les abandonó en el alcohol.

Al final del día, ella siempre le pedía disculpas con un abrazo, prometiéndole que ya no iba a volver a pasar, ya no le iba a volver a gritar o a pegar. Llenando al chiquillo de esperanza, de esperanzas falsas, ya que todo era un ciclo. Pero el nunca se quejaba, ya que ese abrazo era el único afecto que sentía aparte del de los animales callejeros. Pero ya se había rendido, el Natsu de 17 años no necesitaba esperanzas, el mundo estaba podrido, tan podrido como el. Sin sueños ni familia, nada que lo impulse a salir adelante. Tendría que haber acabado el instituto hace dos años, pero a el no podría importarle menos. Cansado de su corta vida, se la pasaba vagabundeando en las calles asta la hora en la que su madre normalmente ya habría perdido la consciencia de el exceso de drogas o alcohol. Se encendió un cigarrillo de camino a casa, intentando desfogar su asco de alguna manera.

-¡No!- Gritó alguien detrás de el, haciéndolo girar- ¡No puedes hacer eso! ¡Eres un estudiante de preparatoria!- esa mujer rubia claramente estaba borracha. Natsu era como la mierda que atrae a las moscas, el atraía a las alcohólicas.

-¿Que demonios?- la miró el penetrantemente- mujer loca

-Ese cigarro te hace ver como...hip...alguien de 20 años- dijo ella mirándolo sonrojada a causa del alcohol. Su madre normalmente venia a casa borracha y tan pálida que parecía enferma. Estaba enferma.

-¿Qué...?¿Que quieres?- preguntó Natsu, ya que ella lo estaba mirando con esos ojos marrones de una manera rara. Ella le quitó el cigarro de la boca a una velocidad rápida para un barrocho, sorprendiéndolo. Se lo puso entre sus rosados labios e inhaló- ¡¿Qué demonios estas haciendo?!

-¡Es asqueroooosooooo!- gritó ella exhalando el humo del cigarrillo, sacando a Natsu de sus casillas. No estaba de humor para aguantar a una borracha en estos momentos, sabiendo que tendría que tratar con una violenta después.

-¡Córtalo ya, bicho raro!- gritó el exasperado. Ella lo ignoró y le tendió un pirulí.

-Toma- ofreció ella- Te daré esto a cambio. Un caramelo mágico para un niño bueno-. Natsu observó el dulce que tenia ahora en la mano ¿Mágico? Solo era un dulce normal y corriente. Esta mujer estaba loca, pero prefería a una mujer loca antes que a una violenta.- ¿Huh?

-Ouch- exhaló el al sentir como ella le tocaba la herida del labio inferior, le ardía un poco, y seguramente aun estaba sangrando, pero no se arrepentía de la buena paliza que les dio.

-Tienes un corte en el labio...- dijo ella suavemente- ¿Estuviste en una pelea?

-No lo toq...- se quedo en mitad de la frase a ver como ella se acercaba s u rostro, ella le lamió la herida delicadamente, quitándole la sangre. Lamiéndole los labios.

-Las peleas están pasadas de moda- dijo ella aun sonrojada- si peles serás un hombre malo y feo, y...- de sus ojos comenzaron a salir lagrimas- y...y si eres un hombre malo...malo y feo...harás mucho daño aquí- comenzó a darse fuertes golpes en el pecho con el puño cerrado. Sobre el corazón, expresando el dolor y la razón por la que estaba borracha- los hombres malos son muy, pero que muy malos- y ella se puso a llorar a moco tendido, haciéndolo sentir culpable por hacer llorar a una linda borrachita que hace poco estaba riéndose sola en la calle- El es un capullo hijo de puta, ¿Cómo se atreve a hacerme esto?¿ Después de todo este tiempo juntos?.

-¿Y que vas a hacer al respecto?- Le daba pena que una mujer joven como ella este tomando los mismos pasos que su madre, empezando a beber por un hombre que la dejó.

-Me convertiré en monja- dijo ella decidida, limpiándose las lagrimas- oyeee... algodón de azúcar.

-Ese no es mi nombre- exhalo Natsu un poco satisfecho por el echo que ella no se pusiera a llorar, pero aun sorprendido por su respuesta- ¿Qué?

-No pelees más- dijo ella alejándose de mi, regresando por donde vino- jojojojojojo, Hyahahaha. ¡Hay que resistirse a la violencia! ¡Amor y paz!

-¡Oye!¡Espera!- Gritó Natsu- ¿Dónde vives?

-En mi casa

-No estas en condiciones de caminar sola en la calle a estas horas- explicó el con paciencia- podría ser peligroso. Te acompaño a casa.

-Vale- asintió ella con velocidad- Vivo con mi gato.

Esta mujer, no se si es idiota o inteligente al no decirle su dirección a un extraño-¿ Donde viven los dos?

-Juntos- soltó ella.

Intentando ser más exacto el suspiró y volvió a intentar- ¿Dónde esta tu casa?

-Al lado de la casa de mis vecinos- respondió ella

-¿Dónde demonios viven tus vecinos?- dijo Natsu exasperado.

Ella se puso seria, y se puso más roja- Si te lo digo no me vas a creer.

-Dime- por fin iba a saber donde vivía esta borrachita que intentaba pasarse de lista.

Ella giró la cabeza a ambos lados de la oscura calle, verificando si había alguien que pudiera escucharles. Al asegurarse que no había nadie, se puso de puntita y se cubrió la boca con la mano para que no le escucharan muy alto. Natsu se inclino por curiosidad- Al lado de mi casa.

-Arggggg, mujer ¡Te estoy preguntando por la dirección!- gritó el.

-Vivo al Norte del sur, a la derecha de la izquierda en el piso quinto del cuarto - asintió como si entendiera lo que el le estaba preguntando.

-¿Sabes que? Mejor ven a la mía- tan rápido como soltó esas palabras se arrepintió.

-¡Maldito Bastardo!- gritó su madre al abrir la puerta. Avía rezado para que ella estuviera inconsciente en un lugar donde la rubia no pudiera verla, para esconderle su realidad. La razón por la que tenia vergüenza de si mismo, en cambio, ella estaba tan drogada y borracha como siempre- ¡Eres igual que tu padre!¡Traes mujeres a casa!

-Mama- dije en tono suave- Tranquila, a ella no la conozco, solo la encontré en la calle, necesita ayuda.

-¿¡Así que estas diciendo que una prostituta callejera es mejor que yo!?- preguntó ella indignada- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Acaso porque es más joven?¿Más alta?- Al terminar, ella le lanzó una botella a la cabeza, golpeándolo con fuerza- ¡Fuera de mi casa pedazo de mierda! ¡Después de todo lo que hice por ti! ¡Eres igual a tu padre! Todos sois iguales ¡Muérete!

-¿¡Tu!?¿Que diablos has hecho por m...- La rubia tiró con fuerza del uniforme de Natsu, sacándolo de la entrada de la casa, dejándolo de nuevo en la calle. Cerrando la puerta. De nuevo afuera. Tan cansado de todo. Sin entender que había echo el para que tuviera que vivir así. Hasta su propia madre lo quería muerto. Que asco de vida.- ¿Qué quieres ahora? Si, mi madre es una drogadicta ¿Y que importa?

-Vámonos- dijo ella abrazándolo, se le había bajado un poco el alcohol por el susto, al ver una mujer gritando a su hijo de esa manera. Como podía ser posible. El parecía un buen chico, aun que este en la calle a esas horas de la noche, en peleas y fumando. Era porque no lo habían guiado por el buen camino. A su edad no tendría porque estar pasando por esto. Tendría que estar con sus amigos, de fiesta en fiesta, no soportando la violencia de su madre.- Te esta sangrando la frente- dijo ella levantando la mirada, aun abrazándolo.

El se encogió de hombros y se llevó la mano a la cabeza, intentando inspeccionar la herida que le hizo su madre al lanzarle la botella, no era la primera vez que pasaba, ni la primera vez que lo echaban de casa. Lo peor es que no tenia a donde ir, a veces se las pasaba en el Mc Donald's de 24h con un café, otras buscando pelea en las calles. Después de todo no era bienvenido en ningún lado.

-No te lo toques- dijo ella apartándole la mano- Vamos a casa a curártelo.

"Vamos a casa" Esas palabras le penetraron rápidamente el pecho, era la primera vez que se las decían a él, cuando aun esperaba que las cosas mejoraran, eso hacia ya mucho tempo, envidiaba como las madres se lo decían a sus compañeros después del colegio. Siempre las había añorado, y deseado. Entonces ¿Por qué?¿Porque ahora? Por que justo cuando ya no tenia nada, era cuando las escuchaba. Atraído por los sueños que siempre tuvo cuando era un niño asintió lentamente.

-Así que tenias coche- Dijo el al ver el BMW Naranja.

-Nunca conduzcas cuando estas borracho- asintió ella alegremente.

-Admites que estas borracha- Dijo el asintiendo, ella era el tipo de borracha que no conocía; Precavida, misteriosa, protectora y segura.

-Estoy alegre- negó ella- En el GPS esta mi dirección, solo sigue las señales-

Aun que el no había conducido nunca, sabia perfectamente que lo aria mejor que un borracho...alegre. Tan rápido como ella se sentó en el asiento pasajero cayó profundamente dormida. Le puso el cinturón con delicadeza, al estar mas cerca de ella se fijó es sus lindos rasgos. Tenia los labios carnosos y de color rosa profundo, sus mejillas estaban sonrojadas y tenia una pequeña nariz, su piel era blanca, como la porcelana, sin ninguna imperfección. Ella tenia que tener alrededor de 20. Su pelo era de un rubio profundo. Pero era de noche, aun que pudiera pasarse horas mirándola, tenia que llevarla a casa. Simplemente siguió las señales que le daba el GPS, claro, de vez en cuando deba un pequeño frenazo, pero nada mas, era de noche y no había trafico. Su casa estaba a 2 horas de donde la había encontrado Vicia en un edificio de unas 15 plantas.

-Ey- dijo el intentando despertarla- Oye...despierta, ya llegamos

-Mh...- masculló ella- once.

-¿No quieres ir a casa?- dijo el - Venga, que tengo cosas que hacer- mintió

-once...BBBBurro-y cayó dormida.

El por fin entendió, ella debía vivir en el onceavo piso. Encima del asiento de atrás había un bolso, que estaba a juego con su ropa, así que supuso que ahí había guardado las llaves. Cogió el bolso, y con una disculpa silenciosa lo abrió. Encontró el juego de llaves con un lindo llavero de color rosa.y se lo puso en el bolsillo del uniforme. Suspiró, sabia lo que le había tocado, tendría que llevar a la mujer a su casa. Salió y di la vuelta al coche, la sacó de su asiento, cerró la puerta de una patada y entró al edificio. Estaba en una buena zona, era segura y bien iluminada. Haciéndole preguntarse por que había ella ido a los suburbios a emborracharse. Subió hasta el piso once y vio dos puertas... A y B, intentó primero el B, ya que tenia la esperanza que le había llamado "BBBBurro" por algo.

Un delicioso olor a huevos y tocino despertó a Lucy. Aun medio dormida se levantó de su cama con solo un pequeño camisón celeste y se dirigió a la cocina. La cabeza le reventaba, como si le estuvieran golpeando con un martillo. Sin saber porque, su primer pensamiento era que tenia que tomar una aspirina para la resaca. Abrió la puerta de la cocina y lo primero que hizo fue gritar y retroceder al ver a un hombre semi-desnudo comiendo una tostada. Tropezó con el sofá y cayó de espaldas sobre el.

-¿Qui...qui..quien eres tu?- logró vocabulizar Lucy.

-Buenos días- respondió el con respeto- Soy Natsu, ayer estabas borracha y...te traje a casa.

Y todo llego a su cabeza de golpe, como si un camión lleno de recuerdos se hubiera estrellado contra su cabeza. Ella, completamente fuera de si, se encontró a un lindo estudiante de preparatoria en la calle a media noche. Como una cotilla comenzó a decirle que tenia que hacer y que no ¡Le había besado y todo! y el le ofreció ir a su casa. Mierda, seguramente el era un menor de edad, lo que habían echo era ilegal ¿Cómo habían llegado a su casa?¿Acaso le había forzado de alguna manera? Y lo peor de todo...ella no tenia anticonceptivos en casa, y era muy improbable que el tampoco tuviera en ese momento. Y como un cuento de horror, las palabras resonaron en su mente Embarazo-no-deseado, y si había quedado embarazada, mierda, estaba en su ultimo año de la universidad. Un embarazo arruinaría toda su carrera. Siempre había querido crear una familia y ser madre ¡Pero no ahora! Pero las cosas ya estaban echas, el era aun un estudiante, y ella era una adulta. No podía dejar tal peso sobre sus hombros.

-Se que no es tu culpa- dijo ella.- lo de ayer no fue tu culpa

El al instante frunció el ceño- No...

-Da igual- le cortó ella.- tenemos que llegar a un acuerdo.

-No tenemos que llegar a nada- dijo el molesto retrocediendo- Mi vida es mi vida y la tuya es la tuya.

-Pero ahora no, desde ayer no- dijo ella tajantemente.

-Mira, me duele la cabeza, tu no tienes nada que ver con esto.

-¿¡Como que no tengo nada que ver con esto!?- gritó ella horrorizada levantándose del sofá- es sobre un niño.

-¡Yo no soy un niño! ¡Perdona por haberte molestado y haberme metido en tu vida! ¡Me voy!- gritó el cogiendo su camiseta y dirigiéndose a la puerta de salida.

-¡No puedes dejarme embarazada e irte porque si!- gritó ella ahora asustada, ella no podría cuidar a un niño recién nacido sola. Solo tenia 23 años, no sabia nada de bebes. Aunque pudiera mantener a 10 de ellos, no sabia ni como cuidar a una planta, por eso tenia un gato, era más independiente.

-¿embarazada?- se detuvo aturdido y dio la vuelta para recibir un almohadazo en la cara.

-Claro que no eres un niño ¡Se responsable!- dijo ella tocándose el vientre.

-Nosotros no hemos dormido juntos- dijo el entendiendo a que se refería ella en toda la conversación ¡era un malentendido!

-¿Nosotros no...- dijo ella con la boca abierta.

-Nop, yo dormí en el sofá.

-ohh...eh...perdón- dijo ella sonrojada, se le veía muy linda cuando no estaba borracha, sus ojos marrones dorados brillaban mas, su pelo revuelto caía sobre sus hombros y bajaba sobre su espalda, y tenia tanta energía como ayer. Tenia que tener unos 22 años.- Pensé que...tu...yo...bueno.

-No pasa nada.

De pronto vio como una gotita de sangre caía sobre su frente, recordando toda la noche con claridad. Como se habían conocido, que había pasado, porque lo había llevado a su casa. Sufría de abusacion familiar, por eso se lo pasaba en las calles y peleando. Ella tenia que hacer algo, no podía dejarlo así como así, se le veía destrozado. Tenia que estar destrozado.

-E preparado el desayuno- tosió el- dentro de poco tengo que ir al instituto...asi que.

-¿Qué hora es?- preguntó ella asustada. Tenia que estar en la universidad a las 10

-Las 7, tengo media hora- dijo el- ¿Desayunamos?

-vale- suspiró ella aliviada. Puso los platos y cubiertos en la mesa y se pusieron a desayunar.

-Asi que...- dijo ella intentando crear tema de conversación- ¿Cuántos años tienes?

-17- respondió el secamente-

-¿Pero si estas en el instituto?- dijo ella aturdida. tendría que haberlo terminado hace dos años.

-No soy bueno en eso...¿Y tu?

-23

-¿Qué haces para ganarte la vida?- Preguntó el interesado, tenia buena casa para estar viviendo sola.

-Mis padres me dejaron una herencia al morir hace unos años atrás- dijo ella jugando con la taza

-Lo lamento-

-No pasa nada. Ahora ya paso todo. Estoy en mi ultimo año de universidad estudiando diseño empresarial, y e estado muy ocupada con todo. Ehm...lamento el desorden.

-No pasa nada- dijo el levantándose...- bueno me voy ya, has sido un gusto conocerte.

No podía dejarlo ir, simplemente no podía dejarlo regresar a ese infierno. Tenia que inventarse algo, cualquier cosa. Mierda, piensa Lucy, Piensa- ¡Espera!

-¿Si?

-Estaba pensando...si...te gustaría vivir aquí- soltó ella. Natsu la miro con el ceño fruncido por la confusión- hablo que...estado ocupada por la universidad y los exámenes y...no e tenido tiempo de arreglar la casa, no se cocinar y...el gato se queda mucho tiempo solo.

Sabia que el no se quedaría con ella por las buenas, no era el tipo de chico que aceptara las cosas gratis, y después de ver lo que paso, pensaría que es por compasión. Pero Lucy estaba preocupada por el, no quería que sufriera como ella lo hizo al perder sus padres, solo tenia un año mas que el en ese entonces, pero no tenia a nadie. Y no quería que alguien sufriera como ella lo hizo, o peor, por que el no tenia a Nadia desde siempre.

-Claro que también tendrás que ir al instituto, estudiar y esas cosas. Pero...digo...no se...las compras y todo eso- se explico ella, o eso intento.

-Ni siquiera me conoces.

-Pero se que no arias nada malo- dijo ella con confianza y una sonrisa- sino ya lo hubiera echo antes.

-Bueno...si no es mucha molestia...

-Claro que no. Tengo otra habitación que esta llena de cosas, pero si las sacamos pudieras quedarte ahí.

-Gracias...

-Por cierto- dijo ella extendiendo la mano- soy Lucy

Al terminar de lavar los platos, se puso la corbata y se fue al instituto, desde lejos vio el edificio. Y su pecho se lleno de un sentimiento desconocido al saber que regresaría ahí. Lucy... ella fue la primera en aceptarlo. Sabia que estaría abandonando a su madre...pero simplemente no podía seguir así, al ver una nueva vía de escape, se dio cuanta de que tan hundido estaba, no estaba tan bien como pensaba. Ya no podía vivir asi, ya no tenia que vivir así. En otra ocasión hubiera rechazado la oferta al instante, pero con tan solo pensar en tener una vida distinta a la que tenia en ese momento lo hizo por sobrevivir, quería mejorar, alguien estaba ahí para el. Lucy, sin siquiera conocerlo le había tendido la mano.

Lucy...

Notas De La Autora: Hola! Queria decir que soy nueva en fanfiction y que si cometo un error por favor avisenme que sino no me entero XD

Queria decir que este fanfic empezo como un experimento y que aun no esta muy definido, asi que si teneis una hidea o algo soy libres de decirlo, espero que les haya gustado

Un besazo

Aria