Empecé esta historia hace mucho tiempo, y por algún motivo no podía terminarla. Pero mi musa es caprichosa, y hoy se le antojó un poco de dulzura infantil...

¡Espero que la disfruten!

Aclaración: ¿Aún hay alguien que crea que tengo alguna influencia sobre la FOX? Ellos son los dueños de Bones (por desgracia, debería decir)

Sobre gustos

- Etos me gutan – se escuchaba la voz decidida del pequeño de 3 años de rizos rubios.

- Cariño, esos no son para niños – respondía su mamá – Mira qué bonitos son los cachorros- respondía una mujer morena de rasgos orientales, mientras tomaba al niño de la mano e intentaba guiarlo a las jaulas donde cachorros de todos tipos y colores llamaban la atención de la mayoría de la gente.

- Papi tiene de esos en el labotorio – respondió el pequeño muy seguro, contemplando con expresión arrobada las peceras con sapos, escarabajos y arañas.

- Porque papi trabaja con ellos, corazón, ¿comprendes? – trataba de explicar la mamá.

- Y mira esos, los largos – señalaba con un dedo sucio de chocolate una pecera más alta donde descansaban tres largas serpientes.

- Esas son serpientes, corazón, y tampoco son mascotas – respondió la artista.

- ¿Cuáles son mascotas, mami? – preguntó entonces el niño, mirando a su alrededor en la tienda deteniéndose especialmente en los animales más exóticos.

- Todos los que no le dan a mamá un ataque – repuso la artista - ¿Qué te parecen los conejillos de Indias? – preguntó señalando una jaula donde los pequeños roedores se turnaban para girar en su rueda – También tienen bonitos colores – insistía, esperanzada de captar la atención del pequeño en otro animal que no tuviera escamas ni exoesqueleto.

- ¿Michael? ¿Michael? – preguntó de pronto la artista, se había distraído por un segundo contemplando una pequeña abrazando un cachorro que le recordaba a sí misma de niña, y ahora no veía a su hijo.

De pronto entre el gentío que inundaba la tienda aquella tarde, distinguió sin lugar a dudas la cabecita de su hijo, ese conjunto de jean que llevaba puesto (regalo de su abuelo) era inconfundible.

Pero la sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro se quedó a la mitad cuando vio lo que tenía tan encantado al pequeño, con la nariz pegada a la pecera de vidrio, completamente absorto.

Una iguana.

Un reptil.

De esos que ella no soportaba tocar, y estaba segura de que como madre le tocaría agarrar en sus manos muchas veces a aquel bichejo.

- Mikey, cariño… - comenzó, decidida a sobornar a su hijo de la manera que fuese para que no eligiera como regalo de cumpleaños aquel animal.

- ¡Mami, mami! – de un salto el pequeño estaba a su lado, subiéndose en sus brazos para llenarle la cara de besos húmedos - ¡Ese, el verde y magón! – pedía emocionado, señalando hacia la pecera.

La artista contempló los ojitos celestes que brillaban ilusionados y los rizos que se agitaban con los movimientos de su dueño, recordando una tarde en el Jeffersonian hacía ya varios años.

- ¿Estás oliendo mi cabello? – le había preguntado entre estupefacta y divertida a aquel extraño pero tierno científico amigo de Zack.

- Hombre de gustos extraños, nena – fue la respuesta.

Evidentemente y de acuerdo con el viejo refrán, "de tal palo, tal astilla", pensó Angela Montenegro mientras sonreía al asentir al pedido de su hijo.


Como siempre, recibo encantada comentarios, críticas, pedidos, etc...

Besos

Ana