-¡Eres igual de puta que Jocelyn!.-Me quedé quieta, aun con la mano de Jonathan apretándome la muñeca para no me fuese.-¿Me vas a abandonar como lo hizo mi querida madre?.-Eso último lo dijo con sarcasmo. Me apretó aun mas la muñeca.-Todas las mujeres sois unas putas que…-Antes de que pudiera continuar, le interrumpí.
-Excepto tu querida Clary ¿Cierto?.-Sus ojos se volvieron negros completamente, un sentimiento de terror se instaló en mi pecho. No te va a hacer nada, tranquilízate, me dije a mi misma. Empecé a forcejear con él, hasta poder soltarme. Retrocedí cuatro pasos, hasta estar delante de la puerta abierta.-¡No entiendo esa maldita obsesión que tienes con ella!.-Retrocedí otro paso, saliendo del cuarto.-¡Ella nunca te querrá Jonathan! ¡Su corazón pertenece a Jace! ¡Pertenece a Jace!. ¡Si! Oí la maldita charla. Por Raziel, Jonathan, ella nunca te querrá como yo.
-Cállate.-Murmuró.
-Quieres que me calle porque sabes que tengo razón Jonathan. Ella no te aceptara como eres. Ella no te quiere, y nunca te querrá, acéptalo de una maldita vez.-Pude ver que empezó a apretar las manos a sus costados.
-Te he dicho.-Dio un paso hacia adelante.-¡Que te calles!.-Y empecé a correr, nada mas ver que él venía corriendo hacia mi. Mi corazón latía a mil por hora. No me puede hacer nada, el mismo me lo dijo. Salté varias escaleras, y a la tercera que salte, me resbale, y caí. Mierda. Cuando me iba a levantar, ya era demasiado tarde, ya lo tenía encima de mi.
-Te dije hace tiempo que nunca podría hacerte daño, pero Erin, mi paciencia es limitada.-Me cogió del cuello, y lo apretó levemente.-Te he pasado muchas cosas, pero con Clary no te metas.-Y apretó la presión que ejercía en mi cuello. Cortándome la respiración.
-Eres un cabrón de mierda. Es tu hermana, enfermo.-Jonathan se empezó a reír, aflojando la presión.
-¿Y nosotros que somos, Erin?.-Dijo apretando aun mas el agarre.-¿Te tengo que recordar todas las noches a partir de los quince años, todas las veces que nos hemos acostado?. Todavía me acuerdo cuando me suplicaste que te hiciese mía.
-¡Pero nosotros somos hermanastros!.-Mis ojos se habían empañado de lagrimas al no poder coger aire. No puedo morir, no puedo.
-Valentine me dijo que no podía matarte. Pero creo que será tiempo de que acabe con esto.
Y todas las lagrimas que estuve conteniendo en mis ojos, salieron. Deslizándose por mis mejillas. Jonathan me miro, y sus ojos volvieron a ser normales, con el iris. La presión de sus manos en mi cuello, empezó a ser menos notaría, y mis pulmones empezaron a coger todo el aire posible. El pitido de oídos que me había entrado hace un minuto, desapareció. Se levantó de encima mío, y me ayudó a levantarme. Abrazándome en el proceso.
-Lo siento.-Murmuró en mi oído.-Fuiste la única en verme como era, aceptándome como era, con mi sangre de demonio, aun a si teniendo tu sangre de ángel, como ese idiota de Jace. No quiero que me dejes, no quiero que me abandones.-Eso último parecía como una orden.-Eres mía, Erin. No pienso dejarte ir. –Paso un brazo por debajo de mis piernas, y el otro por detrás de mi espalda, cogiéndome, como en un cuento de hadas, tipo mundano. Subió las escaleras, y me llevó a su cuarto. Me echo en la cama, aun con ropa y todo, y el se echo detrás de mí. Abrazándome por la cintura. Como si tuviese miedo de que me fuera.
-No me pienso ir a ningún sitio Jonathan.
oOoOoOo
Sentí mi corazón morir. Siempre era Clary. Siempre era ella. Un odio empezó a florecer en mi interior. Oí un ruido mas fuerte, y algo romperse. Le dije que ella nunca le aceptaría. Pensé. Si quiere sufrir allá él. Aunque Jonathan nunca sufre, según él. Cerré la puerta de la habitación, y fui al armario, donde tenia guardada la mochila con la ropa que había preparado hace unos días atrás. Me la colgué al hombro, y abrí la puerta con cuidado. Ya no se oían mas ruidos, a si que baje las escaleras, y vi una mesa rota. Mire a la cocina, allí estaba él, de espaldas a mi. Suspire lentamente, como si al mayor ruido el podría darse cuanta de que me iba.
Me puse de puntillas, y empecé a caminar.
-¿A dónde vas?.-Frené en seco, pero segundos después, volví a caminar. Esta vez estaba decidida a irme.-Te he hecho una maldita pregunta, Erin. –Lo decía con calma, pero sabía que sus ojos habían vuelto a ser negros completamente. No me detuve, seguí caminando, hasta llegar a la pared donde dibujar el portal.-¿Erin?.-Murmuró él.
Sentí mi corazón romperse en mil pedazos. Su voz. Su voz parecía rota. No, Jonathan finge cualquier emoción. Lo sabes. Lo sabes perfectamente. No sientas pena por él.
-No puedo mas, Jonathan. No soy como tu madre, ella no te quiso, pero yo si, y con locura. Pero se que tu nunca sentiste nada por mi, pero aguante, aguante todo lo que pude, pero si tu prefieres a Clary...-Me limpie las lagrimas que estaban saliendo de mis ojos.-Si la prefieres a ella, bien. Pero nunca te querrá.
-Erin, da media vuelta.-Me ordenó. Empecé a dibujar el portal con mi estela. Sentí sus pasos, grandes, acercarse a mi, y me di mas prisa. Esto era una locura, pero tenía que irme.
Antes de que acabase, me cogió del hombro, y me dio la vuelta, estampándome contra la pared. Nuestras miradas se encontraron, la mía, azul, casi blanco, y el de él, negro, completamente. Trague saliva.
-No te voy a permitir que te vayas, Erin. No te lo pienso permitir.-Por el rabillo del ojo pude ver una cabellera roja escondiese detrás de la pared.-No me lo puedes hacer.
-Lo siento, pero si que puedo.-Alce mi pierna, y le di en todo el estomago, lanzándole a la otra pared. Me di la vuelta, y cogiendo la estela, seguí dibujando el portal.
Ya estaba acabado cuando me di la vuelta. Jonathan no se había movido de donde le había lanzado. Me miraba con ojos acusadores.
-Te quiero, no lo olvides.-Y desaparecí en el portal.
oOoOoOo
Una vez mas, estaba mirándole. Siempre acababa en sus garras otra vez. Quizá sea mi destino. Sabía que había pasado, y sentí como estaba en peligro. Algo que había desarrollado en los últimos años, y que se debía a mi sangre de ángel. Y antes de que lo matasen, lo saque de allí
Mire la mesita de noche, y vi una nota que había escrito antes de desmayarse. Y que tenía que enviar cuando él se despertase.
Erchomai, decía.
Jonathan no se rendiría. Todo esto hará que lo maten. Sentí su mano sobre la mía, y lo mire. Estaba despierto, y me miraba con sus ojos. Y me di cuenta, que si lo mataban yo me moría con él.
Si, sonaba muy cursi, pero era cierto. Siempre acababa con él otra vez. Aunque estuviese muy enfadada, siempre volvía a él. Su sangre de ángel le hacia ver demasiado adorable,y cuando era pequeña, Jonathan la protegía, de alguna forma, de los 'amigos' por así llamarlos, de su padre. Y cuando por las noche no podía dormir porque le daban miedo los demonios, iba a la cama de él, para que le protegiese. Siempre me acaba protegiendo de alguna forma.
El muchacho rubio de diez años la miro un poco sorprendido, aunque lo supo disimular. Valentine, esta tarde la había castigado porque se había enterado que dormían juntos, y eso a su padre no le había gustado ni un pelo. A si que, se había llevado a Erin al sótano, donde tenia su pequeño laboratorio, como lo llamaba él, y la azoto. Y los gritos de la pequeña niña de nueve años habían retumbado en toda la casa.
-Padre se va a molestar si te ve aquí.-La niña de cabello rubio, y ojos azules, casi blancos, se encogió de hombros, y se acercó corriendo a la cama de su medio hermano. En un parpadeo, esta se había tapado con la manta, y estaba abrazada al torso del niño, cubierto por una fina camiseta.
-Me da igual, tengo miedo de los demonios.-El chico sonrió levemente, mientras le acariciaba la espalda, cubierta por una camiseta. Si ella supiese que al que duerme abrazada es un demonio, pensó el niño.
-Muy bien. Erin, ¿Me puedes enseñar las heridas?.-La niña asintió, y se sentó en la cama, de rodillas. Jonathan, se sentó, apoyando la espalda en el respaldo de la cama, y observó como la niña se quitaba la camiseta, y se daba la vuelta, dejando a la vista unas largas líneas que sobresalían de su piel.-¿Te duelen?.
-Me escuecen, supongo que se me curaran dentro de unas semanas, ¿no es lo qué te suele suceder a ti?.
-Supongo que si, pero quizá tu sangre ayude.-Gateó hacia ella, y le toco una herida, deslizando su dedo índice por toda la largura de la herida. A la niña le dieron leves escalofríos, y sus ojos se llenaron de lagrimas.-Erin, date la vuelta.-La niña le hizo caso, como siempre hacia, y le sonrió.
-¿Si?.-El niño acercó su cara a la de la niña, y le dio un casto beso en los labios. Al separarse, ambos sonrieron.
-Te protegeré ante cualquier cosa.
-¿Promesa?
-Te lo prometo, y si tengo que matar a alguien para poder protegerte, lo haré.
Salí de mis pensamientos, cuando sentí sus labios juntarse con los míos. Al separase de mi, me miro. Sabia perfectamente que no podía sentir nada, pero no lo mas hondo en mi corazón tenía esperanza, aunque sabia que era una locura.
-¿Tu promesa aun sigue en pie?.-Él alzo una ceja, sin saber de que hablaba.-Tenias diez años, fue la primera vez que Valentine me castigó dándome latigazos.
-Mataría por ti, Erin. Y lo he hecho. Yo nunca rompo mis promesas. No me arrepiento de haber matado por ti, tus enemigos son mis enemigos, y si alguien te hace sufrir, lo mataré.
-Entonces, tendrías que matarte a ti.-Susurré. Pero el pareció oírlo, porque sonrió.
-Lo sé.-Se levantó de la cama, y me dio otro beso.
Se separó de mi, y cogió la nota.
-Voy a enviarla, ponte ese vestido que tanto me gusta, el verde oscuro, ya sabes.-Jonathan me guiñó un ojo.-Vamos a salir un rato, quizá consigamos un poco de polvo de hada, y nos divertiremos un poco. –Sonreí levemente mientras observaba como salía del cuarto.
