Los personajes no son míos. Son de CAPCOM (si lo fueran Steve no estaría quien sabe dónde y Piers viviría) únicamente la trama de esta historia me pertenece.

Aclaraciones: Esta historia es un AU, por lo que recomiendo si no es gusto del lector dejar la lectura. Sin más, los dejo con el primer capítulo.


The War Of Seduction

Capítulo 1: Bodas y amistades.

.

[El comienzo de una guerra]


Miró con determinación a las personas sonriendo animadamente a dos personas que se tomaban fotografías de recuerdo, como era usual en las bodas. La música sonaba a niveles tenues que le daban dolor de cabeza debido al tono meloso de éstas, dando por sentado que odiaba los enlaces matrimoniales. Sin embargo estaba ahí porque una de sus compañeras era sobrina de la pareja y habían usado el pretexto para juntarse tras dos años sin verse. Helena Harper atravesó el pasillo del jardín adornado con rosas blancas hasta encontrar la mesa con el número indicado en la invitación. Pese al odio inicial la decoración era exquisita, digno de dos personas adineradas como lo era la familia Wong.

La entrada contenía dos estatuas de ángeles tallados en mármol que daban paso al corredor con rosas rojas adornando el pasillo. Las mesas, por otro lado estaban adornadas de manteles rojo intenso y adornos de cristal en el centro. Los floreros grandes estaban hasta el final donde estaba la mesa de los novios y un pastel de seis pisos blanco adornaban dicho paisaje, haciendo recordarle que ella tenía veintisiete años y todavía seguía soltera.

– ¿Desea algo para beber, señorita? –Helena parpadeó, observado al camarero con el ceño fruncido, esperando su pedio.

–Un Martini seco, por favor. –le pidió avergonzada. Él asintió caminado hasta la cocina. Cuando lo perdió de vista se giró contrario a los esposos y el hombre le dejó la bebida al cabo de unos minutos después. Bebió despacio, sintiendo la intensidad del alcohol y miró su reloj de pulsera preguntándose cuanto tiempo tardarían las otras en parecer hasta que la figura de un hombre le obstruyó la visión y frunció el ceño.

–Si no está ocupado este lugar me gustaría tomar asiento. –informó él señalando la silla. Helena asintió despreocupada palmeando el objeto y sonrió en respuesta, tomando lugar para después colocar ambas manos sobre su mentón.

–Cómo puedes ver cualquier compañía es buena a estas alturas... – respondió, volviendo a darle un trago a la bebida entre sus manos.

El hombre a su izquierda usaba una camisa blanca de mangas largas sobre el chaleco de botones negros, pantalones del mismo tono haciendo juego con aquel saco negro sobre su brazo izquierdo y tenía una corbata color vino, haciéndolo atractivo a la vista. Sin mencionar los penetrantes ojos azules que le miraban esperando una respuesta por lo que suspiró sin dejar de observar a los costados.

–En realidad esperaba a mis compañeras pero al parecer todas se pusieron de acuerdo en llegar tarde. –murmuró con fastidio, reclinando el asiento hacia atrás suavemente. – ¿Qué me dices de ti? ¿Te ha dejado plantado una chica y buscas con quien charlar un rato?

–Bueno, no soy quien se ha quedado tan olvidada que necesitó de otra persona del sexo opuesto para sentirse interesante. –comentó mordaz. La mujer arqueó la ceja enojada. ¿Quién diablos se creía ese sujeto?

–Vaya desconocido, no sabía que podías ser un bastardo arrogante. –sonrió ella, él le imitó el gesto tomando la botella de sus manos.

–Tampoco conocía mujeres sin falta de tacto o sutileza con los hombres. –Picó entretenido y Helena bufó comprobando su punto. – Ahí está, te quedarás sola si te niegas a moderar esa personalidad.

Harper le arrebató la bebida. Parte del contenido cayó sobre el mantel.

–Diablos, me arrepiento por dejarte sentarte en esta mesa. No sé si pueda soportarte hasta que ellas lleguen. – el joven amplió la mueca en sus labios, dejando el saco sobre la silla, indicándole que no iba a marcharse aunque ella quisiera.

–Oh lo siento señorita. Pero puede ver el lado positivo, será un honor para usted ser mi acompañante. – Helena apretó el vaso, conteniendo las ganas de arrojarle el resto de la bebida.

Miró su reloj nuevamente.

Maldición. ¿Por qué tardaban tanto?

Claire Redfield corrió lo más rápido que sus piernas podían soportar repasando mentalmente la hora. Llegaba media hora tarde, y el sol de la ciudad en esa época del año era insoportable, tanto que le quemaba la piel expuesta de sus hombros al usar un vestido sin mangas sin contar que la velocidad le arruinaba el maquillaje y el cabello. Llegó a paso rápido, se acomodó el vestido tratando de peinarse el cabello con los dedos pensando en una excusa convincente para su círculo de amistades. La tía de Carla y Ada se casaba, cosa que mantenía a la primera de las hermanas entretenida por la temática, aprovechado que Ada estaba fuera del país hasta el día siguiente. Miró ambos lado de la entrada. ¿Acaso era la primera en llegar? Su curiosidad fue interrumpida por una mujer de cabello castaño y ojos verdes. Usaba un vestido azul con escote en V, zapatillas de tacón combinadas con esa aura elegante que desprendían los Wong. Sin embargo a Carla prefería apellidarse diferente para distinguirse con su gemela mayor.

–Hola Claire, me alegro de verte. – saludó la castaña mujer, rodeándola con los brazos en un abrazo amistoso. –Han pasado dos años sin saber noticias de ti.

Ella asintió.

–Estuve prácticamente enterrada en la oficina ese tiempo a pesar de vivir en el mismo punto del mapa. Raccon absorbió mi vida pero ahora puedo tomarme un merecido descanso. – alzó los brazos estirándolos y luego recordó su duda anterior. –Carla ¿han llegado ellas o debo sentarme a esperar?

Además faltaba encontrarse con otra persona a la cual le había dado el nombre del local. Carla pareció entender quién era la otra persona que esperaba al apuntar frente a ella, justo en dirección al jardín.

–Si buscas a tu hermano, Chris llegó hace media hora y estaba maldiciendo tu falta de puntualidad. Supongo que debes avisarle tu llegada o pondrá de mal humor a los de servicio.

Sí, casi podía imaginarlo realizar dichas acciones.

–Iré por él… –dio un paso hacia adelante, Carla negó con la cabeza y le impidió el paso.

–Vino con su grupo de amigos que conocen al novio. Mejor busca a las otras y yo le avisare que estás aquí.

Claire sonrió.

–Bien, te espero en nuestra mesa.

Carla Radames asintió caminando hasta divisar el jardín de su casa, abriéndose camino por los invitados donde distinguió las mesas con los hombres más importantes del enlace. La mujer saludó al rubio ex jefe que Umbrella, Albert Wesker el cual iba acompañado de su esposa Excella Guione. Junto a ellos sus inseparables amigos William y Annette Birkin, quien correspondió el saludo cuando la reconoció. Siguió avanzando entre las multitud hasta llegar al final de las mesas donde había sentado al grupo de Chris Redfield.

Chris usaba un esmoquin color gris perla, una corbata del mismo color y el ceño fruncido, dándole un atractivo poco convencional que no se parecía en nada al hombre de profesión y acomodar a los Redfield lejos Albert había sido apropósito. Ambas personas se tenían un odio monumental tras el incidente de Umbrella.

– Chris, Claire ha llegado y quiere verte antes de que acabes la paciencia del personal. –llamó divertida. Chris gruñó, le dijo algo a los hombres sentados en sus sillas y se dejó guiar hasta otra sección del jardín, el cual parecía ser más grande de lo normal al tener espacio suficiente para trecientas personas. Se detuvo al ver una figura femenina intentando abrir la llave de agua, miró de reojo a Carla y al verla concentrada en los invitados avanzó hasta la mujer rubia de cabello largo que usaba un vestido hasta las rodillas color rosa pálido.

– ¿Necesitas ayuda? – preguntó calmadamente, captando su atención. La rubia lo miró, luego observó la llave y negó con la cabeza sin pensarlo dos veces.

–Gracias pero puedo hacerlo sola. No soy una damisela que se deja ayudar por tipos como tú. –dejó caer el dedo índice sobre el pecho masculino e intentó retomar la anterior acción. Chris la miró aturdido por el comentario, negándose a sí mismo dejarla sola.

–Nunca se abrirá de esa manera. –le apartó la mano, aferrando entre las suyas la toma. Aplicó mayor presión sobre el lado contrario aflojando la tubería. Sonrió arrogante y ella giró los ojos. – ¿Ves mujer? Te lo advertí.

–Gracias… – torció su mueca, el hombre solo intentaba ser amable. –lo dejaré pasar solo por esta vez.

Jill Valentine se levantó al estar inclinada, observando por primera vez al hombre envuelto en gris. Traía consigo una barba con algunos días sin afeitar y ojos azules intensos indicando que todo él exudaba autoridad y había algo en sus facciones que se tornaba demasiado familiar. La rubia lo observó estirar la mano, sin perder la sonrisa victoriosa de su rostro.

–Me llamo Chris Redfield, a pesar de este raro encuentro te propongo comenzar nuevamente. – la rubia devolvió el saludo malhumorada. Al escuchar el apellido de Claire abrió los ojos sin disimular su sorpresa. ¿Acaso era el hombre del que tanto presumía Claire Redfield?

– ¿Eres el hermano de una pelirroja que siempre se mete en problemas? – el castaño arqueó su ceja disgustado por la pésima elección de palabras y Jill aspiró aire, componiendo sus palabras. – Lo siento, quise decir, ¿eres el famoso hermano militar de Claire?

–Sí, esa pelirroja busca problemas es mi hermana. –ella se relajó al ver que no estaba enojado por el comentario. – ¿Y tú eres?

–Jill Valentine.

Chris sonrió y la música de baile cambió. El castaño le extendió la mano en su dirección haciendo que Valentine se replanteara dos veces si era buena idea entablar contacto con él más de lo necesario.

– ¿Quieres bailar o buscamos a Claire? – ella retrocedió dos pasos atrás. Era mejor mantener distancias.

–Eso es problema tuyo. –le guiñó el ojo. –Nos vemos luego señor Redfield.

Christopher la observó marcharse y suspiró fastidiado. ¿Con que clase de personas se juntaba exactamente Claire?

–Vaya, así que te llamas Helena Harper. Es nombre difícil de recordar. – habló el joven. Helena sonrió totalmente de acuerdo con él tras otra media hora conversando. No era tan malo esperar a esas mujeres si seguía ahí.

–Piers Nivans tampoco es común, no esperes que lo recuerde tampoco. –opinó ante la penetrante mirada del castaño. Helena le miró continuando la conversación interesada. –Por tu tipo de complexión deduzco que no eres trabajador común y corriente, ¿eres algún tipo de policía o algo?

Piers bebió de su Martini impresionado por la rápida deducción de su acompañante castaña.

–Casi, pero no. Trabajo en el ejército estadounidense que se dedica a contener la trata de armas y los productos ilegales. –Helena abrió los ojos sorprendida y él aprovechó para averiguar información. –tienes una capacidad analítica increíble, ¿a qué te dedicas?

–Trabajo como agente financiero en el gobierno, soy especialista en administración. – le cerró un ojo. El mesero arrugó el ceño al verlos con varios vasos de vodka encima y otra botella esperando ser abierta en la mesa.

– ¿Conoces a los novios?

–Sí, la mujer es pariente de Carla y se aprovechó el evento para juntarnos con otras compañeras de años. Así nos reunimos después del tiempo. –Piers sonrió ante la confesión, satisfecho por el breve momento pasivo. – ¿Tú eres amigo del novio? O solo te colaste, sigo sin ver a nadie de tus supuestos colegas.

–Chris insistió en traernos para aprovechar nuestras vacaciones aunque algunos llegarán hasta mañana. – respondió. – al parecer también fui olvidado miserablemente, es interesante el destino ¿eh?

–Yo lo llamaría una casualidad inevitable. – murmuró. Alzó la cabeza para ver mejor y se encontró a una mujer pelirroja atravesando el pasillo de flores. Sonrió y se levantó del asiento dejando al Teniente Piers Nivans incrédulo. –Debo irme Piers, fue agradable conversar contigo esta media hora.

Helena llegó hasta la pelirroja y le sonrió incómoda. Claire Redfield relajó su postura observando el elegante vestido corte Halter en color verde botella que vestía la agente financiera. Y comprendió que había valido la pena tomarse una descanso de la agitada Raccoon city para verla nuevamente.

El Teniente observó desde la distancia el escote en la espalda femenina hasta que un hombre pelirrojo le se sentó. Vestía traje azul marino, acompañado de una corbata roja y sus ojos verdes no perdían vista de las mujeres en la boda. Se preguntó cómo podía ser conocido de alguien poco convencional como Steve Burnside. Otro hombre tomó lugar en la silla adyacente y por último una tercera figura completó a todos sus conocidos. Había otros dos, pero no llegarían hasta el otro día gracias a los trabajos de ambos hombres.

–Vaya, el Teniente Piers ha dejado el uniforme. –burló Steve, aflojándose el nudo de la corbata. –He esperado verlos nuevamente compañeros, aunque Jake y Leon no vendrán con nosotros esta noche. Brindemos por sus miserables vidas amargadas.

Billy Coen alzó su Martini y Chris Redfield negó con la cabeza.

–Salud entonces. Porque nuestro abogado comenzará su cacería –burló Nivans, dándole un trago al vodka, degustando el penetrante sabor. – ¿Y bien Steve? ¿Alguna idea de dónde empezar?

Él asintió y miró al Redfield.

–Sí.

–Oh… –sonrió. –parece que esto se pondrá interesante.

Chris Redfield observó a Piers ponerse de pie, caminando entre las personas que bailaban ajenas de la situación. El teniente parecía reacio a mantenerse entre la multitud buscando algo o alguien. Steve ante la acción de su compañero miró la botella entre sus manos, luego posó la mirada en el grupo de mujeres que se sentaban cómodamente en las mesas cercanas a ellos, donde podía ver la mata pelirroja reír despreocupadamente acompañado de otras dos.

Sin duda alguna la diversión estaba por comenzar. Lo presentía.

….

Sherry Birkin miró la invitación, dando unos últimos retoques a su vestimenta y maquillaje, acomodándose el traje beige a diferencia de sus otras compañeras que seguro usarían vestidos. La caminata hasta la casa de Carla había sido improvisada y todavía no les comentaba a sus padres su estadía en Raccoon después de varios años residiendo en Londres. Vio la entrada del lugar y se movió lentamente entre las personas que custodiaban la entrada, examinando con sus ojos azules algún indicio de ambos progenitores pues sabía que eran muy amigos de los Wong. Estiró el cuello, mirando cada sector en búsqueda de Claire o Carla y se encontró a tres figuras las cuales conocía bastante bien sentadas en una mesa alejada de los otros, charlando animadamente disfrutando la música del ambiente. La pelirroja la reconoció y la invitó a tomar asiento, Sherry avanzó entre el personal admirando los detalles, reconociendo el esfuerzo que la gemela había puesto en ello. Tomó asiento y sintió las miradas molestas de sus compañeras.

–Birkin... – paladeó enojada el apellido Claire, señalando su reloj. – ¿Cuatro horas? ¿Pensaste que era una pijamada o algo?

–Lo lamento, el tráfico en Raccoon city sigue siento terrible. – se justificó desviando la mirada en dirección al resto de su familia, metros adelante. –Además evitaba ver a mis padres pero supongo que es imposible.

Jill colocó una mano sobre el hombro femenino. La rubia agradeció en silencio. Valentine al ser la mayor de todas le daba ese aspecto materno que tanto necesitaba cuando tocaba la temática.

–No pasa nada rubia, mejor nos ponemos al día. Dos años dejan mucho que contar –expresó Valentine y arrugó el entrecejo, recordando el momento incómodo con el hermano de Claire. –Por cierto Redfield, hace unos minutos conocí a…

No pudo continuar. Lo primero que sintió fue la mano de Claire impidiéndole hablar. Lo segundo, el dedo de ella apuntado en la mesa frente a ellas donde estaban tres hombres sentados bebiendo sus vasos de alcohol. Jill reconoció a Chris Redfield entre ellos. Lucía malhumorado, el hombre pelirrojo reía sobre algo que no alcanzaba a escuchar y el último maldecía en voz baja las acciones del primer hombre.

–Silencio Jill – Claire miró al hombre pelirrojo. Sonrió, girando la cabeza hacia sus compañeras, soltándola del agarre. – siempre confié en los buenos gustos de Carla para invitar hombres. ¿No son acaso interesantes? Ese hombre es atractivo.

–Tiene un lindo cabello. –confesó Rebecca, admirando al hombre castaño que estaba al margen de la conversación. –tal vez no sea tan malo. ¿Tú que piensas Jill?

–Es fuerte... – opinó la rubia, posando su mirada en la pelirroja y en lo bizarro de la oración. ¿Qué acaso a Claire le gustaba acosar a su hermano? Negó con la cabeza, la chica no parecía estar tan torcida mentalmente para eso.

–No lo creo, son sus ojos verdes los que le dan ese toque extraño. – Sherry y Jill le miraron incrédulas. ¿Acaso no estaban hablando del mismo las tres?

– ¿Eh? – la rubia Valentine dejó caer su cabeza contra la mesa. – ¿De quién demonios hablas Redfield?

–Me refiero al hombre pelirrojo. El hombre musculoso con cara de odiar a todo el mundo es mi hermano. –sonrió avergonzada. Rebecca rió divertida ante el comentario.

–Definitivamente no hablamos el mismo lenguaje. –burló. Jill afirmó aún con la cabeza contra el mantel. – Pero es una lástima que Ada se pierda este entretenido paisaje.

–Sí, es una pena… –Claire abrió los ojos y comprendió por donde iba la conversación de Chambers. –Espera, ¿estás insinuando de debemos ir hasta ellos? Uno de eso hombres es mi hermano Rebecca.

–Ya trabajaremos en él. – Chambers alzó cabeza, acomodando su vestido y se puso de pie, sonriendo animadamente en dirección a los hombres. –Ahora vamos. Esto recién comienza.

Avanzó hasta la mesa contemplando a los hombres, quienes dejaron su conversación. Chris arqueó una ceja tentado a preguntarle qué diablos hacía la rubia ahí sentada cuando distinguió a Claire y otra mujer más tomar asiento, dejándolos con más preguntas que respuestas y tragó en seco al ver a Jill entrelazar sus manos contra la mesa, pronunciando el escote. El rosa pálido volvía más blanca su piel, cosa que le estaba llamando demasiada atención aunque era un hombre respetable, el encanto femenino no podría sobre él.

Le tendió una copa de vino. Ella sonrió. Steve contempló atónico el extraño coqueteo entre Chris con esa mujer rubia y sintió deseos de intervenir, contó, habían pasado quince minutos sin que nadie hablara por lo cual observó su copa, centrándose en la mujer pelirroja cuando Chris parecía distraído. Se aclaró la garganta, reclinándose hacia la hermana de su compañero sin escrúpulos, no importaba. Chris se veía demasiado entretenido para prestarle atención.

–Bien Redfield, como al parecer nos traes compañía femenina agradecería si son mujeres conversadoras, las calladas me aburren. ¿Qué tal una charla?

La pelirroja le miró sonriente, dejando entrever los dientes blancos ante el reto del hombre.

–Tiene razón, nosotras también odiamos las cosas fáciles. –retrucó, tanteando el terreno y aprovechando la intromisión para su siguiente jugada.

–Por el súbito proceder puedo apostar a que ustedes tres se conocen. Nosotros también, mi nombre es Steve Burnside y espero llevarnos bien pelirroja. – le estrechó la mano, Claire aceptó divertida.

–Claire Redfield, hermana de ese hombre. – señaló. Al ver que Chris parecía reconocer a Jill siguió su relato, apuntándolos con el dedo índice. – ¿Ustedes se conocen?

La rubia asintió.

–Algo así... –la pelirroja frunció el ceño, insatisfecha por la respuesta y Billy Coen aprovechó para incluirse en la conversación enfocando su atención en la última mujer que se negaba a decir palabra alguna, incómoda por el tenso ambiente.

–Billy Coen. – se presentó. – ¿hay más de ustedes?

–Sherry Birkin. –Saludó la rubia. Rebecca frunció el ceño, extendiendo su mano hacia el castaño quien lució satisfecho por conseguir la atención que quería.

–Rebeca Chambers. – Billy le estrechó las manos. –Respondiendo tu anterior pregunta lamento decirte que nos falta otra compañera. ¿Ustedes son los únicos? No parecen ser demasiado amigables.

– En realidad tenemos otros dos pero no pudieron asistir. – le informó con arrogancia al ver otra reacción en la más joven de las mujeres. –deberíamos intentar otra reunión estando completo el equipo ¿No les parece caballeros?

–Ni loco… –Chris se cruzó de brazos. Jill asintió, generando un bufido de irritación en el hermano de la pelirroja.

–Suena interesante.

El pelirrojo le dio la razón mientras el camarero regresó con nuevos pedidos. La primera convivencia entre personas que no se conocían de ningún lado no era tan malo como había pensado cuando Jill se sentó demandante. La mayoría de la velada intentaba ignorar a Chris y éste hacía lo mismo. Billy hablaba con la tal Rebecca sobre algo interesante para ella. Sherry era la mediadora, notó él, siempre analizando que podía decir sin sentirse fuera de lugar. En cambio la hermana de Redfield le miraba intensamente, jugando un estúpido juego inocente de seducción. Lo cual le extrañaba, ella debía recordar que era amigo de su hermano. Por otro lado, ninguna mujer lograba el cometido de Claire o intentado domarlo. Era un juego de diversión demasiado tentador y sus dedos querían comenzar, no podía desperdiciar la ocasión con Chris interesado en alguien más. Nada era imposible para Steve Burnside y Claire Redfield no sería la excepción,

–Ada estará encantada, aunque tiene un pésimo carácter. – habló Claire. Steve sonrió ante el nuevo reto que Claire no se animaba a expresar. –si conocen alguien capaz de soportar un genio de los mil demonios será fácil.

Rebecca parpadeó ¿Cuándo una simple boda se había convertido en una campaña para ver quién lograba manejar a quién?

–Conozco al indicado pelirroja. –sonrió el hombre pelirrojo. –Ahora ustedes deben decir la hora. Si todo sale bien estoy seguro que podremos ser buenos amigos.

–Me niego – Chris apretó los dientes otra vez, ¿Steve eran tan estúpido para no entender su indirecta sobre relacionarse con ellas? –Nosotros…

–Lo haremos –Jill le tomó el dorso de su mano distraída, colocando un vaso con Wisky impidiéndole hablar. – Por las bodas y las amistades, que dejan un grato sabor de boca.

–Entonces es un hecho. –Steve sacó un papel, una pluma del bolsillo de su saco. Y escribió los nombres antes mencionados a excepción de Sherry, a ella la tenía preparada para otro hombre. –ahora ¿Qué les parece una partida de citas al azar? Sigue siendo emocionante saber con quién podemos pasar una tarde agradable o una decepción miserable.

–Me sigo oponiendo. – Chris maldijo en voz alta, dándose por vencido pero frunció el ceño al recordar el nombre mujer mencionada. Solo conocía a una así y no estaba dispuesto a seguir esa estupidez con ella ahí. –Si esa tal mujer es la que odio no participaré en este jodido juego.

–Eso es cuestión de la suerte. –El pelirrojo le extendió la pluma. –Escribe Chris, veamos que nos depara el bue juicio.

– Mis compañeras seguro harán preguntas tediosas al no verme llegar. –Informó Helena, moviéndose suavemente a compás de la música clásica. Los invitados bailaban, creando un ambiente relajante que casi olvidaba la extraña petición de Piers. Había llegado exigiendo una pieza, pero aun así ella dominaba la situación apoyada contra el hombro del hombre, enterrando la nariz entre su camisa. Piers al escucharla se separó levemente, retomando el baile sensual.

– Si quieres podemos intentar encontrarlas. –propuso, mirando las mesas delante de ellos con curiosidad y encontró a sus compañeros en compañía femenina. Lucían interesados, más el pelirrojo quien parecía escribir algo divertido. Helena le siguió con la mirada y negó enfadada.

–Si no me equivoco deben ser las que estás rodeadas por tres hombres en esa mesa. –señaló. Piers abrió la boca, negándose a comentar que eran sus conocidos. Aquello arruinaba el momento y estaba pasando el rato compañía agradable. Que esos se las arreglaran solos.

– ¿Debemos ir y separarlos? – preguntó irritado. Ella negó, afianzando el agarre entre el cuerpo de Piers Nivans.

–No lo creo, estaremos bien desde aquí. Ellas son terriblemente inteligentes para dejarse conquistar por hombres como ellos. – dio un giro y su acompañante contuvo las ganas de decirle lo mismo.

En ese momento solo importaban ellos. Al diablo los demás.

Chris Redfield supo que algo andaba mal tras el silencio monumental que parecía reinar sobre la mesa, mientras los papeles yacían expuestos con sus respectivas parejas y aunque era un juego infantil producto del aburrimiento encontraba terriblemente contradictorio el significado. Estaban tanteando una posible guerra de seducción con mujeres poderosas, atractivas y con diferentes caracteres, sin embargo no había marcha atrás. Steve Burnside había dado los resultados contundentes y por eso ninguno hablaba. Chris vio a la única mujer castaña suspirar, rompiendo la tensión, aceptando su destino.

Rebecca tomó el papel, cerrándolo en su puño, observando al hombre tras Chris.

–Billy Coen… –susurró. –Genial.

Ante el sarcasmo el castaño sonrió burlón.

–Estaré esperando ansioso el momento Rebecca.

–Bueno, es mi turno. – intervino Jill, desdoblando su papel y sonrió satisfecha al ver que era alguien conocido.

–Chris Redfield. Llevémonos bien. –él asintió.

–Lo mismo digo, Valentine. – habló ronco. Jill tragó ante el súbito cambio. Maldición, ese hombre exudaba más sensualidad que los otros para ella, más no se dejaría caer en ningún juego tonto, menos en algo que Claire aprobaba con creces.

Steve dejó caer el papel sobre la mesa.

–Pelirroja, solo quedamos tú y yo. – apuntó a Sherry. –La rubia estará a manos de mi compañero.

–Espero sea agradable. – exigió. El pelirrojo movió sus manos restándole importancia a la sobreprotección femenina.

–Lo será.

–De acuerdo. –cedió. –Oficialmente esto ha iniciado.

–Algo raro sucede. Los veo interesados. –Bufó Piers, deteniendo sus pasos ante las acciones de ambos géneros. Ocasionalmente el siempre sereno Chris Redfield cortaba el intercambio de palabras con mujeres pero llevaban media hora bailando y el castaño parecía entretenido, ignorándolo. Helena arqueó la ceja preocupada por sus compañeras. Jill rara vez entablaba palabra con el sector masculino y que siguiera en esa mesa era un indicador de problemas.

–Algo traman, hay demasiada tranquilidad. – admitió. Las rubias estaban determinadas, podía verlo desde donde estaba. Así como Claire parecía interesada por la situación. De ella lo creía más incluso Rebecca disfrutaba el momento.

–Son personas adultas Helena, no niños a quienes decirle cómo actuar. – advirtió Piers invitándola a tomar asiento. – Hey, si no te molesta. ¿Te gustaría salir a cenar mañana? Ellos tendrán una resaca del infierno y yo no podré divertirme si no hay alguien conmigo para burlarse.

¿Acaso la miraba tan débil para caer en esa estúpida guerra?

–De acuerdo.

Helena sintió el crack de su raciocino rompiéndose en pedazos.

Las cartas estaban sobre la mesa. Y eso era lo más emocionante, teniendo a Piers Nivans la diversión estaba asegurada.

Ah, las bodas siempre dejaban algo productivo.

.

.

.

¡Hola gente hermosa! Una nueva historia n.n, es la primera vez que hago una larga en UA, espero que les guste. Contendrá todos los pairings de Sorority Row.

Gracias a mi amiga Lirionegro1 por apoyarme en la creación de esta historia

Bien, creo que es una costumbre mía el dedicar las historias y esta no es la excepción

Esto va para Saiyan Solitaria por ser una persona genial :), CandeEsp mi querida amiga que le gusta el Claire/Steve y Katherine. Tenías. Espero que les guste Chicas.

OJO: las personalidades varían, ya lo verán. En el siguiente será turno del Aeon y el Shake. (Ya que esto empezó con una pareja más estable; el Helena/Piers)

Los capítulos serán más largos, lo prometo.

Espero sus comentarios y/o amenazas de muerte

Se me cuidan

Fatty Rose Malfoy.

Capítulo Re- editado: 7/Junio/2017