Antes de empezar con la historia, voy a aclarar ciertos puntos:

-Es Yaoi (chicoxchico), también tiene parejas hétero, millones de triángulos y cuadrados amorosos (me encanta hacer miles de relaciones entre los personajes)
-Se ubica en el tiempo de Naruto Shippuuden, bah, con dos años más, pues los chicos tienen 17 años
-Inventé una parte de la historia del Gobi, lo demás lo saqué de el foro Naruteros
-El prólogo es antes de Naruto Shippuuden
-La mayoría de los personajes pertenecena Masashi Kishimoto

Bueno, eso es todo, a continuación... la historia:

Prólogo

"Un Bijū es una bestia que cuenta con un poder inmenso elemental. Esto quiere decir que cada uno tiene un elemento a su disposición para pelear o defenderse si una batalla se presenta. Se dice que eran esencias puras que fueron corrompidas por los humanos a través del tiempo. Durante la Tercera Gran Guerra Ninja las Aldeas Ocultas intentaron adquirir control sobre distintos Bijū para usarlos en la lucha, pero pronto quedó claro que su manejo era muy difícil.

Una forma que se encontró de mantener controladas a estas criaturas y aspirar a dominarlas aunque sólo parcialmente fue su sellado dentro de personas, que pasaban a ser llamadas Jinchūriki…"

-¿Es en eso en lo que se va a convertir mi niña? ¿En un Jinchūriki?- preguntó horrorizada una joven mujer, al tiempo que se acariciaba el vientre de 8 meses y medio.

-Tranquila Yoko- le susurró el hombre que estaba a su lado –No voy a dejar que ninguna de ustedes salga lastimada, ni Kazuma tampoco, ¿cierto?- agregó, mirando significativamente al monje que acababa de contarles el oscuro secreto de la familia Kawamura.

-¿Pero porqué tenía que ser justo mi pequeña?- cuestionó la muchacha –Es mi primer bebé, no quiero que esté en peligro- sollozó.

-Yoko… te prometo que no le pasará nada, Kazuma sabe lo que hace- la tranquilizó el muchacho –Esto siempre ha sido parte de nuestra familia, sabías que esto podría pasar- murmuró

-Lo sé, pero nunca creí que podría ocurrirle a mi bebé, comenzaba a tener la esperanza de que la leyenda del Gobi no sea cierta- contestó apenada, recordando las viejas historias sobre las 9 bestias que le contaba su querido abuelo antes de ir a dormir.

"-El Gobi, o Houkou, era una de las bestias legendarias que lucho en la Gran Guerra por el título de "Rey de las bestias". Poseía 5 largas colas, cada una con un elemento diferente, una de rayo, otra de fuego, otra de agua, otra de viento y de tierra. Se dice que, al mover estas colas al mismo tiempo, podía ocasionar un enorme desastre natural. El Gobi podía manejar los elementos a su antojo, era uno de los más poderosos entre las bestias. Houkou derrotó a tres de las grandes bestias: Sokou, la bestia de 4 colas; Nekomata, la bestia de 2 colas y a Raijuu, la bestia de 6 colas.

Pero al momento de luchar contra Kyuubi, el demonio de 9 colas, Houkou se alió con Nekomata para poder vencerlo. Los tres demonios lucharon con fiereza, pero el Gobi salió malherido y Nekomata casi muere en el campo de batalla. Houkou huyó, y se escondió en un árbol gigante a los alrededores del volcán Kyushu, para curar sus heridas.

Según los propios relatos del clan Kawamura, luego de que Houkou curara sus heridas, cayó en un profundo sueño, debido al chackra utilizado en su curación. Hasta el día de hoy, el Gobi permanece dormido en el árbol gigante, pero cuando se despierte buscará venganza del Kyuubi, destruyendo todo a su paso.

Aquí es donde entra nuestra familia, pequeña Yoko, los Kawamura son un clan formado por un antiguo monje del volcán Kyushu. Los primeros miembros de nuestro clan fueron entrenados especialmente para recibir el Houkou en su interior, de esta forma, impedían que su furia se expandiera, provocando otra guerra que podría destruir la vida como la conocemos- relató el anciano, complacido por el interés y la curiosidad que reflejaba el tierno rostro de su nieta.

-Tata, ¿eso quiere decir que yo podría convertirme en el Gobi?- preguntó la pequeña Yoko, con un repentino pánico.

-No te convertirías en el Gobi, sería sellado en tu interior- rió Tata, al ver la expresión de Yoko-Y no creo que vayan a sellarlo en ti, esta leyenda es de hace más de mil años, hasta yo dudo de la existencia de ese árbol y de que el Gobi descansa allí dentro"



Yoko sonrió al recordar la pequeña anécdota, pero se le borró rápidamente, porque le iba a suceder a su hija. Confiaba en su abuelo y si él pensaba que el Gobi no existía, entonces ella tampoco, no quería creer que existiera. Siempre había ansiado tener un hijo, y ella no quería que fuera el contenedor de un demonio enfurecido, no tenía idea de lo que podía pasarle a su pequeña, ni de cómo criarla, temía por lo que pudieran decir los demás, y más que todo, temía no poder darle todo el amor que necesitaría, por el mero hecho de que, al sellar al Gobi dentro de su cuerpo, los monjes la llevarían a las montañas para un duro entrenamiento, el cual serviría para que pudiera controlar los poderes del Gobi.

-¿En qué estás pensando?- preguntó su marido –Faltan 15 días para el nacimiento de Emiko, es mucho tiempo, quizá surja alguien mejor, más apto como Jinchūriki del Gobi-

Yoko miró con amor a Kaisa, directo a sus extravagantes ojos, si ella pudiera elegir, le encantaría que los ojos de su hija fueran del mismo celeste que los de su padre, un celeste medio grisáceo, bastante extraordinario

–En que va a ser duro no tener a mi Emiko en lo que dure su entrenamiento- respondió con dulzura. Yoko no creía que 15 días fueran mucho, y se resignó a que su futura hija albergaría a un demonio en su cuerpo, pero decidida a hacer todo lo posible para que lleve una vida plena y feliz.

Ambos sonrieron, aceptando lo que el destino les deparaba, un tanto orgullosos al saber que es su hija la elegida para llevar a cabo el ritual tan esperado por el clan Kawamura.


13 días después

-¡Rápido! Llévenla al templo del volcán, está a punto de dar a luz, y tenemos que prepararla para el ritual- gritó Kazuma, al tiempo que llevaba una camilla hacia donde yacía Yoko -¿Puedes levantarte? Será solo un momento, para acomodarte en la camilla-

Yoko asintió enérgicamente, tratando de no pensar en las contracciones, y se incorporó lentamente con ayuda de Kaisa.

-Eso es cariño, tranquila, va a estar todo bien, no te pre…-

-Vuelves a decir que no me preocupe, y te juro que…- amenazó Yoko, sujetándolo del brazo – ¡Ahhhh! - Yoko se dobló por el terrible espasmo que le recorrió el cuerpo, al sentir que el dolor iba disminuyendo, Yoko se trepó rápidamente en la camilla, sintiéndose extrañamente inquieta – Esta no era mi idea de dar a luz – resopló – Yo me imaginaba un cuarto de hospital, con amables enfermeras y un médico que sabe lo que hace- añadió, mirando a Kazuma.

El aludido le respondió con una sonrisa y encabezó la marcha hacia el templo.

-Yoko, trata de ser más amable, sabes que el ritual no puede llevarse a cabo en el hospital, estuviste de acuerdo con ello- susurró Kaisa.

-Estuve de acuerdo porque no tenía idea de lo mucho que iba a doler- respondió, haciendo una mueca ante la nueva ola de dolor.

Kaisa le sonrió y le sujetó la mano, emprendiendo la marcha hacia el centro del templo, donde se llevaría a cabo el ritual. Una vez allí, varias personas que Yoko podía reconocer como miembros del clan y ayudantes del templo, encendían largas velas de color blanco y extrañas escrituras de un color gris claro en torno a ella. Sabía que eran oraciones, plegarias y conjuros de todo tipo, para el ritual, lo que no sabía es que despedían un aroma dulce que la hacía sentir soñolienta.

-¿Kazuma?- llamó -¿Qué tienen estas velas? Hacen que me sienta con sue-sueño- preguntó bostezando

-Es una esencia tranquilizadora- respondió, mientras trazaba unos complicados dibujos alrededor de Yoko –Ya sabes, necesitamos que estés relajada-

-Oh- musitó

-Bueno, creo que está todo listo, ahora viene la parte complicada- dijo el anciano, incorporándose y acercándose a Yoko.

-¿Complicada?- preguntaron al unísono Yoko y Kaisa.

-Sí, verán, lo que viene ahora es complicado, porque tenemos que liberar al Gobi en el momento exacto en que el bebé llora por primera vez- explicó –De esta forma atraeremos al Gobi al círculo, que está preparado para activarse apenas el Gobi entre en contacto con este-

-¿Está seguro de que todo saldrá bien?- preguntó Kaisa –Me parece q…-

-¡KAISA!- gritó Yoko -¡YA ESTÁ POR NACER! ¡PUEDO SENTIRLA!-

-Todos a sus puestos, recuerden, ¡máxima sincronización!- ordenó el anciano

Kaisa sujetó la mando de Yoko durante la primera media hora del parto, infundiéndole ánimos, pero comenzó a preocuparse, a Yoko le estaba dando trabajo dar a luz y veía que las fuerzas de su esposa comenzaban a fallar.

-Vamos Yoko ¡tú puedes!- la animó –Sólo un poco más-

-Kaisa…- jadeó –No… no… no puedo-

-¡No te des por vencida Yoko!- exclamó Kazuma, necesito que pujes una vez más, ya estamos muy cerca-

Haciendo un enorme esfuerzo, Yoko hizo lo que le pidieron, reunió las fuerzas que le quedaban e hizo un último intento

-Lo lograste Yoko- suspiró Kaisa, besándola en la frente –Ya terminó… ¿Yoko?-

Lejos de terminar, Yoko seguía con trabajo de parto, usando sus últimas fuerzas para realizar otro intento más

-Yoko, ya está bien, no necesitas seguir pujando…- la tranquilizó –Kazuma está limpiando a Emiko, dice que nació con una vuelta de cordón, y que por eso no llora, pero en cuanto lo haga comenzará el ritual- comentó un poco nervioso - ¿Yoko? ¿Por qué sigues pujando? ¡KAZUMA!- gritó, desesperado.

Yoko estaba semiinconsciente, pero seguía pujando, Kazuma llegó en el momento justo en que otra bebé salía del vientre de Yoko, y ambas comenzaron a llorar…


Kaisa se encontraba en un lugar que no reconocía como su casa, estaba todo oscuro y había un constante pitido que le molestaba, intentó moverse, y sintió un dolor punzante recorrerle el lado derecho de su cuerpo. De repente se encendió una luz blanca, demasiado blanca para los ojos de Kaisa, quien, molestó por el repentino haz, cerró los ojos y lanzó un gruñido

-¡Ah! Señor Kaisa, ha recuperado el conocimiento- dijo una voz que no supo reconocer

¿Recuperado el conocimiento? No recordaba haberse desmayado, lo último que se acordaba era que… se incorporó tan deprisa que se mareó

-¿¡DONDE ESTAN MIS HIJAS Y MI ESPOSA?! ¡¿ESTÁN BIEN?!- bramó, dirigiéndose hacia la voz que no pudo reconocer -¿¡PORQUÉ ESTOY EN EL HOSPITAL?!

-Tranquilízate Kaisa- ordenó una voz familiar

-¿Kazuma?- preguntó aliviado -¿Qué pasó? ¿Por qué estoy en el hospital? ¿Dónde está Yoko? ¿Está bien? ¿Y mis hijas?- Kaisa lanzó el asalto de preguntas sin dar tiempo a Kazuma de siquiera pestañear. Se detuvo en seco al ver la expresión de Kazuma.

-¿Está todo bien?- preguntó con un extraño presentimiento, con un mal presentimiento.

-Kaisa…-comenzó –Ocurrió algo… durante el ritual, no teníamos previsto que naciera otra niña, creo que ni Yoko lo sabía- su rostro se torció en una mueca de dolor al mencionarla –Kaisa… Yoko está muerta-

Kaisa no reaccionó, se quedó mirando a Kazuma, como si no lo conociera, no podía pensar en nada, trataba de organizar su mente, para asimilar lo que acababan de contarle… ¿Yoko… muerta?

Bajó la mirada, sintió una profunda presión en el pecho, trató de contener las lágrimas que amenazaban con caer y alzó la mirada

-¿Dónde…están…están mis hijas?- logró articular

-Están en la sala de maternidad, ambas están en un excelente estado de salud, los monjes se están encargando de ellas- puntualizó, pero su semblante se tornó serio, el gesto alertó a Kaisa, algo no iba bien…

-Pero me temo que tendremos que llevárnoslas- sentenció –Ocurrió algo imprevisto durante el ritual, el espíritu del Houkou se dividió en dos, ambas mitades fueron selladas dentro del cuerpo de tus hijas, no sabemos qué es lo que puede ocurrir, así que decidimos llevárnoslas a las montañas, donde las tendremos vigiladas-

-No… no pueden hacer eso… ¡NO PUEDEN!, ¡ESTÁN HABLANDO DE MIS HIJAS, DE DOS INOCENTES RECIÉN NACIDAS!- gritó al tiempo que saltaba de la camilla hacia la puerta.

Kaisa se dirigió hacia el ala de maternidad, buscando desesperadamente a sus hijas. No iba a permitir que les hicieran daño, no después de que su madre muriera por ellas, él se iba a encargar de protegerlas, huiría de Kyushu, se escondería y criaría a sus hijas, les daría todo el amor que se merecen y se juró a sí mismo que nunca en la vida permitiría que le hicieran daño a sus hijas, antes preferiría morir.

Este pensamiento fue el que lo impulsó a entrar en la sala de maternidad, buscar a sus hijas y huir, huir de allí, seguir corriendo hasta que no diera más.

Bueno, espero que les haya gustado, esto es sólo el comienzo de una gran historia que tengo pensada hace mucho, pero que nunca escribí por algún motivo. Traté de hacerla lo más neutral que pude, pero creo que se van a dar cuenta del toque argentino :).
Esto es sólo el prólogo, quiero que los capítulos sean un poco más largos, así puedo entretenerlos más (y hacer que dejen muchos reviews :D), y para ayudarlos a imaginarse a los personajes, más adelante voy a tratar de dibujárselos, así de paso también practico un poco