Notas Iniciales:
Esto es consecuencia de ver muchas veces "Pulgarcita" xD ¿Qué puedo hacer en una noche calurosa de primavera, sin ganas de ir a mi cama, en frente de Sakura-san, mi computadora? Sólo escribir fics n.nU Aunque el título tendría que haber sido "Pequeño Edward" por la altura de dicho alquimista xD, me decidí por el de "Pequeña Winry", encajaría más con la trama que tengo en mente (aunque sigo pensando que el otro título hubiera sido el mejor xDD) ¿Algo más para aclarar? Relatado en tercera persona para penetrar más en las mentes de los personajes. Una cosita más: fic OOC y nada que ver con la trama de FMA. Y no se sorprendan si sólo están Winry y Ed en esta historia... n.n
Dedicaciones:
Antes que nada, a Ferchie Fer, mi amigaza del alma que siempre me alienta a escribir más y un poco más, y a todos aquéllos que les guste el EdxWinry.
Disclairmer: Bien, ustedes saben, ni el chantaje, ni el soborno, ni la misma alquimia puede hacer que FMA sea mío. De cualquier forma, ustedes lo saben, y sólo la idea de escribir este fic es mía.
Pequeña Winry
Escrito
por Megumi Asakura
Capítulo Uno
Por algún motivo, Edward Elric se encontraba en un campo con algunas bellas rosas aún sin florecer. El día anterior había llovido, y el olor a tierra húmeda inundaba la nariz del joven rubio, su espalda contra el suelo aún con señales de no haber sido tocado por los rayos del sol.
Amanecía en Helsinki, Finlandia. Por otro motivo que no lograba recordar bajo los efectos del alba, se encontraba en la lejana tierra de los mil lagos.
Se estaba hospedando en un hotel cerca del lago más grande de toda la lejana tierra finesa, el cual estaba a un par de metros del campo de flores y del lugar en el que se encontraba. Quizá sólo estaba de vacaciones.
Edward había pasado la noche en vela, observando el cielo negro que dejaba ver a alguna estrella. Estaba allí, sólo pensando, cuando se le cruzó por la mente ir a ver las flores.
-Veamos cuáles han florecido.
Sólo con el motivo de verlas, no sabía que iba a cambiarle la vida.
Y allí estaban todas las rosas, de todas las tonalidades rojas, blancas y amarillas. Rosas también. La mayoría aún no había florecido, y tenían algunas gotas de rocío del amanecer.
Caminó un poco para verlas a todas. No le importó posar su pie sin querer en el lodo freso. "Después se lava".
Pero, escondida detrás de muchas espinas se encontraba, según Ed, la más hermosa de las rosas: una de color rojo sangre, como la sangre que estaba saliendo en ese mismo instante de uno de sus dedos por haber tocado una espina.
Sintió que la tentación se apoderaba de él. Con su dedo pulgar sangrante y el dedo índice, cortó suavemente la flor.
Ésta aún no había florecido completamente; todavía era un pimpollo. Por un instante pensó que era un crimen cortar algo así.
Y con la misma delicadeza que la cortó, la llevó entre sus manos hasta el hotel.
Allí le reclamaron por las botas sucias. No le importó. Le dijeron que él mismo tendría que encargarse de limpiarlo. No le dio importancia. Sólo asintió con su cabeza y subió los dos pisos que lo llevaban hacia su habitación.
La susodicha no era muy lujosa, pero al menos se podía dormir descentemente. Una pequeña sala se anteponía al dormitorio y al baño. En ella había una pequeña mesa y cuatro sillas. Muchos cuadros adornaban el lugar. Habían también dos puertas; una hacia el dormitorio y la otra hacia el baño. Ambas eran del algarrobo más fino y oscuro que Ed jamás haya visto.
El dormitorio era simple, tenía un gran ventanal que daba al lago, era hermoso verlo en el amanecer o atardecer cuando relfejaba los rojizos rayos del sol. La cama era de esas matimoniales, amplia, hermosa, cómoda. Una bella alfombra adornaba el suelo con motivos vikingos. El baño también era simple, una bella tina de mármol era la pieza de lujo, al igual que el amplio espejo.
Pero a Edward mucho no le importaba en ese momento.
Trató de buscar en toda la habitación algo que se pareciera a un vaso; sólo encontró una pequeña taza de té, que no era más que un adorno. La llenó de agua y allí colocó el pequeño pimpollo.
El aroma que enseñaba éste era asombroso: no podía comprender cómo, una cosa tan pequeña, inundaba la habitación con su perfume dulce y suave. La contempló un rato, pensando cómo sería cuando se abriera. Por supuesto, sería más grande, más rojo, más bello... Más atractivo. Pero aún no sabía el motivo por el que la había cortado.
¿Acaso tentación?. Sabía controlarse muy bien para hacer algo semejante.
¿Acaso curiosidad?. ¿Qué tenía una flor de maravilloso?
¿Acaso ambos?. Lo más factible. Aunque no lo quisiera reconocer.
Se cansó de observarla, así que salió del hotel para distraerse.
-Supongo que no se escaprá... ¿O sí? -por primera vez, tenía el extraño presentimiento de que la flor saldría volando, caminando, galopando, etcétera, fuera de la habitación. Se dejó llevar por ese ¿estúpido? presentimiento y cerró todas las ventanas y todas las puertas antes de salir y cerrar la puerta que daba paso a la habitación, también con llave.
¿A dónde iría ahora?
----------o----------
Ahora estaba en pleno centro de la ciudad de Helsinki.
Repleto de gente que iba y venía, que tenía el tiempo marcado para todo.
El único tranquilo parecía ser él, Edward Elric.
Caminó por toda la ciudad. Las tiendas repletas de gente, la luz del sol y alguna nube gris hacían del centro de Helsinki una belleza. El cielo estaba clarísimo. Y eso le encantaba.
Siguió caminando, y a pesar de no haber dormido en toda la noche, se mantenía bastante bien. Se fijó en su pálido rostro en una tienda de espejos, pero ningún signo de cansancio aparecía. O al menos, él no veía nada extraño en sí.
El aire fresco de la mañana lo hacía tomar grandes cantidades del mismo hasta que parecía intoxicarse. Se sentía frío a pesar de ser primavera.
Decidió tomar el desayuno en un lugar muy pintoresco, que tenía una vista impactante a un bello y pequeño lago, donde los patos y demás aves se la pasaban de maravillas. Algunos niños jugaban cerca de la orilla, su risa inconfundible llegaba a los oídos del joven como un ruído odioso. No le gustaban los niños, realmente.
¿Y por qué? Incluso él mismo no encontraba una respuesta lógica. Quizá porque siempre era molestado a causa de su altura. Quizá porque siempre era molestado con que era un niño, un simple niño. Tal vez era eso, pero no lo sabía, a ciencia cierta.
El café empezó a enfriarse, así que lo tomó rápido, al igual que las pequeñas galletas de chocolate y el pequeño trozo de queso (típico en tierras finesas) que formaban parte del desayuno. Pagó todo y, cuando miró su reloj, marcaba éste las once de la mañana. Jamás había demorado tanto en tomar un simple desayuno, aunque quizá sólo se estaba contagiando de las tradiciones de la tierra de los mil lagos.
Otro rato más de lenta caminata hacia el pequeño campo de flores y hacia el hotel. Tardó un poco porque no recordaba demasiado bien el camino, pero, todos los caminos llegan a Roma... Si sabes qué camino elegir.
Miró su reloj de vuelta: mediodía. Una hora había demorado, y aún faltaba un poco más de trayecto. Estaba resuelto: no comería su almuerzo. Realmente se sentía extraño en ese día: mirar al cielo toda la noche, cortar flores, caminar... ¿Qué era lo que le estaba sucediendo? Se detuvo a la sombra de un árbol y pensó, confundido, en todo lo que había estado haciendo. ¿Era normal ese comportamiento en él?. ¿Por qué estaba reaccionando de esa manera?. ¿Qué le tenía el destino?
No hallaba respuesta posible. El rompecabezas estaba totalmente incompleto. Necesitaba encontrar a alguien o algo que le suministrara grandes dosis de respuestas que encajaran con las preguntas. ¿Quién o qué sería capaz de brindárselas? Ni siquiera recordaba porqué demonios estaba en Finlandia. Sabía que había venido a algo.
¿Y si de verdad había olvidado el verdadero motivo de todo esto?. No, definitivamente había arribado allí por algún motivo. Tal vez una corazonada lo guió hasta allí, pero, ¿de qué se trataba todo esto?. ¿Había ido solamente a cortar una rosa?
Cada vez que pensaba en ella creía que las respuestas se volvían más claras. Seguramente allí estaba todo lo que Edward buscaba. Pero jamás pensó que lo hallaría en una flor... ¿Desde cuándo las flores te daban respuestas?
----------o----------
Ingresó al hotel después de unos buenos minutos de reflexión. Lo suficiente como para haber llegado a la una de la tarde. Su corazón latía cada vez más y más fuerte a medida que subía las escaleras a su habitación. Parecía que en cualquier segundo su corazón saltaría de su pecho y cobraría vida propia.
Abrió la puerta y oyó un sollozo que parecía ser de bebé.
-Seguramente el bebé del lado. -se había acostumbrado a oírlo. Tal vez ése era el motivo por el cual pasó toda la noche afuera.
Pero el sollozo se hacía más fuerte cuando se dirigía al lugar en donde la rosa estaba. ¿Podía ser... Que la rosa estuviera llorando?
Se acercó cautelosamente a ella. La rosa se había abierto por completo, y una pequeña luz amarillenta emanaba de ella. Ésa era la fuente del sollozo.
Y allí se encontraba una especie de pequeña hada, brillante, clara. Su largo cabello suelto y con flores en el mismo parecía flotar en el aire. El aroma a flores, felicidad y azúcar que salía de ella era, hasta cierto punto, intoxicante. Sus ojos clestes estaban sumergidos en un mar de lágrimas que, cuando caían de su angelical rostro al suelo, se transformaban en pequeños cristales salados. El traje que vestía era amarillo claro, al igual que el sol cuando da los rayos más potentes. Esta pequeña hada no medía más de veinte centímetros.
Mientras su llanto continuaba, Edward se acercó más para poder observarla. Era el ser más maravilloso que jamás había visto.
Pero se percató de su presencia. Se puso de pie y volvió a encerrarse en la rosa.
-No, espera, -dijo Ed, lo más suave posible, para no asustarla más- no te vayas aún...
Él nunca había visto a un hada, y era fantástico el poder verla. Era únicamente magia que flotaba en el ambiente, inundándolo todo. Sólo magia, pero aun así, increíble. ¿Era ella la respuesta a todas sus preguntas?
------------------------------
Notas
de la autora:
Listo, primer capítulo terminado n.n Me ha encantado escribirlo, realmente, es muy bello viéndolo del lado de las descripciones y todo... Lo amo n.n
Por cierto, he tratado de explicar algo más de Ed, aunque el resto se revelará luego, en la historia. Los capítulos no tienen nombre porque, creo, que no es necesario, arruinaría un poco la historia. No sé, quizá sean locuras mías xP
Esta historia será corta, de ocho episodios, nada más. No hay demasiado argumento para desarrollar n.n
Y dicho esto, me gustaría recibir muchos reviews para ver cómo ha quedado. Mientras más reviews reciba, más rápido actualizaré n.n
Have a nice day!
