Aquí el Au de Dragones que prometí hace un tiempo 3 Primero que nada, si es la primera vez que lees una Obra mía aviso que esto tiene conexión con otro One Shot, llamado "Tears of Blood". Si quieres leer este antes no hay problema, no especificaré si es una precuela o secuela porque el orden no importa en realidad, todo se explica sin necesidad de leer la otra historia.

Sin más que decir espero que les guste :3


Te protegere del mal que yo y el mundo te podamos ocasionar.

PURE SOULS

1 - United Souls

El humano, egoísta y pensado sin sentimientos cambio por el bienestar de su compañero eterno, su alma gemela y necesitada compañía, dispuesto a pasar la eternidad renunciando a lo que fue un inicio, abrazando aquel frío que invadía hasta lo más profundo de su ser. Ya no era el mismo, no lo sería jamás y esto no-

— ¡Yuuri! —cerro de golpe el libro, escondiéndolo bajo el tablón de madera suelto y volviendo a su cama, fingiendo dormir. — ¿Estás aquí? —la puerta se abrió, dejando pasar la luz al reducido espacio que denominaba como habitación. —Joder, si estas al menos di algo.

—Perdón...

—Como sea, levántate ya, es día de cacería.

—No quiero ir esta vez... —murmuró acurrucado en la cama hecha a base de lana de ovejas, alguna que otra hierva y una sábana hecha de piel sacada a un hipogrifo.

—Nunca quieres ir y eso no es impedimento para no llevarte de todos modos.

El niño suspiro con pesadez, apretando los labios a la vez que se levantaba. Camino muy lentamente hasta el adulto envuelto en ropajes de obvia criatura, la misma por la cual ahora era arrastrado fuera de su pequeña habitación, expuesto a la luz que no veía a menudo y la brisa golpeteando su rostro. Las miradas sobre su ser nunca dejaban de ser analíticas, algunas ocasiones burlonas y despectivas. Tomo lugar sobre el caballo en el que lo subieron, acariciando el pelaje del Animal.

—Iré a avisar que estamos listos, espera aquí. —asintió sin más, recostándose en el corcel de pardo pelaje.

— ¿Tu tampoco querías salir? Te entiendo... quería seguir leyendo el libro que Jean y Phichit me obsequiaron, era una historia muy triste de amor. —el caballo relincho en respuesta, como si el animal ha de entender las palabras del niño que descansaba sobre su lomo.

Algunos que pasaban por ahí veían con mofa lo que acontecía entre el animal y el niño de aparente años. Ya era normal esta actitud, más que extrañarlos se volvería el tema de conversación durante la cena. Yuuri no era querido, al menos no en el sentido que cualquier niño debería serlo, en la aldea era útil y por ello seguía ahí, de no ser el caso posiblemente lo hubieran dejado hace mucho en el bosque q su suerte o, por el contrario, en Algún rincón para ser saco de boxeo para los muchos que parecen soñar con esto.

Siempre había sido informado de que era diferente, que por eso vivía en una pequeña, muy pequeña cabaña tras la casa del jefe de la aldea pues debía ser vigilado. Carecía de explicaciones sobre su diferencia sobre los demás, más allá de sus ojos de pupila rasgada y capacidad de sentir y reflejar los sentimientos más profundos del ser con que hiciera contacto físico, por lo demás... es igual a los demás niños, no es un monstruo, tan solo es Diferente. Una diferencia que duele, pero es fácil de llevar.

—Muy bien, andando. —en el mismo caballo subió el jefe, tomando las riendas del corcel. Por costumbre se recostó de él, casi una rutina a la que por fuerza se tuvo que acostumbrar

El galope del caballo gustaba, se sentía de modo gracioso dar tantos pequeños brincos, la brisa dando de lleno en su rostro, lo único que alcanzaba a disfrutar de estas excursiones por llamarlo de algún modo. Se detuvieron luego de mucho rato, en un claro bastante despejado del bosque. Fue puesto en el suelo, dando unos cuantos pasos con intenciones de ir a lanzarse al pequeño lago que resaltaba en el lugar.

—Hey, ya sabes a que vinimos. —supiro ante el pequeño llamado de atención, por supuesto que lo sabia y por ello intentaba evitarlo. Las manos del lider desabrocharon con la delicadeza propia de un cazador aquel grueso collar que rodeaba su cuello.

Su pequeño quejido de dolor hizo a todos tomar con mayor fuerza sus armas. La falta de presencia de ese collar en su cuello es grave para él, por su cuerpo se expande un calor abrazador, una sensación particular de estar dejando algo salir sin darse cuenta. Escucha aleteos, algún que otro ruido seco, se abraza a si mismo con la cara roja, por motivos desconocidos la vergüenza lo invade. Finalmente lo que estaban buscando aparece, mucho mas pronto de lo que esperaron en un inicio.

Varios arboles caen ante el peso del enorme animal que descendido del cielo, con bellas escamas amarillas de tono cobrizo por la luz del claro. Su expresión no era hostil, reflejaba preocupación por alguna razón que posiblemente descubriría pronto. En contrario con los adultos que se hicieron atrás, el se acercó al imponente animal y puso una de sus manos en su gigantesco hocico.

Tranquilidad, pena, cariño, dolor, añoranza, tristeza, culpa, serenidad.

—Tranquilo... No permitiré que te duela. —aseguró dando suaves caricias al ahora adormilado animal, que en contrario a las tantas veces en las que debía colaborar en la cacería, el dragón no quedo absolutamente dormido.

—Debes... huir de ellos... Antes de que... hagan lo que quieren... Escapa, pronto. —abrió los ojos con sorpresa, el rugido débil y adolorido lo hizo saber que mientras hablaba, los cazadores se acercaron y ya no había más que un enorme cadáver. Moqueo poniendo ambas manos en el hocico escamoso, lo último que sintió.

Dolor, preocupación, pena.

—Yuuri. —se giró al líder, quien con delicadeza coloco el collar en su cuello y tomo su mano. —Ya está listo, volvamos a la aldea.

— ¿Puedo... ir a pasear un rato? —el musculado hombre alzo una ceja. —Hice lo que debía y… no quiero estar encerrado todo el día, por favor. —pidió, sus ojos acuosos lo hacían lucir más adorable. El hombre Suspiró mirando el cielo por un momento.

—Para el atardecer te espero en la aldea, si tardas más de la cuenta despídete de tu cena por una semana. —Yuuri lo abrazó y seguido salió corriendo en dirección al lago y lanzándose a este.

— ¿No tiene demasiada libertad? —preguntó el muchacho de cabello castaño y tez morena. El líder sonrió con confianza.

—Lo principal con una bestia es saber recompensarlo al hacer bien su deber, de otro modo no hay confianza ni control por medios simples. Darse un chapuzón y estirar las piernas no influirán en su comportamiento. —palmeo el hombro del muchacho.

—Sigo pensando que como mínimo debería estar encadenado. —opino mirando con repulsión al menor que se divertía en el lago.

—La tendrá en su momento, por ahora déjalo ser. Que sea un pequeño premio por atraer a este animal. —monto un pie en el hocico del cadáver. —Veamos que tanto vales.

No se enteró ni quiso hacerlo en cuanto a que fue el modo de obrar con el dragón. Nunca dejaba de verlo como algo sumamente cruel a esas criaturas tan bellas y majestuosas, comprendía que esto daba ciertas razones a las tribus para cazarlos, la escala era tremendamente absurda. Desde ropas, armas hasta comida... Del cadáver de un solo dragón sacaban cualquier cosa y a su alma se le antojaba repugnante.

Salió del lago sacudiéndose de pies a cabeza, quitando el exceso de agua que se cargaba encima. Tocó el collar con delicadeza, quería comprender por qué sin este su cuerpo se acaloraba, el olor dulce que inundaba el aire y más aún, porque los dragones venían a él como moscas a la miel. Desde que tiene memoria ha sido igual, sin excepción alguna y sumando a esto esa extraña capacidad de percibir y reflejar las emociones o sensaciones con aquellas personas o criaturas vivas con las que hiciera contacto.

Podía resultar tan hermoso como aterrador dependiendo de quién o que fuera. Volteó bruscamente al escuchar un extraño sonido, ocultándose tras un gran árbol, asomo la cabeza con levedad, logrando observar a un dragón de posibles 30 metros, herido hasta la última escama, sangrando y notoriamente cansado. El animal bebió agua del lago con desesperación, alzando la vista y causando un escalofrío en su cuerpecito. Como buen cobarde sabiendo su probable muerte arrancó a correr a la Aldea, dejando a una bestia curiosa por su presencia.


— ¿No tienes más libros? Es que... ya lo acabé. —mostro el objeto en sus manos, el grueso libro de cuentos no tan infantil de portada gastada y polvorienta.

—Oww Yuuri, deberías leer más lento.

—A este paso no existirá libro que no hayas leído. Pediré a mi madre unos cuantos más cuando salga de viaje de nuevo.

Sonrió radiante a los dos niños que se encontraban en su oscura y pequeña "habitación". Uno de ellos con la piel en tono canela, ojos y cabello Negro y sonrisa amable, Phichit Chulanont; por otro lado, un poco más mayor estaba un niño de cabello negro y ojos azules/grises de sonrisa confiada y burlona, Jean Jacques-Leroy hijo del líder de la aldea. Ellos dos eran sus mejores amigos, así como los únicos cabe destacar, los veía casi todas las noches cuando deberían de estar durmiendo al igual que los demás aldeanos.

Su amistad en si podía tomarse como una rareza, Yuuri no es alguien que hable demasiado en contrario a los otros dos, sin embargo, la comodidad que brindaba el que al menos esos dos se interesaran en por su existencia es indescriptible. Los ama con todo su ser, no se hace una idea de lo sofocante que sería su vida de no tenerlos a ellos.

—Oí que hoy fueron de cacería ¿No te sientes mal? —el moreno acarició con cariño la cabeza del más pequeño, el cual bajo la mirada.

—Estoy bien, el dragón estuvo muy tranquilo. — encogió los hombros en un suspiro incómodo.

—Mi padre aun no me da permiso para acompañarlos. —Jean devolvió su cabello con fastidio. —Es muy injusto considerando que eres mucho más pequeño y te obligan a ir.

—Sabes que Yuuri es especial, de una forma que no comprendemos y solo por eso debe ir. —lo miro con odio fingido abrazando al pelinegro.

—Lo que quiero decir es que yo también deseo ver dragones, estando vivos han de ser una maravilla, cuando llegan aquí son solo un montón de carne. —resoplo con cierta molestia. —Quien sabe, si me ven sin un arma tal vez no me odien.

—O te usen de mondadientes. —Jean saco la lengua y sonrió divertido.

—Como sea, cuando sea líder verse a muchos ¿Verdad, Yuuri?

—No lo sé, ellos también piensan, se alejarán de esta zona para no morir. —suponía debido a los instintos más primitivos de los animales y criaturas, si un área es peligrosa, te vas y buscas un mejor lugar.

—Lo importante es tener la esperanza, cuando vea a uno lo fascinare con mi JJ Style. —aseguró sonriente y haciendo su particular pose.

—Ah~ De seguro se rieran mientras te comen. —negó con la cabeza, divertido. —Eso me recuerda, te traje esto del comedor, últimamente tu comida es menos. —los ojos de Yuuri se iluminaron, tomando el trozo de pan y devorándolo con ansias.

—Me tengo que ir, si me ven aquí te regañaran a ti. Hasta mañana Yuuri.

—Yo también me voy, mi mamá se enojará si se entera de que vine a verte de nuevo

—Adiós... Hasta mañana. —despidió en voz baja. Cuando sus amigos ya se encontraban fuera se quitó su ropa, vieja y que anteriormente pertenecía a otros niños de la aldea que ya han crecido.

Estando desnudo se acostó en la cama, cubriéndose con la mullida piel de hipogrifo. Por costumbre dormía de esta manera hiciera el tiempo que hiciera, podía estar en temporada de heladas en la misma situación y es que su cuerpo entraba en calor muy pronto, así como disfrutar enormemente el frío en su piel. Se acurruco más, recordando a Phichit diciendo que parecía un pequeño animalito al hacer esto. A su mente vino el recuerdo del dragón en el lago, el cual seguramente si lo vio y curiosamente no lo persiguió.

¿Sería un dragón Bueno? O más bien, uno tranquilo, ahora tenía la pequeña espina de la curiosidad encima, posiblemente la criatura estuviera aun cerca del lago, podía ir a verla, calmarla y así mostrársela a Jean, si, es una buena idea... Lo difícil es salir de la aldea sin ser notado, la suerte generalmente jugaba en su contra, no quería que lo regañaran o quedarse sin su comida por escapar unas cuantas horas al bosque... Pensándolo mejor, nadie se radia cuenta si lo hace de noche ¿no?

Se arrepentía de su decisión en este preciso momento, el bosque a oscuras daba un miedo terrible por la penumbra y múltiples ruidos de desconocida procedencia. Trago duro, apretando la piel de oso que tenía por abrigo, gruñidos se escuchan peligrosamente cerca, su temerosa persona se dio a la fuga en una dirección completamente aleatoria, con el sonido de pisadas de animal a sus espaldas.

Entro en una cueva de particular apariencia y que por nada debía ser natural, siendo un claro, muy cercano al lago de la mañana. Asomó la cabeza con disimulo, intentando ver que lo estuvo siguiendo, olvidando esto por completo al tener un aliento caliente en toda la extensión de su cuerpo. Giró muy lentamente, quedando cara a... hocico, precisamente lo que estuvo buscando.

El dragón de escamas plateadas.

— ¡AAAH! —grito a la misma vez que la bestia rugía. Con el corazón en la garganta salió de la cueva con intención de huir, dando lugar a la siguiente mala pata que venían a ser los lobos. —Tra-tranquilos... Por favor Tranquilos... —alzo las manos para calmar a los rabiosos canes que gruñían mostrando sus colmillos al pequeño. —N-no me-

Uno se lanzó al ataque, siendo impedido al momento por un golpe de cola en el aire, lanzándolo muy lejos y causando pavor en los demás. Vio hacia arriba, notando que el dragón lo cubre y rugue a los depredadores de menor tamaño, los cuales huyen por la aplastante desventaja. Una vez en pie camino para quedar frente al dragón, con la pobre iluminación lunar alcanzaba a admirar la piel herida y lo agotado que se encontraba.

—gra-gracias por ayudarme. —la bestia no lo escucho aparentemente y de hacerlo, ignoro lo dicho. —Eres... ¿bueno? —busco su mirada, recibiendo en respuesta un amenazador gruñido con las fauces entre abiertas. — ¿Te duele? Puedo hacer que no duela. —ofrecía sonriendo cándido, pues de ser como mínimo sin escrúpulos no se tomaría la molestia de ayudarlo con los lobos hace unos segundos. Coloco una mano en la enorme para delantera del animal

Calma, serenidad, agradecimiento, paz.

El dragón contrario a lo que debió suceder se alarmó, pegando su cabeza contra el niño oliéndolo con desesperación, tumbando a este al suelo y girándolo en un intento errático por detectar algo en especial. La mezcla de susto y cosquillas produjo risas que, a la vez, pararon al dragón.

— ¿Eh? ¿Qué te pasa? —ladeó la cabeza con curiosidad con respecto a la forma de actuar tan extraña. El dragón resoplo, con el ceño aparentemente fruncido, confundido. —Oye, oye…—llamo levantándose, persiguiéndolo dentro de la cueva. — ¿Eres bueno? Sé que pueden hablar, no me ignores por favor…—pidió con las manos en la cola de la bestia.

Confusión, decepción.

— ¿Qué te ocurre? Estas muy triste…—recostó su mejilla en el apéndice escamoso, llamando aún más la atención del animal, quién con fijeza lo observa. — ¿Tiene conexión con tus heridas? Puedo ayudarte a curarlas, en la mañana vi un arbusto de-

—No, espera a que amanezca para salir. —su voz hizo eco en la cueva, moviendo su cola para impedir el paso al infante fuera del rocoso lugar. Los ojos de Yuuri centellaron en emoción de recibir estas palabras.

—Está bien, me iré en la mañana—sonrió entre la penumbra, estando tan dentro el dragón lucía negro en lugar de plateado o quizás pudiese camuflajearse y no se enteró de este detalle. — ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Yuuri, tengo 8 años y-

—Guarda silencio. —ordenó bostezando, enroscándose en sí mismo para dormir, gruñendo muy suavemente debido al escozor de sus heridas. Yuuri hizo un puchero, acercándose y recostándose de él. —Eres… ¿Humano?

—Sí, aunque no me parezco a los demás niños de mi aldea.

Esperanza, alegría, ilusión.

No preguntó a que vino ese torrente de emociones positivas en el reptil, se limitó a dormir recostado de su pata, sin estar consiente de ser profundamente observado por quién es su almohada. Con mucho cuidado, tomando provecho de la gruesa piel de oso que cargaba encima lo subió a su costado, arropándolo con su ala.

—Yuuri…—murmuró recostando su cabeza entre sus patas.

Con el pasar de las horas transcurrió la noche, llegando la mañana y una vez la cueva estuvo lo suficientemente iluminada Yuuri despertó, notándose en un lugar diferente. Miró al dragón, el cual aparentemente dormía. Con mucho cuidado bajo de su cuerpo, llegando al suelo de cara y ensuciándose todo el rostro.

Pasos ligeros y lentos hasta salir de la cueva y así permitirle seguir durmiendo, detuvo el andar al percatarse en algo en el suelo, leyéndolo con voz apenas audible. —Viktor…—fijo su mirada en el dragón por un segundo, sonriendo.

— ¡Vendré por la noche! —aviso emocionado, despidiéndose con la mano. Viktor suspiró con pesadez al verlo alejarse.

El bosque de día daba una imagen hermosa y tranquila, todo lo opuesto a lo que ocurre al ocultarse el astro mañanero. Llegó pronto a la aldea, el olor a desayuno mantenía su vacío estómago en la incertidumbre de si podría masticar hasta la más mínima porción. Escabullendose con maestría poco común en su ser entró a su habitación, metiéndose en la cama y dormitando en esta, con la esperanza de que alguien llegara a darle su desayuno o al menos un aviso de que no lo tenería y no permitir crecer la ilusión.

—Yuuri~ ¿Qué haces aun dormido? ¡Es hora de desayunar! —levantó la cabeza con prisa ante el aviso dado por Phichit, pues esto daba una clara señal. —Vamos antes de que se acabe. —apresuro tirando de él.

—Qué raro, hasta donde vi dormías sin ropa. —mofo Jean con su sonrisa característica, el color rojo se apodero del pálido rostro.

—A-anoche tenía frío. —excuso.

—Noa habías dicho que te gustaba el frío y por eso mantenías tu linda barriga al descubierto mientras duermes. —contorreo el moreno. — ¿Hiciste algo malo Yuuri?

—Y yo que te pensaba el más obediente de nosotros, mal Yuuri, muy mal... —siguió con el jugueteo hasta percatarse del bajón que dio el de piel clara. —Es mentira, de los tres seguirás siendo el santo. —palmeo su cabeza como si de su Hermano se tratara. —Ahora, andando a nuestro sagrado deber de acabar con la comida de todos.

En la gran mesa puesta para el desayuno general de todos los que conformaban la aldea se alcanza a apreciar desde carnes, pollos, ensaladas o intento de estas y uno que otro pastel u alimento horneado. Jean coge los platos más grandes haciendo provecho de su estatus como hijo del mandamás y los transporta a donde sus dos amigos esperan, aguanto la risa ante el pequeño hilo de baba que bajo por la comisura del labio del más pequeño de los tres, debía estar muriéndose de hambre enserio.

Comían hablando de cualquier clase tontería que viniera a sus cabezas, nada realmente relevante o importante, riendo al ser observados por la gente ponzoñosa. El silencio se formó incluso entre ellos cuando el líquido de color purpura y buen olor cayo en la cabeza del mas bajito.

—Ops... —expreso con notoria burla, siguiendo con su camino.

—Que odiosa. —inflo los mofletes.

—No importa, sabe bien. —lamia la comisura de sus labios sin dar mayor relevancia al asunto. —La carne... esta rara.

—Esta igual que siempre luego de una cacería. —afirmo Jean con la boca llena. Yuuri mordió un pedazo, el cual costo masticar mucho más tragar. —Dragon a la parrilla no es la mejor forma de comer de todos modos. —tragó, dejando de lado su apariencia de Hámster y viendo como Yuuri se arquea tosiendo.

—Está muy buena ¿Seguro que no estas mal del estómago? —interrogo con cierto grado de preocupación al notar que se ponía un poco más pálido, tapando su boca con una mano en gesto de repulsión.

— ¡Yuuri! —el llamado los asusto, el nombrado giro la cabeza en dirección al líder. —No te he dado permiso de comer, regresa a tu habitación.

—Pero tú me dijiste que lo fuera a-

—He dicho que regreses a tu habitación. —insistió cortando el reclamo de su hijo. Yuuri se levantó, tambaleando por ganas de vomitar, un empujón en la espalda lo forzó a caminar más rápido, Jean chasqueo la lengua con molestia.

— ¿Qué tiene de malo que Yuuri coma con nosotros? Es un niño igual que nosotros. —farfullo inconforme, Phichit negó con la cabeza, desilusionado.

—No lo sé. Guardemos algo para cuando tu papá no esté mirando.

—iremos de cacería dentro de dos semanas, más te vale comportarte hasta entonces. —advertía y Yuuri asintió, apretando su ropa. —Y tienes prohibido hablar con mi hijo.

— ¿¡Qué!? ¿Por qué? —su pulso se precipito, lo más bonito de su vida son sus amigos, que se lo quieran quitar es... horrible.

—No lo hagas. Me entero por cualquier persona sea verdad o mentira de que has hablado con él traeré de nuevo esa cadena para que no puedas y moverte dentro de estas cuatro paredes ¿Quedo claro?

—Pe-pero yo-

— ¿Quedo claro o no? —asintió con los ojos llorosos. —Leo traerá tu almuerzo. —aviso antes de cerrar la puerta. Yuuri se sentó en su cama gimoteando, negándose a llorar. Jean y Phichit siempre lograban alguna manera de escaparse aun si es por las noches y un tiempo muy corto, tenía esperanza de que pudieran hacerlo ahora…

Releyó el libro en todo el tiempo que tuvo ahí metido sin más nada que hacer, es decir, todo el día. Tuvo su pequeño almuerzo y cena, sin señal alguna de que sus dos amigos, el silencio se hacía insoportable a pesar de su costumbre a él.

Siendo ya muy tarde se colocó su enorme piel de oso y tomando provecho de la tabla suelta en una de las paredes salió, inspeccionado que no hubiera nadie alrededor que pudiera verlo. El camino por el bosque sabiendo a donde ir -más o menos- se hizo menos largo, por no decir que no tuvo que preocuparse tanto por el montón de ruidos entre arbustos, llegando a la cueva sin dificultad y con la luna en su mayor punto de altitud.

— ¿Hola? ~ ¿Señor Dragón? ~ —llamó dentro de la cueva. — ¿Se fue? —murmuro desilusionado, la ventisca de aire caliente en su espalda removiendo su cabello respondió a su pregunta. — ¡Hola! —saludo dando la vuelta, apreciando de mejor manera las escamas plateadas de Viktor.

—Hueles a Mora. —acoto resoplando de nuevo, el olor a esa fruta no es de su agrado.

—Sala me tiro un vaso con jugo de mora y no me he bañado. —explicó, Viktor paso a la cueva, llegando hasta el final de esta y echándose. — ¿Por qué estas herido? ¿Escapaste de cazadores que te querían hacer daño?

—Fue más un pleito con otro dragón. Deberías volver a tu aldea, los lobos no tardaran en aparecer si hueles tanto. —Yuuri se sentó, abrazando sus piernas y con expresión alegre en su plenitud.

—Me quedare a dormir como ayer. —sonrió con los ojos cerrados. —Eres un dragón bueno ¿verdad? Jean quiere ver un dragón de cerca y que esté vivo, pensé que podría venir alguna vez para que te vea, también a Phichit podría gustarle. Sería muy divertido estar todos juntos aquí ¿Cierto? Quizás nadaríamos en el lago y-

—Como traigas a cualquier otro humano ante mi presencia no solo el imbécil acabara en mi estomago ¿Entendiste? —amenazo con un gruñido muy audible, Yuuri parpadeo un poco confuso.

— ¿Por qué? Ellos son bueno igual que yo, no te harían daño alguno, buscaríamos con que curar t-

— ¡HE DICHO QUE NO! —rugió tumbando al niño al suelo, la piel de oso permitió ver en mejor medida su cuerpo. Viktor se notó sorprendido al fijarse mejor en él, olfateando el cuerpo humano con esmero.

— ¿Q-Que haces? —preguntó aguantándose la risa, por algún motivo el hocico terriblemente frio de Viktor daba cosquillas. Resoplo con fuerza al chocar con determinado objeto.

—Esa cosa en tu cuello, quítatela, ahora. —demando, por su gran tamaño se dificultaba la tarea de hacerlo por su cuenta, Yuri toco el collar que rodeaba y cubría su cuello, mirando a otro lado, sentándose de nueva cuenta.

—No me lo puedo quitar, el líder me dijo que si lo hacía pasarían cosas malas. —murmuró con cierta curiosidad con respecto al interés del dragón por el collar.

—Eso es irrelevante, quítatelo AHORA. —enfatizo en un tono de voz que a Yuuri lo hizo sentirse extraño, una especie de falta de voluntad y necesidad de hacer caso absoluto a la orden tan sencilla dicha hace unos segundos.

Llevo sus manos temblorosas a la parte trasera del collar, abriendo la correa con facilidad y culminando con la prenda entre sus manos. Parpadeo repetidamente, con el calor invadiendo todo su cuerpo y su rostro tomando un fuerte sonrojo ante la mirada complacida e ilusionada del dragón.

Alzó al niño que jadeaba, colocándolo en un pequeño huevo formado por su cuerpo enroscado y acariciando su mejilla con la punta de su hocico, disfrutando del aroma tan invernal y dulce que salía del pequeño, quién se mantenía en un estado de semi inconciencia de no entender que ocurría con su cuerpo o por la muestra de "cariño" por el dragón.

—Yuuri~ —gorgoteo con gusto. Gozando de los escalofríos que recorrían el cuerpo contrario y pequeño.

Despertó sobresaltado, pasando como pudo por el cuerpo de Viktor, el calor que su cuerpo sentía al no poseer el collar se había esfumado, por no decir que, por muy raro que suene, sus manos tenía una textura muy rara, más escamosa y un tono un tanto oscuro en sus dedos.

— ¿A dónde vas? —respingo al escuchar a Viktor hablar, con los ojos fijos en él, examinándolo a profundidad. — ¿No estas cómodo?

—Debo volver antes de que me castiguen por salir. —le preocupaba el asunto, volver a tener la cadena y estar literalmente todo el santo día y noche sentado en el suelo no es lindo, no lo quiere de vuelta.

—No tienes razón para volver, quédate aquí, conmigo. —bostezo, mostrando cada colmillo en sus fauces. Yuuri ladeo la cabeza con duda al respecto.

—Ellos son como mi… familia, tengo que volver. —la carcajada burlona del dragón no hizo más que sobrecogerlo. Viktor se levantó, caminando lentamente fuera de la cueva.

— ¿Tu familia? Son unos aprovechados de tu existencia, son humanos. —resalto con tono amargo.

—No son aprovechados, son buenos. —afirmo con mucha seguridad al respecto, obviando las interacciones con la mayoría, pues que fueran indiferencia hacia su persona no quería decir que se trataran de malas personas, al menos esa era su opinión inocente.

—Tan bueno que no te han permitido saber ni tu propia especie ¿A qué crees que viene tu capacidad de transmitir sentimientos? Sentirlo, tus ojos tan similares a los míos ¿no te lo has preguntado nunca? —acerco su cabeza al pensativo y asustado infante. —O más bien… ¿Recuerdas cuantos años tienes?

—Te-tengo 8. —su tartamudeo dio lugar a otra pequeña burla, algo más bien como una risa divertida por la inocencia en aquella pequeña oración.

—Y dime, si en verdad tienes ocho años… ¿Desde hace cuánto estas en esa aldea? A quienes conoces desde que son unos niños y han crecido mientras tu no cambias en lo más mínimo. Eres un dragón Yuuri, uno al que tiene cautivo e incapaz de reconocer su propia naturaleza.

—Soy humano, mírame. Estas mintiendo y hacer eso es malo. —acuso con el pulso acelerado por el miedo que proporcionaban las palabras de la enorme bestia. Viktor se acercó, mirando el collar que permanecía en las manos de Yuuri.

—Ese collar impide que tus feromonas salgan, que te desarrolles de buena manera, te ves más humano de lo que deberías.

— ¡Deja de mentir! —pataleó con los ojos aguados. —Yo soy humano, di-diferente, pero soy humano. —insistía, aferrado a lo que simplemente, es su vida, su realidad. Viktor suspiro, para sorpresa de Yuuri comenzó a encogerse.

Lo que fue el enorme dragón de escamas color plata, ahora se hizo un hombre de extenso cabello plateado, alto y cuerpo bien proporcionado. Sus ojos aguamarina de pupila rasgada tan similares a los suyos lo asustaban, las manos con escamas y garras al igual que los pies, alas en su espalda y una cola saliendo de la parte inferior de su espalda. Acuclillado frente a Yuuri alzo su rostro con un dedo, delicadamente para evitar más terror en él, ese que se notaba, el que transmitía con este toque tan superficial que mantenían.

—Lucir humano no te hace uno Yuuri y es tu caso. Eres una cría, una que por algún motivo está lejos de sus padres. —hablaba tan lento como fuese posible. —Una cría Omega y se están aprovechando de eso. —Yuuri guardo silencio, sollozando bajo. —No es malo ser un dragón ¿A qué viene ese llanto?

—Y-yo no soy un dragón…—rompió a llorar con más furor.

—No te mentiría con algo así, creme, nadie más que yo en este mundo querría evitar hacerte daño. —aseguro cargándolo con suma facilidad, sentándolo en su regazo y cubriéndolo con sus alas en un abrazo entre frío y cálido.


— ¿Los dragones pueden verse como humanos?

El hombre detuvo su andar, girándose al pelinegro que se encogió un poco sobre sí mismo, tal vez fue una muy mala idea preguntar.

— ¿Por qué la pregunta? —interrogo entrecerrando los ojos y viéndolo con sospecha, siendo algo tan puntual y exacto daba malas señales.

—Le-Leí un libro donde eso pasaba. —excuso escueto, con la vista clavada en el suelo. Cerró la puerta, sentándose en un pequeño taburete que había en la habitación.

—Los dragones son bestia sin pensamiento alguno…

Mentira…

—No son más que bestias Yuuri, no pueden cambiar de forma, la magia de ese tipo no existe.

Mentira…

— ¿De dónde exactamente leíste eso? —sacó de debajo de su cama el libro, entregándoselo, ya alguna excusa tendría para decir donde se lo encontró, aunque posiblemente saliera aun peor. —Son mitos de algún loco escritor sin más nada que hacer.

—Pero… y si de verdad pudieran…. Matarlos es aún peor. —expreso su preocupación referente al asunto, siempre le dolía cuando uno es asesinado, como cualquier otro animal, pero visto lo visto con Viktor no paraba de imaginarse a todos los que ayudo a fuerza a matar.

A todos los que ayudo a asesinar.

Recordaba con especial ahínco al último, aquel que lo aconsejo de irse. El padre de Jean rodo los ojos, tirando el libro a un lado y poniendo una mano en la cabeza de Yuuri, haciendo presión.

—Su única razón de existir, es ser bonitos para decorar y buenos para comer. Entiende algo Yuuri, me importa poco o nada lo que pase o deje de pasar con ellos, metiendo en esto lo que opines al respecto. —se colocó a la misma altura, con aquellas pupilas un tanto alargadas fijas en él. —Seguirás ayudando en la cacería, porque seguiremos cazando y de ese modo, mientras ellos mueren nosotros nos beneficiamos de sus restos ¿Quedo claro?

—N-no es justo… Y-yo no quiero seguir ayudando en esto. —gimoteo con mayor desespero, sintiendo que la actividad ahora es el doble de pesada de lo que era de por sí.

—Aparentemente no quedo claro. —suspiro con decepción. De una alta repisa tomo una corta pero fuerte cadena.

—Yuuuuuuuri~ Le quite el plato a Sala y te lo traje, es asombroso que la vaca no sea e- ¿¡Que haces encadenado!? —dejo el plato en el pequeño taburete, acercándose al pelinegro que tiraba muy levemente de la cadena.

Aunque se auto regañara por el pensamiento, Jean no podía evitar ver al más pequeño como un animalito viéndose así, los ojos grandes y brillantes junto al collar y cadena lo asemejaban a un perro, principalmente los de cacería tomando en cuenta lo que viene a ser su "papel" en la aldea.

—N-no la quites… me van a regañar…—pidió sin hacer un esfuerzo por detenerlo.

—No importa, di que fui yo y no habrá problema. —sus mejillas rojas por el esfuerzo de tirar la cadena lo hacían ver un poco caricaturesco. —El JJ Style es de proteger amigos y… ¡AL FIN! —festejo con el metal en la mano.

—Tu papa me dijo que ya no puedo hablar contigo…

—No hagas caso a sus tonterías, cree que va a vivir lo suficiente para mantenerme vigilado. —rio despreocupado—Gírate que quiero quitarla y no te asfixies mientras duermes.

— ¿Tú crees que los dragones puedan verse como humanos? —preguntó con la esperanza de escuchar una respuesta positiva al respecto.

—Pues… Son unos bichos del tamaño de un roble, escupen fuego, hielo, metal… Que puedan verse como humanos no sería tan extraño, de hecho, sería increíble ver algo así. —fantaseo, denotando su corta edad por lo fácil que podía aceptar el asunto.

—Si eso es así… ¿Qué piensas de matarlos? Las cacerías…—se sentó, tomando el plato que Jean tendió.

—Es algo natural, si ellos nos matan, nos comen y viceversa, lo que tal vez no esté tan bien y que sigo sin encontrar todo el estilo es quitar su piel y lo demás. Es una cadena Yuuri, no podemos cambiar algo como eso. —este punto de vista un poco más compasivo sirvió para calmar la mente turbia y confundida.

—Tu recuerdas cuando eras más pequeño como... ¿Cómo era yo?

—Pues no muy bien, te recuerdo igual que ahora ¿por qué? —Yuuri desvío la mirada.


—Que vuelvas con intenciones de irte al amanecer es un gasto de energía inútil. —comentó mirando al pequeño tomar lugar, con un libro entre sus manos. — ¿Que traes ahí?

—Jean me lo dio hace unos días, es una historia muy bonita. —sonrió, teniendo como espaldar al gran reptil que se negaba a cambiar de forma por motivos desconocidos. —Es una historia muy extraña, un dragón pequeño salva a un humano, un cazador de dragones.

— ¿Y qué más? —pregunto en tono repentinamente ansioso, quiso tocarlo de forma directa y captar en su plenitud que es lo que ocurría.

—Se van juntos a buscar un mundo donde los dragones no temen a ser cazados por los humanos nunca más... —relató con alegría por el final feliz. — ¿Eso es verdad? Si es así, porque no te vas a donde no-

—Es un ridículo cuento de Hadas Yuuri. —gruño levantándose. —No existe.

—Pero... alguien escribió esto y es verdad que los dragones cambian de forma ¿Por qué ese mundo no sería real? Donde pueden estar seguros de-

—Es un cuento para niños ilusos. Si lo único que quieres es vivir seguro lejos de los humanos puedes dejarme eso a mí, cuidaren muy bien de ti. —afirmo pasando su hocico por la regordeta mejilla sonrojada del niño. Se detuvo al sentir el tacto de la pequeña mano en su piel llena de escamas.

— ¿Por qué eres así? Tienes tanto cariño al hablarme...

Cariño, amor, alegría, esperanza, calidez, afecto.

—Tantas... emociones... Como si me conocieras o estuvieras lleno de deseo por mantenerme a tu lado. Se nota en tu mirada y no entiendo... Por qué.

—No es algo que amerite tu comprensión. —esquivo la pregunta sin demasiado esfuerzo, volviendo a echarse junto al pequeño. —Lo único que necesitas entender es que mi razón de vivir es cuidar de ti, permanecer a tu lado e impedir que cualquier ser con mala intenciones te lastime.

—Eres muy bueno. —lo abrazó sonriendo, transmitiendo a la vez que daba a saber la parte más íntima y pura de su alma.

Lo que "comprender" significaba no aplicaba en lo más mínimo a su situación con el particular dragón. No llegaba a entender que es lo que siente por él y viceversa, esa conexión formada desde el primer toque con su fría superficie, una sensación de completación que, sin embargo, no se podía dar por concluido. La rareza es lo que mejor define lo que ahora transcurre.

Su rutina se hizo pasar todo el día dentro de su habitación, esperando sus comidas o de sus dos amigos que, aceptando los castigos de sus respectivos padres por no ser precisamente discretos, le hacían compañía por muy largos ratos. Por las noches iba a hablar con Viktor, el cual se encargaba de explicar todo a la referente especie que supuestamente pertenece, sobre los Omegas, Alfas, destinados entre otros temas que lo ponían rojo de vergüenza.

Problemas vinieron cuando el día de la cacería llegó, el collar fuera de su cuello hizo feromonas salir sin control, el collar hecho a base de escamas de dragón blanco que permitían bloquear su desarrollo anatómico en general. Sus manos tomaron un tono negruzco y contrario a las demás veces, el calor que su cuerpo adquiría no lo molesto, por el contrario, lo disfrutó, con un extraño deseo de por medio.

La necesidad de encontrar a Viktor, de ir a donde este habita y acurrucarse en él como si el mundo fuese acabarse y no existieran más momentos para estar juntos. El alegró levanto tierra y hojas secas, el dragón de escamas azulonas aterrizó, con un gran cuerno frontal resaltando y casi haciendo daño cuando velozmente sin prestar atención a nada más, intento tomar a Yuuri de la ropa, moviendo las alas con clara noción de alzar vuelo, llevarse al niño en el proceso.

Yuuri lo toco, asustándose por la marea de erráticas sensaciones indefinidas que movían al dragón, sin alcanzar a calmar su ansiedad y de ese modo evitar el dolor en su muerte. Jadeando arrastro su cuerpo lejos del cadáver, con miedo profundo al sentirse deseado por motivo desconocido. El líder no pudo detenerlo de salir huyendo en dirección al bosque con desespero, abrazando su cuerpo con esmero en un intento de alivio a su temor. El fuerte rugido ya conocido apresuró su paso, llegando en pocos minutos a la cueva, encontrando al iracundo dragón en esta, el simple contacto visual no trajo más que un mal presentimiento a su extraño estado corporal.

—Vik-Viktor... —por segunda vez en todo el tiempo que juntos compartían, Viktor se mostró en su forma humana, o la que más lo aparentaba. Tumbo al niño al suelo, clavando sus manos a los de su cuerpo a la vez que sus alas, agazapándose a él con plenitud.

— ¿Por qué tentabas a otro Alfa? ¿¡POR QUE!?—rugió iracundo y cegado por la envidia que a su casta caracteriza por sobre las demás.

—Y-yo no...

—Yo soy tu Alfa... Nadie más que yo puede siquiera olerte ¿Estas entendiendo? —interrogo con su piel haciéndose escamosa y plateada. —No permitiré que me cambies... NO ME VAS VOLVER ABANDONAR. —Bramó colerico, rasgando la ropa del Omega bajo suyo con las garras.

A pesar de la brusquedad en el acto para desnudarlo y dejarlo boca abajo, lo deseaba, de una manera muy diferente a como ocurría, pero el deseo seguía ahí haciendo una fuerte contradicción llevada en una parte por sus hormonas sueltas y descontroladas. Bajo el mayor no pudo ver su expresión, tan solo sentía esa mezcla caótica y aturdidora de emociones y sensaciones.

Aparte de que por un momento todo se hizo a un lado para hacer una pregunta mental muy clara… ¿Volverlo a abandonar? Apenas llevaba alrededor de tres semanas hablando, llevándose bien, queriéndose sin ninguna clase de fundamento previo y Viktor hablaba de tal manera que parecía conocerlo de toda su corta vida.

Mordía con lujuria desenfrenada la piel del Omega bajo suyo, metiendo un par de dedos en su interior, escuchando con morbosa satisfacción los gemidos agudos y erráticos de este. Lamio la nuca de Yuuri, el olor ahí siendo más concentrado que en el resto del cuerpo, abrió su boca, con el objetivo claro de morder con todas sus fuerzas, dejar en claro que le pertenecía.

—Es-esto duele…—sollozó con pánico.

Pánico, angustia…

Deposito un suave beso en la zona, no es el mejor momento, al menos eso saco su pensamiento obnubilado y desesperado por tenerlo tan cerca cómo es posible, hacerse uno con él de nuevo y permitir que se alejé. Sacó los dedos húmedos, jadeando vapor frío que erizaba los bellos casi invisibles del Omega.

YA lyublyu tebya Yuuri… ya lyublyu tebya…—jadeo con desespero a la vez que se escuchaba con eco en la rocosa cueva el grito adolorido de ser penetrado.

El lugar adquirió escarcha blanca, las alas de Viktor abrieron agujeros en el suelo por la fuerza con las que son clavadas en el suelo. Volteó a Yuuri, quedando cara a cara y abrazándolo con pavor a que de sus brazos se escapara, amainando el dolor con el frío disfrutable para el contrario.

Su llanto no paró, continuo durante todo el acto sin explicación lógica para él, de como algo tan doloroso a la vez lo hacía sentir más completo, como una parte de su ser llegaba a unirse y que, aun así, no se encuentra concluido. No tuvo mucho tiempo para divagar en su raro sentir a nivel espiritual.

—Vik… tya…—murmuró ladeando al cabeza, viendo entre las lágrimas y la oscuridad predominante del lugar, el rostro de Viktor costaba de definir y mucho más su expresión. Aparto un par de cabello, tocando directamente su mejilla.

Culpa, culpa, culpa, arrepentimiento, culpa, culpa.

Sin duda alguna… Viktor estaba escondiéndole algo que lo hería, que hacía daño a su ser, la pregunta es ¿El qué?

—Pensé que… te gustaría el venado.

Yuuri abrazaba sus piernas, con la cabeza hundida entre ellas y sin mirar al peli plata que dejo el cadáver del animal en el suelo y se acercó. Dio una suave caricia al cabello negro, recibiendo un temblor involuntario de parte del más pequeño.

—I-iré a traerte agua. —tartamudeo enderezándose, antes de alejarse sintió un tirón en su cola, girándose al pequeño. — ¿Yuuri?

— ¿Por qué siento que te conozco? Porque no me puedes decir nada, de tu cariño hacia mí, de mi comodidad hacia ti y porque me siento aun incompleto a pesar de tenerte a mi lado, no lo entiendo. —sollozo, buscando una explicación razonable y que aclarara cada duda que en su cabeza se encontraba. Viktor tomo lugar frente a él, soplando en su palma y creando un lindo copo de nieve.

—si te respondo esas preguntas tu y yo seremos igual que este copo. —comenzó a explicar, permitiendo al objeto cristalino derretirse ante la mirada llorosa de Yuuri. —Si yo sufro tu no has de sufrir, las palabras y explicaciones para esto que sientes no son algo que de verdad debas conocer.

—Quiero saber.

—Eres un niño curioso como cualquier otro. Cuando seas capaz de perdonarme por la verdad yo te responderé. —afirmo dando un beso a la frente de Yuuri, el cual solo apretó los labios.. —Despellejare al venado, si has salido a cazar antes supongo que lo has comido.

—Viktor es alguien muy bello. —comento de repente llamando su atención. —Alguien como tu no puede tener más que un alma igual de hermosa ¿verdad? Lo que hiciste antes, no querías herirme, ser cruel… ¿verdad?

Viktor no respondió, aparentemente algo en aquella oración lo había tocado y Yuuri no supo decir exactamente que fue ¿Acaso se avergonzó del elogio implícito?


—Tus escamas son capaces de reflejar la luz y, por ende, copiar ropa y así no necesitaras físicamente de ella. —explicó limpiando el rostro del pequeño con agua del lago. —Con el tiempo te enseñare a hacerlo.

—Pero yo-

—No puedes volver a la aldea, es ridículo y acabaran por hacerte mucho daño. —corto sin permitir la conclusión de la oración. —Iremos al norte, la zona nevada es buena y me da ventaja para esconderte y así nadie se atreva-

— ¿Por qué me quieres cuidar? Eres muy raro, no te entiendo. —no aparentaba cansarse de expresar su falta de conocimiento en todo lo referente al peli plata. Este suspiro, abriendo la boca para responder, siendo interrumpido por el temblor del suelo y el sonido de múltiples animales huyendo junto al rugido potente.

—Yuuri entra a la cueva. —indico levantándolo y dando un empujón a este. Yuuri miro en dirección al rugió, un enorme dragón de escamas como el atardecer rugía hacia ellos, más específicamente hacia Viktor. — ¡AHORA! —exclamo, siendo embestido y arrojado a un lado por el dragón.

— ¡¿CÓMO TE ATREVES!? —el dragón tenía voz gruesa, la cual no resultaba familiar en lo más mínimo. —Yuuri…—se acercó al pequeño, el cual estiro su mano para tocarlo y al menos tranquilizarlo, siendo interrumpido por el choque de Viktor contra el naranjo.

— ¡APÁRTATE DE ÉL!

— ¿¡O QUE MALDITO!? ¿¡LO MATARAS DE NUEVO!? —ambos se chocaban uno contra otro con bestial fuerza, haciéndose daño. Las alas del dragón iracundo poseían garras similares a cuchillas, las cuales empeoraban las heridas aun existentes en el dragón plata. —No tienes el más mínimo derecho a acercarte a él y lo sabes.

—Es mi destinado…

— ¡DEJÓ DE SERLO EN EL MOMENTO QUE LO OLVIDASTE! ¡ES MI DESTINADO! —afirmo con total seguridad, ambos peleando no son conscientes del pavor causado en el pequeño que sin saberlo es el origen de este pleito que acabaría siendo mortal de proseguir en este rumbo.

Yuuri intento como pudo acercarse, corriendo el riesgo de ser aplastado por los dos luchadores. Una distracción llego, un olor suave que muy conocido es para su ser. Encaminado hasta este se encontró con un dragón de escamas negras, el cual se dejó tocar sin ninguna clase de dificultad.

— ¿Eh…? —parpadeo impresionado, con una sonrisa formándose en su cara junto al gorgoteo del otro dragón, abrazando al cabeza de este.

— ¿Y que piensas hacer? Eres un maldito-

—Soy un Alfa Nikiforov, no necesito de nadie para defenderme ahora. —chocó contra él, tumbándolo y colocando su pata en el cuello del dragón plateado. —Hare un bien a su vida borrándote de ella.

—Esa es mi línea, amargado de mier-

Su atención fue tomada por el repentino aleteo, notando a un dragón negro alejarse con Yuuri en el lomo. Con la adrenalina hasta el tope no mediaron palabra o alguna interacción, dejando de lado el problema y tomando rumbo al aprovechado dragón.

Llegaron a una zona más oculta del bosque, aterrizando y en el caso de Viktor, cambiando de forma para buscar con mayor facilidad al Omega. — ¡Viktor! —siguió el llamado, junto al voluminoso dragón de tonos naranjos.

Lo que encontraron fue cuanto menos particular, el dragón negro frotaba la parte frontal de su hocico contra la mejilla de Yuuri que se dejaba hacer, mirando con una sonrisa al peli plata, quién buscaba explicación a lo que ocurría.

— ¿Y él quién es? —bufo el dragón encogiéndose muy lentamente, concluyendo en un adulto de cabello rubio atado en una coleta y expresión de molestia absoluta, de la misma estatura que Viktor y ojos verdes cual esmeraldas. — ¿Es amigo tuyo?

—De serlo esto no me hubiera tomando por sorpresa. —bufo. El dragón negro negó con la cabeza, encogiéndose y concluyendo su cambio, tomando en brazos al más pequeño de los cuatro presentes. —Tú…

—Lo siento, pero no pensaba dejar a mi hijo donde ustedes seguían peleándose. —explicó el indiferente hombre, que, en posición defensiva, cubriendo a su cría con sus alas entre sus brazos.

— ¿Pa-papá? —tartamudeo Viktor empezando a sudar frío, muy irónico.

— ¡Si! Lo recuerdo, no recordaba su cara, pero es él. —exclamo Yuuri con alegría, abrazándolo por el cuello. —Ot… Ot…

—Otabek. —silabeó.

—Cómo es posible que tu... seas tu papá, estés vivo y él estuviera en una aldea humana. —recrimino Viktor con el ceño fruncido.

— ¿Estas en lugar de reclamar algo? —dijo con amargura el rubio.

—A callar Yuri.

— ¿Quién eres tu? —ladeó la cabeza con confusión. Yuri se acercó, tomando la cara de Yuuri con delicadeza.

Tranquilidad, alegría, cariño, paz…

—No me recuerdas… ¿No le has hablado? ¿No sirves para eso siquiera? —mofo mirando a Viktor, quién desvió la mirada a otro lado.

Molestia, ira…

—No tiene por qué recordar eso.

—Lo que en verdad pasa es que no quieres decirle para que no te rechace ¿Cierto? —sonrió cizañero. — ¿Quiere saber porque te conoce? O porque no sé atreve a hablar de la culpa que lo llena.

Los ojos de Yuuri se iluminaron, por supuesto que quería saber.


La proxima parte la semana que viene :3

bye .3.