Disclaimer: Dobby no me pertenece, es propiedad de JK, como a muchos, la muerte de Dobby me dolió, así que he decidido rendirle un homenaje. Que lo disfruten ;)


Tenía un puñal clavado en el pecho, fue entonces cuando un montón de imágenes pasaron a cámara lenta por delante de sus ojos, a pesar de que empezaba a perder la vista, aunque, ciertamente estaba todo oscuro: se estaba desapareciendo.

Los recuerdos le vinieron a la cabeza, empezando por sus malvados y antiguos amos: los Malfoy. Sí, ellos habían sido unos amos horribles para Dobby, y aún así, Dobby les había servido, pero, ¿cómo no servirles si era un simple elfo doméstico? El amo Lucius era muy malo con él, lo trataba como a una auténtica basura, incluso peor que la ama Narcisa, que ya de por sí no se portaba muy bien con él. El único que no lo trataba del todo mal era el joven Malfoy, pero también era cierto que el amo Draco pasaba la mayor parte del tiempo en el colegio, por lo que no tenía muchas oportunidades para que lo tratara como hacían sus padres.

Había pasado todo un infierno en casa de sus amos, aunque al fin y al cabo era su sirviente, era un ser inferior, no merecía mejor trato del que le daban. Pero Dobby a veces no se controlaba y se auto castigaba durante horas hasta quedar muy malherido, tirado en el suelo cada vez que tenía la idea de desobedecer a sus amos. El amo Lucius se mofaba de él, pensaba que ese era su merecido por no comportarse como un elfo debe comportarse. Y es que Dobby era un elfo diferente: Dobby quería ser libre.

Nunca olvidaría el día en que conoció al joven Potter: honesto, bueno, humilde...una persona a la que seguiría hasta el fin del mundo si hiciera falta. Conociendo al amo Draco, pensó que Harry Potter sería igual de arrogante que él, que lo trataría como una basura, pero Harry Potter era el mago más bueno que Dobby había conocido nunca. Se le anegaban los ojos en lágrimas sólo con su recuerdo, tenía que hacer algo para que Harry Potter estuviera orgulloso de él, porque Dobby no era un desagradecido, no señor, a Dobby le gustaba devolverle el favor a las personas que eran buenas con él, y Harry Potter había tenido la bondad de liberarlo de su infierno.

Le estaría toda la vida agradecido. Después de aquello trabajó en las cocinas de Hogwarts, no le importaba ser un sirviente, cualquier cosa era mejor que estar con sus antiguos amos, el recuerdo de éstos le causaba auténtico terror. Le gustaba ese empleo, por fin podría vestirse a su antojo y, a diferencia de los demás elfos, Dobby tenía un sueldo, escaso pero era un sueldo. Los demás elfos no estaban de acuerdo con él, pero Dobby no era como ellos, no podían entenderlo, a Dobby le gustaba la libertad, le gustaba sentirse útil, adoraba sentirse valorado, aunque sólo el valiente Harry Potter creyera en él, el gran Harry Potter y sus amigos. Además, el amo Potter le había otorgado su confianza sin pedir nada a cambio, sí, el amo Potter era bueno, no era su amo pero a él le gustaba denominarlo así, se lo tenía merecido, había hecho infinidad de cosas por él y Dobby tenía que serle leal.

Cuando en sexto año el amo Harry le encomendó la misión de espiar a su antiguo amo, Draco Malfoy, junto con ese impresentable de Kreacher, estuvo más que agradecido, siempre quiso hacer algo por él y le había dado la oportunidad de demostrarle su lealtad. A Dobby no le gustaba Kreacher, y a Kreacher no le gustaba Dobby. Kreacher era malo con el amo Harry, y Harry Potter se merecía respeto, así que Dobby peleaba con Kreacher, porque Kreacher despreciaba al gran Harry Potter.

Un año más tarde de aquello, Dobby estaba con Aberthford Dumbledore, era un hombre bastante rudo pero no se portaba mal con Dobby. Fue cuando Dobby tuvo la gran oportunidad de agradecerle al amo Harry todo lo que había hecho por él. El viejo Aberthford lo había mandado a casa de sus antiguos amos, tenía que rescatar a Harry Potter, el niño que sobrevivió, el muchacho al que le debía todo lo que era. Dobby sabía que ningún otro elfo habría hecho algo así, pero Dobby era un elfo valiente, Dobby nunca se rendía. Se apareció en unos calabozos de la mansión Malfoy, aún sin saber que estaba condenándose a muerte. Salvó primero al bueno de Ollivander y a aquella chica tan dulce; Luna Lovegood, para luego volver y salvar a Harry Potter de una posible muerte a manos del señor Tenebroso. Reunió todo su valor y subió las escaleras con el valiente Harry Potter y el joven Ronald Weasley hasta llegar al salón de aquella mansión. En la estancia se encontraba una de las brujas que más temía: Bellatrix Lestrange. Aquella bruja lo trataba mal, cada vez que visitaba la mansión de sus antiguos amos trataba a Dobby a patadas, y no contenta con ello, se jactaba de su sufrimiento.

Pero Dobby tenía que olvidar el terror que la señora Lestrange le inspiraba, pues ella estaba torturando a la brillante Hermione Granger, una chica que siempre había sido buena con él, la única que había creído firmemente que Dobby tenía derechos, y por eso Dobby la apreciaba. Sin pensárselo dos veces irrumpió en la habitación y, finalmente consiguió sacarlos de allí. Pero poco antes de desaparecerse sintió una gran punzada en el pecho. Las últimas palabras que pudo oír fueron unos gritos rabiosos de la señora Lestrange... unas palabras cargadas de odio y rencor...de alguien que acababa de darle muerte...

Llegó a su destino casi sin aliento, con sus acompañantes cogidos a él. Se desplomó en el suelo con unas débiles lágrimas humedeciéndole los ojos. La última persona que vio fue aquella a la que respetaba y le era leal...el gran Harry Potter. Dobby estaba débil, muy débil, empezaba a desvariar, no le quedaban fuerzas en el cuerpo. Reunió las escasas fuerzas para agradecerle al amo Harry todo lo que había hecho por él, así que, con su última bocanada de aire balbuceó las dos palabras que más apreciaba en el mundo.

-Harry...Potter...

Y de repente...oscuridad total. Dobby se había ido para siempre, había muerto feliz, salvando al gran Harry Potter...y al fin...era libre, podía descansar en paz.