– ¿Qué?¿El cumple de la capitana?¿Hoy? – preguntó Arturo.

– No me jodas, Arturo. No me digas que no lo sabías – le contestó Eliaz entre carcajadas. – Menudo teniente.

– Eso, teniente. ¿Lo ves? – dijo señalando la banda que llevaba en el brazo.– Así que trata de respetarme, Señor "Tengo-una-agencia-de-viajes-por-mi-alma".

Eliaz y Arturo se sostuvieron tensamente la mirada un par de segundos. Eliaz lo retaba constantemente con su estrafalario comportamiento, lo que resultaba divertido, al menos durante la primera temporada. Intentaba picar a Arturo, intimidarlo con su noble presencia y su galantería para reírse un poco de él. El hecho de que el teniente se lo tomara a pecho Parecía que le iba a contestar cuando la puerta del comedor se abrió de un golpe.

– ¿Qué? – inquirió Pandora que acababa de entrar en el comedor. – ¿Ya gritando a estas horas de la mañana?¿Qué pasa?

– Resulta que es el cumple de la capitana... – comenzó Nalya.

– ...y no tenemos nada preparado – concluí.

– ¡No me interrumpas!

– Bueno, chicos, todos pongamos un poco de calma – sentenció Artemisa. – Veamos qué podemos hacer.

– ¿Fiesta sorpresa? – propuso Nalya

– ¿A Henkara? – le contestó Eliaz. – ¿La mujer que lee mentes?

– Bueno, no suele ir por la división con el radar activado... – comenté. – ¿O sí?

El sólo hecho de pensarlo me helaba la sangre. Había demasiadas cosas que quería mantener para mí. De todas formas, no me parecía que la capitana fuera de esas personas que iban por ahí metiéndose en las cabezas de los demás sin su permiso.

– No. Pero aún así no podemos arriesgarnos a que alguien la cague – dijo Okita.

– Decirle que le vamos a hacer una fiesta no es divertido.

– Blod tiene razón en eso. Simplemente, podemos quedar a una hora en el tejado y que cada uno lleve algo.

– ¿En el tejado? Podíamos hacer algo original para variar – replicó Pandora. – Hay gente aquí que se pasa la vida en el tejado.

– ¿Y si lo hacemos durante la cena? Así no nos tenemos preocupar entre otras cosas de que la capitana suba al tejado. Ella va a estar allí de todas todas – tercié.

– Yo me apunto a esa idea, simplemente sería cuestión de decirle a los cocineros que preparen algún tipo de comida especial.

– ¿Comida especial?

– Ya sabéis, su comida favorita, tarta, pasteles... – comenzó a enumerar Eliaz.

– ¡Sake!

– Sake, gracias Blod. Bueno ese tipo de cosas. ¿Os parece bien?

– Bien, haremos una cosa – dijo Arturo viendo el asentimiento general. – Yo aviso en cocina... los demás, id preparando algo para después.

– Si claro, esa banda no te da derecho a...

Sabía como terminaría aquella frase de Eliaz así que me apresuré a taparle la boca y a salir del comedor acompañado de él, o más bien arrastrándolo conmigo. Cada uno se fue por su parte, a preparar la fiesta intentando aparentar la mayor normalidad posible.

Precisamente fue normalidad lo que se respiró en la cena. Increíble pero cierto, Henkara no se estaba dando cuenta de nada así que poco a poco nos fuimos acercando al punto álgido de la velada. Con los postres iba a llegar la gran tarta y los regalos...

– ¡Oye! – le dije a Eliaz susurrando – ¿Y el regalo?

– ¿Regalo? Yo no me encargaba de eso...

– ¡Mierda hay que pensar en algo ya!¡Reunión de emergencia!¡Que alguien saque a la capitana de aquí! – gruñó Blod.

– Eh... Capitana Henkara, – intervino Kurei, que estaba sentado al lado de Blod – ¿podría hablar con usted un momento?

– ¿Ahora?¿Durante la cena?

– Sí, es algo urgente. Me acabo de acordar ahora. ¿Le importa si salimos un momento?

Curiosamente, aquel plan tan poco discreto para sacar a la capitana del comedor dio resultado e inmediatamente nos juntamos todos para discutir la solución a aquel imprevisto.

– ¿Qué pasa?¿Por qué se la lleva ahora? – preguntó Setsuna.

– Vamos a ver. ¿Quién se encargaba del regalo?

– Arturo.. ¿no?

– Sí, Arturo

– ¿Yo? Yo no me encargaba... quedamos en que yo me encargaba de la comida y avisar en la cocina.

– Pues pa mí que sí fue Arturo el que se encargaba.

– Seguro que fue él y no lo quiere reconocer porque no le gusta...

– ¡Calla, Eliaz! No es momento para una de tus bromas estúpidas

– Yo creo que era Nalya...

– ¿Pero tú que dices? Ven aquí ya verás que regalito tengo preparado para ti.

– ¡Silencio! Da igual quien haya sido. Lo que pasa es que no tenemos regalo. ¿Alguna idea?

Nalya y yo miramos instintivamente para Eliaz. Seguro que tenía alguno de sus aparatos extraños que le pudiera servir a la capitana.

– ¡¿Qué?!

– Vamos, seguro que tienes por ahí alguno de esos cachivaches inútiles tuyos.

– Yo no les llamaría cachivaches inútiles a estos aparatos de última tecnología recién...

– ¡Dios!¡Cállate! Como te gusta oírte. No es el momento. ¿Tienes algo o no tienes algo?

– Bueno... Creo que tengo por aquí en mi bolsillo de los trastos algo que puede servir

– ¿Qué?

– ¿Qué?

– Eso... ¿Qué?

– Tranquilidad, que impaciencia. Tened cuidado, es muy frágil y... – se interrumpió cuando Blod le arrancó un estuche de la mano. – ¡Oye! ¿No te estoy diciendo que es muy frágil? Son unas lentes especiales para la luz. Supongo que le vendrán bien con todo el rollo de la fotosensibilidad y...

– ¡Joder! – le interrumpí entre carcajadas. – ¿Tanto rollo para unas gafas de sol? No me fastidies. En mis tiempos eso lo vendían los pobres por la calle para ganar algo de comer. No eran de muy buena calidad, pero cualquiera tenía unas. No es un "producto de alta tecnología".

– Muérete, Rido. Le quitas todo el encanto a las cosas.

– Arturo, Teniente, Señor. Si me autoriza, puedo ir y volver al mundo mortal y traer un complemento para el regalo de Eliaz – dije.

– ¿Cuánto tardarías?

– Lo que me lleve ir, ponerme un Gigai y volver.

– Está bien. Ve... con Nalya.

– ¿Conmigo? ¡Mierda! Otra vez a aguantar al tipo este. ¿Por qué yo?

– Porque yo lo digo. ¿Vas a desobedecer la orden de un teniente?

– Er... No, Señor – dijo con desdén.

– ¿Y qué vais a comprar?

– Protección solar – contesté mientras me alejaba.

Cuando regresamos, protección solar en mano, aquello era todo un caos. La fiesta aún no había llegado a su punto álgido pero estaba todo desordenado.

– ¿Qué ha pasado? – preguntamos Nalya y yo al unísono.

– Nada grave – contestó Artemisa. – Blod y Arturo se aburrían y comenzaron a hacer trucos de magia.

– ¿Trucos de magia? Eso es más típico de... Eliaz, por ejemplo.

– No. Estos no – dijo mientras cogía una botella de sake. – Mira que truco. Aquí se supone que debería haber sake. Pues mira... ya no lo hay. Hemos enviado a Odd y a Tenrow a buscar un nuevo cargamento a la división 8.

– ¿A estas horas? – pregunté mientras Nalya, visiblemente decepcionada por la falta de sake se dirigía hacia los "magos" intentando salvar lo poco que quedaba.

– Es la solución más factible. Seguro que tienen reservas suficientes. ¿Traes el regalo?

– Sí. Una cosa, cuando haya que ir a una misión de este tipo, hay que acordarse de que Nalya lleve un gorro o algo. La gente se le queda mirando y ya sabes como es ella... Creí que mataba a un par de ellos, pero al final se controló, aunque a duras penas. ¿Y la capitana?

– Kurei sigue hablando con ella. Sabe dios lo que le estará contando, llevan una hora y media en el despacho.

Esperamos a que Odd y Tenrow volvieran con la bebida y Uchiha fue a buscar a Kurei y a la capitana. Mientras, adecentamos el comedor para que pareciera que no había pasado nada. A los pocos minutos, la capitana volvió, escoltada por Kurei y Uchiha.

– ¡Sorpresa! – gritamos todo a una cuando se abrió la puerta.

– Japi Berdei TU LLUUUUUUUUUUUUUUUUUU Japi BEEEEEERDEEEEEEEEEEEEI TUUU YUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU Japi Berdei DIAR CAPTEIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIN JAPI BERDEEEEEEEEEEI TUUUUUUUUUUUUUUUUUU YUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU – comenzaron a "cantar" Blod y Arturo, demostrando visiblemente su estado de embriaguez.

La fiesta no había hecho más que empezar y se prolongó durante toda la noche. No era para menos, era el cumpleaños de la capitana pero, queridos amigos, no estoy autorizado a contaros más así que... ¡VÍA LIBRE A LA IMAGINACIÓN!