¡Hola chicos!
Pues aquí el primer fic que escribo de Ib. Y el primero que subo.
Realmente tengo algunas historias más pero, me daba algo de miedo subirlas jeje…
Espero que les guste.
Sin escapatoria
Sin Titulo
Nuevamente se encontraba parada ahí, frente a esa pintura que causaba una enorme tristeza y culpabilidad en la joven de bellos ojos carmesí. Apretó fuertemente sus manos formando puños, bajó la mirada alejándose para continuar su recorrido observando el resto de las pinturas e intentando olvidar aunque fuera por esa ocasión la deprimente pintura cuyo nombre no era menos triste que la sombría imagen que exponía: Retrato olvidado.
Su mirada se fijó esta vez en las imponentes estatuas blancas con forma de mujeres decapitadas, luciendo vestidos de distintos colores y con el título "La muerte del individuo", tal vista no causo en ella más que las emociones que, desde su primera visita a esa galería, experimentaba al tener frente a ella estas supuestas obras de arte. Dejo atrás todo eso y continuó con el recorrido, ahora con solo pensar que esas estatuas estaban a sus espaldas un profundo terror le inundó el corazón, aceleró el paso hasta pararse frente a una pintura que simplemente le era imposible olvidar su nombre y que por semanas podía recordar la imagen que mostraba el simple cuadro de una mujer.
-Dama de rojo... -Murmuró en un tono casi inaudible, observando fijamente los ojos de esa mujer que para ella no mostraban más que envidia, odio y crueldad hacía cualquiera que la mirara y sobre todo hacía ella.
-Sus ojos son iguales a los tuyos Ib.-Escuchó la voz de un chico a sus espaldas, al darse la vuelta y fijar la vista en quien se encontraba de igual forma observando la pintura, reconoció a Oliver un chico de mirada azulina y cabello color zanahoria quien ahora era su compañero de equipo- Me pregunto en quien habrá basado esta pintura ese autor... ¿Cuál era su nombre? Oh es cierto, escuche que esta pintura está basada en una de sus amantes. Debe ser pues es una hermosa mujer. - Ib regresó su mirada a la pintura por unos segundos hasta que nuevamente un horrible terror la invadió provocando que bajara la mirada para soportar un poco más la penetrante mirada de la mujer. Oliver observó un tanto preocupado lo que la joven hacía y pensando que era incorrecto siquiera mencionar un "Estas bien" se mantuvo en silencio.
-Guertena. Creo que su nombre completo era Weiss Guertena y esa pintura en realidad se basa en todas esas horribles y arrogantes mujeres que intentaron seducirlo para obtener su herencia - Levanto su vista encarando al chico quien la miró un poco asombrado por el extraño conocimiento que tenía su compañera sobre el autor de todas esas obras que desde ocho años atrás se exponían en esa pequeña galería, cambiándolas cada que nuevos artistas aparecían pero regresándolas a los pocos meses. La joven de mirada color rubí esbozó una falsa sonrisa, esperaba que su amigo no se preocupara intentando transmitir aunque fuera una poca de tranquilidad la cual realmente no existía. -O bueno, eso es lo que yo sé...-
-Se nota que te agradan las obras de este autor, sabes mucho de ellas. -
-Realmente, ni yo sé como es que conozco tanto de esas pinturas. No tengo idea del porqué, pero aunque no me gusta, me es necesario regresar a esta galería cada vez que puedo.-
-Ya veo...- El incómodo silencio que se provocó entre ellos fue interrumpido por la voz lejana de una chica.
-Oliver, deja a Ib en paz y mejor ven y ayúdanos. Chicos, ¡hay un trabajador que nos dará algo de información sobre Guertena! -mencionó emocionada una chica de cabello un poco más arriba al hombro, negro, teñido en las puntas con un llamativo rosa, y ojos color café; se acercó a ellos caminando, según Oliver, al más puro estilo de pasarela luciendo así su falda en corte A con estampado floral, una bella blusa color cerezo con encaje blanco en las orillas y zapatillas color crema. -Ib, no salgas sin nosotros, prometimos regresar juntos- nuevamente se dirigió a Oliver-¿Y? ¿Que estas esperando? Vamos, muévete que te necesitamos. Y tú...- Señalo a Ib - Recuerda hacer tu opinión sobre esta exposición. Te lo encargamos.- Fue lo último dicho por la joven que se llevó a tirones al chico de cabellera naranja.
-No espera, Fran... suéltame, esto duele- Se quejaba el chico mientras intentaba resistirse a los tirones que la joven ejercía en él.
-Está bien, en ese caso seguiré con mi recorrido - Dijo por último la chica de cabello castaño antes de ir en dirección contraria a sus compañeros.
Al dar la vuelta para llegar a otro pasillo entró en razón de a qué lugar se dirigía. Generalmente evitaba ese lugar en el cual se exponía una sola pintura, una cuya importancia podría ser enorme para la galería. Uno de los más representativos trabajos de Guertena: Mundo Fabricado.
Un corto recuerdo llego a su cabeza como si de una película antigua y fraccionada se tratara; pareciera como si ella viera la misma pintura pero desde una altura menor y de repente la soledad la invade. Siente como se oprime su corazón y sin dudar, sale corriendo de esa sección llegando hasta la recepción donde un anciano vestido elegantemente de traje la detiene para reprenderla. Continúo caminando hasta la salida después de ser regañada por el hombre; finalmente se sentía aliviada, ya podía respirar con tranquilidad y no sentir toda esa presión que solamente experimentaba en la galería.
Caminó hasta el estacionamiento buscando el auto de Fran y al estar cerca observó como dos hombres vestidos con el uniforme que los conserjes del lugar ocupaban discutían. Uno llevaba un marco vació el cual ponía sobre la tapa de un contenedor, el viejo pedazo de madera estaba pintado en negro, se veía desgastado y maltratado, pensó que quizás perteneció a una pintura a la que, para mantenerla segura y agradable a los espectadores, cada que el sol maltrataba el marco lo cambiaban; tal vez para ellos no era más que madera echada a perder, pero ella vio más que solo madera podrida, para ella era "eso" que por días sus amigos y ella buscaron en tiendas de segunda mano, lugares en donde vendían madera vieja y basureros. Era ese elemento que necesitaban para su proyecto y ahora más que nunca estaba decidida a obtenerlo.
Caminó hacía donde estaba, cuando escucho como los hombres hablaban animadamente aun cerca del marco se detuvo.
-¿Y? No me digas que realmente piensas que fue eso - Decía el más joven de los dos hombres que Ib había visto.
- No es que crea o no, es que...bueno... - el otro sujeto se rasco la nuca intentando buscar una respuesta para lo que su compañero le decía - Me parece extraño, esta pintura nunca fue expuesta, ni siquiera ahora que la galería esta por cambiar algunas obras. Quiero pensar que alguien entró y quemó esta obra, pero con tan sólo pensar que es imposible entrar al almacén no puedo imaginarme como lo hizo. -
-¿y que dijo el director? -
-Creo que era una de las últimas obras de Guertena, se enfadó mucho cuando se lo dijimos pero parece que ya lo superó, dicen que el mismo autor pidió ocultarla. Realmente no sé qué rayos pasó con esta cosa pero no quiero tenerlo cerca de mí ni un solo memento más- Ambos hombres continuaron hablando mientras se alejaban, entrando por una puerta en el edificio de la galería; Ib se acercó rápidamente al marco, lo analizó y se dio cuenta de que realmente estaba quemado, las pequeñas marcas de madera más obscura se podían observar por la parte cercana a donde se colocaba la pintura.
Una etiqueta pegada en la parte trasera de la madera le llamó la atención. Al leerla, pudo sentir como si una estaca se enterraba en su corazón, desgarrando el musculo poco a poco, no sabía porque pero el nombre de esa pintura le provocaba un intenso dolor ¿qué rayos era eso?
-Mary... - pronunció con profunda tristeza y culpabilidad. Entre sus recuerdos, una rápida imagen pasó por su cabeza: una chica de cabello rubio y vestido verde, sonriendo, hablándole con cariño y a la vez con cierto desprecio a otra persona que simplemente veía como una sombra. -¿Quien...- No logro terminar de recordar de quien se trataba pues fue interrumpida por sus compañeros que corrían con cierta satisfacción en sus miradas.
-Ib, pensé que nos habías dejado - Dijo un atractivo chico de cabello obscuro, vestido con jeans, zapatillas deportivas y chaqueta azul que corría alegremente hasta ella - ¡Oh por todos los cielos! ¡Chicos, Ib acaba de salvarnos el trabajo! -grito emocionado.
- ¿Qué dices Sam? – Esta vez fue Fran quien se acercó a ver de que hablaba su extraño amigo - Es cierto, encontró el marco que buscábamos para el dibujo. Por un momento pensé que deberíamos hacerlo nosotros. -Se quejó recargándose en el chico.
-Bien, bien, bien. Ya que tenemos todo mejor vayamos. No quiero meterme en problemas por tomar objetos de la galería- Dijo Marco acercándose para tomar de la mano a Sam - Oliver hermanito... agarra esa cosa fea y ponla en el auto, ya estoy aburrido de todo esto... ¿Cómo puede gustarte? -Dijo mirando a Sam fingiendo molestia ante sus gustos-
-Nadie te pidió que vinieras. - Grito Fran. Continuaron discutiendo por algunos minutos más, sin darse cuenta que Ib seguía absorta en sus pensamientos. Cuando regreso a la realidad, ya sus amigos, a excepción de Oliver, caminaban en dirección del auto cargando el gran marco y algunas maletas en donde suponía Fran y Sam llevaban sus pinturas y demás materiales.
-Ib, ¿Te encuentras bien? - Pregunto preocupado Oliver observando cómo, algo confundida, lo miraba.
-Eh... si, creo. -
-Bien, en ese caso, vamos que no quiero regresar a casa caminando.- Comenzaron el paso con rumbo al auto cuando escucharon a Fran encendiendo el motor.
Incluso ya estando dentro, escuchando la radio a todo volumen, Fran y Oliver peleando y Sam y Marco hablándose cariñosamente, Ib no dejo de pensar en ese cuadro que ahora se encontraba a sus espaldas. Recargó su cabeza en el cristal y no dejó de recordar a esa chica ¿Dónde la había visto antes? Así pudo haber seguido todo el trayecto hasta que alguien llamándola logró sacarla de sus pensamientos.
-Ib... Oye Ib, despierta...- Era Sam a su lado quien ya no se abrazaba al hermano mayor del pelinaranja.
-¿Qué ocurre? - preguntó la chica un poco confundida.
-Preguntábamos quien se llevaría el marco y como tú eres la responsable de todo esto, pensamos que sería mejor que tú te lo llevaras-
- ¿Yo? Pero, no creo poder llevarlo sola, además los necesito para terminar de arreglar la pintura mientras yo hago la opinión y los datos sobre las obras más destacadas.-
-Bueno, pero eso ya lo sabes así que está decidido. Te lo llevas tu.-Dijo con cierto tono triunfante la chica de cabello teñido- Te dejare en tu casa para que te ayudemos a llevarlo.
-Está bien...-
Al entrar, vieron la casa vacía. Marco bajó el cuadro, dejándolo en la habitación de Ib mientras Fran revisaba los avances del trabajo en su escritorio y Oliver junto con Sam buscaban bebidas y una que otra revista interesante entre el amplio librero de la castaña.
Después de una hora, sus amigos se despidieron y salieron del lugar, no sin antes amenazar de muerte a la chica de ojos carmesí para que preparara todo y lo dejara perfecto, ya luego ellos irían sólo a dar algunos toques.
Al quedarse Ib sola, con el marco frente a ella colgado en su pared, lo observó por un largo rato. Algunas extrañas imágenes llegaban a su cabeza pero luego las volvía a olvidar, casi sin darles importancia. Escuchó la puerta principal abrirse, rápidamente salió de su cuarto con la esperanza de que fueran sus padres y si, así era; su madre cargaba una bolsa que se veía algo pesada, mientras su padre llevaba en sus manos un pastel y algunas bolsas más.
-Oh, Ib, querida -Dijo su madre al notar la presencia de la chica - Que bueno que regresaste, pensamos que llegarías más tarde.
-Terminamos antes, así que regresamos rápidamente y revisamos algunos papeles. - Dijo con una amplia sonrisa dedicada a su madre.
-Está bien, en cualquier caso, ayúdanos.- Dijo su padre con algo de dificultad, apenas y la podía ver.
-Sip. ¿Qué es eso que traen? - Tomó algunas bolsas que traía su padre en el brazo y lo llevó todo a la cocina.
-Son algunos ingredientes para preparar la comida de la fiesta de mañana, y aprovechamos para comprar lo necesario en la casa. - Dijo su madre
- ¿Fiesta?- preguntó la chica.
-Hija, ¿otra vez lo olvidaste? Está bien que te dedique a tus estudios pero por lo menos date un respiro, cariño. Recuerda la pequeña fiesta que prometimos organizarte por tu cumpleaños mañana, invitaremos a tus amigos y eso. Sera algo simple pero igual se necesitaban varias cosas. -
-Ah, así que era eso.-
-Bien, ya es suficiente, mejor iré a preparar la cena, y ustedes arreglen todo esto. - Dijo señalando las distintas bolsas que se encontraban sobre la mesa y algunas en el suelo.
Tanto padre como hija acomodaron los distintos productos en donde les era indicado que debían ir, una vez que su madre termino la cena, los tres fueron directo al comedor. La cena se mantuvo alegre y llena de anécdotas ocurridas durante el día, hasta que su madre interrumpió toda esa tranquilidad con una pegunta.
-Ib, no te lo quise decir, pero de camino aquí, tu amigo Oliver nos habló algo preocupado, te vio algo distraída durante el trabajo que hicieron ¿Te encuentras bien? - La chica no supo que responder, sus ojos se mantuvieron fijos en su madre por unos segundos, luego desvió la mirada pensando en que responderle. Simplemente no podía decirle que ocurría, no podía decir que desde su primera visita a la galería, una extraña sensación de terror la invadía; simplemente le era imposible decirle a sus padres, principalmente a su madre, que el cuadro que ahora se encontraba pegado a su pared le causaba una dolorosa tristeza que le desgarraba el alma poco a poco. ¿Qué pensarían de ella? Seguro que necesitaba ayuda profesional.
-Nada importante, solo estoy algo cansada por el trabajo, eso es todo.- dijo con un tono serio evitando la mirada de su madre. Esa mujer era capaz de detectar cualquier mentira que dijera y por eso era mejor evitar cualquier contacto visual con ella.
-Ib, ¿estás segura? -
-Claro que estoy segura. Por favor, déjame comer tranquila. -
-Ib...-
-Bien ya termine- dijo poniéndose de pie y llevando los platos aun con restos de comida a la cocina. -Gracias. Iré a dormir, hasta mañana-
-Querida….-
Después de ese incomodo momento, se encerró en su habitación. Debía aceptarlo, si había actuado algo raro durante el día pero es que simplemente no podía dejar de pensar en todos esos "recuerdos" que llegaban a su cabeza. Tal vez, actuó algo grosera con su madre pero ya por la mañana le prediría perdón pues a esa hora ya era seguro que sus padres se encontraran durmiendo.
Nuevamente observó el marco durante un largo tiempo hasta que sin darse cuenta ya se encontraba dormida. Justo cuando el reloj marcó las once ella despertó al darse cuenta que ni siquiera se había preparado para dormir. Bajó a la cocina para buscar un vaso de agua y luego regresar a su habitación para cambiarse de ropa, pero al pasar por la sala, observó a sus padres viendo la televisión, su madre solo la miro sin dirigirle la palabra y ella caminó hasta la cocina por su vaso. Al pasar tras ella sólo susurró un sencillo "lo siento" y salió rápidamente de ese lugar para entrar apresurada a su cuarto.
Estaba buscando su ropa de dormir cuando un estruendoso sonido la sorprendió. El sonido de un cristal rompiéndose provocó que saliera del cuarto a toda velocidad pensando que algo malo pudo haberles pasado a sus padres.
Pedazos de cristal estaban tirados en la alfombra, el espejo al final del pasillo estaba destrozado; por un momento pensó que se trataba de un ladrón pero no recordó haber escuchado pisadas, además de que ¿Por qué un ladrón rompería un cristal si no quiere llamar la atención de los habitantes del lugar en que roba?
Atreves de la ventana el paisaje era obscuro; se acerca más al espejo esperando encontrar indicios de que era lo que lo había roto y en lo poco que quedaba del espejo, observó como algo corría tras de ella con dirección a la planta baja. Al no escuchar gritos o algún ruido, se asomó por el filo de las escaleras, dándose cuenta de que sus padres ya no se encontraban ahí, pensó que tal vez mientras buscaba su ropa y preparaba su cama, sus padres habían ido a su habitación. Sin dudarlo, bajó hasta la sala para asomarse por la ventana aun lado de la puerta; entre la penumbra, vio pasar la figura de una persona, quería salir, creyendo que tal vez podría descubrir al ladrón pero al intentar abrir la puerta esta se encontraba atorada. Intento ir por la puerta trasera en la cocina pero al no poder abrirla se dio cuenta que era mejor prepararse en caso de tener que defenderse. Tomó un cuchillo y regresó a la planta alta comenzando a buscar en las distintas habitaciones sin encontrar a sus padres. Al entrar a la habitación de sus padres, un retrato familiar en el tocador de su madre estaba completamente arruinado, la cara de la chica estaba rayada con lo que parecía crayón negro, luego recordó que al lado de esta foto siempre había una de sus padres el día de su boda pero al darse cuenta y después de buscarla, se dio cuenta que había desaparecido.
Algo aterrada, corrió a su habitación. Pensó que tal vez sus padres salieron a comprar, pero, ¿Por qué habrían salido justo a esa hora? Ellos nunca lo harían. Al entrar a su habitación, el marco ya estaba en el suelo, le parecía extraño, llego a preocuparse y sin embargo lo tomo y coloco nuevamente en la pared. Volvió a asomarse por el pasillo pero nuevamente no vio nada, todo estaba igual. Al volver a entrar miro por un momento el marco, nuevamente ese sentimiento de tristeza la invadía, no lo soportaría más, ya el miedo era demasiado y no quería sufrir más. Sacaría ese marco y llamaría a sus compañero para que se lo llevaran; ¡Cierto! por qué no lo había pensado antes, podía llamar a alguien para pedir ayuda; tomó el teléfono que se encontraba en su habitación pero ni un sólo sonido se escuchó, ni siquiera el típico pitido que hacían antes de llamar. Aterrada, caminó hacía el cuadro y lo intentó bajar pero este se encontraba fuertemente fijado a la pared. Lo siguió intentando hasta que la desesperación la ataco y algunas lágrimas descendieron de sus ojos color carmesí.
Comenzó a descender con la espalda pegada a la pared hasta quedar sentada en el frio piso con las rodillas pegadas a su pecho. Escuchó como tocaban a la puerta de su habitación. Rápidamente se levantó al ver como una extraña hoja estaba pegada en ella. Observó la hoja doblada e intento abrir la puerta pero nada ocurrió. Tomo la hoja y comenzó a leer...
"Abre la puerta"
Decía la hoja con una letra que casi ocupaba todo el papel, nuevamente intentó abrir la puerta pero no aun así no lo logró, dándose por vencida se dio la vuelta con la intensión de tirarse a llorar en la cama cuando su vista se topó con la flecha que le indicaba el cuadro. Tiro ligeramente de él y este se abrió como si de una puerta de tratará mostrando unas obscuras escaleras que bajan a un lugar desconocido. Por un momento pensó en que hacer, instintivamente sabía que no debía entrar pero las opciones se le acababan y realmente no tenía otra opción. Aun sin tomar una decisión, comenzó a caminar hacía su escritorio lleno de papeles y dibujos y sobre todos ellos una hoja sobresalía, era el dibujo del mismo marco sólo que algunas letras escritas dentro de el como si de una pintura se tratara...
"¿Por qué no vienes Ib? Ven, quiero mostrarte algo especial. Igual, no tienes otra opción si es que quieres ver a tus padres otra vez."
Casi automáticamente y con la mirada baja tomó la silla frente a su escritorio y la movió frente al marco. Subió en ella y nuevamente abrió la "puerta", otra hoja de papel destacaba pegada por detrás de la madera...
"Una vez que entres no podrás salir."
Se sentó a la orilla del agujero en su pared justo en lo que pareciera ser un escalón, coloco un pie dentro y luego el otro comenzando a bajar escalón por escalón de forma lenta y cuidando el contacto de su cabeza con el techo pues, a razón de la corta altura, su cabeza sufrió algunos golpes momento de entrar. Al comenzar a bajar la "puerta" se cerró dejándola en completa obscuridad sin más que el cuchillo que con anterioridad guardara entre su ropa.
¿Qué era eso? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿A dónde llegaría? Miles de preguntas llegaron a su cabeza hasta el momento en que una deslumbrante luz chocó contra su cara dándole a entender que había llegado, a donde sea que hubiera llegado.
