Disclaimer. H.P no me pertenece
Pasado
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Prólogo
¿Cómo inició ese enamoramiento?
Draco no lo sabía. Solo sabía que en algún momento de la historia sus sentimientos cambiaron de querer ser amigo del niño que vivió a querer ser algo más. Era tonto, y tan hufflepuff que daba vergüenza ajena, especialmente porque él era el Príncipe de Slytherin y no tenía porque estar mirando de más al epítome de Gryffindor. No obstante, así como sabía de sus sentimientos, también sabía que era imposible ser correspondido después de todas sus maldades y palabras crueles; así que, día tras día, Draco miraba al moreno a la distancia tomar su desayuno en la mesa de Gryffindor y sonreía cuando éste tiraba accidentalmente un poco de jugo de calabaza en su túnica, quejándose suavemente. Recorría completamente su cara hasta llegar a sus ojos verdes y los miraba fijamente por un rato. Cuando sentía que Potter iba a voltear, fingía mirar su desayuno, pidiéndole a Merlín o a quien sea que sus mejillas no se colorearan de rojo. Y finalmente, cuando sentía que había pasado el peligro, miraba de reojo nuevamente y sonreía como lo había hecho todos los días de esa semana.
Con una breve sonrisa, se sirvió un poco más de jugo de calabaza, hasta que sintió un codazo de Blaise.
-Todo slytherin que se respeta guarda esa mirada para su cuarto o sala común-exclamó el italiano con una mueca y Pansy, a su lado, dejó salir una risita.
-Oh, vamos. Solo estás celoso de que él tenga la atención de Draco todo el tiempo. No sé como no te has hecho la idea en seis años-exclamó ella mentalmente, aprovechando la conexión mental que solían crear de vez en cuando.
-Por favor, guarden silencio- exclamó Theodore a la vez- no todos quieren saber de quien está enamorado Draco. Y por favor, Draco, contrólate. Dijimos que nada de sentimientos melosos cuando estuvieramos conectados.
Draco se sonrojó ante la afirmación y bajó la mirada, tentado a usar el diario para esconderse de la multitud. Blaise en cambio rodó los ojos.
-No tiene que ser tan obvio-gruñó el italiano y Draco lo miró mal cuando su comentario atrajo la atención de sus compañeros alrededor, antes de apuñalar su alimento.
-No lo soy-exclamó avergonzado, y entonces un ave aterrizó frente a él, y Draco supo que más le valía no haberlo sido.
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Harry observó de reojo la mesa de slytherin y vio a Draco Malfoy riendo con sus amigos. Por primera vez, el rubio lucía una sonrisa alegre y sincera, lejos de las que había visto lleno de sarcasmo, ironía o maldad. Así que tranquilo, sabiendo que no planeaba nada, se sirvió un poco más de jugo de calabaza. Repentinamente, Malfoy se sonrojó y miró a Parkinson, como si ella hubiera dicho o hecho hubiera ocasionado esa reacción. Curioso, lo observó por unos instantes más y sin notarlo, apoyó su mejilla en su hombro para continuar viéndolo, ignorando deliberadamente la mirada de Hermione sobre él.
Tenía que admitirlo, entendía porque muchas chicas estaban tras él.
Draco Malfoy tenía una linda sonrisa.
Le miró durante un rato más, pensando en lo raro que era ver al príncipe de las serpientes sin una mirada de superioridad, o cizañosa. Se alegró por él, porque parecía feliz. Y a Harry le gustaba que las personas a su alrededor fueran felices. Incluso si era el chico con el que peleaba todas las mañanas al ir a clase.
Excepto que, para su mala suerte, una lechuza se inclinó frente al rubio, ofreciéndole una carta y sus ojos bailaron entre emociones antes de que su mirada se volviera la de siempre. Se paró y salió del comedor ignorando a todos; y Harry tuvo el impulso de pararse y seguirlo para saber qué estaba mal pero Zabini, Parkinson y Nott ya iban tras él, como los guardianes del rubio que eran, y además, no era como si el rubio le fuera a decir qué le pasaba.
Notando que esa era posiblemente unas de las últimas veces que veía al slytherin, pues pronto iría en busca de los horrocruxes junto a sus amigos, Harry se preguntó si no debía hacer las pases con Malfoy, solo por si algo salía mal. Ante su pensamiento, negó con la cabeza. A veces tenía ideas muy locas.
Pero en el fondo se preguntó si esta era una de esas en las que al final todo salía bien.
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Todo su buen humor se fue con la lechuza extendiéndole una carta de su padre, y sus manos temblaron a medida que la desataba de su pata. No era el único que la tenía, al parecer. Ciertamente no era el primero, ni sería el último, porque ese era el pan diario de los Slytherin que no querían seguir al señor Tenebroso y esperaban el inevitable día la carta que los convocara.
Para él, esa carta había llegado hoy.
Los slytherin que apoyaban al señor Tenebroso le sonrieron con orgullo, y otros lo miraron preocupados. Draco tomó la carta, y se puso de pie, casi corriendo a la Sala Común. Sus amigos lo siguieron y apenas cruzó la entrada, se dejó caer en el sillón, mirando con espanto el papel frente a él.
La abrió casi con miedo, y leyó silenciosamente su contenido.
-¿Es?-preguntó Pansy.
Draco tragó saliva y asintió.
-¿Qué voy a hacer?-preguntó temblando pero Blaise se agachó frente a él y lo obligó a mirarlo.
-Es tu elección, Draco.
-Me va a matar si no me presento.
Blaise negó con la cabeza.
-No mientras estés en el castillo-intentó tranquilizarlo, pero no funcionó porque Draco sabía que ahora no había lugar a salvo.
-Siempre puede usar a uno de sus peones escolares-respondió peinando hacia atrás su cabello, un feo hábito que había resultado de mirar a su gryffindor favorito.
-¿Cuándo debes presentarte?-preguntó Theo en cambio, tomando la carta y observando que para él era un simple papel en blanco.
-En las siguientes vacaciones.
-Bueno, eso nos da tiempo de prepararnos.
-¿Prepararse?
-No creerás que te dejaremos solo en esto, ¿cierto?
Draco los miró con espanto antes de ponerse de pie sobresaltado.
-No, no pueden. Ustedes no tienen nada que ver con esto.
-Por supuesto que sí, Draco. Eres nuestro amigo, dijimos que estaríamos todos juntos, en las buenas y en las malas.
-No claro que no, Blaise. Tu madre no tiene nada que ver con la guerra. Pansy, tu padre considera que una chica como tú no le serviría a ese hombre adecuadamente; y Theo, tu padre está en Azkabán y el Lord lo dejó ahí cuando sacó a mi padre, así que no hay nadie que te obligue a servirlo. Ustedes no tienen que meterse en esto.
-Draco- exclamó Pansy firmemente- Si tomas la marca, la tomaremos contigo.
-No-exclamó fuertemente.
-Pero...
-No-repitió y sacó una poción de su bolsillo antes de tomarla.
-¿Dónde vas?-preguntaron sus amigos al unísono.
-Necesito pensar, pero no van a seguirme en esto y no está a discusión.
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Como siempre que tenía el presentimiento de que podía morir en cualquier momento, Harry fue al valle de Godric a visitar las tumbas de sus padres. Platicó con ellos un rato sobre sus problemas y luego se dirigió a Grimmauld Place para visitar la tumba de Sirius. Más tarde, decidió tomar un helado; así que se dirigió al callejón Diagon. Estaba pensando en la carta de Malfoy de esa mañana cuando chocó con un chico, tirando sus decenas de cajas de chocolate que parecía tener con él.
-Lo siento- se disculpó y miró el rostro del chico. Tenía ojos azules y cabello castaño, pero cuando éste frunció el ceño, Harry supo que había una solo persona en el mundo que podía lograr expresarse de esa manera. Era Malfoy.
El chico parecía adolorido y pequeñas lágrimas parecían querer salir de sus ojos, así que Harry pensó que el golpe al caer fue más fuerte de lo que pensaba. Se agachó y notó que el chico no podía apoyar el pie sin dolor, así que mando un episkey sencillo hacia este, ignorante de que se había acercado más de lo normal al otro.
Cuando por fin se dio cuenta de ello, al elevar la cabeza, el primer pensamiento de Harry fue que le hubiese gustado ver el gris tormentoso que solía tener el rostro de Malfoy, porque de esa manera sabría si estaba furioso o simplemente sorprendido. En cambio, su mirada no le decía nada.
-Lo siento. No noté que estabas ahí- exclamó ante la inusual tranquilidad del rubio, y éste asintió, antes de mirar sus dulces en el suelo con un leve sonrojo que parecía indicar lo muy avergonzado que estaba. -Oh, los recogeré por ti- exclamó Harry, agachándose para hacer lo prometido. Malfoy permaneció inusualmente callado y solo estiró la mano para recibir sus cajas de vuelta.
O quizá no era Malfoy, y Harry solo estaba haciendo el tonto frente a alguien más.
Como si esa fuera su señal, Draco reaccionó por fin y, sonrojándose, asintió.
-Gracias. Fue mi culpa, estaba distraído.
Con una sonrisa, Harry agitó su mano.
-No es nada ¿Así que, eres de Hogwarts?-preguntó notando su uniforme verde. -Nunca te había visto.
-Si. Soy de sexto grado-respondió sin pensarlo la otra persona y luego pareció notar lo malo de su respuesta porque decidió irse lo más pronto posible. -Siento haberme metido en tu camino, Potter- exclamó con más velocidad de la debida y Harry abrió los ojos sorprendido de la manera en que su apellido fue dicho.
-Hey, ¿quieres acompañarme a comprar un helado?
No supo por qué preguntó, pero no estaba dispuesto a retractarte así que esperó la respuesta nervioso. Malfoy pareció ansioso por aceptar, pero luego negó con la cabeza.
-Lo lamento, tengo prisa. - Por supuesto que la tenía, estaba usando poción multijugos. Curioso, porque era lo último a lo que Harry estaba prestando atención en ese encuentro.
Malfoy era... Bueno, él reconocería a Malfoy donde sea y vestido como sea.
-De acuerdo. Supongo que te veré por ahí.- Terminó, sin querer ocasionarle más problemas al slytherin y empezó a caminar hacia la heladería. Como aún sentía la mirada de Malfoy sobre él, volteó y le sonrió. Cuando Malfoy se sobresaltó sorprendido, Harry se preguntó si siempre era así de expresivo lejos de él, o solo porque tenía el disfraz se permitía salir de su papel. - Nos vemos- exclamó agitando la mano, y, para su satisfacción, Malfoy sonrió también y agitó la suya.
-Hasta luego, Potter-exclamó suavemente, como si fueran viejos amigos y Harry le devolvió el saludo de la misma manera. Cuando el otro se dio la vuelta exclamó suavemente.
-Hasta luego, Draco.
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Una semana después, Harry subió a la torre de astronomía a pensar. Era media noche y había tenido otra pesadilla. También había sido rechazado por Cho así que tanto Hermione como Ron lo miraron con cierta lástima cada vez que lo veían, pero como ese era el menor de sus problemas, sinceramente pasó a segundo plano cuando la puerta se abrió y ahí estaba Malfoy.
Por supuesto, estaba usando multijugos, pero su uniforme slytherin delataba de qué casa era. Cuando escuchó el ruido, volteó y al verlo, casi cayó de la ventana.
-Cuidado-gritó Harry y sin pensarlo mucho, lanzó un hechizo para sujetarlo.
-Estoy bien-rió Malfoy al ver su reacción- solo me asustaste.
-Hola- saludó Harry, retirando el hechizo.-¿Qué haces aquí?-preguntó acercándose a él. Malfoy no lo detuvo ni reaccionó demasiado, en cambio se tomó un momento para pensar y respondió suavemente.
-Pienso.
-¿En qué?
El rubio lo miró unos segundos antes de responder.
-Cosas.
-Por supuesto.
-¿Y tú?
-Venía a pensar cosas-respondió tranquilamente y se asomó a la ventana. -Me gusta pensar aquí.
-Puedo irme...
-¡No!, no... No tienes... llegaste primero ¿Quieres que me vaya?
-Está bien si te quedas-declaró Draco y se arrimó un poco, como permitiendo que se sentara. Harry lo hizo y miró todo lo que su compañero miraba.
-Es precioso.
-Es mi hogar,- exclamó Draco.- Odio mi verdadero hogar, pero amo Hogwarts.
Sus palabras congelaron a Harry, quien volteó a verlo sorprendido al pensar en su misma situación. Debía admitir que estaba sorprendido del comentario, porque Malfoy era la persona que menos creería infeliz en su enorme Mansión llena de lujos, pero se suponía que este no era Malfoy, así que asintió.
-Ya somos dos.-Exclamó volteando nuevamente.
El otro chico no dijo nada.
-La guerra se acerca-comentó Harry, admirando el paisaje. No tenía idea de porque tocó el tema, pero no podía dar marcha atrás, así que solo esperó valientemente la respuesta a su comentario.
-Lo sé-respondió suavemente Draco, y no dijo nada más ni lo miró.
-Tendré que pelear-exclamó Harry con la intención de continuar hablando con él y sin saber porqué exactamente, le confesó. -Estoy aterrado.
-Yo también.
-¿Tienes un bando?-preguntó el gryffindor sabiendo la respuesta pero esperando que el otro negara. Él no lo hizo, pero por primera vez desde que la conversación inició lo miró a los ojos, como si quisiera que lo supiera. Si alguna vez el niño que vivió pensó que esos ojos azules eran inexpresivos se había equivocado, porque lo que se veía no en ellos en este momento era una súplica a ser perdonado.
-Lo tengo.
-¿Y te gusta?-se quebró su voz.
-¿Te gusta tu bando?-preguntó de vuelta la otra persona.
-Creo que tengo suerte de tener uno, ¿sabes? Yo no tengo opción al pelear; saber que no estoy solo me hace sentir mejor.
-A veces-suspiró Draco- creo que tampoco la tengo. Desde que nací mis padres habían escogido uno por mí y yo solo... a veces desearía no tener uno. Haber nacido en otro lugar, con otra familia, con otro destino.
-Si tuvieras que escoger-preguntó el moreno suavemente- ¿cual escogerías?
Draco guardó silencio unos minutos.
-No lo sé. Ciertamente creo que no me gustan los métodos de ninguno, y no entiendo del todo lo que defienden.
-¿Qué quieres decir?-preguntó el héroe frunciendo el ceño- Él es un loco que mata a la gente por una pureza que ni él tiene, seguido por una banda de tontos que siguen sus mismas ideales.
El slytherin frunció el ceño.
-¿Y tú?-preguntó- ¿qué hay de ti?
-Solo quiero que se detenga, que todos vivan, ¡quiero vivir!
Draco retrocedió.
-¿Qué?
-Quiero vivir-repitió Harry.
-¿Entonces por qué peleas contra él? ¿Por qué no dejas que haga lo que quiera? ¿Por qué no le dejas la batalla a otro? Que hay de Dumbledore, él venció al mago oscuro anterior. O el Ministro, que se supone que debe defendernos de ese tipo de personas, y todos esos aurores en el Ministerio... que hay de...
-Solo yo puedo vencerlo-interrumpió Harry.
-No lo creo. No hay ningún lugar que diga que tú debes hacerlo, debe haber alguien más. Alguien que no sea un niño en medio de la guerra.
-Yo también rogué por ello, pero hay una profecía. Solo yo puedo hacerlo.
-¿Una profecía?
-Olvida que te lo dije- exclamó de mala gana Harry, bajándose del marco de la ventana y caminando hacia la puerta, repentinamente enojado. Draco lo miró durante segundos y luego exclamó sin pensarlo, cuando lo vio tocar el pomo.
-Siempre supe que sería un slytherin. Toda mi familia ha pertenecido a esta casa. Siempre he sido adinerado, o tenido elfos, no conozco nada más... No entiendo esta guerra. Digo que lo hago, creo que lo entiendo, pero entonces todo me demuestra que no es así y que estoy a punto de morir por algo que no puedo comprender. Así que no creo que sea justo que me niegues la oportunidad de entenderlo. No puedes tocar el tema y solo irte. No puedes dejarme sin una explicación.
Harry se detuvo y regresó a su lugar.
Entonces, comenzó a hablar.
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Contrario a como empezó, la noche pasó tranquila. Platicaron de cosas sencillas: las casas, los chocolates, el callejón Diagon... del abuelo de Draco. Le contó a Harry las mejores partes de su infancia, de sus amigos y sus sueños. Sonrieron y bromearon entre sí, y entonces llegó el turno de Harry, quien le habló de sus familiares muggles, de Hagrid y de los Weasley.
E inevitablemente, habló de él, de Draco.
-¿Qué opinas de él?-susurró Draco sabiendo que probablemente escucharía algo que no le gustaría, y cuando Harry guardó silencio, porque esa noche le había demostrado que no lo conocía para nada al rubio, éste bajó la mirada y tomó un poco más de la pequeña botella de agua que tenía con él. Multijugos, pronto se acabaría y tendría que volver a casa.
-No lo sé. Creo que podría opinar mil cosas sobre él y podrían no ser ciertas. Nunca he podido comprenderlo.
Poco a poco, le explicó porque rechazaba la idea de la superioridad de los sangre puras , que su madre era una sangre muggle que logró vencer a Voldermort, que la persona que lo salvó fue Hagrid, que su mejor amiga era la persona más inteligente que había conocido.
El chico le escuchó en silencio, absorbiendo sus palabras; lo que le agradó a Harry porque Draco era el único que no lo miraba como el héroe del mundo mágico, o el niño que vivió. Todos tenían esa mirada a veces, inclusive Ron y Hermione, y una parte de él agradeció el hecho de que por primera vez parecía tratar de comprender su punto de vista, de entenderlo.
-¿Qué crees tú de él?-preguntó el moreno, pretendiendo que no sabía que era Draco. Quería escucharlo, saber que pensaba de sí mismo y su propio comportamiento, ahora que Harry le había permitido saber su punto de vista.
Draco se mantuvo en silencio, pensando, y finalmente se puso de pie. Harry supo que no le contestaría porque su mirada cambiaba con tanta rapidez que era imposible saber qué era lo que sentía en realidad. Había tantas cosas en sus ojos… Harry siempre había leído los ojos grises de Malfoy para saber qué pensaban, pero los del castaño estaban guardando todo. No se parecía a ninguna mirada que hubiera visto antes en él, excepto una, la Lucius Malfoy; y eso aterró a Harry porque le indicaba que Malfoy había decidido seguir a su padre. Volver a la relación de odio que tenían antes, a pesar a que esta última semana hubo una tregua silenciosa entre ellos, y el comienzo de lo que él pensó una amistad.
El castaño se dio la vuelta, y se dirigió a la puerta.
-Creo que al igual que tu y yo está aterrado. Que casi siempre está triste.-Respondió el chico antes de salir, y todo quedó en silencio después. Luego se marchó, dejando a Harry con la boca seca, y sin saber qué decir.
Cuando una lágrima rodó por su mejilla, Harry la secó sorprendido al notar que estaba llorando.
Aunque no sabía por qué.
Quizá porque no pensó que Malfoy estuviera sufriendo.
Quizá porque, pese a que se estaban llevando bien, pese a que Harry le había abierto su alma, no le había escogido a él.
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-No lo sé.
La sola respuesta de Harry desilusionó a Draco porque él sí tenía una opinión de Harry. Era leal, simpático, alegre, valiente y muchas otras cosas que sabía no podía ni imaginar. Quizá sí tenía una opinión pero no quería decirla porque lo odiaba.
Vamos, pensó. Dime algo que me ayude a decidir. Que me brinde una luz en la oscuridad que siento que me absorbe.
Supuso que su cara debía haber mostrado decepción, porque Harry empezó a explicar muchas cosas de su pasado, como por qué rechazó su mano o por qué le enoja tanto las ideas sangre puras. Le explicó que su primer amigo fue Hagrid, que la señora Weasley era como la madre que nunca tuvo, que su madre era hija de muggles,o como sus tíos temían a su magia. Un poco culpable, escuchó atentamente al chico, hasta que éste se quedó sin palabras.
Como si él también necesitara que alguien lo escuchara sin juzgarlo.
Cuando Potter le preguntó qué opinaba él sobre sí mismo, Draco lo miró casi sorprendido. Nunca se había parado a pensar sobre sí mismo, aunque siempre pensaba en los demás: en Pansy, en Blaise, en Theo, incluso en Harry…
Al pensar en sus amigos la desesperación empezó a arañar su alma, y poco a poco, Draco entendió que cada paso que daba era una prueba en su vida que llevaría a alguien a la muerte.
Empezó a temblar.
Había estado tan feliz hablando con Harry que olvidó que era el peor enemigo de su padre, que tendría que pelear contra él.
Estás dejando que tus emociones te manejen. Que te alejen lo que estás destinado a ser. La voz de su padre resonó en su mente y Draco se puso de pie, intentando despejarse. Necesitaba aclarar su mente, alejarse de Potter. No podía pensar correctamente si estaba cerca, porque solo quería salvarlo y si lo que había dicho el otro era cierto, al final del día o Voldemort o Potter iba a morir, y se llevaría a su grupo entre las piernas.
Y se suponía que él debía salvar a sus padres.
La cara de Potter mostró inquietud y Draco supo que su mirada había manifestado su último pensamiento. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la puerta, pero antes de tocarla se detuvo y miró a Harry. Lo miró fijamente por segundos, preguntándose si podía contribuir a que aquel chico fuera derrotado.
Si podía romperse a sí mismo de tal manera.
No, no podía. No a él.
Y tampoco podía dejar que el mundo cargara con la esclavitud de su vida diaria.
Necesitaba salvarlo. Que él le salvara. Que le guiaran por una vez en la vida por el camino correcto
Necesita que le diera esperanza, que no permitiera que el miedo le consuma.
Que le salvara de su oscuridad
Entonces, contra todo pronóstico su boca se abrió, respondiendo la pregunta de Harry.
Yo creo igual que tu está aterrado.
Porque lo estaba, quería encontrar al igual que Harry la manera de que todos vivieran y de sobrevivir.
Él quería que Harry sobreviviera.
Así que lucharía porque Harry sobreviviera.
