Bueno esto es un UA (universo alterno), ademas deser una adptacion de la obra de Miranda Lee, las personalidades estan un poco cambiadas pero tratare de hacerlas lo mas parecidas posibles...

Declaracion: Todos los personajes le pertenecen a Nobuhiro Watsuki ... Buaaaaaaaa aunke me gustaria ser la dueña del lindo Kenshin pero no lo es.. snif...

Simbologia:

en negrita y (): son comentarios mios

en cursiva: dialogos varios...

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Chantaje al Novio

CAPITULO 1.

El avión aterrizó en Tokio, el aeropuerto de uno de los países más importantes de Asia, con 20 minutos de retraso, pero Kenshin fue uno de los primero en bajar. El director de la filial europea de Saitoh Productions (NA: Si aunque no lo crean Saitoh es dueño de una empresa de televisión XDDD), no tenia aspecto de acabar de realizar el agotador vuelo de 22 horas entre Londres y Japón (NA: supongo que son 22 horas no tengo ni la mas mínima idea de cuanto se demoran, pero dejémoslo así XDDDD). Llevaba un magnifico traje de lana gris, sin arrugas y su pelo rojo como el fuego perfectamente peinado hacia atrás.

(NA: Ventajas de volar en primera clase, quien como él, yo quiero volar asip T.T, alguien me regala los pasajes?)

Aunque Kenshin Himura no siempre había volado en primera. Había conocido las condiciones más duras. Sabia lo que era viajar de la forma más barata, apiñado con los demás viajeros, con todo el espacio disponible ocupado, sin apenas posibilidad de echar una cabezadita, para lograr llegar mas pronto al destino que a veces era al otro lado del mundo, para llevar las propuestas de negocios que llevara.

Kenshin no tenia ni la más mínima intensión de volver a aquella forma de vida. Había escalado una cumbre profesional, y ahí pensaba quedarse. El mundo era de los triunfadores, no por nada lo llamaban el Battousai. El mundo se rendía ante el dinero. Y con 25 años Kenshin era uno de los primeros, y estaba amasando una buena cantidad de lo segundo.

En el lugar habitual lo esperaba el automóvil de la empresa, con el motor encendido para que el interior no se recalentara.

- Buenos días Cho.- saludo al chofer, nada mas al sentarse.

- Buenos días Ken-san.

Kenshin sonrío, al oírlo, sintiéndose verdaderamente en casa. En Londres y en toda Europa, todo el mundo, empezando por sus empleados, se dirigían a el como el "señor Himura", pero ahí en Japón, las costumbres eran un poco distintas sobre todo cuando se conocían desde hace mucho tiempo. Se acomodo en los amplios asientos tapizados de cuero, dando un suspiro de alivio. Le gustaba su trabajo, pero una de las cláusulas que más gustaba de su contrato era que le permitían volver a casa durante 15 días cada tres meses, para descansar. Y "descansar" era no hacer nada, después del ritmo al que trabajaba en Europa, siete días a la semana.

- Derechos a casa Cho.- dijo, cerrando sus impresionantes ojos violetas con un poco de dorado. Y eso quería decir al lujoso apartamento que había comprado, con todos los servicios, hacia un par de años con vistas a la torre de Tokio, en cuyo silencio y comodidad estaba deseando hundirse. Llevaba unos días de autentica pesadilla, llenos de negociaciones y de reuniones que no acababan nunca.

- No puede ser Ken.- dijo el chofer, que iba conduciendo lentamente junto a la interminable fila de taxis que estaban recogiendo pasajeros del vuelo de Londres.- el jefe a dicho que fueras a desayunar con él.

Kenshin abrió los ojos, con un gemido. Ojalá no fuera uno de esos números de circo de Hayime montaba para la prensa y a los que de vez en cuando no le quedaba mas remedio que asistir. Ni estando en plena forma los aguantaba.

-¿Y adonde, si se puede saber?.

-En el Taj Majal.

-Menos mal.- murmuro Kenshin.

El "Taj Majal" es como llamaba Cho al palacete de Hayime Saitoh construido en las afueras de Tokio. Era un nombre sumamente adecuado para aquella residencia, que era un delirio de grandiosidad y opulencia, un monolito que ocupaba media hectárea de terreno en una de las zonas más caras de Tokio. Su tamaño debía de estar calculado para compensar la gran belleza del conjunto, además de que había de todo. En la fachada, columnas como las del coliseo, en el vestíbulo una gran cantidad de mármol decorado con gusto, en los jardines diseminadas estatuas renacentistas y fuentes en la delantera y detrás de la casa una piscina semiolimpica, descubierta pero calentada todo el año por una instalación solar y dos pistas de tenis, hierba y tierra batida.

A Kenshin el sitio le parecía pretencioso hasta decir basta, pero, desde luego, impresionante.

-¿Tu no sabrás para que me quiere, Cho?

-No.- Cho era una persona de pocas palabras.

Kenshin decidió esperar y abstenerse de especulaciones. A los quince minutos, el sedan se detenía al pie de la grandiosa escalinata y Cho se apresuro a bajar y abrirle la puerta.

-No te va a hacer falta.- dijo, al ver que Kenshin llevaba consigo su ordenador portátil.

Himura le clavo una mirada llena de curiosidad y al mismo tiempo frialdad, aunque no dijo nada. Al parecer el chofer si que tenia cierta noción del motivo de aquella convocatoria, que, por otra parte, no era de negocios.

Le abrió el ama de llaves. Kasumi tenia cerca de cincuenta años y era tan poco agraciada como el resto de los empleados de Saitoh, que había aprendido a su propia costa a no rodearse de mujeres atractivas. Kasumi llevaba mas de 10 años en la casa de Saitoh, desempeñando su trabajo muy satisfactoriamente y, lo que era aun más importante, siendo una tumba para la prensa.

-Hajime lo esta esperando.- anuncio inmediatamente a Kenshin.- en el cuarto de estar de la terraza.

La sala que estaba en la gigantesca terraza, que, a su vez, ofrecía una espléndida vista de la piscina, estaba acristalada del suelo al techo y orientada al norte y a levante. El sol inundaba aquella especie de invernadero todas las mañanas. Hajime lo esperaba sentado en un grueso albornoz azul. Tenia una magnifica cabellera negra y ojos dorados que no habían perdido nada de su agudeza y que, al entrar Kenshin, lo recorrió de pies a cabeza, desconcertándolo por un momento. No entendía por que lo examinaba así su jefe, como su fuera un actor que se había presentado en un casting.

-Siéntate Kenshin.- ordeno Hajime- ponte cómodo y tomate un café decente.

-¿Qué sucede?.- pregunto Kenshin, tomando la tasa de muy buena gana, pero sin perder el tiempo como estaba acostumbrado.

-Kaoru ha vuelto a casa.- dijo abruptamente luego de observarlo durante un rato.

Kenshin estuvo a punto de soltar un "¿y que?" , Puesto que la rebelde hija de su jefe llevaba marchándose de casa y volviendo a ella desde que tenia 17 años. Solía presentarse con cierta regularidad, como una vez al año, pero se volvía a largar de inmediato, diciendo que iba a vivir en algún piso compartido con amigas. Pero eso solo se cumplió una vez. Lo habitual, cuando llegaba el informe del detective privado, a las pocas semanas, era que el compañero de piso fuera un varón, atractivo y, normalmente, pintor o músico. Al parecer a Kaoru, le fascinaba el arte. Ninguno negaba que compartía algo más que gastos con ella.

De todos modos la peor pesadilla paterna era que Kaoru llegara embarazada, o con un bebe ya en brazos.

-¿No esta embarazada?.- pregunto Kenshin.

-No, pero esta chica va a acabar muy mal, sino hago algo para impedirlo. ¿te das cuenta de que la semana que viene cumplirá 23 años?

-El tiempo vuela- contesto Kenshin, sinceramente sorprendido-, pero supongo que ya lo has intentado todo con ella. La mayor parte de las chicas se considerarían afortunadas de tener lo que Kaoru ha dejado: una mansión, ropa cara, una asignación digna de una princesa, si hubiera querido disponer de ella. Si nada de esto bastaba para contentarla y que siguiera en su casa entonces ¡solo Dios sabe que quiere esa chica!.

-No... todo no lo he intentado- dijo Hajime, hablando lentamente y con su acostumbrada frialdad-. Falta algo.

-¿Y que es ello?

-Casarla- contesto su jefe, que no había dejado de mirarlo en ningún momento-. Con un hombre capaz de dominarla.

-¿Que?- Kenshin no pudo evitar una carcajada- ¿crees que Kaoru se casaría con el hombre que tu eligieras?

-Por supuesto que no. Hablo de casarla con el hombre que ella ha elegido. Es decir, contigo.

-¿Conmigo?- Kenshin estaba estupefacto.

-Sí, contigo. No hagas como que esto te agarrara de nuevas, Battousai. Sé perfectamente que ocurrió en esta casa antes de que Kaoru se marchara de ella la primera vez. Los primeros a quienes interrogo Aoshi cuando le encargue que la localizara fueron a los empleados de esta casa. ¿O es que creías que nadie se había enterado del incidente entre mi hija y tu junto a la piscina?

Kenshin abrió la boca para explicarse, pero Hajime le hizo un gesto para que se callara.

-No te molestes en defenderte- continuo- Tu no tienes nada que explicar. Hiciste exactamente lo que debías. ¿Cómo ibas a saber que la muy tonta se tomaría tu rechazo tan a pecho y se escaparía de casa?

-No se porque se fue, pero si no volvió fue porque encontró a otro enseguida- replico Kenshin con cierta vehemencia.

-Las chicas no suelen olvidar su primer amor.

-¡Pero yo no he sido su primer amor, ni el primero ni el ultimo!.- dijo Kenshin con algo de dolor.

Aquello era indignante. Si que hubiera besado a Kaoru, o le hubiera dicho nada que pudiera interpretarse como encaminado a seducirla. No había hecho mas que ser simpático con ella cuando iba a casa a pasar las vacaciones escolares. En aquella época, él vivía allí, en calidad de secretario personal de Hajime y era prácticamente imposible no cruzarse con ella varias veces al día. Cuando eso sucedía, charlaba con ella, pero el día que Kaoru se arrojo a sus brazos, junto a la piscina y le juro amor eterno, el más sorprendido fue él. Aunque no negaba que en ese tiempo le tenia loco y aun ahora, especialmente por como ella andaba vestida con ese diminuto biquini rosa que mostraba su bien formado cuerpo.

Ese día había tomado a Kaoru por su pequeña cintura con ambas manos, la había apartado y le había dicho en términos que no dejaban lugar a duda que no le correspondía ( NA: aunque hubiese sido mentira, pero aun no se daba cuenta) y que para el no era mas que una niñita tonta (NA: cosa que ni el se la creía). Lo cual no era exactamente la verdad, puesto que en verdad estaba crecidisima, era una autentica belleza y espantosamente sexy. Había días durante las vacaciones, sobre todo durante la hora de la cena, cuando bajaba al comedor con uno de aquellos vestidos ceñidos, escotados y cortos que eran al parecer los únicos que compraba, en los que Kenshin daba gracias al cielo por tener una servilleta extendida en le regazo. Claro esta que si el padre de Kaoru hubiera sido cualquier otro, quizás su respuesta habría sido diferente. Pero lo ultimo que Kenshin pensaba hacer en su vida era perder un nuevo empleo por culpa de la hija del jefe. Con una vez bastaba.

De la culpabilidad que pudo sentir se curo enseguida, puesto que Aoshi el detective contratado por Hajime encontró al cabo de un mes a Kaoru. Estaba viviendo en una playa semisalvaje de la costa norte del país, con un surfista profesional que llevaba unos cuantos años en la región. Compartían una cabaña con una sola habitación, que no dejaba muchas dudas sobre que tipo de relación mantenían. Kaoru no negó nada cuando el propio Kenshin se presento allí enviado por Hajime para tratar de convencerla de que regresara a casa.

La hija de Hajime no suponía mas que complicaciones, en opinión de Kenshin, que no tuvo ocasión de cambiar de opinión en ninguno de los contados momentos en que la había vuelto a ver en esos últimos años. La había visto por ultima vez en la ultima fiesta de noche vieja de su padre. Había hecho una breve aparición con un vestido rojo, sin tirantes y cortisimo, que daba la impresión de que sostenerse por puro milagro. Era una mortificación que solo él conocía, pero Kenshin no podía olvidarse del deseo loco que sintió de subir por las escaleras a su encuentro, poner el trozo de raso rojo aquel en su sitio o sea en torno a sus tobillos y arrojarla sobre la primera cama que encontrasen, o sobre el suelo, o donde fuera. Pero lo que aun no se explicaba eran los terribles celos que sintió de que otros hombres la miraran con ese vestido.

Lo que había hecho en lugar de eso, por supuesto, fue obligar a sus ojos a no mirar la joven piel de Kaoru y a su cuello a torcerle exclusivamente a su acompañante, una abogada de la empresa.

- No estas hablando en serio, Saitoh- dijo.

-Ya lo creo que hablo en serio.

-Pues es un disparate.

-¿Por qué? Ya ha estado enamorada de ti, te guste o no. Y eso fue antes de que te convirtieras en el hombre que eres ahora. No te creas que no me doy cuenta del efecto que causas a las mujeres. No creo que haya ninguna que se resistiera si tu quisieras que se enamorase de ti. Una criaturita como Kaoru seria cera en tus manos.

-Pero da la casualidad que yo no quiero que Kaoru se enamore de mi- contesto Kenshin (NA: si oh esa no te la crees ni tup)en tono glacial y con los ojos volviendose en un tono dorado absolutamente frio.- ni casarme con ella.

-¿y por que no?

Lo ultimo que deseaba explicar Kenshin a Saitoh era que ya había estado muy enamorado una vez, y, precisamente de la hija del hombre para el cual trabajaba antes. En su momento creyó que Tomoe lo amaba tanto como él a ella. Pero lo cierto fue que nunca había estado dispuesta a casarse con un mestizo, medio escocés, medio japonés de ahí su cabellera roja como el fuego y sus ojos violetas que ha veces parecían dorados cuando estaba furioso. Sin familia ni posición, ni más dinero que su sueldo como representante de vinos. Después de hacer turismo por los barrios bajos, se dispuso a hacer lo que su familia y amigos esperaban de ella, es decir, dejar la casa de su rico padre por la casa de un rico marido. Ese era el pequeño detalle que Kenshin no había captado, y que estúpidamente se presento en la fiesta de esponsales de Tomoe e hizo una escena. Lo único que consiguió fue perder el trabajo, naturalmente sin referencias. Le había costado meses encontrar otro trabajo durante los que tuvo que comer en albergues diversos y en otros sitios peores para sobrevivir. Le estaría enteramente agradecido a Saitoh por contratarlo como interprete y secretario, aunque de todos modos, sospechaba que tampoco había encontrado a nadie mas que hablara los 5 idiomas que él necesitaba para sus viajes al extranjero.

Kenshin había trabajado muchisimo para llegar a estar donde en ese momento estaba. No pensaba renunciar a ello por nadie, ni compartir su vida con otra criatura estúpida, egoísta y superficial como la que estuvo a punto de detruirlo.

-Cuando me case, si es que me caso Saitoh –dijo siempre en un tono helado, pero temblando de cólera y sus ojos dorados refulgían- será porque este tan enamorado que no pueda vivir sino lo hago.- no lo dijo, pero penso que tantas probabilidades había de que eso sucediera como que volviera a casarse el propio Saitoh.

Como este no decía nada Kenshin volvió a preguntar con algo mas de expresión en sus impresionantes ojos dorados:

-Si no acepto tu fantástico plan ¿me va a costar el puesto?.

-¡No claro que no!- negó su jefe, vehementemente-. ¿ Por quien me tomas?.

Kenshin estuvo a punto de decir algo pero luego deja que la pregunta se quedase en retórica. La entrega exclusiva al trabajo por parte de Saitoh le jugo indirectamente una mala pasada. Cuando ya había cumplido 35 años, la que entonces era su ama de llaves, que tenia carta blanca para todo, contrato a una muchacha insólitamente hermosa para servir las comidas. Una noche, al concluir una cena de negocios bastante aburrida de lo habitual, Saitoh tuvo un desahogo, y entre los dos encargaron a Kaoru. Aunque nada había estado mas lejos de sus pensamientos que tener un hijo, se caso con la futura madre, esperando un hijo y heredero pero en su lugar nació una niña, pero que esta al nacer se llevo la vida de su madre de la cual termino enamorándose al cabo de un tiempo.

-Mi intención es jubilarme a fines de año.- seguía hablando su jefe, obligando a Kenshin a regresar al presente.- me voy a mudar a la casa de las Bahamas. Al hacerlo quedara vacante el puesto de Consejero Delegado de Saitoh Productions. Pretendo que lo ocupes tu, Kenshin-. Dijo tranquilamente y Kenshin quedo sin respiración por un instante-, pero eso será únicamente si para cuando llegue el momento te has convertido en mi yerno.

-¡Que asco, Saitoh!-. Exploto- ¿Desde cuando te dedicas al chantaje?.

-Nada de eso. Es un principio consagrado¿quién mejor para ocuparse de los intereses de uno que la propia familia?. Un escocés debería apreciar eso mejor que nadie.

-¿y si me niego?- consiguió preguntar Kenshin, controlándose a duras penas.

-Le haré la misma oferta a Enishi Yukishiro, que espero que este casi igual de bien capacitado para desempeñar las dos funciones.

Kenshin rechino los dientes. Enishi Yukishiro era el director de la división norteamericana. Reconocidamente guapo, su imagen publica era toda sonrisa y encanto, aunque Kenshin creía que llevaba los dientes enfundados y que el encanto era de similar. Pero el no era el único que sospechaba sus costumbres personales debían mas al marques de Sade que a ninguna otra fuente reconocida de moralidad

-Arruinara la empresa.- dijo en tono de advertencia-. Y destruirá a tu hija- añadió.

-Sí eso es lo que crees, Kenshin- contesto Saitoh con gran suavidad, impropia de él-, ya sabes lo que puedes hacer.

-¿Así que te tienes que salir con la tuya, por encima de lo que sea, no?

-Tú eres bastante parecido a mi, con que no te escandalices. Eso es precisamente lo que le hace falta a Kaoru, un hombre de verdad, para variar. Alguien que la haga esforzarse al máximo solo para estar con el, para conservarlo. Alguien que le dé eso que quieren las mujeres.

-¿Y que es eso?

-Lo que ella anda buscando. Amor por supuesto.

-Venga Saitoh, sabes de sobra que yo no la quiero.

-¿y que? El amor es ilusión. Dile a Kaoru que la amas. La tontuela no se va a enterar de sí es legitimo o no, mientras tus palabras estén respaldadas por tus hechos. Y tus hechos serán satisfactorios sin duda. He observado que las señoras muestran mucho mas interés por ti, una vez que has pasado con ellas algún rato de asueto. De hecho, las he visto perseguirte. Muy instructivo.

Kenshin miraba a Saitoh, desconcertado. Habría podido sentir azoramiento, incluso de no prevalecer la ira, el asombro y cierto grado de compasión por la pobre Kaoru, que se había criado con semejante elemento como padre. Aunque lo estaba escuchando, a Kenshin le costaba creer que un padre tratara así a una hija. Y al mismo tiempo, tenia que pensar de prisa: estaba claro que si le decía que no se habría acabado su carrera en la empresa. Puesto que Enishi lo odiaba. Siempre podría unirse a una empresa rival y desde allí contemplar como se iba a pique la de Saitoh. No iba a llorar por eso.

Pero estaba demasiado implicado en su trabajo para poder tolerar la destrucción de cuanto había contribuido a edificar. Y no seria la única destrucción¿que seria de Kaoru, seducida y luego casada con un amoral como Enishi, pervertido y cocainomano? Sentía repulsión. Era una chiquilla inmadura y caprichosa, pero no se merecía aquello.

-Siendo así las cosas- contesto, en el tono gélido e implacable que emergía cuando se lo acorralaba-, naturalmente, las quiero por escrito.

-Por supuesto, Kenshin, estará redactado para esta noche cuando vengas a cenar.- dijo Saitoh sonriendo de oreja a oreja (NA:ya me dio miedo T.T)

-¿Esta noche?

-Cuanto antes te pongas en campaña, mucho mejor. Después de todo, no dispones mas que de 15 días antes de volver a Londres. Creo que lo indicado es una seducción fulminante. Con un poco de suerte, podréis volver juntos a Europa. Yo no pondré objeciones, una vez que Kaoru lleve un anillo de compromiso.

-¿Pretendes que acceda a casarse conmigo en dos semanas escasas?

-Te he visto conseguir contratos mucho mas difíciles en menos tiempo. Por cierto, Kenshin, hablando de contratos, el día de vuestra boda tendré listo tu contrato como Consejero Delegado, además de la escritura de propiedad de esta casa como regalo de boda.

-No, muchas gracias, Saitoh. Con el contrato basta. No me apetece vivir aquí- sin entrar en cuestiones estéticas, no dudaba que, viviendo allí, Saitoh estaría al tanto de su vida y milagros.

-No sé por que me parecía que ibas a decir eso. Bueno ¿te esperamos a las nueve entonces?

-¿Me esperáis¿Estas seguro que Kaoru se quedara hasta esta noche?- pregunto Kenshin mordazmente.

-Yo creo que sí. Su ultimo amigo le ha dado un buen susto.

-¿Como?

-Le ha pegado.

Kenshin no contaba con que una noticia así pudiera encolerizarlo tanto. Para él, la violencia física contra las mujeres era algo absolutamente imperdonable.

-Supongo que sabrás el nombre y dirección del pájaro ese- mascullo con sus ojos dorados refulgiendo en furia.

-La verdad es que no

-Pero si siempre has estado informado de cada paso que daba Kaoru, y sobre todo, con quien estaba.

-Pues esta vez no- contesto Saitoh con un suspiro- el año pasado retire a Aoshi. No podía soportarlo. No tengo ni idea de por donde ha andado Kaoru desde enero. Me llamo anoche, a las dos de la madrugada, y me pregunto si podía ir Cho a recogerla a la estación central. Hablaba con miedo, que es algo muy impropio de ella, como sabes. Pero no me di cuenta de que sucedió hasta que vi el moretón que tiene en la cara. No ha querido decirme nada. Quizás a ti te cuente algo.

-Quizás- si conseguía enterarse de algo, Kenshin le iba a enseñar a la mala bestia en cuestión una lección que no se le olvidaría en mucho tiempo.

Por desgracia, tenia que reconocer que tampoco era ninguna sorpresa que Kaoru hubiera terminado liada con un indeseable. Por lo visto, la chica era consciente del peligro que corría, al irse a vivir con hombres a los cuales en realidad, no conocía. No tenia sentido común ni conocimiento de las consecuencias de sus actos. O sea víctima perfecta de Enishi. No es que no se pudiera encontrar excusas para su lamentable carrera sentimental. Kenshin estaba empezando a darse cuenta de que en su casa había recibido bien poca atención y afecto. Pero, con el paso del tiempo, debería haber ido aprendiendo algo. Estaba a punto de cumplir 23 años y seguía equivocándose al elegir de quien enamorarse igual que las 17.

-Saitoh- dijo, impulsado por el cinismo con que contemplaba la situación de Kaoru-, comprenderás que tu hija se puede negar a casarse, tanto si se enamora de mí como si no.

-Se me ha pasado por la cabeza. Te sugiero que emplees el gran recurso.

-¿Cual?

-Dejarla embarazada- al ver abrir los ojos como plato de Kenshin, siguió- estoy seguro de que no será una tarea más allá de tus capacidades. Según tengo entendido la chica Tomoe Hikaru, tuvo que pasar por el quirófano antes de poder casarse con la cuenta corriente de su esposo. Supongo que no tuvo más remedio¿como iba a convencer una madre morena a un padre moreno de ojos cafés, de que era de ambos el retoño a acababan de tener, a pesar de su cabello rojo y ojos violetas?.

Kenshin se quedo libido. No tenia ni idea de que Tomoe hubiera estado embarazada cuando se marcho de vuelta a casa de sus padres. ¿Había abortado para poder casarse con un millonario?.

-Tú si que sabes dar golpes bajos, Saitoh- contesto lleno de disgusto- ¿cuanto hace que sabes de mi relación con Tomoe?.

-Lo se desde antes de contratarte. ¿O te has creído que iba a contratar a un secretario personal, que viviría en mi casa, sin haber comprobado su vida de cabo a rabo?. Olvídate de la Hikaru, Kenshin. Era una estúpida y también su padre. Yo sé reconocer a un hombre de valía cuando lo veo. Si te casas con Kaoru, no lo lamentaras.

Kenshin se reservaba su opinión sobre ese extremo, pero, sobreponiéndose a la amargura del pasado, se levanto de su butaca, miro a su futuro suegro a los ojos y le tendió la mano.

-Muy bien entonces, es un trato.

-Espléndido muchacho, espléndido. Has decidido sabiamente. Te veré esta noche, hacia las ocho y media. Brindaremos antes de cenar.

Kenshin se dio la vuelta, sin contestarle y se dirigió a la puerta. Kasumi tuvo justo el tiempo de apartarse de la cerradura.

Continuara...


Bueno esta es mi primera historia asi ke espero sus comentarios varios y no sean muy duros conmigo ya?... Bueno nos veremos en la proxima...

"Tu lo descubriras con tus propios ojos... si es un sueño o la realidad"